Mujeres benefactoras: Organización y acción socio-política en La Araucanía entre 1931 y 19441
Benefactor Women: Organization and Socio-political Action in La Araucanía between 1931 and 1944
Fecha recepción: agosto 2024 / Fecha aceptación: septiembre 2024
DOI: https://doi.org/10.51188/rrts.num32.905
ISSN en línea 0719-7721 / Licencia CC BY 4.0.
RUMBOS TS, año XIX, Nº 32, 2024. pp. 59-85
Sandra López Dietz
Universidad de La Frontera, Periodista,
Doctora en Procesos Sociales y Políticos en América Latina.
https://orcid.org/0000-0002-0520-602X
Camila Delgado Troncoso
Universidad de La Frontera, Antropóloga, Magíster en Psicología Comunitaria
Katherina Palma-Millanao
Universidad de La Frontera, Terapeuta Ocupacional, Magíster en Salud Pública Comunitaria y Desarrollo Local.
Resumen
Este artículo aborda la participación de las mujeres en organizaciones de beneficencia en La Araucanía entre 1931 y 1944. Basándose en investigaciones previas a nivel nacional y latinoamericano, plantea que la participación de las mujeres en organizaciones benéficas y religiosas a finales del siglo XIX y principios del siglo XX creó un espacio sociopolítico único para las mujeres, especialmente entre las élites y clases medias, permitiéndoles influir en la esfera política pública dominada por los hombres. A través de un análisis interseccional de las fuentes de prensa local de La Araucanía, una región caracterizada por la ocupación militar de las tierras ancestrales mapuche a finales del siglo XIX y la posterior colonización europea, este estudio destaca las características de aquellas mujeres que pasaron del trabajo benéfico al compromiso político durante el período 1931-1944.
Palabras clave
Organización; mujeres; beneficencia; La Araucanía
Abtract
This article addresses women’s participation in charitable organizations in La Araucanía from 1931 to 1944. Building on previous national and Latin American research, it posits that women’s involvement in late 19th and early 20th-century charitable and religious organizations created a unique sociopolitical space for women, especially among the elite and middle classes, allowing them to influence the male-dominated public political sphere. Through an intersectional analysis of local press sources from La Araucanía, a region characterized by the late 19th-century military occupation of Mapuche ancestral lands and subsequent European colonization, this study highlights the characteristics of women who transitioned from charitable work to political engagement during 1931-1944.
Keywords
Organization; women; charity; La Araucanía
Introducción
Este trabajo investigativo se enmarca en el Proyecto ATE220063 “Mujeres organizadas en La Araucanía: prácticas sociales, discursivas y trayectorias políticas en los siglos XX-XXI” financiado por la Agencia Nacional de Investigación (ANID)2, y tiene como antecedentes previos 2 proyectos de vinculación en el medio3 centrado en la recuperación de memoria histórica de mujeres, el cual sirvió como fase previa para recopilar antecedentes históricos y trabajo comunitarios con mujeres de la provincia de Malleco, de la región de La Araucanía.
El proyecto surge a partir de la necesidad de pesquisar en la prensa local de la provincia de Malleco y Cautín, a las mujeres organizadas y participantes de diversos procesos socio-históricos durante el siglo XX. Metodológicamente se basa en la revisión exhaustiva de un corpus de prensa local de La Araucanía, específicamente diario El Malleco de Angol y Diario Austral de Temuco, entre los años 1931-19444.
Cabe precisar que diversos estudios relacionados a las mujeres que integraron organizaciones de beneficencia a fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX en Chile y Latinoamérica (Cerda et al., 2021, 2022; Chilig y Vizuete Mancillo, 2022; Lavrin, 2005; Sanhueza, 2022; Serrano, 2003; Stuven y Fermandois, 2014; Vidal, 2013; entre otros), señalan que este tipo de asociatividad femenina en torno a la acción social de beneficencia -mayoritariamente integrada por mujeres de sectores altos y medios, sobre todo vinculadas a la iglesia católica, -aunque no exclusivamente-, fueron espacios que permitieron a estas mujeres no sólo organizarse sino también y en forma paulatina -en un momento en que aún las mujeres no conquistaban el derecho a sufragio o recién lo estaban consiguiendo en el ámbito de elecciones locales-, tomar posición sobre temas relevantes de la política nacional e incidir, desde un lugar supuestamente “apolítico” (Sanhueza, 2022), en el espacio público.
Prueba de ellos es que muchas de estas mujeres que integraron organizaciones de corte benéfico fueron posteriormente candidatas en elecciones municipales locales por partidos conservadores y liberales; y se integraron a partidos políticos de corte conservador, pasando a integrar sus secciones femeninas, incluso publicando periódicos propios (Cerda et al., 2021; Sanhueza, 2022).
Tal como señala Sanhueza (2022)
En el caso chileno, fueron agrupaciones conformadas por mujeres pertenecientes a la élite durante la segunda parte del siglo XIX [...] y las primeras dos décadas del siglo XX, destacándose de estas organizaciones su carácter católico, caritativo y cultural y, en ocasiones, de búsqueda de defensa de valores cristianos. Estas actividades no eran concebidas por estas mujeres como actividades de carácter político [...] estas asociaciones y mujeres buscaron mantener los roles tradicionales de la mujer, históricamente asociado a un ámbito privado” (pp. 23-24).
En este artículo nos interesa particularmente describir cómo se desarrolló este fenómeno en La Araucanía, tendiendo en cuenta la particularidad histórica de esta región, marcada por la ocupación militar del territorio mapuche por el estado chileno a fines del siglo XIX, y la política de fomento a la migración europea impulsada por el Estado de Chile, además de la migración interna de familias chilenas de otras regiones del país, lo que nos interpela a analizar desde una perspectiva interseccional las experiencias organizativas de beneficencia de las mujeres mayoritariamente de las élites locales, marcadas por la racialización y la pertenencia a la clase dominante local, y su impacto en la configuración política y social de este territorio que experimentó en aquel periodo la araucanización5 del territorio mapuche y sus habitantes, el impulso económico para la instalación del patriarcado colonial6 (Cumes, 2012) y la modernidad capitalista7 (Nitrihual-Valdebenito et al., 2013) en el territorio recientemente usurpado, sellado con la apertura de bancos, molinos, la aparición de figuras como prestamistas y un sin fin de negocios, oficios y artes acordes al modelo y la cultura colonial en construcción.
En este contexto territorial e histórico nos preguntamos ¿Las mujeres integrantes de organizaciones de beneficencia en la región de La Araucanía también articularon desde ese espacio organizativo posiciones en torno a temas candentes de la realidad local, regional y nacional?; ¿Qué articulaciones se dieron entre esos espacios de organización de beneficencia y la política partidaria de aquel periodo histórico, especialmente el mundo conservador?; ¿Fueron todas ellas mujeres de la élite local?, y en tal caso, ¿cómo la clase y la racialización se expresan en sus ideas y actuar socio-político en el territorio recientemente ocupado por el estado chileno?, y además ¿existe un modelo de feminidad en los discursos y prácticas de estas mujeres?
Contexto socio-histórico del territorio de “La Araucanía”: la instalación del estado y la colonización europea en territorio mapuche
En el siglo XIX el pueblo mapuche controlaba uno de los territorios más extensos de la hoy llamada Latinoamérica, el territorio denominado Wallmapu, el cual se extendía hacia las pampas de la la actual provincia de Buenos Aires, Argentina, hasta la costa del Pacífico en el actual Chile. Desde mediados de este mismo siglo, el estado chileno con interés en las tierras fértiles de la Araucanía instauró políticas y acciones con el fin de incorporarlas a su soberanía nacional.
Lo que la prensa de la época denominó eufemísticamente “Pacificación de La Araucanía”, fue en realidad una guerra de conquista militar, una ocupación violenta del territorio mapuche8. Al respecto Mariman Quemenado (2023) señala que “La conquista chileno-argentina del Wallmapu generó –desde uno de los prismas- una cantidad de ganancias que no se pueden reducir tan sólo a la tierra, que por esos años se buscaba para saciar los mercados internos y externos que demandaban cereales y ganado convirtiendo la tierra en una mercancía y la fuerza de trabajo en un capital apropiable” (2).
Es específicamente en 1866 cuando se dictaron las primeras leyes de radicación, es decir, la nueva colonización y ocupación de la ahora denominada “Araucanía” a través de la Ley de Reducciones, la que consiste en la expropiación de las tierras mapuche y la concentración forzosa de las familias mapuche en las peores tierras y espacios reducidos de territorio, incluso no necesariamente de sus mismos territorios de origen, obligandolas a convivir en reducidos espacios de las llamadas “reducciones” mientras se constituyeron los latifundios entregados a colonos extranjeros y familias pudientes santiaguinas (Nahuelpan, 2013).
Así entonces la anexión del territorio que comprende hoy lo que denominamos región de La Araucanía, fue una enclave estratégica en la instalación del estado-nación de Chile, donde los procesos de colonización impulsados y planificados por el estado, dieron pie la política migratoria impulsada en 1882 con la creación de la Agencia General de Colonización e Inmigración para Europa, que permitió el arribo de colonos españoles, franceses, italianos, suizos y alemanes, lo que se mantendrá e intensificará hasta el último ciclo de inmigración masiva entre 1901 y 1912, que le permitía bajo ciertas condiciones, poder optar a entre 100 a 300 hectáreas de tierra, lo que anteriormente era propiedad consuetudinaria del Pueblo Mapuche.
Al respecto Zavala Cepeda (2008) señala que “Podemos obtener una cifra general aproximada de 9130 europeos llegados como colonos a las áreas rurales de la Araucanía entre 1883 y 1912, cifra sin duda muy aproximada y que no considera a los otros inmigrantes europeos arribados por sus propios medios y sin la condición de colono a la región. Con posterioridad a 1912, la llegada de inmigrantes europeos que pudieran optar al título de colono y asegurarse así el acceso a una propiedad rural disminuyó considerablemente” (270).
El asentamiento de la colonización de origen europeo significó una reconfiguración del territorio, con la creación de dos provincias en 1887, Malleco y Cautín, (Gonzáles Leiva y Bernedo Pinto, 2013), y una redistribución desigual de tierras, perjudicando al pueblo mapuche que se vio sometido a una política desposesión territorial (Nahuelpan, 2012) acompañada por abusos de poder, racismo, y engaños, medios por los cuales el estado chileno legitimó jurídicamente lo que para unos será un proceso de colonización y para otros, un proceso de despojo territorial y cultural, comenzando un conflicto histórico de quienes se consideran colonos y dueños legales de las tierras, en contraste y oposición de un pueblo mapuche que se reclama como propietario legítimo de su territorio ancestral y con ello todo un resguardo material y espiritual propio de su cosmovisión.
Citarella et al. (2018), señalan que, durante los primeros cincuenta años del siglo XX, se estima que alrededor de un tercio de las tierras originalmente otorgadas en títulos de merced fueron ilegalmente apropiadas por individuos particulares.
Sin embargo, es importante señalar que aquellos nacientes centros urbanos, significaron una segregación social, económica, política y cultural tanto de la población mapuche como de la chilena pobre, en contraste del desarrollo creciente que tuvieron las colonias y con ella la instalación de sus proyectos civilizatorios, principalmente sostenidos a través de la instalación de las escuelas e iglesias.
“Es así como muy tempranamente surgieron las inquietudes e iniciativas con respecto a la construcción de iglesias y escuelas, dos espacios importantes cuando se trata de identidad, vida comunitaria y proyección de futuro. En efecto, tanto el lugar de culto como el de la educación de los hijos aparecen como una preocupación importante entre los colonos, y muchas veces fueron planteados como dos aspectos de una misma problemática” (Zavala Cepeda, 2008, p. 271).
Las mujeres herederas de la empresa colonial y la beneficencia en La Araucanía
Existe una gran reservorio bibliográfico respecto a la empresa colonial que impulsó la instalación del estado de Chile, tanto crónicas, archivos, documentos oficiales, como investigaciones dan cuenta de cómo se fue configurando -económico y militarmente -el territorio mapuche hasta lo que conocemos hoy política y administrativamente como región de La Araucanía (Antileo et al., 2015; Bengoa, 1985; Canio y Pozo, 2013; Calfio, 2007b; Correa, 2021; Mariman Quemenado, 2023; Pinto y Villalobos, 2021).
Las historias de cada comuna, dan cuenta de cómo se fueron conformando las élites locales, rastro de aquello, son los apellidos que se encuentran grabados en documentos, archivos y edificios patrimoniales, que relatan de alguna manera como la colonización fue tomando terreno literal y simbólicamente en cada rincón de la región, pero cabe preguntarse.
Como señalamos en la introducción, diversos trabajos latinoamericanos y españoles (Chilig y Vizuete Mancillo, 2022; Fuentealba Álvarez, 2022; Maza Valenzuela, 1995; Robles, 2013; Vidal, 2013) dan cuenta del rol de las mujeres de las élites nacionales en organizaciones de beneficencia y caridad y de cómo este tipo de organizaciones fue un espacio de sociabilidad y acción socio-política para las mujeres de clase alta especialmente-aunque no exclusivamente-. Al respecto Robles observa:
Es así que el aprendizaje obtenido por las mujeres católicas de la élite, durante la segunda mitad del siglo XIX a través de las instituciones de caridad activa, las llevó a comienzos del siglo XX a expandir sus intervenciones sociales, abarcando más que sólo la caridad y el socorro a los pobres. De este modo, las mujeres católicas que conformaron La Liga de Damas Chilenas participaron de esta nueva proyección de una mujer social que se asumió como poseedora de una responsabilidad moral y social sobre la familia y la sociedad (Robles, 2013, p. 3).
Chilig y Vizuete Mancillo (2022) denominan a este tipo de organizaciones como asociativismo caritativo femenino y las considera un “ejemplo de los primeros espacios desde los cuales las mujeres rompieron con la lógica hegemónica de una sociabilidad formal masculina [...] Las mujeres usaron el asociacionismo caritativo como espacio de sociabilidad para interactuar entre ellas y apelar a su rol de madres para participar, como parte de la sociedad civil, en la solución de problemas políticos y sociales” (2022, p. 48) .
El trabajo de Fuentealba también se ubica en la misma línea argumentando que en el caso de Chile “tanto la caridad como la beneficencia en la primera mitad del siglo XX serían a la vez una forma de inserción de las mujeres en la esfera pública como una forma de participación político-social” (2022, p. 6). Otro trabajo esclarecedor es el de Maza Valenzuela (1995) respecto a la decidida acción y discurso político desarrollado por mujeres católicas de la élite chilena, organizadas en la beneficencia: “Tal como ocurrió con las mujeres protestantes en Europa y Estados Unidos, en Chile las mujeres católicas y de clase alta fueron muy activas a la hora de fundar hospitales, hogares de ancianos, sindicatos de mujeres trabajadoras, escuelas para niñas pobres, orfanatos, y otras instituciones de amparo a la mujer, de caridad, y de beneficencia en general. Puesto que muchas de estas actividades fueron ideadas para hacer frente a problemas que sufrían las mujeres pobres y a la carencia de oportunidades educacionales para las niñas, tales actividades adquirieron un cariz feminista y sensibilizaron a todas sus protagonistas respecto a las desigualdades que enfrentaban las mujeres en los planos civil y político” (1995, p. 141).
De “apolíticas” a militantes. La incorporación de mujeres al Partido Conservador chileno (1934-1952) de la investigadora Camila Sanhueza (2022), es además un importante estudio que tiene estrecha relación con esta investigación y sus hallazgos, precisamente en ese desplazamiento que señala de un comportamiento público “apolítico” ligado a lo caritativo y lo social, hacia el desarrollo de una verdadera vocación política como militantes partidistas en dicha colectividad. “El texto constituye un interesante y bien documentado estudio sobre el nacimiento y desarrollo de la Sección Femenina del Partido Conservador (SF), fundada en 1941, y hace un recorrido profundo sobre su sinuosa trayectoria. Señala la autora que la fundación de esta sección originó bastantes conflictos, no solo al interior del partido, sino también con otras organizaciones femeninas de la época, identificadas con el conservadurismo, pero defensoras de una actividad política independiente del partido, como fue el caso de la Acción Patriótica de Mujeres (APMCH), la cual defendía la autonomía respecto de las actividades partidistas” (Botto Stuven, 2023).
Como señalan los trabajos mencionados, existe una visión similar en reconocer la obra de beneficencia de las mujeres de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, así como las organizaciones que ellas constituyen, como espacios de acción y discurso socio-político dentro de los límites impuestos por los derechos políticos aún limitados para las mujeres, así como respecto al sistema sexo-género y las limitaciones que imponía sobre el rol de la mujer como madre y esposa devota circunscrita al espacio doméstico del hogar como espacio natural de acción.
Cabe precisar que, en el caso de La Araucanía, un territorio particular por su configuración histórica, la acción evangelizadora formó parte de una estrategia política mayor de subordinación de la población mapuche al Estado nacional chileno y de aculturación al mundo cristiano-occidental. Sumado a ello, la colonización europea fomentada por el estado chileno para desarrollar la modernidad capitalista integrando económicamente este territorio como productor de materias primas, le imprimió características particulares a la conformación de su estructura social en términos de clase, racialización y género.
En este marco, las mujeres colonas y sus descendientes, muchas de ellas pertenecientes a la élite local recientemente constituida a fines del siglo XIX y principios del XX, lideraron y se organizaron en las diversas instituciones sociales creadas por la empresa colonial junto con los distintos gobiernos y regímenes que van administrando las políticas de Estado, permeando las vidas y trayectorias de las mujeres y comunidades que conforman este territorio.
Así por ejemplo dos figuras relevantes de mujeres pertenecientes a la élite local, ambas casadas con acaudalados empresarios emblemáticos en la post ocupación de La Araucanía fueron “Doña Lucinda Villagra de Bunster, [...] iniciadora de interesantes obras humanitarias en Angol, y fundadora del Hospital San José de esa ciudad. Su nombre está ligado a los grandes filántropos de la provincia. Junto a su marido, don José Bunster, legaron cantidades apreciables para la terminación de varias obras de beneficencia- [y] Doña María Luisa Onfray de Bunster [quien] también dedicó los mejores años de su vida a mejorar la condición de vida de los elementos necesitados, en Angol Al morir, legó en su testamento considerables sumas a instituciones de bien público.” (Klimpel, 1962, pp. 248-249). Esta cita corresponde al libro clásico de Felicitas Klimpel “La Mujer Chilena. El aporte femenino al Progreso de Chile 1910-1960, bajo el apartado “filantrópicas y benefactoras”.
Cabe precisar que José Bunster9 (1838-1903), esposo de Lucinda Villegas, fue un empresario fundamental en el proceso de post ocupación del otrora territorio mapuche, llegando a ser denominado uno de los “conquistadores” de La Araucanía” o “rey de la Araucanía” desde su llegada a ese territorio en 1880 (Blancpain, 1996, p. 162). Era propietario de decenas de miles de hectáreas en Ercilla y Traiguén, su relevancia no fue solo en el plano político integrando las filas del Partido Liberal, sino que también fue senador por Malleco 1889 y 1899. Mientras que Manuel Virginio Bunster, esposo de María Luisa Onfray, fue igualmente comerciante y banquero10 en La Araucanía.
Contexto 1935-1944
Paulatinamente en las primeras décadas del siglo XX se va consolidando -no sin tensiones y complejidades- el Estado con su trama político-administrativa y la modernidad capitalista de la mano del comercio, la exportación de granos, instalación de puertos fluviales, la instalación de bancos, negocios, los ferrocarriles que como en otras fronteras fue abriendo el territorio a la empresa capitalista. Junto a ello el dispositivo cultural por excelencia fue la prensa, la cual muy numerosa en aquel periodo funcionó como un dispositivo ideológico-político fundamental (Nitrihual-Valdebenito et al., 2013; Pacheco Pailahual et al., 2018) para transmitir los valores e ideas modernas.
Hacia la década de los 30 del siglo XX un hecho ocupa parte del debate periodístico y político en el país y La Araucanía: la conquista del voto municipal para las mujeres en Chile. El debate ocupó editoriales y columnas de opinión de la prensa local y regional. Cabe precisar que el MEMCH (Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena) fue fundado en mayo de 1935 y organizó comités de mujeres memchistas a lo largo y ancho del país (Antezana-Pernet, 1997; Eltit, 1994; López Dietz et al., 2023). Por medio del periódico “La Mujer Nueva” abogó por el sufragio femenino universal, derechos sociales y políticos para las mujeres, y protección social para mujeres, madres y la infancia.
Es interesante mencionar que el Partido Conservador de Chile impulsó y apoyó el cambio en la ley electoral para abrir camino al voto municipal a las mujeres en 1935, no sin resistencia de sectores progresistas que temían que las mujeres apoyaran candidatos conservadores y católicos. Como veremos más adelante en los resultados, el Partido Liberal y el Conservador, presentaron candidaturas de mujeres a regidoras11 municipales (Sanhueza, 2022). Como veremos en el apartado de hallazgos, algunas de estas mujeres organizadas en instituciones de beneficencia e integrantes de la Acción Católica en muchos casos, pasaron abiertamente a la arena política electoral al presentar candidaturas a regidoras de algunas localidades de La Araucanía, en el marco de una aún frágil e inestable democracia.
Perspectiva Interseccional
Para realizar un análisis de los hallazgos encontrados en la prensa, y poder comprender las características y relaciones que se presentan en las mujeres que viven en el territorio de “La Araucanía”, constituido en un territorio fronterizo, marcado por la violencia de su historia de ocupación militar, resistencia, despojo y reducción territorial del pueblo mapuche; y llegada de colonos extranjeros y chilenos, debemos partir por observar y reconocer las diferencias de clase y racialización que ubica a las mujeres de La Araucanía en distintas posiciones sociales.
Tras la ocupación de la ahora denominada Araucanía, se instaura y fortalece activamente el sistema patriarcal colonial (Cumes, 2012) y su modo de organización social: “el lugar social de las mujeres indígenas es el de sirvientas. Esto se mezcla con un tratamiento de su imagen como ornamento en tanto “objeto turístico”. Es tan profundo este imaginario que las prácticas que lo reproducen conviven con discursos que lo critican. Pero lo colonial no se reduce a una dominación étnica, sino cubre otros campos de diferenciación, como el género y la clase social a través de las cuáles se inscriben las desigualdades. Por lo mismo, cuando las mujeres hablan de sus experiencias de discriminación evidencian la interconexión o difícil separación entre las variables de etnia/raza, sexo/género y clase social.” (Cumes, 2012 p. 2)
Así, la experiencia vital de las mujeres racializadas, las mujeres mapuche ubicadas en este nuevo contexto colonial/moderno/capitalista las ubicó al final de la escala social como mujeres subordinadas; así como las mujeres mestizas y chilenas pobres explotadas en los campos y en las emergentes ciudades; las mujeres de las incipientes capas medias generalmente circunscritas al espacio doméstico; y en la cima de la escala social colonial/capitalista las mujeres de las élites locales, generalmente descendientes de colonos europeos y chilenos de alcurnia venidos de Santiago o Valparaíso. Cabe precisar que tampoco es posible generalizar esta estratificación social para la experiencia de vida de todas las mujeres, puesto que también fueron diversas las experiencias y trayectorias de vida de las mujeres mapuche y no mapuche en La Araucanía (Calfío, 2007a, 2007b).
De esta forma el proceso de racialización, la segregación social y la aguda mercantilización de la vida y sus procesos vitales que vienen de la mano de la instalación y consolidación de la modernidad capitalista y el patriarcado colonial, dejan en evidencia las relaciones de poder que se desarrollaron entre las propias mujeres ubicadas en los distintos estratos de clase y racialización. Así mismo, este territorio va reflejando a partir de ese entonces, una enunciación y composición diversa y heterogénea de ser mujeres, componiéndose de mujeres con distintas genealogías e identidades y tránsitos migratorios.
La interseccionalidad como categoría de análisis nos permite pensar esta relación y diferencias de posición entre las mujeres que habitan este territorio en las primeras décadas del siglo XX. Así, tal como señala Viveros Vigoya (2016) la interseccionalidad fue problematizada por pensadoras y activistas feministas, especialmente desde los black feminism (Davis, 2004; Collins, 2000) antes de ser nombrada conceptualmente como tal por Kimberlé Crenshaw (1991) en el contexto de un caso judicial de trabajadoras de la empresa General Motors en Estados Unidos, con el objetivo de señalar “las diversas formas en que la raza y el género interactúan para dar forma a las múltiples dimensiones de las experiencias laborales de las mujeres negras” (1991, p. 1244).
Actualmente la interseccionalidad se ha convertida en una herramienta analítica habitual en el trabajo académico y político feminista, sin embargo, el potencial de su aplicación al análisis concreto territorial pareciera aún no adquirir su completa profundidad. Al respecto es interesante la reflexión que señala Viveros Vigoya (2016):
“La mayor parte de los estudios sobre interseccionalidad que se ha desarrollado en la región se ha focalizado en las posiciones particulares de aquellos sujetos que enfrentan formas de opresión y exclusión. En este sentido, el sujeto objeto de análisis privilegiado ha sido el sujeto oprimido, el excluido, aquel sobre el cual recaen las lógicas de dominación y desigualdad, y quien encarna la alteridad. Muchos estudios hablan de la triple y múltiple opresión como una opresión aditiva que genera la idea de que existen mujeres desprovistas de cualquier posibilidad de agencia [...] El análisis de configuraciones sociales particulares puede relativizar las percepciones del sentido común sobre el funcionamiento de la dominación” (2016, pp. 141-142).
Partiendo de esta reflexión/problematización que señala la autora, la utilización de la noción de interseccionalidad en el contexto de nuestra investigación y del territorio específico que estudiamos, nos plantea preguntas y desafíos para el análisis, como los señalados más arriba ¿Cómo observamos interseccionalmente a las mujeres de este territorio en la primera mitad del siglo XX? ¿Cómo la racialización, la clase social y el sistema sexo genero específico de aquel momento histórico (patriarcado colonial/capitalista) ubica a las mujeres en diferentes posiciones de poder? ¿Cómo evitar homogeneizar y generalizar las posiciones sociales de las mujeres mapuche y no mapuche considerando también la diversidad de organizaciones y trayectorias de vida?; y, finalmente ¿Cómo pensamos la interseccionalidad de un contexto de colonialismo e instalación de la modernidad capitalista en un territorio de frontera? En tal sentido ¿cómo se articula la categoría de interseccionalidad con la noción de colonialidad?
Colonialidad/Colonización
La colonialidad se refiere a la persistencia de patrones de poder y dominación heredados de la época colonial, que continúan afectando las relaciones sociales, políticas, culturales y económicas en la actualidad, según Quijano “La colonialidad se refiere a la organización persistente de las relaciones sociales modernas a través de las dinámicas de control y dominación que se establecieron durante la colonización. La colonialidad opera a través de la imposición de una jerarquía racial y cultural que continúa perpetuando la subalternización de ciertos grupos y la concentración del poder en otros.” (Quijano, 2000).
Esta condición más que amainar luego de las independencias de los estados naciones de la colonización europea, ha sido fortalecida por estos a través del colonialismo interno (González, 2003), que implica la ampliación de su soberanía sobre territorios habitados por pueblos indígenas. Más allá del dominio de un pueblo extranjero sobre otro, la colonialidad se reproduce en aspectos como formas de vida, pensamiento, imaginarios, estructuras sociales y legales. Estas se han moldeado en una matriz de pensamiento eurocéntrica y/o metropolitana, que tiene como objetivo central la jerarquización de los grupos humanos mediante la clasificación de cuerpos y saberes (Cuminao et al., 2022).
Según Catherine Walsh (2008), la colonialidad es un concepto que se refiere a la forma en que las estructuras de poder y conocimiento del colonialismo continúan operando en la sociedad contemporánea. Esta se manifiesta en la persistencia de las desigualdades sociales, económicas, políticas y culturales, así como en la negación de la diversidad epistémica y la subordinación de los conocimientos y prácticas de los pueblos indígenas y comunidades locales, es una matriz de poder que se basa en la explotación, la dominación y la exclusión, y que se reproduce en las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales.
La colonialidad ha dejado una profunda huella en la historia de los pueblos indígenas, perpetuando procesos de subalternización y violencias coloniales. La imposición de estructuras eurocéntricas y la jerarquización de los grupos humanos a través de la clasificación de cuerpos y saberes han sido aspectos centrales en esta matriz de pensamiento colonial. Como señala Linda Tuhiwai Smith, “la condición colonial se reproduce en modos de vida, forma de pensar, imaginarios, estructuras sociales y legales” (2016, p. 23).
Marta Lugones (2010) precisamente aborda la articulación entre la perspectiva de la colonialidad y la interseccionalidad, teniendo como objetivo “Entrelazar ambas hebras de análisis me permite llegar a lo que estoy llamando, provisoriamente, “el sistema moderno-colonial de género”. Creo que este entendimiento del género está presupuesto en ambos marcos de análisis en términos generales, pero no está expresado explícitamente. […] la imposición de este sistema de género fue tanto constitutiva de la colonialidad del poder como la colonialidad el poder fue constitutiva de este sistema de género. La relación entre ellos sigue una lógica de constitución mutua”. (2010, p. 57, 68)
Así entonces, consideramos que para abordar el análisis de los hallazgos de nuestro trabajo, aún en una fase más descriptiva y preliminar, las herramientas conceptuales de la interseccionalidad y la colonialidad tal como los articula Lugones, nos permiten hacer un primer acercamiento analítico y crítico a cómo se presentan ambas categorías en el territorio de La Araucanía en la primer mitad del siglo XX para el caso de las mujeres que, desde su acción de beneficencia ejercieron, implícita o explícitamente, una acción socio política en el marco de las limitaciones y aperturas del contexto político social de aquel momento histórico.
Metodología
En términos metodológicos, el artículo se adscribe al paradigma cualitativo, de enfoque descriptivo analítico, a partir de la revisión sistemática del corpus hemerográfico del Diario el Malleco (1877) de Angol y el Diario Austral de Temuco (1916), entre los años 1931 y 1944.
La delimitación del período histórico corresponde al momento en que las mujeres obtuvieron el derecho a voto, primero en elecciones municipales a partir de la promulgación del sufragio femenino municipal en 1934, que posteriormente se ejercicio por primera vez en las elecciones municipales de 1935, para luego ser la antesala a la Ley de Sufragio Femenino en 1949. “La socióloga Julieta Kirkwood, caracteriza el período entre 1930-1950 como aquél en que se produce la incorporación político-ciudadana de la mujer, fundamentalmente a través de la lucha por la participación en lo social y por el derecho al voto político.” (Vasconi, 1997). Las conclusiones de esta investigación sólo son válidas respecto al corpus seleccionado y del momento socio-histórico en que se enmarcan los hallazgos.
Con respecto a los procedimientos de recolección y de análisis de los datos, se realizó revisión diaria entre 1931 y 1944 del corpus hemerográfico señalado, seleccionando y fotografiando los hallazgos que dieran cuenta de presencia de mujeres organizadas, instituciones benéficas, candidaturas políticas, columnas y editoriales que retrataran el contexto de la mujer en ese periodo. Se diseñó además una matriz de recolección de datos, en la que se incorporó la información seleccionada. La matriz consta de 5 columnas: nombre del periódico, fecha de publicación, título de la noticia, organización y/o mujer señalada, descripción.
Hallazgos
La revisión exhaustiva de la prensa regional nos permitió relevar, en primer lugar, la invisibilidad de las mujeres en general en la prensa escrita de este periodo histórico; y en segundo lugar la aparición de las mujeres en ella es muy acotada, a veces limitada a una breve mención informativa de pocas frases respectos una actividad o el cambio de alguna directiva de una organización. Solo en determinados momentos como 1935, cuando las mujeres votan por primera vez en elecciones municipales o algunas son candidatas, encontramos un poco más de material más extenso y no meramente informativo que nos permite dar cuenta del rol de las mujeres en el mundo de la beneficencia y cómo algunas de ellas o de sus organizaciones se posicionan políticamente frente a diversas temáticas del contexto político-social de la región y el país.
La particularidad de La Araucanía respecto a su configuración histórica es el foco de interés de nuestro trabajo, el que nos permite dar cuenta de cómo es posible identificar la acción socio política de determinadas mujeres, especialmente pertenecientes a la élite local, muchas de ellas descendientes de colonos europeos o esposas de colonos, quienes por su posicionamiento de clase poseen vínculos que las llevan a realizar labores de beneficencia y desarrollar una acción política desde estas organizaciones, donde muchas veces se observa una fluidez entre su pertenencia a organizaciones como La Gota de Leche o la Acción Católica y su vínculo directo o indirecto con partidos políticos del espectro conservador.
De esta forma en base al corpus que pudimos recabar en la revisión de la prensa regional pudimos encontrar dos tipos de hallazgos: 1) donde se da cuenta de la presencia de organizaciones de beneficencia época pero con escasos antecedentes (por ejemplo citaciones a reuniones o mención al interior de alguna noticia de una directiva o de actividades), y 2) hallazgos donde podemos encontrar una mayor descripción de la labor que realizan estas mujeres, directivas, reseñas históricas (por ejemplo las memorias anuales). Ambos hallazgos nos permiten reconstruir en una primera aproximación el extenso despliegue que tenían estas organizaciones femeninas.
A continuación, presentamos la tabla 1, que describe las principales organizaciones encontradas en la revisión de prensa realizada:
Tabla 1
Organizaciones encontradas en la revisión de prensa
Organización |
Año de fundación |
Sección |
Fundadoras/dirigentas |
Fuente |
Gota de Leche |
Fundada el 2 de noviembre de 1928 |
Angol |
Su fundadora fue Berta R. de Sepúlveda. En 1931 su presidenta efectiva es la señora Aida Pouchucq de Parant quien seguirá en el período siguiente. |
Sánchez, V (1953) El Malleco de Angol (1931, 1932b) |
Fundada un 8 de junio de 1940 |
Nueva Imperial |
Clara de Reyes, Lidia de Jofré y Crescencia de Leal, Rebeca Pierry, Emiliana Encina. |
Diario Austral (1940c) |
|
Temuco |
En 1943 se señala como presidenta Victoria de Cabezas |
Diario Austral (1943) |
||
Cruz Roja |
Fundada en Agosto del 1946 |
Angol |
María Sylvester Rasch |
Canal de noticias (2018) |
Mujeres de la Acción Católica |
Fundada posterior a la construcción del templo de 1948 |
Angol |
Amelia de Galaz, Isidora de Gálvan, Carmela de Villouta |
Martínez , S. (2018) |
Asociación Católica Femenina |
Angol |
Se señala en 1932 |
El Malleco de Angol (1932c) |
|
Hijas de María |
Diario Austral de Temuco (1945a) |
|||
Círculos de Estudios Franciscanos |
Fundado en 1931 |
Temuco |
En 1932 la preside la directora Laura Conejeros |
El Malleco de Angol (1932d) |
Centro Cultural Femenino |
Fundada en 1945 |
Angol |
Diario Austral (1945b) |
|
Juventud Católica Femenina |
Fundada en 1923 |
Temuco |
El Malleco (1932a) |
|
Nueva Imperial |
En 1940 se menciona como directiva, presidenta honoraria señorita Rebeca Pierry, presidente efectiva señorita Alba Pardo. |
Diario Austral (1940b) |
||
Sociedad Alborada de Navidad |
1936 |
Angol |
Mercedes de Medina. En 1937 podemos encontrar en la presidencia a Guadalupe I. de Muñoz. |
Diario Austral (1937a) |
Conferencias Femeninas San Vicente de Paul |
1916 |
Temuco |
Diario Austral (1937b) |
|
Legión Protectora de la Mujer |
1928 |
Temuco |
Elcira C. de Armengol Marina Fuenzalida de Silva |
Fuentealba Álvarez (2022) |
En cuanto a los hallazgos que nos entregan mayores antecedentes de las organizaciones de beneficencia, podemos destacar que dentro de un amplio espectro de organizaciones resaltan:
La Gota de Leche
Esta organización posee una importante presencia en el Diario El Malleco y el Diario Austral, donde se da cuenta a través de publicaciones como la titulada “Memoria”, las labores realizadas anualmente. En 1931 podemos ver que la organización sigue siendo precedida por Aida Pouchucq de Parant, la mayoría de los nombres señalados como directiva y directoras, corresponden a mujeres casadas con hombres de origen colono europeo o chileno.
En otro hallazgo relevante, encontramos el 8 de junio de 1940 la fundación de la Gota de Leche en Nueva Imperial, idea gestada en el Rotary Club, bajo el “entusiasmo que ha despertado entre las damas, la idea de organizar esta sociedad, llamada a proporcionar bienestar y salud a las clases menesterosas del pueblo” (Diario Austral, 1940b). En esta publicación, se señala además los pasos a seguir al momento de conformar esta institución; se levanta una comisión, con las labores de recolección de fondos, elaboración del proyecto de estatutos y programa de trabajo a desarrollar, los fondos provienen de recaudación de vecinos, fiestas primaverales, colecta pública, subvención fiscal, subvención municipal. En ese sentido, vemos que estar involucradas en estas instituciones, exige una agencia activa por parte de estas mujeres, que deben gestionar, planificar, administrar y sostener un trabajo en corto, mediano y largo plazo, generando así competencias personales y colectivas que no serían posible al quedarse reducidas al espacio de lo privado.
Otro aspecto interesante, es que en la misma publicación, al dar a conocer los nombres de la directiva, se hace una separación entre “señoras” y “señoritas”, donde si bien es una forma de distinción propia de la época, proporciona información respecto a que en la gran mayoría de las mujeres organizadas en estas instituciones, son casadas, señoras “de” hombres cuyos apellidos denotan alcurnia y en menor cantidad solteras o “señoritas”.
Círculo de Estudios Franciscanos
Fundado en 1931 en Angol, se constituyó como un círculo de mujeres religiosas, que atendió especialmente a las necesidades culturales e intelectuales de aquella época, trayendo oradores y literatos de renombre que ofrecían conferencias de índole religioso acompañado de muestras poéticas y musicales, convocando a las mujeres en el Teatro Municipal. En la publicación del Diario El Malleco, encontramos el 3 de noviembre de 1932, “Interesante velada cultural y artística”, que se realiza en el Teatro Municipal de Angol, señalando “el Directorio espera que nuestra culta sociedad sabrá acoger con benevolencia e interés este acto social, (...) correspondiendo al llamado que le hiciéramos en favor de nuestra cultura intelectual” (El Malleco de Angol, 1932b). En su presidencia podemos encontrar ese año a Laura Conejeros, como directora del círculo.
Ramas de la Acción Católica
En enero de 1931, se relata la reunión anual de las ramas de la Acción Católica, en un consejo diocesano que convoca a las diversas instituciones tales como la Acción Católica, Acción Femenina Católica, Juventud Católica Femenina, Sociedad Santa Inés, Asociación de Hombres Católicos, Centro de Aspirantes. Además, se menciona “la labor cultural y educacional que ha desarrollado dicho organismo, especialmente por intermedio de la Biblioteca Popular “Cultura” que se ha rodeado de prestigio en diversos círculos gracias al esfuerzo y entusiasmo de sus dirigentes” (Diario Austral de Temuco, 1 de enero de 1941).
Por tanto, las mujeres de la Acción Católica en todos sus frentes, ocupan un papel trascendental en diversos aspectos que trascienden la labor espiritual-religiosa, también toman parte en los aspectos culturales, educacionales y sanitarios. Por otro lado, buscan que su quehacer llegue a sectores geográficos más desplazados geográfica y administrativamente, como es Toltén y Puerto Saavedra, entre otros.
Resaltan también las mujeres organizadas en las conferencias de San Vicente de Paul, quienes, en conjunto con la Acción Católica de señoras, impulsaron el 3 de enero de 1945 el Centro Cultural Femenino de Angol. Por lo que estas instituciones constituían además redes de acción colaborativas, desplegando así una labor benéfica pero también de gestiones que sin dudas eran apoyadas por las instituciones públicas y/o privadas, lideradas en su totalidad por hombres, como es el caso de las municipalidad, regimientos o Rotary club. Sujetos sociales en definitiva que apostaban al desarrollo de una comuna desde su pertenencia a la clase alta oligárquica.
En relación a la pregunta que nos hacemos respecto a las mujeres que fueron parte de obras de beneficencia y que jugaron luego un rol activo en la arena política, podemos mencionar los casos específicos de Aída Pouchucq Etchepare de Parant, presidenta de la obra La Gota de Leche de Angol, descendiente de colonos franceses y vascos y asentada en Angol, también participó como la primera mujer candidata a regidora12 en el año 1935 por la comuna de Angol. Su candidatura tuvo el respaldo de una fracción del Partido Liberal, denominada “liberales independientes”, de tendencia derechista y conservadora, y también por la organización nacistas13 local (López Dietz et al., 2023). La campaña realizada en la prensa local, en este caso el periódico El Malleco de la ciudad de Angol, menciona en un inserto firmado por el Comité Femenino:
Las mujeres de Angol, presentan, pues, a la consideración del electorado consciente de la ciudad su candidata: la señora Aída de Parant. Reúne la señora Parant condiciones excepcionales de laboriosidad, de preparación y de espíritu de iniciativa y de bien […] Durante años ha servido a satisfacción general, el cargo de Presidenta de la Gota de Leche “María Luisa Onfray de Bunster”, poniendo al servicio de esa obra generosa y altamente humanitaria, sus energías, sus afanes y su alma toda de mujer. Conoce la distinguida señora del desamparo el hogar menesteroso; sabe de la tragedia del niño abandonado y hambriento; sabe de la esclavitud de la mujer del suburvio y del olvido en que yacen los barrios apartados. Lleva en su retina los cuadros vividos junto al pobre” (El Malleco de Angol, 1935:3).
Un aspecto interesante a mencionar es que el Comité Femenino firmante de este inserto en el periódico pertenece al Partido Conservador y en él se organizaron mujeres católicas de dicha ciudad. En el contexto de las divisiones internas entre partidos en aquel momento histórico, podemos leer en el mismo periódico una aclaración oficial del Partido Conservador de Angol donde se desmiente que este Comité represente a las mujeres católicas de la ciudad, a quienes se convoca a votar por los candidatos del Partido Conservador, que se postulaban en otra lista electoral:
Conviene aclarar [...] El hecho de que las mujeres católicas de Angol, apreciable sector del electorado femenino de nuestro pueblo, han beneficiado su apoyo al Candidato del Partido Conservador, porque es el candidato del Partido Católico de Chile. Parece que el Comité femenino no representara a la mujer católica de Angol. Esa corriente electoral Femenina, que representa el Comité Femenino, pasa por sobre los principios e ideas de los partidos políticos, los que bien organizados [...] (El Malleco de Angol, 1937)
Dos cuestiones interesantes podemos destacar: 1) El hecho de que mujeres que pertenecían al mundo de la beneficencia y al catolicismo, se lanzaron a la arena política electoral, en el caso de Aída Pouchouq como candidata a regidora, y cómo el Comité Femenino, de adscripción católica y conservadora, tuvo una política independiente y una voz propia frente a la candidatura de Aída Pouchouq, enfrentándose a la línea oficial del Partido Conservador, es decir actuando como actoras políticas independientes con postura propia, y; 2) la pertenencia de la candidata Aída Pochpuq a la élite local, una mujer descendiente de colonos europeos. Su candidatura se basa en resaltar su rol como mujer benefactora, su entrega y ayuda “a los pobres” y necesitados. Podemos relevar aquí la articulación de clase y racialización en tanto Aída Pouchouq pertenecía a la élite local y era descendiente de colonos europeos de apellidos connotados de la región.
Esta pertenencia a las familias de las élites locales permite un acceso a las esferas del poder local y regional sustentada en fuertes lazos familiares y económicos que emparentan a las familias de las élites, y que no es la misma que podrían tener mujeres de origen popular, mestizas o mujeres mapuche. En términos discursivos, la campaña electoral de Aída Pouchouq se sustenta en destacar “sus cualidades” como mujer devota, así como su feminidad, es decir, la valoración del rol femenino tradicional como madre y esposa aunque, paradójicamente, ella irrumpe en el terreno electoral por primera vez abierto a las mujeres.
Otra mujer perteneciente a las élites locales de La Araucanía, en este caso en la ciudad de Victoria, provincia de Malleco, fue María Lavanderos de la Maza, quien fue benefactora de la iglesia católica aportando a la construcción de capillas y donaciones a órdenes religiosas de monjas de Lautaro y Santiago
María Lavanderos fue también candidata a regidora el año 1935 por el Partido Conservador de Victoria. El Diario Austral de Temuco del 7 de abril de 1935 destaca que “En ella se encarnan todas las condiciones de talento, de modestia y de virtudes que adornan a la mujer chilena y por su posición social y solvencia bien se lo merece de figurar [...] en la nueva Municipalidad de Victoria”. En el mismo diario con fecha 2 de abril de 1935 se destaca que la candidata: “cuenta con inmensas simpatías, cuanto porque la masa del pueblo trabajador comprende y aquilata el rol beneficioso que la mujer puede desempeñar en la administración comuna [...] Lavanderos encarna las virtudes raciales de la mujer chilena, [...] preside un hogar respetable y ejemplar dentro de los más altos principios de la más pura moral cristiana”. (Diario Austral, 1935)
Podemos observar nuevamente en estas citas varios aspectos importantes, tal como señalamos en el caso de Aída Aída Pouchucq :1) es una mujer que pertenece a la élite local, nacida en el seno de familias pudientes y casada con un hombre de alcurnia14, cuestión destacada en el diario que resalta su “posición” social; 2) es una mujer católica que pertenece a organizaciones benéficas y realiza obras de caridad; 3) se destacan sus virtudes como madre y esposa en su rol tradicional de mujer, su devoción y moral cristiana; 4) llama la atención la alusión a “las virtudes raciales de la mujer chilena”, considerando que en el proceso de post ocupación militar del territorio mapuche en la ahora denominada región de La Araucanía se instala la noción de “raza chilena”15.
Otra candidata a regidora quien fue electa por el Partido Liberal de Los Sauces, comuna de Malleco, fue Guillermina Ortiz. De ella, si bien no tenemos detalles de su campaña, un inserto del Diario El Malleco de Angol da cuenta del debate entre los círculos católicos locales sobre su candidatura, donde las mujeres católicas del Partido Conservador señalan
Ha causado extrañeza en el círculo católico de este pueblo, el ver las firmas de respetables elementos de la Asociación Católica Femenina figurar en los carteles de la fila liberal como adherentes de la lista Nro. 2 en la cual figura el nombre de doña Guillermina Ortiz Aqueveque, integrando dicha lista de candidatos. (El Malleco de Angol, 1935)
En este inserto resulta interesante observar el apoyo que mujeres de la Asociación Católica Femenina de Los Sauces dieron a la candidata del Partido Liberal, evidenciando nuevamente el posicionamiento político de sectores de mujeres católicas en pequeñas localidades de la región, considerando la reivindicación del rol tradicional de la mujer dentro de la familia de la iglesia católica en aquel momento histórico.
Como parte de los hallazgos del corpus, también destaca en este periodo el nombre de la señorita Rebeca Pierry, en una publicación el 19 de mayo de 1940, siendo mencionada como parte de la directiva de la Juventud Católica Femenina y apareciendo posteriormente como candidata a regidora por el partido Liberal por la misma comuna en 1953, donde se señalan incluso que “se han formado en la comuna diversos comités que están trabajando entusiastamente en favor del triunfo de la señorita Rebeca Pierry” (Diario Austral, 1940).
Si bien de ella no hemos encontrado mayores antecedentes podemos resaltar en función de estos hallazgos que 1) forma parte a temprana edad de una de las ramas de la Acción Católica, tomando lugar en su directiva como presidenta honoraria en la juventud católica femenina; 2) a diferencia de la gran mayoría de mujeres que perdían su apellido al casarse con un hombre, (como el caso de Aida que en algunas publicaciones se suprime su apellido Pouchucq directamente por Parant) podemos dilucidar en el apellido Pierry un origen francés, por lo tanto heredera de la migración colona del territorio de Nueva Imperial, 3) Resulta interesante que manteniendo su estado civil, 13 años después decide exponerse como candidata por el Partido Liberal de Nueva Imperial.
Figura 1
Juventud católica femenina [Fotografía]
El Diario Austral. (1940a, 19 de mayo).
Figura 2
Candidata a regidora [Fotografía]
El Diario Austral. (1953, 14 de febrero).
Discusión
En este primer abordaje de los hallazgos vistos a la luz del contexto territorial específico de La Araucanía retomamos aquí algunas de las preguntas que nos planteamos en la introducción del artículo, tales como: ¿Las mujeres integrantes de organizaciones de beneficencia en la región de La Araucanía también articularon desde ese espacio organizativo posiciones en torno a temas candentes de la realidad local, regional y nacional?; y, relacionada a la anterior ¿Qué articulaciones se dieron entre esos espacios de organización de beneficencia y la política partidaria de aquel periodo histórico, especialmente el mundo conservador?
Como nos muestran los hallazgos, a pesar de que las mujeres en este periodo histórico fueron claves en la cadena de cuidados sociales a partir de su caridad y beneficencia, claramente como un espacio de acción socio-política en el ámbito político particularmente, -considerado un terreno no apto para las mujeres-, no hay un reconocimiento histórico de su relevancia a nivel histórico local-comunal hasta la actualidad, así como aún en el presente no existe un reconocimiento de las labores de cuidados. En aquel momento histórico el cuidado de niñas y niños, madres desamparadas o ancianos, era considerado parte de su “naturaleza femenina” o del cumplimiento del “instinto maternal” de las mujeres.
Sin embargo, tal como señalan otros trabajos mencionados, de manera silenciosa estas mujeres de la élite particularmente, por su posición de clase, rompieron la barrera de lo doméstico y lo privado, espacio que el discurso religioso y el contexto de época promovía como el propio de las mujeres, comenzando a adquirir herramientas y competencias importantes en el terreno político, pasando de la asociatividad caritativa y la acción benefactoras a la militancia partidista, como en varios casos que mencionamos en los hallazgos como candidatas por partidos conservadores o liberales. Como señala Maza Valenzuela (1995), los estrechos nexos entre la Iglesia, especialmente católica pero no exclusivamente, y las mujeres se tradujeron en que a fines del siglo XIX el Partido Conservador contara con importantes “reservas femeninas” que podían tornarse en enormes ventajas políticas si se les llegaba a conceder el derecho a sufragio.
Respecto a las preguntas de si fueron solo mujeres de la élite local y cómo la clase y la racialización se expresan en sus ideas y actuar socio-político en el territorio recientemente ocupado por el estado chileno, los hallazgos nos indican que al menos en la prensa, la visibilidad de las mujeres de las élite locales, muchas de ellas desciendes de colonos europeos o provenientes de familias poderosas de la capital, Valparaíso o Concepción es destacada dentro de una invisibilidad general de las mujeres. Estas mujeres desde sus posiciones de privilegio ocuparon un rol en la empresa de colonizadora y de consolidación de la modernidad capitalista en La Araucanía, sobre la base del despojo territorial del pueblo mapuche habitante de lo que fuera el Wallmapu.
Observamos también una alianza entre estas instituciones benéficas y la prensa regional, que prestó cobertura a las labores de estas mujeres, sus actividades, citaciones a reuniones, cambios de directiva, kermesse, bingos, cenas, despedidas, colectas, visitas, entre otras actividades. Sin embargo, las que son nombradas y de quienes se describe con mayor detalle sus características como mujeres como madres y esposas es sobre las mujeres de las élites. Sobre mujeres pertenecientes a otros sectores sociales, clases medias, mujeres trabajadoras y mujeres mapuche, solo tenemos menciones de nombres que no nos permiten describir, en primera instancia, su pertenencia de clase. Las mujeres mapuche son invisibles en el ámbito de la beneficencia en la prensa regional en la primer mitad del siglo XX.
Respecto a la pregunta de si existe un modelo de feminidad en los discursos y prácticas de estas mujeres, como ya hemos mencionado y también lo hacen otros trabajos, es constante la mención en aquellos textos periodísticos que desarrollan alguna descripción de mujeres, especialmente candidatas a regidoras, a sus virtudes femeninas, su rol destacado como madres y esposas devotas y su sacrificio y entrega a las obras de beneficencia. Sin embargo, tal como hemos comentado, la propia acción de presentar candidaturas en el terreno electoral las hace romper, en los hechos, con el rol tradicional esperado para las mujeres de la época.
Finalmente , creemos que son varias las preguntas que aún quedan abiertas y que sólo el acceso a otras fuentes históricas nos permitirán profundizar más adelante, por ejemplo si eran estas mujeres de las élites las únicas mujeres realizando labores sociales, preguntarnos qué sucedía con las mujeres chilenas o colonas pobres y mujeres mapuche de quienes, en el plano de la beneficencia, no hay rastro en la prensa de este periodo. Evidentemente la posición de privilegio de algunas mujeres sin duda es un punto de apoyo que le permite forjar este tipo de alianzas con la prensa, que en aquella época jugaba un rol político, social e ideológico relevante como dispositivo de poder simbólico en el periodo de post ocupación militar del Wallmapu y de consolidación de la modernidad capitalista en clave colonial el territorio ahora denominado Araucanía.
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1 Este artículo es parte de los hallazgos del Proyecto Anillo ATE220063 “Mujeres organizadas en La Araucanía: prácticas sociales, discursivas y trayectorias políticas en los siglos XX-XXI /Organized Women in Araucanía: Social and discursive practices and political trajectories in the 20th and 21st centuries”, financiado por ANID (Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo), Chile., junto a un equipo de investigadores e investigadoras de la Universidad de Chile.
2 Proyecto ATE220063 “Mujeres organizadas en La Araucanía: prácticas sociales, discursivas y trayectorias políticas en los siglos XX-XXI” junto a un equipo de investigadores e investigadoras de la Universidad de Chile.
3 Proyecto “Recuperando la memoria histórica de la participación y organización política de las mujeres de Malleco (1935-1952) para el empoderamiento ciudadano, fortalecimiento organizacional y redes asociativas de las mujeres de Malleco en el marco de la Convención Constitucional 2021-2022” financiado por la Dirección de Vinculación con el Medio de la Universidad de La Frontera.
4 En 1934 se modifica la Ley electoral permitiendo a mujeres y personas de origen extranjero votar por primera vez en elecciones locales para elegir regidores para los municipios en 1935. Las mujeres ya pueden votar y ser electas regidoras para los municipios en las posteriores elecciones de 1938, 1941, 1944 y 1947. En 1949 se promulga la Ley Nº 9.292 de Sufragio Femenino durante el gobierno del radical Gabriel González Videla (1946-1952), ampliando el voto de las mujeres para elecciones presidenciales y parlamentarias, derecho que se ejerce en las votaciones de 1952, contando con candidatas a cargos parlamentarios. Estas leyes fueron producto de la lucha de los movimientos de mujeres y feministas de la época que incansablemente se manifestaron y pujaron por ampliar los derechos sociales y políticos de las mujeres.
5 Concepto que refiere a la política del estado chileno de eliminar el uso del término indígena o indio para las regiones habitadas por el pueblo mapuche y su reemplazo por el término “araucano” (Catepillán Tessi, 2022)
6 Aura Cumes (2012) define el patriarcado colonial como la articulación de la raza/clase y género en la experiencia de discriminación de las mujeres indígenas en el Abya Yala en el contexto colonial.
7 La campaña de ocupación militar del territorio mapuche impulsados por las élites santiaguinas tuvo, en el caso de Chile, como objetivo principal su incorporación económica como productor de materias primas agrícolas para la exportación. Nitrihual-Valdebenito et al. (2013) señalan que La Araucanía se incorpora de manera tardía y abrupta a la modernidad capitalista.
8 El 7 de septiembre de 1859 el presidente Manuel Montt dicta el decreto de “ocupación y conquista” de La Araucanía: “Se autoriza al Comandante General de Armas de la provincia de Arauco, jefe de División, que debe obrar contra los indígenas: 1° Para invertir hasta la cantidad de 25 mil pesos en gastos extraordinarios de guerra:” (Navarro, 2008 [1909], p. 35)
9 Inostroza et al. (2020) señalan que “La destacada trayectoria empresarial de José Bunster comenzó durante la ocupación y colonización del territorio mapuche independiente de la Araucanía, con su llegada a la villa de Nacimiento en 1857 y sus actividades en torno del comercio triguero, la molinería industrial, la concesión de créditos productivos, la adquisición de predios, la fundación de un banco en 1882 y el transporte fluvial y naviero para conectar sus labores en el territorio de colonización desde Angol a Nueva Imperial en 1890, con el puerto de Talcahuano. De este modo, se fue perfilando una gran empresa agroindustrial” (p. 122). Fue alcalde de Angol entre 1873 y 1875.
10 Actuando políticamente a nivel municipal en Angol en el Municipio, estableció el primer servicio de agua potable de la ciudad, se destacó por sus obras de caridad. Fue fundador del diario El Colono de Angol.
11 En Chile el Decreto N° 1.642 de 1934, instala la elección de regidores municipales entre los cuales era electo el alcalde de cada localidad.
12 Desde la Constitución de 1925 las comunas son declaradas autónomas. La Ley de Organización y Atribuciones Municipales regula las elecciones municipales y el Decreto N° 1.642, del Ministerio de 1934 constituye la figura de regidores, de entre quienes una vez electos se elegía el alcalde del municipio. En las primeras elecciones de regidores/ras en 1935 participaron por primera vez las mujeres como candidatas y votantes.
13 La denominación de nacismo con “c” en los años 30 en Chile fue, según señala Sznajder (1990) fue una forma en que estas organizaciones intentaron diferenciarse ideológicamente del nazismo europeo. Existieron diversas células nacistas en el sur de Chile como la de Angol, las que son nombradas en la prensa local por su actividad partidaria.
14 La familia de la Maza y Lavanderos tuvieron relevancia en la zona por sus actividades empresariales, políticas y sociales.
15 Al respecto Llaraín señala que “desde muy temprano ha habido en Chile una valorización exagerada de la “blancura”” agregando que se construyó ideológicamente a inicios del siglo XX una visión negativa de los indígenas (denominados “indios”) y afrodescendientes (“negros”) (2001:232)