Las narrativas del cuidado en la movilidad migrante: Una reflexión teórico metodológica desde el enfoque de la Movilidad1
The narratives of care in migrant mobility: A theoretical-methodological reflection from the Mobility approach
Fecha recepción: marzo 2025 / Fecha aceptación: mayo 2025
DOI: https://doi.org/10.51188/rrts.num34.973
ISSN en línea 0719-7721 / Licencia CC BY 4.0.
RUMBOS TS, año XX, Nº 34, 2025. pp. 97-116
Daisy Margarit
Trabajadora Social. Doctora en Sociología Universidad Autónoma de Barcelona.
Instituto Estudios Avanzados IDEA. Universidad de Santiago de Chile.
Académica Instituto Estudios Avanzados IDEA Universidad de Santiago de Chile.
https://orcid.org/0000-0001-6792-6324
Sandra Navarrete
Doctora en Literatura. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Licenciada en Educación. Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas.
Académica Instituto Estudios Avanzados IDEA Universidad de Santiago de Chile.
Instituto Estudios Avanzados IDEA. Universidad de Santiago de Chile.
https://orcid.org/0000-0002-4893-7201
Pamela Caro
Trabajadora social y Doctora en Estudios Americanos.
Universidad de Santiago de Chile.
Directora Centro de investigación CIELO, Universidad Santo Tomás, Chile.
Universidad Santo Tomás. Santiago. Chile.
https://orcid.org/0000-0001-8177-9295
Valeria León
Geógrafa. Magister en Desarrollo Sustentable de ambientes y territorios.
Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
https://orcid.org/0000-0002-4171-7871
Resumen
La migración en Latinoamérica, y en particular en Chile, se ha centrado en los estudios de las trayectorias laborales de las y los migrantes, poniendo énfasis en el reconocimiento de la ciudadanía desde un enfoque de derecho, por sobre otras dimensiones de la vida cotidiana y de las prácticas de movilidad que las personas despliegan a diario. Este artículo busca responder a la pregunta: ¿Cómo se entretejen las narrativas de la movilidad del cuidado a través del espacio en las mujeres migrantes?, teniendo como hipótesis que son las propias mujeres quienes agencian el cuidado, articulando las redes socioterritoriales que se entrelazan en la movilidad. Para ello, nos centraremos no en el desplazamiento de un punto a otro, sino en la experiencia vivida, en relación con las redes socioterritoriales, el género y el cuidado en territorios agrorurales. Metodológicamente, se abordó desde una perspectiva cualitativa, mediante el análisis del diseño de caso intrínseco que, para este artículo, corresponde al caso de una mujer temporera de origen peruano, con quien se trabajó etnográficamente su relato de movilidad y cuidado, mediante la técnica de entrevista cualitativa semiestructurada, complementada con notas de campo obtenidas mediante registros sucesivos de conversaciones vía WhatsApp. Un importante hallazgo se relaciona con evidenciar que las mujeres migrantes cuidadoras asumen múltiples roles y enfrentan tensiones constantes debido a las responsabilidades que tienen en los trabajos fuera del hogar, lo cual genera una indeterminación tanto de las labores como de los tiempos y de las tareas de cuidado dentro y fuera del hogar, desplegando diversas estrategias de movilidad que les permiten articular redes para conciliar dichas tareas. Por ello, es fundamental que el análisis de las redes socioterritoriales incorpore una mirada más compleja sobre la migración, la interseccionalidad y el género, profundizando en las experiencias cotidianas de movilidad vividas desde las subjetividades de las personas migrantes.
Palabras clave
Movilidad; migración; género; cuidados.
Abstract
Migration in Latin America, and particularly in Chile, has focused on studies of the labor trajectories of migrants, placing emphasis on the recognition of citizenship from a legal perspective, over other dimensions of daily life and the mobility practices that subjects deploy on a daily basis. This article seeks to answer the question: How are narratives of care mobility interwoven across space among migrant women?, hypothesizing that it is the women themselves who organize care by articulating the socio-territorial networks intertwined in mobility. To do this, we will focus not on the displacement from one point to another, but on the lived experience in relation to socio-territorial networks, gender and care in agro-rural territories. Methodologically, it was approached from a qualitative perspective through the analysis of the intrinsic case design, which, for this article, corresponds to the case of a seasonal woman of Peruvian origin, whose story of mobility and care was worked ethnographically through the technique of semi-structured qualitative interviews, complemented with field notes from successive records of conversations via WhatsApp. An important finding is that migrant women caregivers assume multiple roles and face constant tensions due to their responsibilities outside the home. This creates an indeterminate relationship between their work, timing, and caregiving tasks inside and outside the home. They deploy diverse mobility strategies that allow them to articulate networks to reconcile these tasks. Therefore, it is essential that the analysis of socio-territorial networks incorporates a more complex perspective on migration, intersectionality, and gender, delving deeper into the daily experiences of mobility as lived through the subjectivities of migrants.
Keywords
Mobility; migration; gender; care.
Introducción
Los flujos migratorios, hoy en Latinoamérica, concentran una gran atención por parte de quienes investigan la temática. Los intereses se han encontrado, por una parte, centrados en las características del perfil sociodemográfico de las y los migrantes y en los empleos y tipos de trabajo que desarrollan, mediante técnicas de investigación y análisis preferentemente cuantitativas. Por otra parte, el foco se ha puesto en el reconocimiento de la ciudadanía y las garantías de acceso a derechos, principalmente sociales, que los Estados nación que los reciben permiten a través de leyes, políticas, planes y programas, lo que impacta en la integración de las sociedades receptoras.
Estos dos focos de interés acerca de la migración han estado por sobre otras dimensiones relacionadas con la vida cotidiana y las prácticas de movilidad de las personas migrantes. En este punto, cabe señalar que movilidad y migración no son sinónimos (Imilan et al., 2021), ya que el movimiento de personas, su movilidad, no se circunscribe solo a la idea de migración internacional a través de fronteras geopolíticas de los países. Desde el enfoque de la movilidad, el espacio adquiere un rol central, ya que, en el caso de los flujos migratorios, constituye algo más que la idea de territorios Estado-nacionales circunscritos por fronteras geopolíticas. El espacio es una dimensión de la vida de las personas que se produce a través de las prácticas cotidianas y que, en su producción, posibilita el encuentro con otras personas, objetos, estéticas, ideas, entre otras cosas no humanas. De esta forma, el espacio, su producción y experiencia, se encarna en las personas, formando parte de sus procesos de construcción de identidad (Imilan et al., 2021).
En los últimos años, Chile se ha convertido en uno de los países con mayor recepción de migrantes en América del Sur. De este modo, el aumento en el número de migrantes que hoy se encuentran en el país representa casi el doble de aquella población extranjera que se registraba en el Censo del año 2017. Ello ha venido acompañado de cambios en la composición de los flujos migratorios, que hoy son de origen predominantemente sudamericano y presentan una marcada feminización (Margarit et al., 2022).
Según datos de la encuesta CASEN 2022, la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN), realizada por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, busca disponibilizar datos que permitan conocer la situación de los hogares y de la población de manera periódica, específicamente referidos a aspectos demográficos, educacionales, sanitarios, habitacionales, laborales e ingresos, con el propósito de evaluar el impacto de la política social (Ministerio de Desarrollo Social y Familia, 2023). El 24 % de las personas migrantes se ocupa en comercio, el 11 % en hoteles y restaurantes, un 10 % en la industria manufacturera y un 9 % en construcción. Sin embargo, una de las ramas en las que ha ido creciendo la ocupación de personas migrantes en los últimos años es agricultura, caza y silvicultura. Las personas haitianas se insertan fundamentalmente en la construcción y en la silvoagricultura; en las demás nacionalidades, además, hay inserción en comercio, alojamiento y servicios, confirmando hallazgos de un estudio previo en la provincia de Cachapoal con migrantes internacionales, el cual indica que la temporalidad del empleo en el agro, al impedir la planificación económica de mediano plazo, genera “circuitos laborales anuales”, alternando faenas agrícolas con comercio, gastronomía o servicios. Según la CASEN 2022, se registraron 494.748 asalariados y asalariadas en la rama, constituyendo el 8 % (37.277 personas) del total de la rama, provenientes principalmente de Haití, Bolivia, Venezuela y Perú. Sin ser comparables, la ENE, trimestre diciembre-febrero 2023, muestra un aumento a 39.720 personas, llegando al 6,4 % en la rama (sin desagregar a cuatro dígitos), protagonizado por colectivos bolivianos, haitianos y venezolanos, que se concentran en las regiones de O’Higgins y Maule. El asentamiento de población migrante en O’Higgins y Maule es un fenómeno más reciente que el ocurrido en áreas metropolitanas y zonas fronterizas del norte. En la CASEN 2022 se obtuvo que el 74,5 % de las y los asalariados migrantes tuvieron una relación laboral temporal con su empleador (apenas un 25,5 % permanente), en general contratistas, con un empleo caracterizado por su inestabilidad y precarización laboral.
Esta precarización ha estado acompañada de una creciente feminización y extranjerización (Caro et al., 2021). Dado que el mercado de trabajo agrícola y rural funciona en el marco de una aparente escasez de mano de obra —ocasionada por la informalidad del empleo, las bajas remuneraciones y el mayor nivel educativo de las nuevas generaciones de habitantes rurales—, se ha producido una compensación con la oferta de mano de obra migrante, facilitada por la experiencia previa en el trabajo agrícola, como sucede con personas de Haití, Bolivia y Perú (Velásquez et al., 2020).
En este artículo se busca responder a la pregunta acerca de ¿cómo se entretejen las narrativas de la movilidad del cuidado a través del espacio en las mujeres migrantes?, teniendo como hipótesis que son las propias mujeres quienes agencian el cuidado, articulando las redes socioterritoriales que se entrelazan en la movilidad. Para ello, nos centraremos no en el desplazamiento de un punto a otro, sino en la experiencia vivida, en relación con las redes socioterritoriales, el género, el cuidado y el trabajo. Metodológicamente, será abordado desde una perspectiva cualitativa de corte etnográfico, mediante el análisis del diseño de caso intrínseco, que, para este artículo, corresponde al caso de una mujer temporera de origen peruano, con quien se trabajó su relato de movilidad mediante la técnica de entrevista cualitativa semiestructurada, complementada con registros de notas de campo obtenidas mediante sucesivos registros de conversaciones vía WhatsApp.
La movilidad como enfoque para comprender las redes socioterritoriales, las prácticas de cuidado y colaboración, desde una perspectiva de género
La observación de las redes socioterritoriales, como parte del entramado rizomático desde una perspectiva de género, adquiere especial importancia al problematizar los procesos de migración en Chile, donde, la mayoría de las veces, las mujeres que conforman los colectivos migrantes se encargan de las redes de cuidado en el espacio urbano. De esa manera, los roles asociados a lo reproductivo también generan una interdependencia con tías, hermanas, madres y/o abuelas (Jirón y Gómez, 2018), e incluso con otras mujeres externas al grupo familiar consanguíneo, con las que existen prácticas de organización y colaboración. A su vez, “Los cuidados transnacionales (encadenados o en circulación, formales o informales, familiares o no) son entendidos como una práctica feminizada, naturalizada y en muchos casos desigual” (Hernández, 2016, p. 49).
La misma autora, estudiando las redes de cuidado familiar en hogares de madres migrantes, señala la propuesta teórica de Baldassar y Merla (2014) como un punto de partida para comprender “la circulación del cuidado desde el intercambio recíproco, multidireccional y asimétrico”, donde se propone considerar a “todos los actores que forman parte de la red de afectos, emociones y atenciones transfronterizas, que tienen como punto de partida la maternidad” (Hernández, 2016, p. 49).
Las contribuciones al estudio de las cadenas globales de cuidado señaladas por Pérez Orozco (2009), han permitido profundizar en el tejido de cuidados existente en el proceso de migración, el cual forma parte de lo que la autora denomina la sostenibilidad de la vida, que, desde una perspectiva de la economía feminista, sienta las bases para el funcionamiento de la sociedad, asentándose sobre ella la reproducción y la producción.
Es así como nos vamos acercando a un panorama migratorio bastante complejo, en el que la variable género, por sí sola, no permite comprender todos los factores implicados. Es decir, incluir las relaciones y los significantes de poder que se derivan del sistema sexo-genérico de determinadas sociedades, en períodos específicos de tiempo, nos ayuda a comprender mejor el fenómeno de la movilidad migratoria de mujeres latinoamericanas; no obstante, sigue siendo insuficiente. En base a esto, es relevante incorporar la mirada interseccional, en tanto permite delinear los cruces entre distintos sistemas de opresión en las trayectorias de vida de cualquier persona y los variados modos en los que estos actúan en su conjunto. Desde esta mirada, es importante mencionar los aportes de la interseccionalidad como teoría y metodología de investigación para comprender el cruce de los distintos sistemas de opresiones, tales como la raza y el género, que son excepcionalmente frecuentes y poderosos (Collins, 2000).
En este sentido, es importante señalar que, si bien estos sistemas de opresión son graficados por la teoría de la interseccionalidad como líneas, no constituyen estancos desde los que sea imposible salir, sino que son posiciones que pueden ir variando a través del tiempo y de los territorios que habitan las mujeres.
En este estudio, que contempla como marco de referencia la experiencia de mujeres migrantes en Latinoamérica, los sistemas de opresión no se distancian tanto de los que postulan las feministas afroamericanas. De esta manera, todo lo que conlleva emprender un viaje migrante, tanto las razones económicas como las más íntimas, está atravesado por una toma de decisiones que considera estos distintos sistemas de opresión. Como explica Pérez:
Cuando mujeres procedentes de un determinado país migran a otro para trabajar como cuidadoras, al tiempo que dejan a sus hijas/os al cuidado de terceras personas —siendo generalmente otras mujeres de la propia familia— la transferencia de estos cuidados se realiza en base a ejes de poder, entre los que cabe destacar el género, la etnia, la clase social y el lugar de procedencia. (Pérez, 2007, en Martelotte, 2015, p. 180)
Todos estos elementos —derivados de los distintos sistemas opresores que entran en juego— generan una serie de estrategias de supervivencia por parte de las mujeres migrantes, constituidas por una trama móvil y dinámica de cooperaciones, cuidados y negociaciones basadas en relaciones sociales y territorios cambiantes. Esta forma de espacialidad permite una serie de factores, entre ellos, la “rentabilidad y la obtención de divisas, por un lado, y por el otro, las condiciones flexibles de los países en desarrollo asociadas a la globalización económica” (Sassen, 2007, en Montaña y Pereira, 2020). La viabilidad de estos circuitos está asociada también a la transferencia directa de cuidados hacia otras mujeres.
Svampa (2015) ha analizado y descrito las prácticas anteriores como estrategias de resistencia asociadas a la supervivencia, en donde el cuidado colectivo en villas, poblaciones y espacios populares puede enmarcarse dentro de un feminismo popular (Svampa, 2015), sin que necesariamente estas mujeres se consideren feministas. Lo anterior devela el rol histórico asociado a responder a las necesidades más urgentes dentro de la sociedad por parte de las mujeres, tales como la alimentación, el cuidado y las tareas domésticas, vinculadas al bienestar de otras personas, y que, sin embargo, se encuentran desvalorizadas económica y socialmente. Sí, es el trabajo doméstico el que produce la fuerza de trabajo.
La economía de los cuidados, desde una perspectiva de género, problematiza el sistema económico actual desde sus bases mercantiles, profundizando en el cuestionamiento de la producción de capital y, principalmente, en el sistema financiero, en donde la naturaleza y el cuidado constituyen los cimientos del capitalismo (Carrasco, 2013). En ese sentido, es interesante conocer los aportes de la economía feminista, para proponer y visibilizar la sostenibilidad de la vida como una alternativa económica y social. Esto consiste en un giro multidimensional, en el que se reconozca que la vida humana depende de estos pilares; una vida posible, pues esta vida que vivimos se ha tornado, según algunas autoras, insostenible (Pérez, 2019).
Como se mencionó anteriormente, se reconoce también desde la economía feminista que son las mujeres quienes están realizando una labor clave para garantizar el cuidado de las personas y de los grupos más afectados, visibilizando y evidenciando fuertemente cómo los cuidados son esenciales para el sostenimiento de la vida, entretejiéndose, de este modo, nuevas territorialidades que emergen a partir de las prácticas asociadas a las estrategias de cuidado, las cuales, en el caso de las mujeres migrantes, además permiten intensificar los lazos comunitarios y la solidaridad en los nuevos territorios.
Con relación a las prácticas de cooperación entre mujeres migrantes, estas constituyen parte de lo que Pedone (2010) llama las redes migratorias, comprendidas como estructuras sociales que van más allá del carácter territorial local e involucran a diversas actorías vinculadas al acto de migrar. Como señalan Glick Schiller (1995) y Suárez (2008), en Pedone (2010), la diversificación de la red se da por la amplitud de los campos sociales transnacionales. Al hacer un análisis territorial de lo descrito anteriormente, se observa que, en el caso de las mujeres migrantes, el cuidado y la educación de las y los hijos conforman espacios que fortalecen el tejido de la red. Asimismo, los centros de salud, centros religiosos o lugares de apoyo migrante fomentan la conformación de dichos entramados (Margarit et al., 2022). Asimismo, al analizar las redes socioterritoriales en clave de movilidad (Blanco, 2018), se destaca la amplitud del concepto en el marco del mundo contemporáneo actual, considerado como “espacios de relación emocional que van desde el hogar hasta las redes culturales de escala global” (Blanco, 2018, p. 153), para referirse a una de las tantas maneras de observar las redes migratorias desde la perspectiva de la movilidad.
Metodología y caso de estudio
La metodología utilizada en la construcción y análisis del caso de estudio, presentado en este artículo, corresponde a lo que en Ciencias Sociales se denomina un enfoque cualitativo, que usa un diseño de investigación flexible, el cual permite iniciar la investigación a partir de interrogantes más que de hipótesis previamente definidas, ya que la metodología cualitativa no busca una causalidad, pues su finalidad es comprender los fenómenos sociales dentro de un contexto determinado (Pérez Serrano, 2016), con una dimensión social, espacial y territorial.
La construcción metodológica y el posterior análisis del caso que presentamos en este artículo corresponde a un “caso de estudio intrínseco”, el cual puede estar definido por solo una persona y cuyo objetivo es lograr un mejor entendimiento de este caso en particular, sin buscar la construcción de generalidades ni teorías. Así, “el objetivo es comprender el significado de una experiencia” (Pérez Serrano, 2016, p. 81), sin fragmentarla, sino considerándola como un todo y en su relación con el contexto en donde se produce.
De acuerdo con ello, se seleccionó un caso, cuyos hallazgos presentados corresponden al caso de una mujer migrante de origen peruano, que trabaja como temporera en zonas frutícolas de Chile. Cabe mencionar que, durante la recopilación de la información, se tuvo en cuenta las condiciones éticas de privacidad, confidencialidad y consentimiento. Por ello, para resguardar el principio ético del anonimato, hemos cambiado el nombre de la mujer del caso de estudio, denominándola con el nombre ficticio de María.
Para la producción de la información, se utilizó la técnica de la entrevista cualitativa semiestructurada, desarrollada en una sesión de una hora y treinta minutos. Consecutivamente, se realizaron notas de campo mediante registros sucesivos de conversaciones vía WhatsApp, durante un periodo de 21 meses posteriores a la entrevista presencial, las cuales permitieron complementar y ampliar el relato de la experiencia de movilidad entregado en la sesión presencial de la entrevista.
El uso de los registros vía WhatsApp brindó la posibilidad de un análisis más denso de sus movilidades, lo que implicó, metodológicamente, ampliar el análisis al plano de la etnografía virtual, la cual, como señalan Soto et al. (2022), en los últimos años se ha extendido al ciberespacio por medio de relatos que expresan ideas, percepciones y creencias acerca del mundo y que, en palabras de Hammersley y Atkinson (1994), la etnografía, como método de investigación social, recurre a la vida cotidiana para dar cuenta de las personas, cuyas experiencias constituyen, en esta investigación, las narrativas del cuidado de una mujer migrante temporera.
De este modo, la complementariedad del análisis del relato de la entrevista semiestructurada con las notas del registro de WhatsApp abrió la posibilidad de observar sus experiencias de movilidades durante un periodo más amplio, potenciando la interactividad (asincrónica o sincrónica) y favoreciendo así el canal de comunicación a través de esta mensajería instantánea (Ruiz y Aguirre, 2015).
A partir de esto, y para responder a la pregunta acerca de ¿cómo se entretejen las narrativas de la movilidad del cuidado a través del espacio en las mujeres migrantes temporeras?, surgió como una propuesta interesante incorporar el enfoque de la movilidad en el estudio sobre las migraciones realizado por Imilán et al. (2014), enmarcando el foco en la perspectiva etnográfica. En relación con esta mirada metodológica, las y los autores consideran que la perspectiva etnográfica permitiría “explorar desde abajo”, es decir, de la mano de las y los sujetos protagonistas, lo que abre posibilidades para reconocer:
Los sentidos, valoraciones y las tácticas que se despliegan en la vida cotidiana para la producción de los mundos sociales. Desde la mirada etnográfica es posible explorar cómo las poblaciones desarrollan prácticas y articulan discursos de diferenciación social, procesos de etnificación que muchas veces subvierten o resisten las políticas de asimilación de las diferencias. (p. 21)
En este sentido, desarrollar un análisis etnográfico a través de registros vía mensajería instantánea (WhatsApp) abre la posibilidad de enriquecer las reflexiones acerca de lo que significa estar en simultaneidad en este ciberespacio, ganando simetría en la exploración, en tanto la persona investigadora emplea los mismos medios que sus informantes. De igual modo, como en etnografías móviles y multi-situadas, estas entregan algunas guías para explorar la constitución de objetos etnográficos que atraviesan espacios geográficos y permiten pensar en la etnografía como un modo de conocer a través de la experiencia, sin pretender producir un estudio que abarque la totalidad de una cultura determinada (Hine, 2000).
A lo anterior se suma que la etnografía admite en su seno las percepciones y sesgos subjetivos tanto de las personas participantes como de la persona investigadora (Goetz y Le Compte, 1988). Por ello, este caso de estudio cobra interés en la comprensión del caso en sí mismo, esto es, la experiencia de movilidad y de cuidado, en relación con el espacio territorial, descrito a partir del relato y las narraciones de la protagonista respecto de sus experiencias e interpretaciones, y que, como señala Jirón (2012):
En el análisis de la movilidad, la geografía del tiempo puede enfatizar la distribución de tiempo de las personas en el espacio geográfico, la importancia de las rutinas y geografías de ritmos cotidianas, y las restricciones presentes en la sociedad. (Jirón, 2012, p. 5)
Respecto de los criterios de selección del caso, estos se establecieron mediante un muestreo por criterios predefinidos, teniendo a la vista todos los casos disponibles que cumplieran con un criterio de importancia para la investigación. En este sentido, el criterio de selección fue: ser mujer migrante internacional, trabajadora temporera en las cosechas de diversas frutas, estar asentada en la comuna de Las Cabras, sexta región de O’Higgins, ser madre y tener varias experiencias de movilidad interna e internacional en los últimos años, previos a la pandemia de COVID-19 y posteriores a esta crisis sociosanitaria.
En cuanto a la elección del lugar donde se desarrolla la selección del caso de estudio, se escogió la Región de O’Higgins, ya que es el contexto agrícola más relevante para la investigación del trabajo de mujeres migrantes temporeras. Esta decisión se fundamenta en que, de acuerdo con el Censo 2017, O’Higgins es una de las principales regiones de tradición agraria, hoy frutícola, con tasas de ruralidad superiores al promedio nacional (ver Figura 1). Por su parte, los datos de la CASEN 2022 (Ministerio de Desarrollo Social y Familia, 2023) indican que la rama agricultura, caza, silvicultura y pesca constituye la principal actividad económica de esta región. Y, en el contexto nacional, es la segunda región, después del Maule, la que concentra la mayor cantidad de fuerza de trabajo en dicha rama. Sumado a lo anterior, también en O’Higgins, según la CASEN 2022, el 9 % de la rama está protagonizado por personas trabajadoras migrantes (ver Figura 2).
Figura 1
Actividad agrícola en Regiones
Fuente: Elaboración propia 2024
Figura 2
Total de Migrantes Rama Agricultura Casen 2022
Fuente: Elaboración propia 2024
Resultados
El caso de estudio analizado corresponde a una mujer adulta joven de nombre María2, madre de dos hijas, ambas menores de edad. Es originaria de Tacna, ciudad al sur de Perú, que está a 37,5 km de la frontera con Chile (ver Figura 3). La decisión de migrar se fundamenta en la necesidad de buscar un trabajo que le permitiera pagar las deudas de su exmarido. Son las razones personales y familiares las que originaron su viaje a Chile en el mes de septiembre del año 2017. La motivación principal de encontrar un trabajo en Chile la justifica con base en los relatos de dos mujeres connacionales, con quienes mantiene una relación de amistad, quienes le señalan que, en el trabajo agrícola en Chile, se puede ganar dinero que le permita vivir y enviar remesas a su familia en Perú.
… yo me vine el 2017 en el mes de septiembre con mis amigas. Mis amigas me trajeron porque, como estaba separada con el papá de mi hija mayor. Entonces, como se fue de la casa me dejó con un banco, con deudas. Por ese motivo tuve que venirme a trabajar, ganar plata para pagar bancos y por eso me vine, me quedé trabajando.
(Mujer peruana. Las Cabras)
Mi amiga me trajo diciendo que se ganaba harta plata. Ella siempre trabajaba aquí, bueno, y como estaba en deudas, ¡ya pues! no pensé dos veces, así que ¡vámonos de aquí! (…) Empecé a trabajar en la frutilla, mi primer día que fui me gané como 20 lucas, pero así igual, todo ese tiempo he estado trabajando, frutilla, frutilla. (Mujer peruana. Las Cabras)
A partir del relato de María, se puede distinguir que es la dimensión del cuidado la principal desencadenante de su movilidad hacia Chile, dejando a su familia nuclear en Tacna, para generar ingresos que le permitieran tanto pagar las deudas de su exmarido, quien las abandona, transfiriendo la deuda a María, como enviar remesas como jefa de hogar y proveedora exclusiva, aportando desde el punto de vista financiero al cuidado de su hija. El cuidado, así, es entendido como una dimensión esencial en la vida de las personas, estando vinculado con la reproducción cotidiana de la vida, implicando un problema central que plantean los feminismos, específicamente la economía feminista, referida a la sostenibilidad de la vida (Rodríguez-Enríquez, 2020).
Habían días que ganaba, hay días que no se gana, por ejemplo, pero yo pagué todas mis deudas, gracias a Dios, viniendo aquí, porque si no iba a perder mi casa porque tenía que pagar más de 200 lucas al mes y cuesta ganar allá po’, esa cantidad. (Mujer temporera peruana. Las Cabras)
Cabe destacar el surgimiento de novedosas estrategias de solidaridad entre mujeres, que entretejen redes sociales de subsistencia, en las cuales circulan activos no materiales de capital social, como es la información, la ayuda y la reciprocidad. En este sentido, Bourdieu señala que el capital social está constituido por la totalidad de los recursos potenciales o actuales asociados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento mutuos, como es el caso de María y sus amigas. El autor señala que, expresado de otra forma, se trata aquí de la totalidad de recursos basados en la pertenencia a un grupo. El capital total que poseen las y los miembros individuales del grupo les sirve a todas y todos, conjuntamente, como respaldo, en el sentido más amplio del término (Bourdieu, 2000).
Figura 3
Distancia de Tacna a Complejo Fronterizo Chacayuta
Fuente: Elaboración propia. Google Maps
María ingresa vía terrestre por el paso fronterizo de Chacayuta, trasladándose a la localidad rural de Las Cabras, ubicada en la región de O’Higgins, en Chile, distante 2.192 kilómetros desde su ciudad natal. El trayecto vía terrestre tarda un poco más de un día (25 horas aproximadamente) (ver Figura 4). Una vez instalada en Chile, genera una itinerancia cada tres meses entre estos dos lugares (Las Cabras y Tacna), siendo nuevamente el cuidado el motor que moviliza sus trayectos, acción que se expresa en los viajes a Perú para estar con su hija, quien está a cargo de una de sus hermanas, a quien le envía dinero vía remesas para sus gastos. Este fenómeno ha sido evidenciado en investigaciones acerca de la migración y los cuidados, señalándose que, ante la salida de las mujeres de los países de la región, se genera una necesidad de cuidados, sobre todo de niñas y niños, que son cubiertos por otras mujeres de la familia o por personas remuneradas en el hogar, las cuales son costeadas con las remesas de las mujeres migrantes (Batthyány , 2020).
¿Y quién cuidaba a tu hija?… Mi hermana, mi hermana. En mi casa propia, pero cuidando a mi hermana, que tiene dos hijos también, entonces yo le pagaba una mensualidad, entonces me la cuidaba. (Mujer peruana. Las Cabras)
La transferencia del cuidado trasciende la proximidad física, ya que aquí, en Chile, María debe encargar el cuidado de su hija menor, organizando los horarios para poder trabajar, dejando, de este modo, a otra mujer, también migrante y de otra nacionalidad, al cuidado de su hija de seis meses de vida.
Le dije a una chica que cuida. Tenía que salir de aquí 5 de la mañana para la población, entonces se me resfrió la niña. Lo más temprano que uno puede ir es a las cerezas, que es a las 5 de la mañana. Hay algunos que van de aquí para San Fernando, se va 3 de la mañana se va el furgón… aquí en Santa Inés hay varias personas que, digamos, cuidan niños, no solo uno, cuidan 3-4 niños y por niño cobra 5 lucas.” “¿Y son personas chilenas, o son personas extranjeras? Extranjeras. (Mujer peruana. Las Cabras)
Figura 4
Trayecto Tacna (Perú) – Las Cabras (Chile)
Fuente: Elaboración propia, 2023. Google Maps
De este modo, observamos cómo esta relación que se establece para la transferencia de los cuidados corresponde a lo que Arriagada Acuña (2020), denomina las cadenas globales de cuidado, entendidas como los flujos de trabajo y cuidados que se mueven a través de las fronteras, conformadas por eslabones en el país de origen y en el de llegada. De manera tal que, señala la autora, la migración femenina es la llave que permite una doble transferencia de cuidados. Así, en los países de origen, su partida obliga a recolocar los cuidados (transfiere los cuidados que antes realizaba a otras personas) y, en los países de destino, asume los cuidados que alguien (una persona o un hogar) le transfiere (Arriagada Acuña, 2020).
Del análisis del caso de estudio se desprende cómo la movilidad física de los cuerpos, en este caso de María, mujer migrante de origen peruano, construye interconexiones deslocalizadas territorialmente, pero interrelacionadas con las dimensiones de la vida a través del cuidado. Ella cuida de su familia enviando dinero para saldar las deudas de su exmarido, resguardando así el bien material de su casa. También envía dinero para que cuiden de su hija, mantiene los afectos y despliega emociones vinculadas al cuidado.
Martin-Palomo (2020), da cuenta de una dimensión fundamental respecto del cuidado, señalando que este se caracteriza por su contingencia, por su orientación hacia las necesidades de quien lo recibe, y que es la percepción de las personas implicadas lo que carga de sentido la acción. Por ejemplo, la movilidad de María se gatilla ante situaciones particulares, como las fechas de Navidad, aun cuando ella no cuenta con un permiso de residencia, ya que ingresó con visa de turismo y actualmente se encuentra en situación de irregularidad migratoria, situación que, a través de la asesoría de una clínica jurídica de una universidad, busca regularizar.
María: Hola señorita… habrá consultado mi caso
Investigadora: Hola María. No me han contestado de la clínica jurídica. Apenas sepa algo le escribiré.
María: Okey quería saber x quiero ir a traer mi hija (refiriéndose a su hija mayor que vive en Perú).
María: Todas las navidades paso con ella…
María: Y ahora igual está triste, piensa que no voy llegar…
(Registro WhatsApp)
En consecuencia, el sentido que conlleva la actividad de cuidar va cambiando, aunque esta pueda ser, en apariencia, la misma a lo largo de varios años (Martin-Palomo, 2020). El caso de María da cuenta de esto. Ella cuida a sus hijas a través de su trabajo; el sentido de la acción, en un inicio, fue pagar las deudas para no perder la casa y enviar remesas. Actualmente, sus hijas son el principal factor movilizador de su acción de cuidado, lo que conlleva que invisibilice su propio cuidado, su cuerpo y su bienestar.
Antes tenía deudas y tenía que mantener a mi hija y, aparte, tenía que pagar su mensualidad, todo eso, y, aparte, estaba en academias mi hija, entonces todo se me complicaba, así que tenía que ponerme a trabajar no más. (Mujer temporera peruana. Las Cabras)
Hoy, con otra hija bebé, es más necesario… Fui a cosechar el durazno por primera vez, pero tuve una caída terrible. Se me abrió la escala y me caí con papacho y todo. Y los jefes corren para preocuparse solo del durazno, no de una persona. Duró como una semana, pero estaba mal… Como tres días descansé, después tenía que trabajar también porque yo tengo una hija y tenemos que mantenerla. (Mujer temporera peruana. Las Cabras)
En concordancia con lo que señala Martin-Palomo (2020), la dimensión material del cuidado es visible y mensurable, al menos con lo ya estandarizado en las ciencias sociales, a través de medidas de tiempo y de dinero. Sin embargo, existe un aspecto que resulta más difícil de apreciar y medir, y se refiere a analizar la preocupación por los afectos o la disponibilidad emocional asociada al cuidado.
Conclusiones
El aumento en la participación de mujeres migrantes en la agricultura reproduce prácticas de sobreexplotación de las y los jornaleros tradicionales, en relación con la precarización de las condiciones de vida y de trabajo, la vulneración de derechos y el control que se desprende del miedo a la pérdida del empleo o a ser expulsadas del país (Caro y Cárdenas, 2022). La incorporación femenina y migrante mantiene, en términos generales, la división sexual del trabajo tradicional, pero genera cambios en la organización del trabajo reproductivo, que sigue recayendo en las mujeres, incluso cuando el cuidado se realiza a distancia (Caro y Cárdenas, 2022). Su participación laboral en horarios extendidos a los que establece la ley se facilita por la posibilidad de acceder al servicio de cuidados que prestan otras mujeres migrantes (Caro y Cárdenas, 2022), o bien porque sus hijas e hijos se encuentran en su país de origen.
Las mujeres migrantes cuidadoras se definen bajo múltiples roles. Muchas de ellas enfrentan tensiones permanentes en el ejercicio de sus múltiples responsabilidades, ya que tienen trabajos fuera del hogar, lo que genera una indeterminación tanto de las labores como de los tiempos y de las tareas de cuidado. Estos se transforman en un desafío individual, gestionado bajo condiciones de género desiguales, las cuales hoy representan un desafío para el ámbito de las políticas públicas. Desde este punto de vista, el establecimiento de políticas de cuidado integrales y disponibles para la población migrante internacional en los países latinoamericanos se convierte en una urgencia al considerar el fenómeno de la feminización de la migración que acontece actualmente. Un aporte a la construcción de dichas políticas puede situarse, como ya ha sido mencionado, en las propuestas teórico-prácticas feministas (economía feminista) y en los estudios de migración y de movilidad con enfoque de género, considerando la valoración tanto del trabajo doméstico no remunerado como de los trabajos de cuidado, los cuales tienen su anclaje en una propuesta de redistribución equitativa de estos trabajos y de los tiempos que se dedican a ellos, dejando de lado el beneficio privado del sistema económico y teniendo como objetivo el cuidado de la vida.
En ese sentido, analizar la relación entre la construcción de redes socioterritoriales desde una perspectiva de género permite visibilizar quiénes las componen, cómo funcionan y cuáles son las prácticas que de ellas devienen, tanto en el espacio público como en el privado; al mismo tiempo que se profundiza en las nuevas formas de organización social relacionadas con la reproducción y la producción, destacando la existencia de nuevos tipos de familias, junto con las tensiones y ausencias propias del contexto de las migraciones internacionales (Pedone y Gil, 2008).
En consecuencia, a partir de este estudio, se hace necesario, en primer lugar, instalar la necesidad de complejizar el análisis respecto de la migración, la interseccionalidad y el género, profundizando la experiencia cotidiana de la movilidad desde los cuerpos y subjetividades de las personas migrantes. Así, el enfoque teórico de la movilidad avanza en la problematización y complejización del fenómeno de la migración, con el fin de evitar reduccionismos que sobrepasan a las Ciencias Sociales y sus herramientas metodológicas tradicionales, ya que desde este enfoque, la movilidad no es un trayecto lineal, sino que integra la idea de movimiento, de experiencia y significado en la relación con las redes, los flujos y la circulación.
En segundo lugar, es importante revisitar nuestros lugares teóricos desde los cuales construimos metodologías para comprender los procesos migratorios, ya que, desde el enfoque de la movilidad, esta involucra más que los desplazamientos de las personas de un país a otro o desde un microanálisis asociado a desplazamientos para realizar actividades como el trabajo. Como señalan Jirón y Imilan (2018), todas las personas nos movemos para cumplir con actividades de la vida cotidiana, las cuales involucran numerosas prácticas que reproducen nuestras formas de habitar, teniendo en cuenta que, como indica Harvey (1989):
El mapeo espacio-temporal son una descripción útil acerca de cómo la vida cotidiana de los individuos se desenvuelve en el espacio y el tiempo, sin embargo, no revela nada acerca de ‘cómo las estaciones y dominios se producen o por qué la fricción de la distancia varía en la forma en que palpablemente lo hace. También deja de lado la pregunta de cómo y por qué ciertos proyectos sociales y sus limitaciones características se vuelven hegemónicos, y no intenta entender por qué ciertas relaciones sociales dominan otras, o cómo se asigna significado a los lugares, los espacios, la historia y el tiempo. (Harvey, 1989, p. 212, citado en Jirón y Imilan, 2018, p. 4)
Para finalizar, es clave considerar el enfoque de la movilidad en la valoración de los cuidados, profundizando en un análisis multiterritorial con enfoque de género que permita señalar con mayor precisión cuáles son las relaciones de poder, cooperación y significados que se atribuyen a los roles asociados al trabajo no remunerado de las mujeres migrantes y cómo se redistribuyen el cuidado y la organización cotidiana con las redes socioterritoriales que van construyendo en los países y comunidades a las que emigran, a partir de los significados que otorgan a sus experiencias de movilidad.
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1 La realización de este artículo se enmarca en el desarrollo de los siguientes proyectos: proyecto ANID/FONDECYT/REGULAR Nº1240510, ANID/FONDECYT/REGULAR Nº 1230937, y ANID/FONDECYT/REGULAR Nº 1270665, por lo que agradecemos el financiamiento de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile (ANID). Agradecemos al equipo de apoyos técnicos que hicieron las cartografías compuesto por la geógrafa Imara Álvarez y el antropólogo Tomás Zamora.
2 Para resguardar el anonimato del caso de estudio hemos cambiado su nombre, por una nominación de fantasía que se ha acordado con la sujeta del estudio de caso.