Intersecciones entre las estrategias de movilidad e itinerarios de compra: El caso de los hogares de sectores medios en Chile
Intersections between mobility strategies and purchasing itineraries. The case of middle-income households in Chile
Fecha recepción: enero 2024 / Fecha aceptación: abril 2024
DOI: https://doi.org/10.51188/rrts.num31.823
ISSN en línea 0719-7721 / Licencia CC BY 4.0.
RUMBOS TS, año XIX, Nº 31, 2024. pp. 83-103
Carolina Soto Puras
Trabajadora social, Universidad de Chile
https://orcid.org/0009-0002-1770-0380
Lorena Perez-Roa
Doctora en ciencias humanas aplicadas, Universidad de Montreal
https://orcid.org/0000-0002-5959-9439
Resumen
El presente artículo explora las intersecciones entre las estrategias de movilidad e itinerarios de compra de hogares de sectores medios chilenos, en respuesta a la incertidumbre económica, exacerbada por la inflación. Este análisis forma parte de los resultados preliminares del proyecto FONDECYT N°1220039 titulada “Navegar en la Incertidumbre: Estrategias Financieras y no Financieras de Hogares Precarizados” que busca hacer un seguimiento etnográfico y longitudinal a 40 hogares de sectores medios en Santiago de Chile. El estudio se justifica desde la urgencia de entender cómo estos hogares, tradicionalmente excluidos de los apoyos gubernamentales, se ajustan a las fluctuaciones inflacionarias que afectan sus rutinas de compra y movilidad. Para este artículo se realizó una selección muestral de 10 hogares, basado en 3 ciclos de entrevistas efectuadas entre 2022 y 2023 estos datos fueron analizados mediante análisis temático. Los resultados dan cuenta de dos grupos de hogares que enfrentan los ajustes en sus itinerarios de compra de manera diferenciada: 1) aquellos hogares que utilizan la movilidad como una herramienta para buscar nuevas formas de abastecimiento y, 2) aquellos hogares que enfrentan desafíos con respecto a la movilidad viendo limitados sus ajustes en sus trayectorias de abastecimiento. Se concluye que los hogares con mayor capacidad para implementar estrategias efectivas y maximizar recursos son generalmente nucleares, compuestos por una pareja casada con hijos, que disfrutan de mayor seguridad económica, destacando una relación significativa de las estructuras sociales y la movilidad.
Palabras clave:
movilidad; estrategias adaptativas; inflación; itinerarios de compra; clase media; economía
Abstract
This article explores the intersections between mobility strategies and purchasing itineraries of middle-class Chilean households in response to economic uncertainty exacerbated by inflation. This analysis is an excerpt from the preliminary results of the investigation ANID investigation project, which ethnographically and longitudinally tracks 40 households. The study is fundamentally justified by the pressing urgency to understand how these households, traditionally excluded systematically from government support, adjust proactively to the inflationary fluctuations impacting their purchase and mobility routines. A sample selection of 10 households was made, and using the Atlas-ti software, an inductive thematic analysis was carried out based on 3 cycles of interviews conducted between 2022 and 2023. The results delineate two groups of households that are navigating adjustments in their purchasing itineraries in a differentiated manner based on their mobility opportunities: 1) those households that leverage mobility as a tool to seek new avenues of procurement, and 2) those households that encounter challenges regarding mobility, finding their adjustment processes in their procurement trajectories to be limited. It was conclusively determined that households with a greater capacity to implement effective strategies and maximize resources are generally composed of a married couple with children, and they enjoy a favorable economic situation, thereby highlighting a significant and observable relationship between social structures and mobility.
Keywords
mobility; adaptive strategies; inflation; purchasing itineraries; middle class; economy
Introducción
La reciente coyuntura en Chile, signada por el estallido social, la pandemia de COVID-19 y el actual contexto inflacionario, ha agudizado las vulnerabilidades en torno al acceso a alimentos. Este panorama, exacerbado por una persistente inestabilidad política y económica que se extiende hasta 2023, ha catalizado no solo un incremento en los costos alimentarios a través de la inflación (Zapata et al., 2022), sino también ha introducido complejidades territoriales que obstaculizan la accesibilidad a estos recursos esenciales. Las restricciones de movilidad por motivos sanitarios, especialmente en comunas con acceso limitado a servicios básicos de alimentación, exacerbaron las dificultades que ya comenzaron a hacerse evidentes en el periodo del llamado “estallido social”. En efecto, según un estudio de Georesearch (2019), aproximadamente el 11% de los supermercados en la Región Metropolitana cerraron durante el estallido social, exacerbando las ya existentes dificultades de acceso a los alimentos en comunas vulnerables. Por su parte, la pandemia provocó cambios profundos en las cadenas de producción, distribución y modelos de consumo de los hogares chilenos. Transformaciones que modificaron la experiencia material y subjetiva con la cual los hogares enfrentan las incertidumbres obligándolos a elaborar y modificar las estrategias para poder elaborar y ajustar sus estrategias económicas y financieras (Pérez-Roa et al., 2024). Actualmente, en 2023, se establece un clima de inestabilidad política y económica que se cataliza en preocupaciones como la delincuencia, empleo e inflación (Mutual de seguros et al., 2023).
A esta secuencia de eventos, temporalmente difíciles de procesar (Díaz et al., 2021), se les suma la presión inflacionaria que por primera vez en tres décadas afectó a los hogares chilenos. En efecto, durante 2022 Chile experimentó una inflación de dos dígitos (11,65%), cifra que, a pesar de no ser desproporcionadamente alta en comparación con otras economías de países vecinos, sí supera más del doble del promedio registrado en los treinta años anteriores. En este contexto, de aumento de incertidumbres, la inseguridad alimentaria se ha instalado como una preocupación persistente, afectando a cerca del 23% de los hogares chilenos (Ministerio de Desarrollo Social y Familia, 2022). Dicha cifra, registraba solo un 13,6% antes de la pandemia (Prada et al., 2021).
La alimentación emerge como un elemento central dentro de la estructura económica de los hogares, constituyendo un desembolso ineludible e imperativo para preservar la reproducción de sus miembros (Anigstein, 2019). Este aspecto, absorbe aproximadamente el 20% de los gastos totales de los hogares en Chile, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE, 2023). En este contexto, el incremento de los precios desencadena una presión significativa en la economía doméstica, generando ajustes en los patrones de compra. Dichos ajustes pueden comprender las estrategias que las personas emplean para organizar sus adquisiciones y desplazamientos, orientados a la obtención de productos y servicios esenciales. Este proceso se conceptualiza como itinerarios de compra, que se entienden como la manera en que los individuos estructuran sus elecciones de compra y rutas, con el objetivo de optimizar sus recursos en un entorno marcado por la inflación (Hernández, 2020).
Un reciente estudio de Zapata et al. (2022) y, asimismo, la investigación de Hernández (2020) sobre los itinerarios de compra, ofrecen una visión comprensiva de cómo las personas en Chile y Argentina, respectivamente, han adaptado sus hábitos de compra en respuesta a la inflación. Aquellos hogares de sectores más desfavorecidos requieren desarrollar estrategias de adaptación, las que van desde la sustitución de productos y cambios en los lugares de abastecimiento hasta la compra anticipada en grandes cantidades para mitigar futuros impactos económicos. Además, el tiempo emerge como un recurso estratégico, especialmente en el contexto chileno donde la compra anticipada se utiliza para prevenir futuros aumentos de precios producto del contexto inflacionario. Esta gestión eficaz del tiempo durante las compras no solo facilita la adquisición de productos, sino que también se traduce en un ahorro perceptible. En el caso argentino, las estrategias incluyen la comparación de precios en múltiples lugares y el intercambio de información sobre opciones más económicas dentro de redes sociales. Las personas también ahorran cambiando el tipo de productos que compran y almacenando en grandes cantidades.
En la misma línea, el trabajo académico titulado “Estrategias de Acceso a Alimentos en Hogares de Medellín” (Arboleda y Ochoa, 2013), aborda la multiplicidad de tácticas empleadas por individuos para navegar la inseguridad alimentaria. Entre las que se encuentran prácticas financieras, como el fiado o el crédito informal, sin embargo, en escenarios de aguda precariedad nace la necesidad de movilizarse para encontrar alimentos, la práctica del “recorrido” implica la búsqueda de alimentos en la calle.
Las investigaciones anteriores convergen en un aspecto fundamental: todas identifican un patrón común caracterizado por cambios sustanciales en el desplazamiento hacia diferentes puntos de compra, y en las modalidades y alcance de las adquisiciones. En el ámbito de las estrategias de compra, dedicar tiempo y espacio a estas actividades se percibe como un recurso estratégico empleado en los hogares. Estos cambios, se perciben como estrategias dinámicas y adaptativas diseñadas con el objetivo de “optimizar costos”. En este sentido, es crucial adentrarse en el ámbito de la movilidad, un concepto central en las investigaciones de Lazo y Contreras (2009), que no solo aborda el simple acto de trasladarse, sino que también captura las complejas interrelaciones entre las decisiones de movilidad, la organización del espacio-tiempo y la accesibilidad resultante para comprender plenamente las estrategias adoptadas en el contexto de la optimización de costos.
La relación entre la alimentación y la movilidad, aunque carece de una documentación extensa, ha sido objeto de análisis, como evidencia el estudio llevado a cabo por Miranda et al. (2021), que examina los patrones de consumo alimentario y movilidad en la ciudad de Concepción. Los resultados de esta investigación destacan la relevancia crucial que tiene la capacidad de desplazamiento en la calidad de los alimentos adquiridos por los hogares. Este descubrimiento encuentra eco en investigaciones realizadas en contextos norteamericanos, como las emprendidas por Shannon y Christian (2017), quienes investigan la conexión entre la adquisición de alimentos y la movilidad diaria. Estos estudios, subrayan que la decisión de adquirir alimentos no siempre está determinada por la proximidad física a los establecimientos comerciales, sino más bien por cómo las personas acceden a estos recursos: la manera en que se desplazan y ejecutan dichos desplazamientos, es decir, la movilidad.
En el contexto chileno, la búsqueda de alimentos asequibles puede demandar desplazamientos considerables, ya que los precios pueden variar hasta en un 35% entre diferentes tipos de establecimientos (Servicio Nacional de Atención al Consumidor, SERNAC, 2021). Esto resalta la importancia de la movilidad como un factor determinante en las estrategias de acceso a alimentos, especialmente en un entorno donde la disparidad de precios puede influir significativamente en las decisiones de compra de los consumidores.
La movilidad se trata de un fenómeno de carácter social que está influenciado por relaciones sociales, necesidades y estilos de vida (Lazo y Contreras, 2009). Según Ulloa (2021) y Marabolí y Rojas (2019), la movilidad es tanto una actividad geográfica como social, que examina cómo las personas organizan sus trayectos en relación con la distribución de puntos de interés, como tiendas y servicios. Este fenómeno no solo facilita el acceso a bienes y servicios urbanos, sino que también es un vehículo para la interacción social (Lazo, 2008; Riquelme et al., 2019). La movilidad actúa como un conector entre individuos, lugares y actividades cotidianas. La intersección entre los itinerarios de compra y la movilidad, en este contexto, se entiende como la convergencia entre la infraestructura disponible y las dinámicas sociales que guían cómo las personas se mueven a través del entorno urbano en la búsqueda de alternativas de abastecimiento (Cerda y Marmolejo, 2010).
Para el presente artículo se consideran las múltiples dimensiones que conforman la interacción entre movilidad e itinerarios de compra, considerando dimensiones como: las desigualdades socioeconómicas (Riquelme et al., 2019), los roles de género (Zúñiga-Olave y Herrmann-Lunecke, 2022), el transporte (Lazo, 2008) y la inseguridad (Arias Sobalvarro y Luneke, 2022; Figueroa y Waintrub, 2015), de manera de ofrecer una visión integral de cómo las personas navegan a través de la ciudad en busca de bienes y servicios alimentarios. La relevancia de esta propuesta es que busca favorecer una comprensión más profunda de cómo las dinámicas de movilidad afectan las decisiones de compra.
En el presente artículo exploramos cómo estas dimensiones se intersectan para la formulación de los itinerarios de compra. Indagar esto, nos permite analizar las estrategias adaptativas que los hogares del proyecto (Pérez-Roa et al., 2024) implementan para navegar en paisajes de incertidumbre, y entender cómo las dinámicas de movilidad impactan en las prácticas de consumo cotidianas de los hogares.
Empíricamente, este artículo se construye en base a los resultados preliminares de un proyecto de investigación que examina estrategias financieras y no financieras que los hogares de sectores medios despliegan para poder navegar en las incertidumbres económicas (Pérez-Roa et al., 2024). Esta investigación, de carácter longitudinal, busca dar cuenta cómo este grupo de la población, constituido por hogares con al menos un integrante en el mercado laboral, cuya mediana de ingresos es de aproximadamente de USD 2.100 (Ministerio de Desarrollo Social y Familia, 2022) y que, debido a su nivel de ingresos, han quedado históricamente excluidos de los apoyos estatales, se adaptan a los contextos de incertidumbre económica. En este sentido, las transformaciones en los itinerarios de compra y los procesos de movilidad son consideradas, en esta investigación, como parte de las estrategias adaptativas, que estos hogares deben desarrollar para ajustarse a estos contextos de incertidumbre.
Para responder a este objetivo, este artículo se estructura a partir de cuatro apartados: en primer lugar, expondremos las herramientas conceptuales que orientan este trabajo; en segundo lugar, daremos cuenta de la estrategia metodológica utilizada, la que consiste en un análisis de entrevistas cualitativas de carácter longitudinal; luego, presentaremos los resultados y, finalmente, se desarrolla la discusión de los resultados y las conclusiones.
Intersecciones entre las estrategias de movilidad e itinerarios de compra
La interacción entre la alimentación y la movilidad en entornos urbanos constituye un campo de estudio en constante evolución, revelando la complejidad de factores que configuran las estrategias de compra y desplazamiento de la población. Este marco teórico, se adentra en dimensiones socioeconómicas, territoriales y de género que influyen en la formulación de estrategias, explorando la conexión entre el nivel socioeconómico, el género y la movilidad.
El nivel socioeconómico, representado por la cantidad de ingresos en los hogares, ejerce una influencia determinante en la formulación de estrategias de compra (Zapata el al., 2022; Hernández, 2020; Hernández et al., 2011). De acuerdo con Zapata et al. (2022), aquellos con mayores ingresos y mejores niveles educativos tienden a mantener sus patrones habituales de compra. La situación financiera individual desempeña un papel preponderante en las decisiones de compra, llevando a quienes tienen ingresos más limitados a adoptar enfoques especialmente selectivos, y a buscar continuamente formas de maximizar su capacidad adquisitiva. En situaciones de inseguridad alimentaria, como se evidencia en el estudio de Hernández et al. (2011), la vulnerabilidad económica impulsa estrategias que requieren desplazamiento y uso del espacio-tiempo, estableciendo así una correlación entre el factor de movilidad y la intensificación proporcional a la gravedad de la precariedad experimentada.
Sin embargo, las investigaciones sobre la interacción entre la alimentación y la movilidad indican que un mayor nivel socioeconómico favorece la movilidad. Garretón (2012), en un estudio sobre la desigualdad espacial en Santiago, refiere cómo las dificultades para adaptarse y desplazarse están estrechamente vinculadas a la falta de recursos. Un estudio sobre la segregación social y el ambiente alimentario en Chile (Goldsmith-Weil y Rivera-Zaldivar, 2023) señala que la estratificación socioeconómica de la ciudad implica una segmentación de la ciudad a partir de los grupos sociales que viven en ella, y una distribución desigual de servicios y oportunidades, afectando la distribución y calidad de los establecimientos de alimentos.
De esta forma, la segregación de la ciudad también afecta la infraestructura, ciertas áreas han experimentado mayor ventaja en términos de conectividad con el resto de la urbe (Lazo, 2008; Riquelme et al., 2019) En la actualidad, los usuarios del transporte público que viven en las zonas periféricas, y no disponen de un automóvil, enfrentan desafíos significativos al intentar desplazarse al centro de la ciudad o regresar a sus hogares después de una jornada laboral. En la mayoría de los casos, o bien no hay un sistema de transporte público disponible, o el existente no funciona de manera eficiente (Lazo, 2008). Quienes logran mejores condiciones de viaje son quienes tienen un mayor poder adquisitivo (Riquelme et al., 2019). De hecho, el estudio de Miranda et al. (2021) revela que el acceso a vehículos particulares guarda una estrecha relación con el acceso y la calidad de la dieta alimentaria. Este fenómeno, se explica por la capacidad del vehículo para posibilitar y simplificar el transporte de las compras cotidianas.
El vehículo particular desempeña un papel fundamental no solo al facilitar el transporte de las compras, sino también al contribuir a la optimización del tiempo dedicado al desplazamiento. La disponibilidad de tiempo, esencial para la movilidad urbana, se convierte en un elemento crítico en la vida urbana. Este recurso limitado, distribuido entre diversas actividades diarias, se manifiesta como una barrera significativa que condiciona el acceso a los beneficios y oportunidades urbanos. Los estudios que exploran la disponibilidad de tiempo no solo revelan las disparidades laborales, conceptualizando el tiempo como un costo de oportunidad, sino que también destacan las inequidades en el trabajo no remunerado. En este contexto, las mujeres son quienes asumen, predominantemente, las responsabilidades del hogar, dedicando aproximadamente el doble de tiempo a tareas no remuneradas, como la alimentación, lo que hace que su disponibilidad de tiempo sea menor según la Encuesta de uso del tiempo (ENUT) (INE, 2015).
Asimismo, son las mujeres quienes asumen la responsabilidad de las tareas vinculadas a la alimentación, y esto se refleja igualmente en la adquisición de alimentos. Anigstein (2020) detalla cómo la ocupación femenina y la estructuración de sus labores son elementos fundamentales en las estrategias adoptadas en el hogar para acceder a los alimentos.
En un reciente estudio la antropóloga Anigstein (2019) investiga las estrategias familiares que mujeres-madres trabajadoras desarrollan para la obtención de alimentos, donde además de los factores socioeconómicos mencionados anteriormente, la autora argumenta que las estrategias de abastecimiento están ligadas a la organización de roles y labores en el hogar. La existencia de una pareja puede influir significativamente en la manutención de estrategias, posiblemente debido a una mayor disponibilidad de recursos financieros y de tiempo, y a la distribución compartida de responsabilidades relacionadas con la alimentación.
El género no solo afecta en niveles de organización del hogar, sino que limita significativamente la capacidad y disponibilidad de las mujeres para desplazarse en el entorno urbano (Zuñiga-Olave y Herrmann-Lunecke, 2022). En un análisis centrado en la movilidad de las mujeres pertenecientes a estratos económicos bajos en la ciudad de Santiago, tal como investigan Figueroa y Waintrub (2015), se profundiza en la estrecha conexión entre la capacidad de desplazamiento de estas mujeres y las construcciones sociales, que las asocian principalmente con las labores de mantenimiento y cuidado del hogar. Esta construcción social, actúa como una limitante en sus posibilidades de movilidad, configurando una movilidad restringida y susceptible a diversas influencias, tales como la ubicación de su residencia y la calidad del espacio público.
Entre esas influencias, se encuentra la percepción de ciertos lugares como “amenazantes”. El deterioro del entorno y la circulación de rumores sobre la inseguridad son percibidos por las mujeres como señales de peligro, lo que convierte al espacio público en una fuente de amenazas que ellas prefieren evitar. Esta percepción puede llevar a que opten por no desplazarse, incluso a costa de renunciar al acceso a las oportunidades que la ciudad brinda (Figueroa y Waintrub, 2015).
La inseguridad urbana no solo afecta la movilidad de las mujeres, sino que de las personas en general. En áreas urbanas o barrios con altos niveles de inseguridad, las personas suelen quedarse más tiempo en sus hogares. La sensación de inseguridad también limita la movilidad de las personas, ya que cuanto más peligroso se percibe un área, menos se utiliza, lo que resulta en la restricción de horarios y la preferencia por el uso de vehículos privados. En ciudades con altos índices de violencia es común recurrir a estrategias como las caravanas comunitarias (salir en grupo desde los vecindarios cerrados) o movilizarse en grupos en el transporte público (Arias Sobalvarro y Luneke, 2022).
En conclusión, el presente escrito ha explorado las complejas interrelaciones entre el nivel socioeconómico, características del territorio, como la segregación, el género y la movilidad en el contexto de la alimentación urbana. La evidencia recopilada destaca que el nivel de ingresos no solo influye en las estrategias de compra, sino que también incide en la movilidad de los individuos, marcando diferencias sustanciales en la accesibilidad a los recursos urbanos. Por un lado, durante períodos de inflación o inseguridad alimentaria, aquellos con recursos económicos más limitados se ven impulsados a adoptar estrategias que involucran movilidad. No obstante, la movilidad también se ve facilitada por el nivel socioeconómico; es decir, aquellos con mayores recursos tienen mayores posibilidades de adoptar estrategias de compra, debido tanto al nivel de ingresos como a la infraestructura para la movilidad en el territorio. Estas consideraciones socioeconómicas, se entrelazan con el género, que se erige como una variable central en la formulación de estrategias alimentarias y de movilidad. Es una variable que nos muestra cómo las compras pueden estar moduladas por los roles y construcciones sociales que se presentan en los hogares.
Materiales y métodos
Este artículo presenta los resultados preliminares derivados de la investigación FONDECYT N°1220039 titulada “Navegar en la Incertidumbre: Estrategias Financieras y no Financieras de Hogares Precarizados” (Pérez-Roa et al., 2024). Aborda las estrategias de movilización de recursos financieros y no financieros implementadas por hogares de sectores medios en Santiago, Talca y Concepción. La metodología aplicada se enmarca en un enfoque cualitativo, utilizando la perspectiva de la etnografía económica, según la conceptualización de Dufy y Weber (2009). Este enfoque, implica una interacción dinámica entre las categorías conceptuales académicas y aquellas que surgen de manera emergente en las prácticas económicas domésticas.
Es fundamental destacar que la investigación adopta una perspectiva longitudinal, permitiendo un seguimiento etnográfico a lo largo del tiempo de los hogares estudiados. Este enfoque temporal extenso enriquece significativamente nuestra comprensión de las complejidades presentes en las interacciones domésticas, proporcionando una visión más completa de las negociaciones y valoraciones que caracterizan estos entornos (Villareal, 2009). Al profundizar en la longitud temporal del estudio se revelan patrones, transformaciones y adaptaciones en las estrategias de movilización de recursos, ofreciendo una perspectiva contextualizada de la dinámica económica de estos hogares a lo largo del tiempo.
La muestra del estudio comprende 40 hogares y se estructura en torno a tres ciclos de entrevistas semi-estructuradas, con pautas flexibles. Estas entrevistas buscan fomentar una reflexión profunda sobre las prácticas de ajuste económico, los recursos disponibles y los patrones de ingresos, con un énfasis particular en la incertidumbre económica y las expectativas. Estas se han realizado tanto de manera virtual como presencial. El estudio se inició en 2022 y el proceso de entrevistas culminará el año 2025. Para este artículo se analizaron los resultados de los tres primeros ciclos de entrevistas: 1) septiembre- octubre 2022; 2) enero-marzo 2023; 3) mayo-julio 2023. Las y los informantes accedieron a participar en el estudio luego de la lectura y explicación de un consentimiento informado que fue validado por el comité de ética de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.
Para el desarrollo de este artículo se ha optado por centrar el análisis en diez hogares que encarnan una amplia variedad de variables, abarcando aspectos como la comuna donde residen, diferencias socioeconómicas y la configuración familiar, que puede ser de tipo nuclear (integrada por una pareja casada y sus hijos), monoparental (constituida por una madre y sus hijos), o bien parejas no casadas que no tienen hijos. Nuestra apuesta era explorar el peso de estas características socioeconómicas, territoriales y de género en las trayectorias de movilidad en los procesos de abastecimiento. Se empleó un método de muestreo no probabilístico, dando prioridad a que los perfiles sociodemográficos de los entrevistados reflejaran de manera diversa las variables mencionadas anteriormente.
Tabla 1
Características sociodemográficas de los hogares
Nombre ficticio |
Residencia |
Edad |
Tipo de Hogar |
Número de Hijos |
Ingresos mensuales estimados hogar (en dólares) |
Antonella |
Concepción |
52 |
Nuclear |
2 |
2334 |
Estefanía |
Talca |
33 |
Nuclear |
1 |
2624 |
Carmen |
Santiago |
45 |
Nuclear |
3 |
3348 |
Daniela |
Talca |
48 |
Nuclear |
3 |
3500 |
Mónica |
Concepción |
51 |
Monoparental |
1 |
572 |
Ana |
Santiago |
45 |
Nuclear |
3 |
1944 |
Natalia |
Santiago |
42 |
Monoparental |
1 |
2288 |
Aurora |
Santiago |
42 |
Nuclear |
2 |
915 |
Patricia |
Santiago |
58 |
Monoparental |
2 |
2288 |
Álvaro |
Santiago |
32 |
Pareja sin hijos |
0 |
2059 |
Fuente: Pérez-Roa et al. (2024)
La estrategia de análisis de la información corresponde a un análisis temático, de carácter inductivo (Mieles et al., 2012), en base al programa Atlas-ti. Inicialmente, se procedió a realizar una lectura detallada de cada entrevista con el objetivo de identificar temas emergentes vinculados a los itinerarios de compra y las estrategias de movilidad. Para el desarrollo de este artículo se presentan los resultados del análisis vinculado a las estrategias de abastecimiento y de compra de alimentos, las trayectorias de compra, los medios de transporte utilizados, y las percepciones de las y los entrevistados sobre el contexto social y económico.
Resultados
Aumento de gastos, necesidad de cambio de itinerario
El primer ciclo de entrevistas se realizó durante los meses de octubre y noviembre de 2022. La inflación seguía en dos dígitos y la variación del Índice de Precios al Consumidor, IPC, en los últimos 12 meses, era de un 13,7% (INE, 2022), siendo los alimentos y las bebidas no-alcohólicas las mayores alzas. En este contexto, la inflación entró a la “conversación” y a la practicidad con la cual los hogares conviven cotidianamente. El aumento de los precios provocado por la inflación se resintió en los hogares de la siguiente forma:
Los productos de alimentos, verduras que antes con 15 o 20 mil pesos yo podía comprar (...) Nosotros somos 2, pero comemos harta verdura. Entonces, 20 mil pesos que tu podías invertir un fin de semana, hoy día están siendo 40 mil en compras muy similares. (Natalia, 2022, 42 años, hogar monoparental. Entrevista 1)
En las compras del supermercado, casi el doble [...]. Lo mismo, y en la feria igual, o sea, yo hoy día fui a la feria, normalmente trato de comprar para dos semanas, y antes era diez mil, luego doce, quince, veinte, hoy día treinta, treinta mil pesos, somos dos personas no más, entonces sí se nota, se nota. (Patricia, 58 años, 2022, hogar monoparental. Entrevista 1)
A pesar de que Natalia y Patricia representan hogares compuestos por dos individuos, están experimentando un incremento significativo en sus gastos alimentarios. Mientras que Natalia ha experimentado una duplicación en los costos asociados con la adquisición de alimentos, Patricia reporta un incremento aún más marcado, triplicando los gastos previos. El fenómeno del aumento en los gastos alimentarios se manifiesta de manera generalizada en todos los hogares entrevistados. Los hogares estudiados en el presente artículo demostraron sensibilidad ante las fluctuaciones de los precios de los alimentos, siendo conscientes de las alzas y discutiendo sobre diversas adaptaciones, o la falta de ellas, que han perdurado desde el inicio de estos aumentos. Además, no solo se limitaron a reaccionar ante las circunstancias actuales, sino que también realizaron proyecciones a futuro, evaluando el impacto de sus estrategias en la economía de sus hogares.
Esto pone de manifiesto las presiones económicas crecientes que están enfrentando los hogares, y señala una tendencia preocupante hacia una escalada en los costos de vida, que afecta directamente a las estrategias de consumo y, por ende, a los itinerarios de compra de los individuos. En este sentido, los hogares desarrollan una gama de estrategias adaptativas para mitigar el impacto económico adverso.
Estas estrategias no son uniformes, sino más bien se configuran a través de una interacción compleja de factores territoriales, socioeconómicos y de género que son ponderados de manera diversa según las posibilidades de cada uno de los hogares participantes. En este marco, los resultados dan cuenta de dos grupos de hogares que enfrentan los ajustes en sus itinerarios de compra de manera diferenciada en función de sus posibilidades de movilidad: 1) aquellos hogares que utilizan la movilidad como una herramienta para buscar nuevas formas de abastecimiento y, 2) aquellos hogares que enfrentan desafíos con respecto a la movilidad y ven limitados sus procesos de ajustes en sus trayectorias de abastecimiento. Los resultados exploran las características principales de ambos grupos.
Abaratando costos: la movilidad como herramienta
Una de las tácticas más prevalentes identificadas en nuestro estudio es la estrategia de cotización. Esta actividad consiste en la visita deliberada a múltiples establecimientos comerciales con el objetivo de comparar precios y evaluar opciones y planificar sus compras para conseguir el precio más barato.
Ahora mismo estaba viendo el valor de las naranjas en el supermercado, ayer estaban a $2.500, pero resulta que si las compro en la feria o en la Vega están a $1.000, y esta cosa va cambiando todos los días. Es decir, yo en el supermercado pude encontrar de repente los limones a $2.500 y resulta que voy a la feria al día siguiente y están a $1.000 o 1.500. (Antonella, 2023, 52 años, hogar nuclear. Entrevista 2)
A veces me da el tiempo de cotizar las cosas que han subido, como el arroz, la legumbre, el tallarín, todas esas cosas, hago el trabajo de ir mínimo a 3 supermercados, y de esos 3, voy comprando, digo ya, los tallarines lo compro aquí, el arroz lo compro allá, el aceite que subió tanto, el aceite acá lo encontré en oferta. (Daniela, 2022, 48 años, hogar nuclear. Entrevista 1)
Tanto Antonella como Daniela despliegan estrategias adaptativas que incorporan la movilidad geográfica y la gestión del tiempo como recursos estratégicos. Antonella se involucra activamente en lo que ella denomina una “vigilancia de precios”, que demanda una inversión de tiempo para monitorear y comparar precios en distintos espacios comerciales, y le implica además desplazarse de un lugar a otro. De manera similar, Daniela emplea una estrategia de comparación de precios, que le exige una inversión de tiempo y movilidad. Realizar un ejercicio de “cotización” en múltiples supermercados, para identificar las ofertas más atractivas en productos esenciales, exige disponer de tiempo y de posibilidad de desplazamiento como recursos para navegar en un entorno económico caracterizado no solo por la inflación, sino también por la variabilidad de precios.
El acto de asistir a mercados al aire libre, como ferias o mercados centrales, emerge como otra estrategia significativa. Lo que distingue a estos espacios de comercio es la concentración de múltiples vendedores en una única localidad, con quienes muchos establecen relaciones sociales de confianza, lo que facilita la cotización sin la necesidad de desplazamientos entre distintos comercios. Tal como lo relata Carmen:
Somos amigas con la tía Ari, y ella me ha dicho: “oye en tal parte las legumbres son super buenas”. Entonces, ahí yo tengo mis puestos de confianza de las legumbres, recomendado por mis mismos internos [...], me muevo como por 20 puestos y en los puestos, tengo a mis amigos, converso y la pasamos muy bien. (Carmen, 2023, 45 años, hogar nuclear. Entrevista 2)
Carmen utiliza una estrategia de compra móvil y socialmente conectada para optimizar su experiencia. Visita alrededor de 20 puestos diferentes para comparar precios y encontrar ofertas o productos de alta calidad. Además, Carmen ha construido una red de “amigos” en diferentes puestos, lo que le permite recibir recomendaciones. Aunque esta estrategia requiere una inversión de tiempo para mantener estas relaciones, les proporciona un acceso más eficiente y personalizado a los productos.
Por otro lado, la adquisición de bienes al por mayor emerge como una estrategia adaptativa empleada por la mayoría de los hogares entrevistados. Este fenómeno, es una práctica que exige una serie de desplazamientos para cotizar y lograr llegar a las mejores ofertas. Las entrevistadas se involucran activamente en un recorrido por distintos lugares de la ciudad para poder encontrar ofertas al por mayor. Acumular un stock de productos es entendido por los hogares como una forma de ahorro, en tanto les permite contener los precios de los productos básicos que son susceptibles a seguir aumentando. En este sentido, la estrategia de compra “al por mayor” es una estrategia económica que permite a los individuos ejercer cierto grado de control sobre las proyecciones económicas futuras:
Justo ese día pusieron el aceite en oferta, 2x1, yo llevo varios. Ese mes tengo que pagar más, pero aceite llevo como 3 meses sin comprar. (Daniela, 2022, 48 años, hogar nuclear. Entrevista 1)
es que no se van dando cuenta que al final uno tiene que ver cuánto gastó al final no es poco, porque tú dices, no, es que compré medio kilo de azúcar, pero ese medio kilo te lo subieron más; en cambio, si compro 5 kg, uno está ahí varios meses sin comprar pues, y estoy ahorrando. Esos son los detalles que la gente no se da cuenta. (Antonella, 2023, 52 años, hogar nuclear. Entrevista 3)
Daniela emplea una táctica de acopio basada en ofertas temporales, lo que sugiere una forma de temporalidad estratégica que le permite mitigar futuras inseguridades económicas. Antonella, por su parte, reconsidera las métricas convencionales de costo, subrayando la importancia de una visión a largo plazo del gasto. En ambos casos, observamos una forma de compra de alimentos en la cual la proyección de tiempo es la que determina el beneficio.
Adicionalmente se encontró otra estrategia: el cambio de lugar de compra. Muchos hogares dejaron de comprar en el supermercado o redujeron el presupuesto dedicado a este ítem. La siguiente cita refleja cómo un aumento significativo en los precios de los supermercados ha llevado a una reevaluación estratégica que implica cambios, tanto en la movilidad geográfica como en la gestión del tiempo.
antes nosotros íbamos a cualquier super, daba lo mismo, hoy día no, hoy día nosotros vamos a los mayoristas, porque también es una forma de ahorro, porque el supermercado que antes me costaba $100.000 pesos, ahora me estaba costando $200.000, entonces, igual ha sido algo que se ha visto muy significativo en los bolsillos, porque se consumen la misma cantidad de cosas, pero a un precio mucho más alto. (Estefanía, 2023, 33 años, hogar nuclear. Entrevista 3)
Uno conversa con mucha gente, te dicen “¿sabes qué? Anda a tal mayorista mira está como barato” [...] antes no iba, decía: ah por cercanía me queda más cerca el supermercado aquí, porque aquí uno tiene harto supermercado cerca, ya, pero ahora me he dado el tiempo a ir a estos mayoristas, y claro, ahí uno trae más cantidad para que dure dos meses, por ejemplo, pero igual me sale más barato que si compro para el mes en el supermercado, digamos, normal, como los de aquí cerca de la casa. (Daniela, 2023, 48 años, hogar nuclear. Entrevista 3)
En respuesta a este entorno económico incierto, ambas han adaptado sus estrategias de compra: mientras que Estefanía y su familia han optado por comprar en mayoristas, para lograr un ahorro considerable, Daniela, aunque inicialmente priorizaba la cercanía y la conveniencia de los supermercados locales, ahora también está dispuesta a invertir más tiempo y esfuerzo en desplazarse a mayoristas recomendados por su red social. Este cambio en la estrategia de compra no es simplemente una adaptación a las condiciones económicas, sino que también refleja cómo la movilidad se ha convertido en factores clave para maximizar el ahorro en un contexto de precios en constante cambio. Sin embargo, no para todos los hogares ha sido posible disponer de los mismos recursos para asumir este cambio en los itinerarios de compra:
voy al super más barato de acá de Concepción, que es el supermercado mayorista, y compro todo [...] una vez al mes, igual falta de repente, pero no sé, harto jurel, como esas cosas, harta carne de soja, porque nosotros consumimos pollo nomás. Voy en micro o bicicleta, porque mi auto lo tuve que vender. (Mónica, 2022, 51 años, hogar monoparental. Entrevista 1)
La cita ilustra cómo la movilidad y las restricciones financieras influyen en las prácticas de compra de alimentos. Mónica opta por un supermercado más económico y realiza una compra mensual centrada en productos de larga duración. Aunque solía tener un automóvil, tuvo que venderlo, lo que la lleva a depender del transporte público y la bicicleta para sus desplazamientos. Este cambio en la movilidad dificulta la accesibilidad a diferentes opciones de compra e influye en la cantidad y tipo de productos que puede adquirir en cada visita. La misma entrevistada complementa las compras mensuales que hace en el supermercado mayorista en la feria:
sí, voy semanal, semanal, a veces cada 15 días, voy a la feria que se pone cerca, voy con mi carrito, hago una terapia [...] sí, ahí compro todas mis verduras, bueno, compro para todos aquí [...], compro harto, todos comemos así de esa manera sana, entonces, son varios plátanos, por ejemplo, ahora el kilo de plátano está a luca, estuvo a 1400, antes le daban dos kilos por luca, los huevos, esos son como los alimentos básicos de nosotros, los huevos, los plátanos, la avena. (Mónica, 2022, 51 años, hogar monoparental. Entrevista 1)
El testimonio de Mónica ilustra cómo su decisión de lugar de compra, en este caso productos frescos, está influenciada principalmente por la cercanía, lo que facilita la movilidad y gestión del tiempo, contrarrestando el efecto que tienen las dificultades de movilidad en su itinerario.
Tiempo o dinero, la movilidad como dificultad
En el contexto inflacionario actual, la movilidad se torna un recurso valioso y costoso, afectando directamente la elección del lugar de compra, especialmente bajo restricciones de tiempo. Un entrevistado evidenció esta realidad, ajustando su itinerario de compras debido al alza de precios y la falta de tiempo.
Ahora sale todo tan caro que en realidad preferimos comprar en el supermercado, cocinar, y que no gaste plata extra. Pero, nos alcanza la mitad de las cosas que antes comprábamos. Darnos menos gustos. Nosotros no tenemos tiempo para ir a la feria, entonces, nuestras verduras y todo es del supermercado. Y ahí es sumamente caro [...] Nosotros hacemos dos compras en el mes y cada compra cuesta alrededor de 90.000 pesos, sin contar la comida del perro, y somos dos personas. Eso no nos alcanza para todo el mes, porque igual hacemos gastos a parte para comida, como “ya hoy día no cocinemos, comamos otra cosa”. Se te va. Son menos gustos, menos todo. (Álvaro, 2022, 32 años, conviviente. Entrevista 1)
Álvaro enfrenta un dilema en el que debe equilibrar la necesidad de ahorrar dinero con las limitaciones de tiempo y accesibilidad. Aunque es consciente de que los supermercados son caros, la falta de tiempo para explorar opciones más económicas lo lleva a un modelo de consumo menos eficiente. Esta situación limita la variedad y cantidad de productos que puede comprar, afectando su calidad de vida. En resumen, Álvaro se encuentra atrapado en un dilema donde la falta de tiempo y accesibilidad restringen su capacidad para tomar decisiones económicas óptimas.
Los dilemas de movilidad no solo se plantean a partir de restricciones presupuestarias, también se ven relacionados con problemas asociados a la seguridad, como se ejemplifica en la siguiente cita:
Se han robado autos del supermercado [...], no hay cobro de estacionamiento, entonces ahí puede salir cualquiera y ahí sí se roban autos, mi auto yo lo dejo siempre al lado más bonito para que no llame la atención, pero yo siempre he sido miedosa, andar en la calle de noche, por ejemplo, yo evito salir de noche sola. (Ana, 2022, 45 años, hogar monoparental. Entrevista 1)
El testimonio revela cómo los desplazamientos están profundamente influenciados por la percepción de seguridad en distintas áreas. La elección de dónde estacionar o comprar no es meramente una cuestión de conveniencia, sino que también está moldeada por factores de seguridad y riesgo. Estrategias como el “ocultamiento” del automóvil o evitar salir de noche ilustran adaptaciones a un entorno percibido como peligroso, lo que tiene implicaciones significativas para la calidad de vida y el acceso equitativo a recursos y oportunidades (Arias Sobalvarro y Luneke, 2022). Varias entrevistadas mencionaron la seguridad como una de las causas para no acceder a algunos comercios, incluso asumieron haber reducido su desplazamiento en la ciudad debido a ello. En su tercera entrevista, Aurora refleja una reducción significativa en su desplazamiento. Dice preferir no salir de su comuna, por miedo a que la asalten.
Respecto a las estrategias empleadas en este grupo, a las dificultades respecto al aumento de precios de los alimentos se acoplan problemáticas asociadas al desplazamiento y los miedos provocados por la inseguridad, lo que implica que deben acceder a los alimentos de otras maneras que no impliquen el desplazamiento. Una de las tácticas empleadas por las entrevistadas incluye el aprovechamiento de descuentos ofrecidos por aplicaciones móviles y supermercados. La elección de efectuar compras en supermercados se realiza con plena conciencia de que esta opción es menos rentable económicamente. No obstante, esta decisión se toma en conjunto con otras prácticas asociadas que buscan mitigar el impacto financiero. Esto es reflejado en el siguiente ejemplo: “sí, en el Supermercado cuando tus pasas cierto monto y te traen la mercadería gratis. Entonces, no pagas por el traslado, y ahí te ahorras algo.” (Aurora, 2023, hogar nuclear. Entrevista 3).
La estrategia de compra de Aurora revela una adaptación a las estructuras de incentivos ofrecidas por los supermercados. Al hacer compras que superan un monto específico se beneficia del envío gratuito, lo que podría considerarse una forma de maximizar la eficiencia en términos de costos y tiempo.
Este tipo de estrategia es usado por las entrevistadas, sin embargo, el caso de Aurora es relevante, ya que su estrategia también está vinculada a las fluctuaciones en el empleo de su pareja, lo que sugiere que su capacidad para aprovechar las ofertas está mediada por factores laborales externos. En resumen, Aurora emplea una estrategia de compra adaptativa a las circunstancias económicas de ella y su familia:
Él es el «chasqui» le dice mi hijo, porque mayormente, si bien él no me ayuda en estos temas que yo te digo, el día a día; pero él es más como “la fuerza”, digamos, así, bruta [...], así que él me ayuda, él va de compra, viene al supermercado, y va y vuelve, y tiene que salir, y vuelve, termina cansado, pero él lo hace. (Aurora, 2023, 42 años, hogar nuclear. Entrevista 3)
Aurora se refiere a cómo su marido se hace cargo de las compras como su forma de colaborar en las actividades de reproducción cotidianas. Su contribución se centra en la “fuerza bruta”, es decir, en el esfuerzo físico que implica ir y venir del supermercado para hacer las compras. En este caso la decisión de compra de Aurora no se rige primordialmente por consideraciones económicas, sino que está mediada por limitaciones en el desplazamiento. En este contexto, la elección de realizar compras en supermercados, pese a su mayor coste económico, se convierte en una estrategia adaptativa para sortear las restricciones de movilidad. Es decir, la movilidad trasciende la mera acción de desplazarse y abarca las estructuras sociales que sustentan dichos movimientos. En este contexto, las restricciones, tanto temporales como espaciales que enfrenta Aurora, derivadas de su rol de género, determinan significativamente su elección del lugar de compra.
Discusión y conclusiones
El presente artículo buscó explorar la interacción de la movilidad con los itinerarios de compra de hogares, pertenecientes a los sectores socioeconómicos medios, en medio de una situación inflacionaria. Los hallazgos hacen referencia a la relación entre la movilidad y los itinerarios de compra, destacando que la inflación ha instigado una revisión estratégica de la accesibilidad a bienes y servicios. Los resultados dan cuenta que las decisiones del hogar van más allá de la proximidad física a los puntos de venta, para dar cuenta de cómo factores socioeconómicos, territoriales y de género se interconectan para determinar las decisiones de compra.
En los hogares agrupados en la sección “abaratando costos, la movilidad como herramienta” damos cuenta de cómo los entrevistados se desplazan a diversos establecimientos, incluyendo mercados centralizados, para comparar precios y encontrar las mejores ofertas que les permita ajustar sus gastos a sus limitados ingresos. Estos desplazamientos, requieren de una gestión de tiempo, donde la cotización y la compra anticipada emergen como prácticas cruciales para mitigar los efectos de la inflación. Además, las redes sociales y conexiones personales juegan un papel vital, facilitando el acceso a recomendaciones valiosas y ofertas especiales a través de relaciones establecidas con los vendedores. En este escenario, la adaptabilidad y flexibilidad se vuelven esenciales, permitiendo a los individuos ajustar sus estrategias de compra en respuesta a las fluctuaciones de precios. A su vez, se observa cómo los hogares buscan controlar sus gastos futuros en sus decisiones de compra, promoviendo la adquisición de bienes en grandes cantidades como una forma de “ahorro”. Sin embargo, no todos cuentan con los mismos recursos para poder desplazarse, algunos enfrentan una movilidad restringida, debido a limitaciones de transporte, lo que influye significativamente en sus prácticas de compra.
En los hogares agrupados en la sección “tiempo o dinero, la movilidad como dificultad”, se distinguen diversas facetas de la movilidad en un contexto inflacionario, destacando cómo las restricciones temporales y económicas, junto con las percepciones de seguridad y el género, están entrelazadas en las decisiones de compra de los individuos. Se presenta la dimensión temporal de la movilidad, en la cual la falta de tiempo dicta las preferencias de compra, evidenciándose cómo el tiempo es un recurso (Jirón, 2017), además, se destacan las restricciones presupuestarias que enfrentan los individuos. También, se introduce una dimensión de seguridad, que refleja cómo las percepciones de riesgo en diferentes áreas afectan las decisiones de movilidad. Los hogares presentados también destacan una movilidad estratégica, que se refiere a la adaptación consciente a las estructuras de incentivos del mercado, utilizando ofertas y aplicaciones móviles para mitigar las dificultades de movilidad. Finalmente, se abordan dificultades de movilidad en relación con dinámicas familiares y las estructuras sociales. En esto se puede observar la influencia de factores que se relacionan con dinámicas que se establecen dentro del hogar, como son los roles de género (Zúñiga-Olave y Herrmann-Lunecke, 2022).
La movilidad se presenta como una herramienta vital, y a la vez, un desafío significativo en los itinerarios de compra de los individuos en un contexto inflacionario. La movilidad no solo implica desplazamientos físicos, sino que engloba una red intrincada de factores socioeconómicos, territoriales y de género que dictan las decisiones de compra, mostrando una interacción compleja y multidimensional entre movilidad e itinerarios de compra.
Dentro del análisis de las características socioeconómicas de los conjuntos analizados, observamos que los hogares clasificados en la sección “abaratando costos” tienen una posición económica más favorable, en tanto son hogares asalariados y cuentan con mayores certezas sobre sus ingresos, por tanto, disponen de mayores seguridades económicas para planificar sus itinerarios de compra. Así, y a diferencia de lo planteado por las distintas investigaciones sobre las estrategias de compra en contextos inflacionarios o de inseguridad alimentaria, nuestros resultados dan cuenta de que la estabilidad económica y la claridad con respecto a los ingresos que perciben los hogares les entregan mayores recursos a los hogares para explorar alternativas más asequibles de consumo. De esta forma, podríamos decir que las estrategias, en casos como estos, más que guiarse por la precariedad, se guían por la posibilidad de los hogares de poder movilizarse, lo cual ha sido confirmado por estudios que intersectan la alimentación y la movilidad (Miranda et al., 2021; Shannon y Christian, 2017).
Es pertinente destacar que las dinámicas de los hogares nucleares les confieren una ventaja significativa en la implementación de estrategias para minimizar los costos asociados con el abastecimiento, en comparación con los hogares monoparentales. Estos resultados van en la línea de los trabajos de Anigstein (2019), que argumenta que las estrategias de abastecimiento están ligadas a la organización de roles y labores en el hogar. En este sentido, los hogares que tienen una estructura familiar nuclear tienden a asumir las estrategias de compra y abastecimiento compartidas con los cónyuges, en una clara división de género, donde las mujeres son quienes suelen planificar las compras, mientras los varones son quienes acompañan a las mujeres en esas trayectorias o hacen lo que Aurora llama “fuerza bruta”.
A través de los resultados obtenidos se despliega un abanico de problemáticas vinculadas a la movilidad que ejercen una influencia significativa en los itinerarios de compra. Algunas de estas dimensiones, como el transporte y la disponibilidad de tiempo, ya habían sido anticipadas en los trabajos de Miranda et al. (2021). Lo que resulta novedoso en este estudio es la conexión de las estrategias de compra de alimentos, en un contexto de incertidumbre e inflación, con otras esferas de la vida social: el transporte, la seguridad, las dinámicas y los roles de género. En este sentido, nuestra investigación da cuenta que las restricciones presupuestarias y las disposiciones de movilidad en las trayectorias de compra están entrelazados e influyen en las decisiones económicas de los individuos.
Esta constelación de factores demuestra cómo el fenómeno de la movilidad puede, en ciertas circunstancias, eclipsar incluso consideraciones económicas en la configuración de los itinerarios de compra. Este hallazgo añade una capa adicional de complejidad a nuestra comprensión de las decisiones de compra, especialmente en contextos urbanos.
Finalmente, se busca destacar la relevancia de este estudio en un contexto económico complejo, con inflación, post pandemia mundial por COVID-19, lo que agudiza las tensiones entre la movilidad geográfica y la accesibilidad económica. La inflación se convierte en un factor crítico que modula las prácticas económicas y territoriales de estos hogares, lo que añade una dimensión temporal fluctuante a sus estrategias.
Esta investigación, por lo tanto, no solo contribuye a la literatura sociológica sobre precariedad económica y prácticas de subsistencia, sino también ofrece un trabajo empírico crucial para entender cómo las dinámicas sociales guiadas por el nivel socioeconómico, el territorio y el género se entrelazan en la vida cotidiana de los hogares. El propósito del trabajo social radica en comprender estos diversos factores con el fin de desarrollar intervenciones que mejoren la calidad de vida de los hogares. Además, busca hacer una afirmación política crucial: los problemas económicos no son simplemente asuntos individuales, sino cuestiones sociales. Este estudio sostiene que las estrategias adoptadas por los hogares para enfrentar los desafíos económicos no solo son decisiones individuales, sino respuestas a un entorno complejo que involucra los distintos factores previamente mencionados. Se espera que esta investigación sirva como un recurso para comprender y abordar los desafíos actuales desde el trabajo social, brindando insights significativos para la formulación de políticas y programas que respondan a la complejidad de la realidad social y económica en estos contextos urbanos.
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