Conversaciones en el territorio: El mapeo social como herramienta para el diálogo comunitario con mujeres1

Conversations in the Territory: Social Mapping as a Tool for Community Dialogue with Women

 

Fecha recepción: abril 2024 / Fecha aceptación: mayo 2024

 

DOI: https://doi.org/10.51188/rrts.num32.904

ISSN en línea 0719-7721 / Licencia CC BY 4.0.

RUMBOS TS, año XIX, Nº 32, 2024. pp. 43-58

RumbosTS

 

Lucy Ketterer Romero

Asistente Social, académica e investigadora del Departamento de Trabajo Social de la Universidad de La Frontera. Doctora en Procesos Sociales y políticos en América Latina, de la Universidad ARCIS. Coordinadora académica del Observatorio de Equidad en Salud, según género y pueblo mapuche.

Mail lucy.ketterer@ufrontera.cl

 

Ana Tragolaf Ancalaf

Técnico en Desarrollo Rural, académica y Coordinadora Técnica del Observatorio de Equidad en Salud, según género y pueblo mapuche de la Universidad de La Frontera.

Mail ana.tragolaf@ufrontera.cl

 

Catalina Díaz Castro

Estudiante de la carrera de Sociología de la Universidad de La Frontera, en Práctica profesional en el Observatorio de Equidad en Salud, según género y pueblo mapuche.

Mail c.diaz36@ufromail.cl

 

Resumen

El presente artículo sistematiza un proceso de mapeo social comunitario realizado con mujeres mapuche y no mapuche habitantes mayoritariamente rurales y urbanas de comunas de Nueva Imperial, región de la Araucanía, desarrollado durante los meses de marzo a diciembre de 2022. Durante varios meses, el equipo del Observatorio de Equidad en Salud según Género y Pueblo Mapuche, de la Universidad de La Frontera de Temuco, realizó diálogos participativos con mujeres dirigentes de organizaciones feministas y de mujeres, donde se construyeron mapas de sus experiencias sociopolíticas y organizacionales en el territorio. A través de la utilización de esta técnica se evidenciaron diversas complejidades de la realidad comunitaria de los territorios que habitan las mujeres, su relación con el medio ambiente y las barreras sexistas que deben sortear en sus realidades cotidianas, experiencias y saberes escasamente valorados en los ámbitos académicos e institucionales de la región.

Palabras clave

Mapeo social; experiencias sociopolíticas y organizacionales; diálogos participativos y mujeres

 

Abstract

This article systematizes a process of social community mapping carried out with Mapuche and non-Mapuche women, mainly rural and urban inhabitants from the communes of Nueva Imperial and Araucanía region, developed in the year 2022. For several months, the team of the Health Equity Observatory, according to gender and Mapuche people from the University of La Frontera in Temuco, produced participatory dialogues with feminist women leaders and other women’s organizations, where built maps of their sociopolitical and organizational experiences in the territory were produced. Through this technique, various complexities of the community reality of the territories inhabited were evidenced by the women, as their relationship with the environment, and the sexist barriers that they must overcome in their daily truths, experiences, and knowledge scarcely valued in the fields academically and institutional in the region.

Keywords

Social mapping; sociopolitical and organizational experiences; participatory dialogues and women

 

Introducción

En tiempos donde la desafección política da cuenta que quienes habitan en los territorios, especialmente aquellos geopolíticamente apartados de las ciudades capitales, raras veces son escuchados por las elites. Dialogar y recoger las demandas de grupos históricamente excluidos, como las mujeres mapuche del sur del país, parece un ejercicio prioritario para sustentar la gobernabilidad y la democracia como formas pacíficas de interacción societal.

La adopción de la premisa “quien vive en el territorio es quien lo conoce” (Betancourt et al., 2020, p. 139) posibilita la comprensión de la denuncia de los conflictos y las injusticias percibidas en los territorios. La cartografía social (CS) es entendida como una herramienta de investigación social participativa, “una opción metodológica para aproximarse a las comprensiones sobre el territorio que un conjunto de seres humanos posee de él” (Barragán Giraldo, 2016, p. 252) posibilitando que, grupos y comunidades, puedan (re)conocer y (re)construir un conocimiento exhaustivo de su territorio. De ese modo, la CS permite que tanto las personas que habitan los territorios, como las personas profesionales, académicas y actores sociales que confluyen en ese espacio, se sienten alrededor de una mesa, compartan puntos de vista, discutan y co-construyan nuevas narrativas sobre la realidad de un territorio determinado.

Es una co-construcción colectiva que congrega diferentes conocimientos y saberes, tensiona las narrativas -las supra valoradas como el conocimiento científico, con las históricamente invisibilizadas, como las experiencias de las mujeres indígenas y/o rurales-, contrastándolas en el encuentro, promocionando el debate para que emerjan los (des) encuentros y, eventualmente, generar propuestas de acción que incidan en el mejoramiento de las condiciones de vida de las mujeres y sus comunidades.

Para el Observatorio de equidad en salud, según género y pueblo mapuche2 (en adelante el Observatorio), esta práctica de investigación-acción se enmarca en los feminismos otros decoloniales y comunitarios, propios del Sur Global y contra hegemónicos al denominado feminismo occidental liberal que, en el último tiempo, ha tenido cierto avance en el ámbito académico local. De ese modo, recogemos aportaciones de teóricas y activistas decoloniales como las de María Lugones (2008), tanto de las afrodescendientes Audre Lorde (Lorde, 1984), Ochy Curiel (2010) y Brenny Mendoza (2010), como también las de feministas comunitarias, como por ejemplo las de Lorena Cabnal (2017) y además recogemos las voces de las mujeres mapuche Moira Millán y Liliana Ancalao, quienes reclaman la recuperación de los “idiomas silenciados por la colonialidad” (Carrizo, 2021, p. 4).

Nuestra práctica investigativa se constituye como un campo dialógico o Nütram3 que tensiona la investigación social tradicional, en tanto no hay un objeto de investigación, sino un sujeto (sujeta) o varias y varios, que tienen voces, audibles y muchas veces resonantes, pero que también recrean lenguajeares amorosos (Maturana, 2016) y comprensibles para todos, todas y todes.

En ese marco, el artículo sistematiza un proceso de mapeo social comunitario realizado con alrededor de 70 mujeres mapuche y no mapuche habitantes de la comuna de Nueva Imperial de la Región de la Araucanía durante el año 2022, proyecto denominado Reconociendo experiencias y resistencias comunitarias4.

Para dichos efectos, entendemos la sistematización como el proceso de reflexión y análisis de las experiencias y prácticas desarrolladas en el campo de lo social, para aprender de ellas, conceptualizarlas, comprenderlas y potenciarlas (Gil Cifuentes, 2016). Aportando al aprendizaje y desempeño de la profesión del trabajo social comprometido con la transformación de condiciones de inequidad, injusticia, discriminación y pobreza (Aguayo, 1995; Burbano, 2018; Zavala, 2010). La sistematización de experiencias posibilita buscar respuestas para intervenir y transformar nuestras realidades, trascendiendo modelos pensados en y para otros contextos5. Epistemológicamente “produce conocimientos y aprendizajes significativos que posibilitan apropiarse de los sentidos de las experiencias, comprenderlas teóricamente y orientarlas hacia el futuro con una perspectiva transformadora” (Cortes Ferrin y Manzano Correa, 2019, p. 17).

 

Metodología del proceso de sistematización

El proceso de sistematización que presentamos tiene como ejes, por un lado, la valoración de la técnica del mapeo social como un instrumento que posibilita generar diálogos o nütram entre mujeres mapuche y no mapuche de la región, y, por otro lado, la posibilidad de reconocer y compartir las experiencias y resistencias comunitarias del Gülumapu6, con el fin de contribuir al intercambio de saberes y experiencias de las diferentes organizaciones de mujeres que lo habitan.

Metodológicamente, el trabajo de campo se realizó a través de diálogos participativos o Nütram. donde participaron mujeres dirigentes y liderezas de organizaciones, autoridades tradicionales mapuche, disidencias activistas y estudiantas secundarias del territorio de Txaitxaiko de Nueva Imperial. Para ello, durante 10 meses, el equipo del Observatorio realizó diálogos participativos con las mujeres dirigentes y activistas de organizaciones sociales y comunitarias, donde se mapearon sus experiencias sociopolíticas y organizacionales en el territorio, que abarcan más de una década.

Dichos diálogos fueron motivados a través del uso de variadas técnicas de expresión, tales como: dibujos, pinturas, recortes de revistas, telas y materiales naturales, lo que, a decir de las participantes enriqueció la puesta en común de sus experiencias de vida, asociadas a sus territorio-cuerpo, las que muchas veces son experiencias complejas y dolorosas, que expresan las diversas formas que adquieren las violencias contra las mujeres en nuestra sociedad. La utilización de este tipo de herramientas recrea ambientes amorosos y protegidos, donde las mujeres se sienten seguras para contar sus vivencias, comprendiendo que las más de las veces, éstas son más o menos similares a las demás, lo que colabora con evitar sentimientos de revictimización entre ellas.

 

El mapeo social como herramienta para la conversación territorial: el Nütram

El mapeo social es una técnica de investigación social utilizada para comprender las condiciones de una comunidad y planificar modelos de empoderamiento comunitario. Tapella (2007) explica que el mapeo social brinda una imagen completa de las ubicaciones mapeadas, incluidos los actores que juegan un papel en el proceso de las relaciones y redes sociales, las fortalezas e intereses de cada actor en la vida comunitaria, los problemas sociales existentes y el potencial disponible para su eventual solución. El mapeo social también se utiliza como una herramienta de enseñanza en salud pública, ya que ayuda a adquirir diversas habilidades cognitivas, afectivas y psicomotoras, comprender el área geográfica, las personas, el idioma, las prácticas culturales, las redes sociales y las interacciones; Kathirvel y otros, sugieren que el mapeo social es una excelente herramienta de aprendizaje y enseñanza práctica en esta disciplina (Kathirvel et. al., 2012).

La elaboración participativa de una cartografía o mapa social posibilita que las comunidades generen procesos de cohesión social donde quienes las integran se empoderen, contribuyendo al fortalecimiento de las organizaciones comunitarias y territoriales (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, 2009).

Por su parte, Canales (2019), en el artículo “La hora del Nütram”, señala que este es un ejercicio cardinal que congrega metodologías, epistemología, debates y emociones de historias específicamente mapuche. Posee una perspectiva política, situándose en un territorio de disputa del poder y en un lugar de resignificaciones, dado que enuncia hechos omitidos por la historia oficial.

En esta misma línea en el espacio del Nütram realizado durante los mapeos sociales, las mujeres compartieron su kimün7 en torno a sus propias historias vividas a nivel familiar y comunitarias, donde los conocimientos y vivencias son transmitidos por las personas mayores que habitan en las comunidades y aprendidas por las niñxs y adolescentes, a través de la oralidad. En esta oportunidad, las mujeres expresaron su kimün a partir de sus propios relatos y experiencias de vida acerca de temas de la cultura mapuche, identidad, medio ambiente, pérdida del Itrofill mogen8, procesos educativos y violencias que ocurren en los territorios que habitan. Dentro de los relatos se manifiestan alegrías, rabias, dolores e impotencias; en síntesis, emociones que muchas veces han sido experiencias de injusticias, pérdida de su cultura e idioma.

Poéticamente Eliucura Chihuailaf refiere que el “Nütram es el arte de la conversación en la que una persona mayor habla de su vida, de su cultura, de la historia de su pueblo; es una conversación siempre poética, no sólo porque es profunda, sino porque apela también a la memoria. Somos presente porque somos pasado y sólo por ello somos futuro” (Chihuailaf, 2015, citado en Imigo, 2020, p. 128).

 

Del mapeo social al Nütram amoroso: construyendo conversas entre mujeres

La región de la Araucanía o Wallmapu, territorio donde habita el pueblo nación mapuche, uno de los diez pueblos indígenas que reconoce la Ley 19.2539 tiene una historia compleja, marcada fundamentalmente por la colonialidad y el despojo (Cabrera, 2016; Correa Cabrera, 2021; Mansilla e Imilan, 2020) al que ha sido sometido desde la llegada del conquistador español, primero, y del estado nación chileno, después. En ese orden, las mujeres mapuche fueron “relegada[s] (…) en la amalgama de un orden colonial patriarcal hegemónico impuesto” (Vásquez Toloza, 2015, p. 142) que, a través del tiempo, silenció los conocimientos propios del pueblo mapuche, su “epistemología (…) que está proscrita de las academias y de la oficialidad” (Quidel Lincoleo, 2020, p. 222) legitimando la violencia contra las mujeres mapuche.

En los últimos años, esta realidad se ha agudizado por múltiples causas. El insondable avance del neoliberalismo postdictatorial extractivista, que caracterizó al país en los últimos cincuenta años ha arrojado como resultado una sociedad económicamente desigual, políticamente conservadora y constitutivamente racista (Correa Téllez, 2016). Y en octubre de 2019 se vive un “estallido” o una “revuelta” (Zarzuri, 2022, p. 5) -entre las muchas denominaciones que la masiva movilización social chilena tiene-, y posteriormente, una pandemia de COVID 19 que afectó al mundo entero, confinando a las personas en sus domicilios durante casi dos años. El escenario inmediato está mediado por un primer proceso constitucional rechazado, un segundo en curso; crisis económica, post pandemia; crisis ambiental, migratoria y de cuidados, como temáticas persistentes en el debate político nacional actual. Particularmente en el Wallmapu, los últimos años se ha agudizado la militarización, a través de los estados de excepción dictaminados por el Gobierno de Piñera y el actual presidente Gabriel Boric, teniendo como resultandos actos de hostigamiento, violencias, persecuciones y detenciones a dirigentes mapuche, a sus familias y comunidades. Estas acciones en un contexto mayor que alude a la matriz colonial y conservadora, representada por grupos antiderechos y fundamentalistas que se sitúa en el territorio desde la conformación del Estado chileno, lo cual refuerza los actos de racismo y violencias históricas dentro de la denominada “Macrozona sur”.

Este contexto sociopolítico y sanitario confuso marcó, para las organizaciones de mujeres mapuche y no mapuche de la región, un fuerte repliegue, debido a las escasas condiciones económicas, sanitarias y estructurales. Escaso apoyo de la política pública del Estado, temor generalizado por la falta de información respecto del Covid 19 y sus efectos, falta de movilización hacia los sectores rurales, entre otros elementos, redujeron casi al mínimo las posibilidades de reunirse entre mujeres para afrontar de forma colectiva la realidad en curso.

Así surge el proyecto Reconociendo experiencias y resistencias comunitarias, implementado, principalmente en la comuna de Nueva Imperial, que buscó generar y re-activar espacios de reencuentro entre organizaciones sociales y comunitarias integradas por mujeres, como a su vez, establecer espacios de formación en feminismos comunitarios e indígenas y derechos humanos de las mujeres. A través de este proceso de reencuentro se buscó que las organizaciones de mujeres retejieran colectivamente sus activismos, identificaran los obstáculos y fundamentalismos que los grupos antiderechos utilizan para coartar el ejercicio de los derechos de las mujeres, y generar estrategias colectivas para retomar sus prácticas de empoderamiento y autocuidado.

Las actividades relevantes que se realizaron en el proceso metodológico del proyecto se ordenan en dos etapas:

1) Reconocimiento y reencuentro entre las organizaciones de mujeres del territorio, donde se desarrollaron:

- Reuniones de coordinación del equipo de trabajo10

- Reuniones de coordinación y vinculación con mujeres dirigentes de organizaciones que participaron del proyecto11, en estas reuniones se realizaron gestiones y articulaciones entre el equipo de trabajo del Observatorio y las redes de mujeres y organizaciones sociales, territoriales y universitarias.

- Jornada de autocuidado de equipo del Observatorio.

- Lanzamiento del Mapeo Territorial12.

- Taller de autoformación en Mapeo social13.

- Primera jornada del Mapeo Territorial en Nueva Imperial14.

- Segunda jornada del Mapeo Territorial en Nueva Imperial15.

- Jornada de cierre del Mapeo Territorial en Nueva Imperial16.

2) Diálogos en Resistencia: espacios de conversación entre mujeres y disidencias, desarrollado en tres talleres:

- Taller de Derechos Humanos17.

- Taller de Feminismos Comunitarios, Indígenas y Negros18.

- Taller de Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos19.

- Actividad de Arteterapia Acompañamiento para Mujeres, realizada en Junta de Vecinos de amanecer, Sede Villa Florencia.

- Actividad de socialización del proceso constituyente, realizada para mujeres de la Junta de Vecinos de Amanecer.

- Taller de promoción de los Derechos Sexuales y Reproductivos, realizado con estudiantes secundarios de liceos de Temuco.

 

Figura 1

Dinámica de presentación de las mujeres participantes del Proyecto, fecha 13/04/2022. Nueva Imperial

Dinámica de presentación de las mujeres participantes del Proyecto, fecha 13/04/2022. Nueva Imperial

Fotografía gentileza de Stefanie Pacheco Pailahual.

 

Figura 2

Itrofill mogen (biodiversidad). Elaborado por un grupo de mujeres participantes en Taller de fecha 13/04/2022. Nueva Imperial

Itrofill mogen (biodiversidad). Elaborado por un grupo de mujeres participantes en Taller de fecha 13/04/2022. Nueva Imperial

Fotografía gentileza de Carolina Arce Muñoz.

 

La cobertura del proyecto abarcó territorios urbanos y rurales de las comunas Nueva Imperial y, en algunas oportunidades, de Temuco. En la primera comuna, se trabajó con organizaciones de mujeres de los sectores rurales y urbanos, comunidades indígenas y centros de estudiantes de liceos de Nueva Imperial; en la segunda se trabajó con organizaciones de mujeres de la población urbana del sector Amanecer. El número de personas que participaron de las actividades del proyecto fueron de 105 mujeres y 68 hombres. Las mujeres participantes provenían de distintas organizaciones de los territorios, donde cumplen roles de: dirigentas de comunidades mapuche, autoridades mapuche, dirigentas de cooperativas productivas, vendedoras ambulantes, hortaliceras, integrantes de juntas de vecinos y estudiantes secundarias.

 

Las enseñanzas del Nütram: complejidades territoriales y de las vidas de las mujeres

Las mujeres mapuche y no mapuche, que participaron en los talleres de mapeo social se ubican en el espacio en el cual se despliega un entramado de violencias estructurales históricas que afectan al Wallmapu, y que muchas veces vivencian en sus cuerpos como violencia física, psicológica, sexual o económica, delitos que la ley chilena reconoce como violencia intrafamiliar (Congreso Nacional de Chile, 2005) circunscribiéndola, y con ello reduciendo las innumerables violencias que vivencian las mujeres, a solo las que ocurren en sus relaciones afectivas o de pareja. En estas materias, el marco legal chileno aun no integra los avances teóricos realizados por los feminismos que demuestran que las violencias que vivencian las mujeres son interseccionales (Crenshaw, 2012), y por lo mismo, representan el efecto más concreto de la subordinación en la que se encuentran ubicadas socialmente. Las enseñanzas recogidas en los Nütram evidencian dichas interseccionalidades.

La mayoría de las mujeres que participaron de los talleres no cuentan con estudios secundarios completos, mucho menos con estudios superiores, lo que les impide acceder a empleos formales, con contrato y seguridad social que garantice sus mínimos derechos laborales. Por el contrario, una buena parte son trabajadoras informales o vendedoras ambulantes de verduras, artesanía u otros artículos, o bien realizan trabajos esporádicos mal pagados, que dificultan el contar con un ingreso suficiente y permanente para cubrir sus necesidades vitales, lo que a su vez les permitiría mejorar sus condiciones de vida.

Si bien algunas se autodefinen como “microemprendedoras”, nombre que el modelo neoliberal otorga a quienes se dedican a actividades económicas precarias de manera autónoma, las más de las veces sus ingresos solo garantizan la sobrevivencia propia y del grupo familiar, lo que no implica que con esas ganancias puedan alejarse muy por encima de la línea de la pobreza.

Al mismo tiempo, y como las mujeres por mandato cultural deben desempeñar el rol de cuidadoras que les asigna el patriarcado, ellas cuidan de otras/es al interior de sus hogares de manera cotidiana. Generalmente niñas y niños pequeños, en tanto el acceso a salas cunas y jardines infantiles es muy escaso; o bien cuidan a las personas mayores o enfermas de sus familias, de las cuales el Estado patriarcal se desentiende porque traspasa dicha función a las culturalmente asignadas para su cumplimiento, que la realizan de forma gratuita. Por lo mismo, las labores de cuidado son una de las limitantes más importantes para que las mujeres de grupos socioeconómicos vulnerables accedan a estudiar o a trabajar, limitando con ello su autonomía económica e impidiendo su movilidad social.

La violencia en la relación de pareja es algo que varias han vivenciado, experimentado crisis familiares y separación de sus parejas, quedando como responsables de hogares monoparentales, donde los hombres-padres se desligan de sus responsabilidades afectivas y/o económicas, lo que repercute negativamente en ellas y sus hijos e hijas, muchas veces acarreando problemas de salud mental para el grupo familiar.

Entre las mujeres hay un escaso conocimiento de sus derechos de salud sexual y salud reproductiva, en tanto éstas no son materias abordadas por el sistema de educación escolar, básica o media, y muy escasamente abordadas en las atenciones ginecológicas del sistema de atención primaria de salud. Esta es una necesidad que mujeres, urbanas y rurales de la región, han señalado al Observatorio de forma permanente, en las diferentes sesiones de trabajo que durante años hemos venido sosteniendo (Observatorio, 2015). No por nada los datos señalan que en el país el cáncer cérvico-uterino ocupa el cuarto lugar dentro de los cánceres, con tasas de mortalidad de 8,7 por 100.000 mujeres mayores de 15 años, y en la Araucanía “constituye la tercera causa de muerte por cáncer, con una tasa de mortalidad de 9,4 x 100.000” (Melo et al., 2010, p. 297). Muchas de estas muertes se podrían evitar si hubiera mayor educación y prevención en estas materias.

Cuando se conversa de salud sexual y reproductiva inevitablemente se llega a la afectación que muchas mujeres, sobre todo las de origen mapuche, han vivenciado durante sus partos. La violencia con las que son tratadas en esta etapa tan importante de su ciclo vital por el sistema de salud, especialmente por sus profesionales matronas, es una situación que ha dejado huellas dolorosas. Denuncian haber sido objeto de agresiones verbales, imposibilitadas de acceder a información pertinente acerca de su estado, tratadas con poca empatía y respeto en el momento del parto, o haber tenido escaso acceso a métodos anticonceptivos, lo que provoca que además de la escasa información que se les entrega de parte del sistema de salud del Estado, se sientan violentadas por el mismo. Se observa en estas situaciones un cierto prejuicio moral de parte del personal del sistema de salud público cuando las mujeres hacen uso de su derecho a decidir la procreación o el tipo de familia que quieren formar, malas prácticas totalmente alejadas del sistema de derechos humanos que reivindican los tratados internacionales firmados por el Estado chileno, y muchas veces desconocidos por el funcionariado de las instituciones públicas.

En los talleres las mujeres señalan que existe desinformación por parte de los hombres mapuche, acerca de sus derechos sexuales y reproductivos. No saben o no conocen que en este ámbito también tienen derechos, como el de acceder a una vida sexual sana, responsable y a una paternidad consciente y activa. Valores que, además, son fundamentales dentro del kimün mapuche, en tanto para “ser che ‘persona’ se debe ser kimche ‘sabio’, poyenche ‘cariñoso’, norche ‘justo’ y newenche ‘con fuerza espiritual’ (…) Toda persona se rige por los valores del azmapu y estos forman parte de su código ético de vida y del buen vivir”, señala la académica Elisa Loncon Antileo (2023, p. 96). Si como personas no mapuche conociéramos e integráramos esta filosofía a nuestras vidas, posiblemente tendríamos mejores oportunidades de construir las relaciones otras, entre personas y naturaleza, que por ahora solo soñamos vivenciar.

Las mujeres mapuche que viven en zonas rurales se emplean como trabajadoras de casa particular en las capitales regionales (Santiago o Temuco) para realizar el trabajo doméstico y de cuidado de niños, niñas y personas mayores y/o enfermas de las familias de clase media que pueden pagar por estos servicios. Sus propios hijos son muchas veces cuidados en sus territorios por sus hermanas o madres.

Por otra parte, para las que habitan en dichas zonas, el acceso a los servicios institucionales suele ser bastante escaso o deficitario. En la región existen lugares donde aún no llega el agua potable rural, y tampoco hay acceso a fuentes de aguas naturales como pozos o napas subterráneas. Están contaminadas con las basuras domiciliarias de los centros urbanos, apiladas en vertederos municipales en territorios de comunidades indígenas. O bien, porque las napas de este vital elemento se han secado, como efecto de las plantaciones extensivas de árboles exóticos como eucaliptus y pinos, que la industria forestal ha realizado en la denominada zona macrosur20. En la región de la Araucanía, la Corporación Nacional Forestal (CONAF) señala que un 27% del suelo susceptible de ser utilizado para labores productivas está forestado con plantaciones de este tipo (CONAF, 2014, p. 16).

Esta sobreexplotación de plantaciones forestales es una de las causas principales del actual conflicto político entre las organizaciones territoriales mapuche y las empresas forestales, en tanto las primeras reivindican la salida de esta industria de la región y la recuperación de sus tierras; y la segunda defiende un modelo de negocio extractivista que daña los suelos y el medio ambiente, generando que las comunidades indígenas sean las zonas de sacrificio del sur del país. No obstante, los problemas para las mujeres mapuche que habitan en estas zonas son muchos más complejos aún, dado que la sequía impuesta por dichas plantaciones implica, para ellas especialmente, no contar con agua para el consumo de quienes habitan en el hogar, tampoco para los animales menores (gallinas, aves, corderos, ovejas) que son parte de su administración y que las más de las veces las proveen, a través de la venta de huevos, lana o carne, de una entrada de dinero permanente para mantener sus hogares.

Señalan que ya no hacen huerta, o ya no crían animales menores o aves, lo que las empobrece aún más. También señalan lo difícil que es decidir si es que el agua, que pasa a dejar una vez a la semana el camión aljibe municipal (cerca de 200 litros por persona), la ocupan para consumo y preparación de alimentos, o bien para las aves o para regar la huerta. La realidad es que esa cantidad de agua no alcanza para todo ello, y se prioriza el agua para la gente.

Es importante la preocupación de las mujeres por la contaminación de las tierras, producto del uso indiscriminado de pesticidas, en las siembras extensivas, pero también en los huertos. Hay escaso cuidado y respeto por las yerbas medicinales o lawen, lo que conlleva a la afectación de las prácticas que realizan las/os machi en la atención de la salud o medicina mapuche en sus territorios, y tampoco mucha consciencia del daño que se está produciendo en el ecosistema por este tipo de malas prácticas. En este sentido, la información acerca de cómo producir verduras y hortalizas de manera natural, y aprovechando las capacidades de control de plagas que tienen muchos lawen podrían aportar de algún modo a reducir el daño, si es que estos conocimientos fueran valorados e integrados de manera más permanente, en los programas productivos de las instituciones públicas del territorio.

También hay inquietud porque las hidroeléctricas y las forestales están haciendo un daño irreparable en el territorio, y estas situaciones a veces son permitidas por algunas comunidades indígenas, ya que las grandes empresas llegan a acuerdos con algunas de ellas para ocupar el territorio, a cambio de ciertas prebendas que son traspasadas a las organizaciones y/o sus dirigencias. Hay intranquilidad entre las mujeres por la disminución del cauce de agua en los ríos de la región, ya que en su mayoría están casi secos, lo que es algo observable a simple vista, pero de lo cual casi no se habla en la institucionalidad pública.

Al finalizar el proceso, las participantes valoraron los espacios de aprendizaje desarrollados en la convivencia (Maturana, 2016), proyectando su trabajo colectivo en redes de mujeres adultas y jóvenes estudiantas secundarias, motivadas en profundizar en sus derechos sexuales y reproductivos, las violencias en los territorios y su eventual defensa, evidenciando las diversas complejidades de la realidad comunitaria en los territorios que habitan, su relación con el medio ambiente y las barreras sexistas que deben sortear en su cotidianidad. Experiencias escasamente difundidas en el ámbito académico e institucional de la región.

 

Algunas conclusiones para seguir conversando

Finalmente, los Nütram nos dejaron muchas enseñanzas y reflexiones que esperamos seguir compartiendo en diversos espacios. Entre ellas, una de las principales es que las mujeres mapuche y no mapuche de la región están conscientes de sus derechos, reconociendo cuando estos han sido vulnerados. Son conscientes de los problemas que les afectan, y reconocen las falencias de las instituciones y de la política pública del Estado. Así también, sus vivencias cotidianas evidencian el racismo y el sexismo que perviven en la sociedad local, producto del colonialismo interno y la desigualdad territorial.

No obstante, como mujeres organizadas reconocen sus potencialidades individuales y colectivas con las que pueden contribuir al mejoramiento de sus condiciones de vida, a partir de la valoración y difusión de las buenas prácticas propias de la cultura mapuche y/o de las experiencias de sus organizaciones.

Los talleres sirven para conversar, reflexionar y nutrirse de ideas nuevas y/o experiencias que otras aportan, y que permiten o facilitan el mejoramiento de procesos complejos; pero también viabilizan llevar estas temáticas complejas y a veces dolorosas, para plantearlas en sus organizaciones y familias, instalarlas como cuestiones que se conversen y debatan, para concientizar a otras y otros, también a las generaciones más jóvenes, evitando en parte su normalización y reproducción.

Esta forma del Nütram ha permitido a las mujeres dar cuenta de las diversas realidades que vivencian en sus territorios, sus necesidades y proyecciones. En este sentido, como Observatorio, proponemos generar un espacio de escuela de mujeres líderes, que permita continuar profundizando en temáticas que nos hacen sentido, y aportando a la generación de estrategias, vínculos, redes entre organizaciones de diversos territorios.

 

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1 Este artículo es parte de los hallazgos del Proyecto Anillo ATE220063 “Mujeres organizadas en La Araucanía: prácticas sociales, discursivas y trayectorias políticas en los siglos XX-XXI /Organized Women in Araucanía: Social and discursive practices and political trajectories in the 20th and 21st centuries”, financiado por ANID (Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo), Chile.

 

2 Unidad académica y de investigación social instalada en la FECSH de la Universidad de La Frontera de Temuco, región de la Araucanía de Chile. Mayores antecedentes revisar: https://observatoriogenerosalud.ufro.cl/

 

3 Utilizamos el concepto Nütram aportado por el mapuzungun, para denominar la forma de diálogos que establecemos con las mujeres que habitan el territorio, dado que lo entendemos como un espacio de reciprocidad donde todas, todos y todes quienes participamos aprendemos y aportamos conocimientos, saberes y experiencias, valorándolas todas de la misma forma.

 

4 El equipo que ejecutó este proyecto estuvo integrado por: Carolina Alveal Álamos, socióloga; Ana Tragolaf Ancalaf, Coordinadora Técnica del Observatorio; Carla Santos y Débora Aburto Cepeda, trabajadoras sociales; Carolan Lagos Marin, psicóloga; Rocío Fuentes Vargas, estudiante en práctica de la carrera de Trabajo Social de la UFRO; Lucy Ketterer Romero, asesora metodológica en Mapeo Social. Fue financiado por el Fondo Alquimia, durante 10 meses entre los años 2021-2022, en la línea Feminismos v/s Fundamentalismos.

 

5 Somos conscientes que en este trabajo no incorporamos datos textuales de las mujeres que participaron en el proyecto. Lejos de querer intelectualizar o buscar apropiarnos de saberes silenciando sus voces, queremos constatar que el proyecto fue un proceso participativo, donde co-construímos el análisis que exponemos.

 

6 Gülumapu parte oeste del Wallmapu. Denominación que el pueblo Mapuche le da a territorio ancestral o País Mapuche, compuesto también por el Puelmapu o parte este (Marimán, 2006, p. 53).

 

7 Conocimientos en mapuzungun.

 

8 Biodiversidad em mapuzungun

 

9 “El Estado reconoce como principales etnias indígenas de Chile a: la Mapuche, Aimara, Rapa Nui o Pascuenses, la de las comunidades Atacameñas, Quechuas, Collas, Diaguita y Chango del norte del país, las comunidades Kawashkar o Alacalufe y Yámana o Yagán de los canales australes” (Estado de Chile, 2020).

 

10 Equipo compuesto por seis integrantes del Observatorio y una estudiante en práctica profesional de la carrera de Trabajo Social de la Universidad de La Frontera.

 

11 Participaron tres integrantes del equipo del Observatorio y dos mujeres dirigentes del territorio.

12 Realizado el 7 de marzo de 2022, en Temuco, contó con la participación de 17 mujeres de diversas organizaciones y colectivas.

 

13 Jornada para autoformación del equipo del Observatorio, asistiendo 7 miembras, actividad que permitió replantearse el rol del equipo en los procesos de investigación-acción-participativa, y la significación de esta para las mujeres.

 

14 Realizado el 13 de abril de 2022, en Nueva Imperial, contó con 25 participantes entre ellas pobladoras urbanas de la comuna, una longko (autoridad tradicional mapuche), miembras de colectivas de mujeres, estudiantes secundarias y mujeres de organizaciones rurales.

 

15 Realizado el 2 de junio de 2022, en Nueva Imperial, participaron 14 mujeres; si bien el número de participantes disminuyó, se contó con representantes de los distintos estamentos mencionados.

 

16 Realizado el 31 de agosto de 2022 en Nueva Imperial.

 

17 Realizado el 6 de julio de 2022, participaron 9 personas, incluyendo representantes de organizaciones de estudiantes de la Universidad, miembras del Observatorio, una profesional del equipo del Instituto de Estudios Indígenas e Interculturales de la Universidad de La Frontera, y una representante de la Mesa de Mujer Mapuche de la región de la Araucanía.

 

18 Realizado el 13 de julio de 2022, participaron 5 mujeres, académicas de otros espacios universitarios y miembras del Observatorio.

 

19 Realizado el 20 de julio de 2022, participaron 15 personas, entre elles activistas de las disidencias, representantes académicas, miembras de colectivas; representantes de la Mesa de la Mujer Mapuche, de organizaciones de mujeres y personas naturales.

 

20 Integrada por las regiones: Bio-Bio, Araucanía, Los Ríos y Los Lagos.