El teatro y las artes como herramientas de cambio social: una entrevista a Katta Alonso, fundadora de Mujeres de Zona de Sacrificio Quintero-Puchuncaví en resistencia

Theater and the Arts as Tools for Social Change:
An Interview with Katta Alonso, Founder of Mujeres de Zona de Sacrificio Quintero-Puchuncaví in Resistance

 

Fecha recepción: septiembre 2024 / Fecha aceptación: octubre 2024

 

DOI: https://doi.org/10.51188/rrts.num32.909

ISSN en línea 0719-7721 / Licencia CC BY 4.0.

RUMBOS TS, año XIX, Nº 32, 2024. pp. 175-187

RumbosTS

Fotografía Katta Alonso (Fuente : El Desconcierto)

Fotografía Katta Alonso (Fuente : El Desconcierto)

Entrevistadores

Gabriel Poisson

Licenciado en Ciencia Política, estudiante de la Maestría en Ciencias Ambientales de la Université du Québec à Montréal (UQÀM) en Quebec, Canadá, asistente de investigación en el marco del proyecto Resistaction- Las dimensiones crítica y política de la educación ambiental en contexte de conflicto socio-ecológico y su contribución al surgimiento de alternativas del Centro de investigación en educación y formación en medio ambiente y ecociudadanía-Centr’ERE.

Mail poisson.gabriel@uqam.ca

 

Isabel Orellana

PhD en Educación Ambiental, profesora del Departamento de Didáctica de la Université du Québec à Montréal (UQÀM) y directora del Centro de investigación en educación y formación en medio ambiente y ecociudadanía-Centr’ERE
(https://centrere.uqam.ca) de esa institución. Directora del proyecto de investigación Resistaction Las dimensiones crítica y política de la educación ambiental en contexte de conflicto socio-ecológico y su contribución al surgimiento de alternativas (2018-2024), financiado por el Centro de Investigaciones en Ciencias Humanas de Canadá (https://www.sshrc-crsh.gc.ca/). Centr’ERE, Université de Montréal.

Mail orellana.isabel@uqam.ca

 

Resumen

Este texto presenta una entrevista a Katta Alonso, miembro de la organización ciudadana Mujeres de Zona de Sacrificio Quintero-Puchuncaví en Resistencia, en la que ésta pone en evidencia la dramática realidad que se vive en esa región, saturada de contaminación industrial, destacando la lucha en defensa de la salud y del territorio que ha desarrollado esta organización y que inspira la performance El humo en el cuerpo, presentada el 7 de marzo de 2023 en el Centro Cultural Gabriela Mistral de Chile. Katta Alonso hace hincapié en el importante aporte del arte y la cultura para la sensibilización socioecológica de la población.

Palabras claves

Zona de sacrificio; medio ambiente; Quintero-Puchuncaví; arte; cultura

 

Abstract

This text presents an interview with Katta Alonso, member of the citizen organization Mujeres de Zona de Sacrificio Quintero-Puchuncaví en Resistencia, in which she highlights the dramatic reality experienced in that region, saturated with industrial pollution, highlighting the struggle in defense of health and territory that this organization has developed and that inspires the performance Smoke in the body, presented on March 7, 2023 at the Centro Cultural Gabriela Mistral in Chile. Katta Alonso emphasizes the important contribution of art and culture to the socio-ecological awareness of the population.

Keywords

Sacrifice zone; environment; Quintero-Puchuncaví; art; culture

 

El concepto de Zona de Sacrificio se acuña en el contexto de carrera armamentista durante la Guerra Fría. Fue aplicado a las zonas que se tornaron inhabitables por la radioactividad causada por los test nucleares, por la producción industrial de isotopos radioactivos o por los residuos radioactivos (Holifield y Day, 2017; Lerner, 2010; Little, 2017). Zona de Sacrificio hace por lo tanto referencia a zonas que presentan altos niveles de toxicidad causados por agentes contaminantes provenientes de procesos industriales y que afectan tanto el suelo, el aire como el agua, causando graves problemas de salud en las personas y produciendo un deterioro crítico del medio ambiente. La degradación ambiental es en estos lugares tan profunda y prolongada que sobrepasa las posibilidades que ofrece la tecnología actual para rehabilitarlo para uso humano. El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación en estos contextos, se encuentra profundamente coartado. Las actividades extractivas se emplazan, atropellando los derechos de la población local, en general marginalizada y racializada (Silveira et al., 2017).

La primera definición sociológica de “zona de sacrificio” es atribuida a Robert D. Bullard (1993), un sociólogo ambiental apodado “el padre del movimiento de la justicia ambiental” en los Estados Unidos. La definición de este autor se basa en un enfoque crítico, que asocia estas “zonas de sacrificio humano” con los sistemas de opresión inherentes al racismo, al colonialismo y al capitalismo industrial. Por otra parte, según Svampa y Viale (2014), el concepto de zona de sacrificio se articula estrechamente vinculado al modelo de economía dominante, de desarrollo insustentable, que se caracteriza por el mal desarrollo, el despojo territorial y el racismo ambiental, entre otras particularidades. Efectivamente, el enfoque dominante del desarrollo abordado como un proceso de crecimiento económico continuo e ilimitado ha implicado la multiplicación de megaproyectos industriales que presentan altos niveles de riesgo para la calidad de vida y la calidad del medio ambiente (Abraham, 2019; Beck, 2001; Gudynas, 2919; Meadows et al., 2004; Rist, 2007), particularmente al acentuarse la extracción intensiva y masiva de las riquezas naturales. Este proceso ha contribuido a la multiplicación de este tipo de zonas en el mundo.

En Chile, el concepto de zona de sacrificio es adoptado por el movimiento de justicia ambiental en los años 2010, en particular para calificar la zona pluri-industrial de Quintero-Puchuncaví, llamada el Chernobyl chileno (Ponce Lara, 2020). Además de ésta, son así calificadas las zonas de Coronel, Mejillones, Tocopilla y Huasco; y, más recientemente, Til-Til. Los impactos de las instalaciones industriales que se encuentran concentradas en estos lugares se suman además en algunos casos, a los provocados por proyectos extractivos mineros, madereros, agrícolas o de piscicultura intensiva que realizan en las proximidades, o por la vecindad con puertos industriales.

Quintero-Puchuncaví se configura con la implantación de áreas industriales en el litoral chileno en la década de los 60, implementadas con el objetivo de impulsar el desarrollo económico del país. Estas áreas, en las que han proliferado termoeléctricas, fundiciones, petroleras y plantas químicas, entre otras industrias, han dejado profundas huellas de contaminación y graves secuelas en la salud de la población, inclusive a nivel genético, según estudios recientes (Madrid et al., 2022).

La bahía de Quintero y Puchuncaví (provincia de Valparaíso), situada a 180 km de Santiago, la capital, reconocida otrora por su belleza y atractivos paisajísticos y, además, por la fertilidad de sus suelos y la riqueza del mar - que le han valido su vocación agrícola, pesquera y turística - se ha transformado en el escenario de múltiples intoxicaciones masivas y de frecuentes derrames de carbón y de petróleo. Se encuentra allí una quincena de industrias, esencialmente, del área energética, minera y petroquímica.

La contaminación extrema y los continuos episodios de accidentes industriales han llevado en varias ocasiones a atribuirle un estatus especial a esta zona como, por ejemplo, en 2012 y en 2015, donde fue declarada zona saturada y, en 2018, zona de catástrofe. La repetición y frecuencia de las situaciones críticas, la constancia de la insuficiencia e ineficacia de las medidas de control y de fiscalización, así como la comprobación del aumento de los problemas de salud, han provocado la cólera de la población, la cual ha desarrollado una fuerte movilización en defensa del territorio (Bolados García y Sánchez Cuevas, 2017), que se ha desplegado a través de diversas estrategias: sociales, jurídicas, investigativas, educativas, culturales, artísticas, etc.

Además de los graves impactos en la salud, la población es víctima de los impactos económicos de la contaminación de las aguas del litoral y de los suelos alrededor de la zona industrial, que afectan a los sectores de la pesca artesanal, la cría de animales y la agricultura (Carrasco Aguilar et al., 2015). Desde los primeros años del siglo XXI, la zona de Quintero-Puchuncaví se ha tornado emblemática de las luchas ambientales en Chile y un símbolo de pérdida de confianza de la población ante las inadecuadas políticas para enfrentar la contaminación creciente que afecta al país. Este territorio sacrificado continúa viviendo episodios de intoxicación masiva y siendo víctima de la ineficacia del Estado para evitarlas y para poner freno al deterioro múltiple de la zona provocado por el desarrollo industrial.

En este contexto, en la primera década del 2000, varias mujeres deciden organizarse y crear la agrupación ecofeminista “Mujeres de Zona de Sacrificio Quintero-Puchuncaví en Resistencia”. Katta Alonso, fundadora de esta organización, participó recientemente en la performance “El Humo en el Cuerpo”1, que relata la historia de la bahía de Quintero y Puchuncaví y que expone los impactos humanos de la contaminación sistemática que vive esa región.

Entrevistamos a Katta Alonso con el propósito de conocer cómo se despliega la movilización ecofeminista en un contexto de colapso ambiental, sanitario y social como el de Quintero Puchuncaví y, también, para explorar los aportes de las artes y más específicamente, del teatro, en las luchas por la defensa de los derechos ambientales y humanos y de los territorios.

 

G.P.: ¿Dónde vive usted y desde cuándo está en ese lugar? ¿A qué se dedica?

K.A.: Vivo en Ventanas, que corresponde a la comuna de Puchuncaví. Estudié Trabajo Social en la Universidad de Chile. Hace más de 20 años que estoy dedicada al medioambiente, a defender a nuestras comunidades de lo que sufrimos aquí, en la zona de sacrificio de Quintero y Puchuncaví. Soy jubilada, entonces ahora puedo dedicarme plenamente a esto.

 

G.P.: ¿Cómo describiría usted la situación ambiental, política y social de Quintero Puchuncaví?

K.A.: Es una situación súper grave y el estado de Chile nunca se ha hecho cargo de resolverla. Nosotros hablamos de un gobierno de turno, porque todos los gobiernos, lo único que han hecho antes de irse, es dejar más empresas instaladas. Entonces, ahora hemos llegado a una situación insostenible que le tocó lamentablemente a este gobierno, y no hay solución simple porque hay que cambiar toda la política ambiental en el distrito. A nosotros no nos sirve un plan de prevención y descontaminación, porque eso está hecho como un “traje a la medida” para cada empresa, pero acá tenemos 20 empresas.

A mí me tocó conocer el antes, el durante y el ahora de este maravilloso territorio. Si la gente hubiera conocido el antes, se habría enamorado de este lugar. Porque han echado a perder una bahía con una playa privilegiada, maravillosa. Los niños ya no pueden estar todo el día jugando en el agua sin ningún peligro, como estábamos nosotros. Todos nos conocíamos, éramos todos amigos. Era idílico.

Y ahora no hay nada, nada. Sólo contaminación del aire, de la tierra y del agua. También se quebró el tejido social al instalarse las empresas. Mientras están en construcción, llega mucha gente de afuera a trabajar, con otras costumbres completamente distintas. Y con las empresas llegó el narcotráfico y la delincuencia. Es lo que nos pasa y ya no reconocemos este lugar.

La gente de acá se ve absolutamente desesperanzada, descorazonada y triste, porque han perdido todo.

 

G.P.: Recientemente (2023) hubo episodios de contaminación y las escuelas fueran cerradas ¿no?

K.A.:Todo el mes de junio y desde marzo. La situación es crítica. En marzo, nosotras fuimos a Santiago, al Ministerio de Salud, a reunirnos con las autoridades para que declararan la alerta sanitaria. Con la alerta sanitaria hay más recursos y se pueden fiscalizar mejor las empresas, justamente para que no suceda lo que está sucediendo ¡Pero nos dijeron que no! Luego, recién hace una semana declararon la alerta sanitaria, pero ya era demasiado tarde. Ya hay más de 1300 niños intoxicados. Parece que ocurre todos los días. Tenemos 50, 100 niños intoxicados todos los días. Por eso ahora están en paro. La gente está en huelga con los profesores, pararon los colegios.

Tenemos el territorio lleno de arsénico. Hasta niños de cinco años están expuesto al cáncer. A pesar de todos los estudios que tenemos - de lo que tú quieras hay estudios - siguen instalando empresas. Ahora se está instalando una desaladora que fue aprobada en el gobierno de Piñera.

Los pescadores están en huelga y tienen tomada la bahía. En Villa Romana no hay nadie, porque anoche llegaron militares con fuerzas especiales. Sabemos que hoy día algo va a pasar. Está muy difícil la situación, la gente ya colapsó. Colapsó porque ya es demasiada la injusticia ambiental… demasiada.

Hay una política de represión. Reprimir, reprimir, reprimir. Pero no vamos al fondo de lo que sucede en nuestra sociedad con este tipo de sistema. Necesitamos un cambio estructural. Es absolutamente necesario.

 

G.P.: Usted fundó el movimiento de “Mujeres de Zona de Sacrificio Quintero Puchuncaví en Resistencia”, ¿Nos podría hablar de esta organización?

K.A.: Hace 20 años, nosotras iniciamos un grupo, con otro movimiento que llamado “Comunidad por el derecho a la vida”. Éramos cuatro amigas. Antes, yo estaba en ese movimiento. Acompañábamos a los pescadores que se dedicaban al cultivo de ostras. Hernán Ramírez, ingeniero en pesca miembro de ese movimiento, con apoyo de varios diplomados en medioambiente, asesoró a los pescadores durante más de 20 años.

Antes, el cultivo de ostras era muy muy exitoso, pero llegó el servicio de salud y lo cerró. No se les permitió más esa actividad, por la cantidad de metales pesados que contenía el agua.

En esa época, yo estaba trabajando en los colegios haciendo reforzamiento de lenguaje y de cálculo mental. Y ahí yo me di cuenta de que los niños no aprendían y empecé a averiguar por qué. Entonces pedí las estadísticas al municipio. Nos dimos cuenta de que uno de cada cuatro niños en Puchuncaví nacía con diferentes tipos de problemas. Tenemos una escuela especial que está llena de niños con problemas neurológicos graves, con muchas enfermedades gravísimas. Además, en los colegios normales hay muchos niños con dificultades de aprendizaje. Por eso no aprendían.

Entonces empezamos a darnos cuenta de que era real lo que estaba pasando, antes lo intuíamos. Y con diferentes ONG, empezamos a conseguir que se hicieran estudios, muchas investigaciones, mandamos estos estudios al Congreso, pero no les prestaron ninguna atención.

Y de repente, en tres meses, muere nuestro fotógrafo de un cáncer fulminante - éramos muy amigos desde chicos. Así se muere la gente. Así están sucediendo las cosas para la gente adulta.

Es entonces, en ese momento, que decidimos formar las Mujeres de Zona de Sacrificio Quintero – Puchuncaví en Resistencia. Me costó mucho formarlo. Nadie quería meterse en eso, porque hay una captación muy grande de las empresas hacia la comunidad. Hay tanta pobreza y la gente tiene miedo. Antes, aquí era una zona que tenía una calidad de vida excelente. Se vivía de la agricultura. Se exportaba grano a Europa, lentejas, por ejemplo. Se vivía de la pesca, que era muy abundante. Ahora no hay nada.

Es importante decir que sólo 6,6% de la población de Puchuncaví trabaja en las empresas. El resto de la gente o es comerciante, o la mayoría, que son mujeres, son jefas de hogar. Porque los hombres han tenido que emigrar a otro lado buscando otra pega, porque perdieron sus fuentes de ingresos tradicionales.

Nos cuesta mucho que la gente participe. No se atreven, porque las empresas cobran. Además, porque hacen competir a todos en clubes deportivos, en organizaciones sociales, etc. Hacen participar en competiciones para ganar unos pesos, pero eso también les hace cerrar la boca.

Por eso nos ha costado tanto. Y por eso hemos tenido que recurrir a la ONU, recurrir a la Corte Interamericana, para que de afuera empiecen a incidir hacia adentro.

 

G.P.: ¿Cuál es el objetivo de su organización? ¿Qué se proponen ustedes?

K.A.: Primero, hay que parar con este genocidio ambiental.

Segundo, para que la nueva generación no pase lo que nos ha tocado pasar. Porque si se toman las medidas que realmente se deben tomar, sabemos que la recuperación se hará. Va a ser lenta, pero si se sabe que se puede recuperar el territorio, todo el mundo va a querer participar en eso, porque nadie quiere que sus hijos vuelvan a sufrir se ha sufrido. Por eso nosotras decimos “Queremos niños sanos, agua limpia y tierra fértil”.

Hacemos este trabajo porque cuando tú ves un niño en el hospital, cuando hay intoxicaciones masivas de niños de dos y tres años, llorando y vomitando, es insostenible... insostenible. Tienes que rebelarte y tienes que trabajar, hasta que eso se acabe. Y eso se refleja en el trabajo.

Nos ha costado muchísimo que la gente participe, pero estamos muy contentas porque ahora hay varios grupos juveniles y, además, los niños están tomando conciencia. Ellos son el futuro de Chile. Yo creo que ellos van a cambiar la situación. Nos costó mucho hacer participar a la gente, muchísimo. Y ahora vemos que hay varios grupos nuevos y esto, para nosotros es super motivante. Hemos logrado tanto a través de estos 20 años. Lo primero fue visibilizar la zona de sacrificio que la tenían escondida bajo el Ayuntamiento y visibilizarla a nivel internacional, pero, además, crear conciencia en la población local. Ya nadie dice que no hay contaminación. Antes, todos negaban que nosotros estábamos ahí. Yo era vista como una vieja loca. Pero sí, la juventud está tomando conciencia y formando grupos ambientalistas, y eso es muy motivante.

Ahora nosotras estamos elaborando todo lo que se hará este año. Trabajamos con la coalición Chao Carbón y tenemos seminarios con ellos al final del mes de junio. Tenemos pronto una charla. Vamos a juntarnos a ver el documental2 de Chao Carbón, que es precioso, y que fue hecho acá, con nosotras. Trabajamos mucho también con la Fundación Friedrich Ebert de Alemania3. Ellos nos ayudan muchísimo.

La semana pasada yo estuve en el Congreso, en la Comisión de Medioambiente del Senado, exponiendo la problemática que hay acá. Siempre estamos en diferentes cosas. Contamos también con la implementación de procesos de participación ciudadana. También estamos allí con el Ministerio de Medio Ambiente. Así que estamos en diferentes frentes, siempre con mucha actividad.

Siempre estamos participando en diferentes actividades. Es un trabajo arduo.

 

G.P.: ¿Cómo la situación de contaminación en Quintero y Puchuncaví afecta a las mujeres en particular?

K.A.: Repercute en las mujeres a nivel de la salud, porque desde el útero los niños nacen contaminados. Les pasamos los metales pesados a nuestros hijos desde la concepción. También hay mucho cáncer de mama y cáncer de útero en mujeres jóvenes. Antes, la mayoría de los casos se encontraba en mujeres que tenían entre 50 y 55. ¡Ahora no!

También las mujeres somos las más afectadas, porque lamentablemente todavía hay un machismo muy grande. El hombre a menudo emigra y se olvida que tiene familia y se le olvidan los hijos. Además, ante cualquier situación, las mujeres tienen que dejar de trabajar para poder ocuparse de sus hijos, alimentarlos, mantenerlos. En los colegios, cuando hay intoxicaciones ¿Qué hacen? Cierran los colegios. ¿Y qué pasa cuando cierran el colegio? Las mujeres tienen que dejar su trabajo, rescatar a esos niños y encerrarlos en las casas. Pero las casas también están contaminadas, y juegan en el suelo que está contaminado con arsénico. Les repercute a las mujeres, sobre todo a las jefas de hogar, que somos la mayoría en Quintero y Puchuncaví. Finalmente, toda la carga se las llevan las mujeres.

 

G.P.: ¿Cómo ve usted el vínculo entre cuerpo y territorio?

K.A.: Nosotras todas, ya tenemos enfermedades preexistentes. Yo tengo bronquitis crónica. Bueno, cada una de nosotras tiene algún problema. Así vemos aquí el vínculo del territorio con nuestros cuerpos. Pero nuestra vida ya se hizo. Aquí, nosotras trabajamos para las futuras generaciones. Estamos todas afectadas psicológicamente también, sobre todo los niños. Tengo a mis nietos y a mi hijo afuera. Nunca los he tenido acá, porque no me atrevo. Voy yo a visitarlos. No dejo que ellos vengan acá. Pero esto lo puedo hacer porque soy privilegiada, porque logré tener hijos profesionales, que tienen buen nivel económico y buena calidad de vida, pero no todo el mundo consigue eso. Hay muchas familias que han tenido que dispersarse y sacar a sus niños de aquí, por la cantidad de enfermedades que tienen. No tienen cómo mantenerlos. Están en la casa de los abuelos, en otra ciudad. Hay un problema social tremendo. Los mismos niños tienen problemas de salud mental. Pero no se le da atención a la salud. Nada.

 

G.P.: Usted participó en la performance “El Humo en el Cuerpo”. ¿Puede usted hablarnos de esta obra?

K.A.: Marina Quinteros, el personaje de la performance, me representa cuando yo era joven, antes de la llegada de las empresas contaminantes. Ella es la hija de Blanca Lewin, que también participa en la obra. Y yo, en la performance, hablo de lo que está ocurriendo aquí, ahora, hoy en día. Entonces, ella va contando lo que hacíamos antes, y yo voy contando lo que es ahora. Es una obra muy emocionante y con una buena fotografía de los lugares de acá. Se trata de crear conciencia de lo que se ha perdido, y a lo que todavía estamos expuestos hoy, obviamente. También fue terrible porque yo no soy actriz, no tengo idea de eso y me tuve que aprender un texto. Al final, dije cualquier cosa, menos lo que decía el texto.

Fue muy bien recibido. Solo hicimos una cosa chiquitita, con muy poquito público, pero se viralizó porque a la gente le llegó muy profundo. Por eso nos pidieron que fuéramos ahora a darla a otros lados. Vamos a seguir dándola en Valparaíso, en Concepción y en Temuco, en octubre, creo. La gente la pidió, porque en realidad salió bien bonita. Me emociona mucho. La verdad es que es una obra bien personal.

 

G.P.: ¿Piensa usted que los artes representan una vía con un buen potencial para llegar a la gente?

K.A.: Yo creo que el teatro es una herramienta fundamental, y las artes también. La cultura en general. El canto, la música... Creo que es mucho más fácil llegar a la gente de esa forma. Nosotros estamos formando en este momento otro grupo con diferentes personas y también con gente del mundo de la cultura. Justamente, para hacer otro tipo de movilización, para llegar de otra forma a la gente, para llegar a las comunidades desde el arte y la cultura.

Esto es lo que nos ha faltado a nosotras. Necesitábamos llegar a las niñas de otra forma y eso se está logrando en este momento. Hay gente de varios sectores de la zona, hombres y mujeres de distintas edades. Y estamos formándonos para hacer teatro. Hay dos miembros del grupo que ya hacen teatro desde hace mucho tiempo. El resto, es aficionado. Ya hicimos algunas cositas de teatro y salió bastante bien. Estuvo funcionando en el tiempo del Apruebo4, de cuando estábamos soñando que íbamos a tener una buena constitución. Había esperanza entonces. E hicimos intervenciones artísticas, por ejemplo, cuando se arman colas grandes de gente frente a los bancos para el pago de las pensiones. Nos poníamos a las siete de la mañana frente a esas colas en esos meses. Poníamos una persona delante, una en el medio y una atrás. Eso resultaba super bien Nosotros apoyábamos la campaña del Apruebo, obviamente.

Vamos a seguir explorando esta estrategia. Ya sea música, obras, pero en el fondo, se trata de hacer participar a la gente de otra forma.

 

GP: ¿Usted piensa que las mentes están cambiando, que la gente está tomando conciencia ahora en Quintero y Puchuncaví?

K.A.: Yo creo que sí, hasta los más reacios, porque todos creen aquí que las empresas dan mucho trabajo y no es así. Pero bueno, nosotros conocemos más la realidad, nos metemos más en los estudios. Logramos hacer cerrar una termoeléctrica el año pasado, una de carbón, una de las cuatro. ¿Y cuántos trabajadores perdieron su fuente de ingresos? ¡Sólo 15! 15 empleos por toda esta contaminación. Las empresas emplean mucha gente mientras están en construcción, pero la mayoría viene de afuera. Ni siquiera es gente del territorio. Eso tiene un impacto sobre el tejido social. Pero engañan a la gente, le mienten con eso de que dan tanto trabajo. Entonces la gente está ahora diciendo sí. Pero los que negaban, digamos, los negacionistas, dicen que lo que hay que hacer el poner tecnología de punta.

 

GP: ¿Finalmente, que le motiva a seguir movilizándose?

K.A.: Nosotras lo que queremos es poder vivir en un ambiente sano, limpio y libre de contaminación. Eso es básico.

Para eso necesitamos cambiar la política ambiental, la normativa ambiental de la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA), que es la que fiscaliza, y que esto sea a favor de las personas y no de las empresas, a favor de la salud y de los ecosistemas, porque aparte la salud de la gente, han destruido también los ecosistemas. Entonces, lo que hay que hacer aquí, lo que nosotros planteamos y lo que creemos, es que hay que parar todo el parque industrial, y revisar una a una las empresas a ver qué emite cada una. Porque aún no se sabe, no sabemos nosotros, ni lo saben los especialistas, ni ningún gobierno. Porque hay muchas empresas que además no tienen ni siquiera su Resolución de Calificación Ambiental (RCA)5, porque fueron instaladas antes de la Ley Ambiental6.

Entonces la única forma, ¿cuál es? Ir una a una verificando las fuentes de los diferentes contaminantes. Porque nosotros no sabíamos lo que emitía la fundición de cobre y que es cerrada, que era según ellos, CO2 y material particulado. Pero tenía muchos gases fugitivos que son los compuestos orgánicos volátiles. Para los compuestos no hay sólo una norma, no una. Entonces hay que hacer esto e ir viendo la sinergia. En ninguna parte del mundo hay una fundición al lado de una termoeléctrica, aquí teníamos cuatro. Así, como ahora, no podemos seguir viviendo. Mira, cómo no ha habido viento, todos los días hay intoxicaciones. Porque las 50.000 personas de Quintero y Puchuncaví, y, además, la gente de Concón, dependemos de las condiciones climáticas. Es lo que determina lo que vamos a respirar. Entonces si quieren solucionarlo de una vez, es lo que hay que hacer. Y obviamente, hay que cambiar la normativa con lo que dicta la Organización Mundial de la Salud (OMS) y poner al día todas las otras normas que no se actualizan desde hace ocho, diez o veinte años. Hay que revisarlas todas.

Ningún gobierno se ha metido en esto, porque las cosas están así en este tipo de sistema político. Los empresarios están detrás de los políticos asegurándose que no cambien las normativas. Pero como estrategia política no nos conviene tener aquí toda la energía del país, los combustibles, el gas, la electricidad en una sola bahía.

 

G.P.: ¿Quisiera usted decir algo más? ¿Algún mensaje final para los lectores?

K.A.: El mensaje es que nunca más, en ninguna parte del mundo, se haga lo que hicieron con nosotros aquí. Porque esto no se puede repetir en parte alguna. Tienen que poner las empresas lejos de los centros urbanos y con tecnología de punta, para que la gente no tenga que vivir así, contaminada. Ni los ecosistemas, ni la gente.

Ese sería mi mensaje.

 

Referencias bibliográficas

Abraham, Y.-M. (2019). Guérir du mal de l’infini. Produire moins, partager plus, décider ensemble. Écosociété.

Beck, U. (2001). La Société du risque: Sur la voie d’une autre modernité. Aubier.

Bolados García, P. y Sánchez Cuevas, A. (2017). Una ecología política feminista en construcción: El caso de las “Mujeres de zonas de sacrificio en resistencia”, Región de Valparaíso, Chile. Psicoperspectivas, 16(2), 33-42. https://dx.doi.org/10.5027/psicoperspectivas-Vol16-Issue2-fulltext-977

Bullard, R. D. (1993), Confronting Environmental Racism: Voices from the Grassroots. South End Press.

Carrasco Aguilar, C., Morales Bierschwale, P. y Salazar Fuentes, J. (2015). Representaciones sociales acerca del impacto medioambiental de las empresas termoeléctricas en la bahía de Quintero-Puchuncaví. Summa Psicológica, 12(1), 89-101. https://doi.org/10.18774/448x.2015.12.188

Gilbert Rist (2013). Le développement - Histoire d’une croyance occidentale. Les Presses de Sciences Po.

Gudynas, E. (2019). Desarrollo y límites al crecimiento económico: una polémica persistente (p. 252-279). En P. García, J. Ordoñez y R. Munck (Eds.), Desarrollo, Sociedad, Alternativas. Glasnevin Publishing y UTPL.

Holifield, R. y Day, M. (2017). A framework for a critical physical geography of ‘sacrifice zones’: Physical landscapes and discursive spaces of frac sand mining in western Wisconsin. Geoforum, 85 (2017), 269–279.

Lerner, S. (2010). Sacrifice zones: the front lines of toxic chemical exposure in the United States. The MIT Press.

Little, P. C. (2017). On the Micropolitics and Edges of Survival in a Technocapital Sacrifice Zone. Capitalism, Nature, Socialism, 28(4), 62–77. https://doi.org/10.1080/10455752.2016.1257037

Madrid, E., Gonzalez-Miranda, I., Muñoz, S., Rejas, C., Cardemil, F., Martinez, F., Cortes, J. P., Berasaluce, M., & Párraga, M. (2022). Arsenic concentration in topsoil of central Chile is associated with aberrant methylation of P53 gene in human blood cells: a cross-sectional study. Environmental Science and Pollution Research, 29(32), 48250-48259. https://doi.org/10.1007/s11356-022-19085-2

Meadows D., Randers, J., y Meadows, D. (2004). Limits to Growth. The 30-Year Update. Chelsea Green Publishing.

Ponce Lara, C. (2020). El Chernobyl chileno: movilización anti extractivista en la zona de sacrificion de Quintero-Puchuncaví. Revista Inclusiones, (7), 478-493.

Silveira, M.M. M., Moreano, M., Romero, N., Murillo, D., Ruales, G. y Torres, N. (2017). Geografías de sacrificio y geografías de esperanza: tensiones territoriales en el Ecuador plurinacional. Journal of Latin American Geography, 16(1), 69-92. https://doi.org/10.1353/lag.2017.0016

Svampa, M. y Viale, E. (2014). Maldesarrollo. La Argentina del extractivismo y el despojo. Katz Editores.

 

 

 

1 La obra fue presentada el 7 de marzo de 2023 en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) en Santiago; según la reseña “Esta obra se sumerge en la poesía, las imágenes y los sonidos para poner en escena la lucha de estas mujeres contra la contaminación ambiental con gases tóxicos en la zona de sacrificio de Quintero-Puchuncaví. A través de la performance, se busca generar conciencia sobre la situación de estas comunidades y visibilizar su lucha contra la injusticia ambiental. La performance evoca la historia de vida de Katta Alonso, fundadora de Mujeres de Zona de Sacrificio, acompañada por Marina Quinteros, que interpreta a una joven Katta. Cuenta con la narración de la directora, actriz y host, Blanca Lewin”, https://gam.cl/teatro/puchuncavi-el-humo-en-el-cuerpo/.

 

 

2 Documental Chao Carbón, 2023, Dirección: Zeta Fernández y Ladislao Palma. https://www.chaocarbon.cl/

 

 

3 La fundación Friedrich Ebert (Friedrich Ebert Stiftung – FES) es la fundación política más antigua de Alemania, fue fundada en 1925. Se dedica a actividades sobre democratización, justicia social, política internacional y transformación socioecológica, actuando a nivel internacional, incluyendo a América Latina. En Chile, apoya a fuerzas democráticas y progresistas del país desde 1967. Es financiada por el Estado alemán y la Unión Europea (https://chile.fes.de/)

 

 

4 Plebiscito constitucional de Chile de 2022.

 

 

5 “La Resolución de Calificación Ambiental -RCA es un documento administrativo que se obtiene una vez culminado el proceso de evaluación de impacto ambiental, que coordina el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA). Este documento establece las condiciones, exigencias o medidas que el titular asociado a un proyecto o actividad deberá cumplir durante su ejecución”. https://snifa.sma.gob.cl/

 

6 Ley 19300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente, promulgada en marzo de 1994.