Homosexuales evangélicos: negación, agotamiento y renacimiento

Evangelical homosexuals: Expelled from Hell and Reborn in Grace

 

Fecha recepción: marzo 2023 / Fecha aceptación: mayo 2023

DOI: https://doi.org/10.51188/rrts.num29.740

ISSN en línea 0719-7721 / Licencia CC BY 4.0.

RUMBOS TS, año XVIII, Nº 29, 2023. pp. 7-29

RumbosTS

 

 

Zicri Orellana Rojas

Psicóloga, Doctora en Estudios Americanos. Académica Universidad Arturo Prat.

Mailzicrikirtan@gmail.com

OrcIDhttp://orcid.org/0000-0003-0366-7444

 

 

Pierina Rondanelli DelPiano

Socióloga, Magister en Educación Superior. Académica Universidad de Las Américas.

Mailrondandel@gmail.com

OrcIDhttps://orcid.org/0000-0001-6276-0441

 

 

Resumen

El siguiente1 artículo da a conocer la experiencia de 8 varones homosexuales evangélicos y su proceso de asumirse como tales. El análisis de los datos se realizó a partir de la Teoría Empíricamente Fundamentada que permitió obtener como principales resultados la existencia de 3 procesos paralelos: el del homosexual, de las familias y las iglesias. Lo que más destaca es que en el caso de homosexuales y sus familias se vive un proceso que va desde la negación y duelo, hasta la aceptación e integración. En el caso de las iglesias, estas presentan mayor resistencia al cambio.

Palabras clave

homosexual; evangélico; reconversión; Iglesia; negación

 

Abstract

This article presents the experience of eight Evangelical homosexuals and the process of acknowledging themselves as such. Data analysis was carried out according to Grounded Theory, and the main results address three simultaneous processes: the homosexual’s, the family’s, and the churches’ processes. It stands out that homosexuals’ and families’ processes depart from denial and grief into acceptance and integration. Churches, on the other hand, show a higher resistance to change.

Keywords

homosexual; Evangelical; conversion therapy; church; denial

 

 

Ideas para comprender la homosexualidad evangélica

Introducción

La búsqueda de lo divino y del sentido de vida nos han acompañado desde que somos humanidad (Frankl y Lapide, 2018) y puede tener diferentes caminos. Uno de ellos ha sido la religión y también la sexualidad (Eisler, 2000; 2004). Las razones por las cuales la sexualidad en las religiones ha sido asociada y vivida desde el miedo, el pecado, el sufrimiento, la culpa y el arrepentimiento, la violencia, entre otras emociones e ideas, puede tener diversas explicaciones (Mizrahi, 2003; Seibert, 2010).

Para contribuir al debate sobre sexualidad y religión, vamos a compartir y describir la experiencia de 8 varones homosexuales evangélicos protestantes, pentecostales y neopentecostales, quienes generosamente -a partir de las técnicas de Entrevista en Profundidad y Relatos de Vida- nos han abierto sus experiencias para dar a conocer cómo ha sido el proceso de reconocerse y asumirse como homosexual dentro del mundo evangélico2. Se trata de personas entre 30 y 65 años, con un promedio de edad de 38 años. La mayoría de ellos entre los 30 y los 39 años, de diferentes ciudades de Chile: Santiago, Concepción, Chillán, Tomé, Temuco, Pucón y uno de ellos de nacionalidad venezolana viviendo en Santiago. Accedimos a cada uno de ellos gracias a la técnica bola de nieve, partiendo por contactar a la -en ese entonces– única pastoral de la diversidad sexual del mundo evangélico3. Todos cuentan con estudios superiores y provienen de familias de tradición evangélica. El análisis de los datos los hemos realizado a la luz de la Teoría Empíricamente Fundamentada (Glaser y Strauss, 1967; Raymond, 2007).

La pregunta que nos hicimos fue ¿Cómo construyen su identidad varones homosexuales que participan o han participado en iglesias evangélicas? Definimos como objetivo del estudio el describir hitos y etapas en la experiencia de ser gay al interior de iglesias evangélicas. Para esto construimos la hipótesis siguiente: Homosexuales evangélicos que han participado en comunidades religiosas transitan por etapas o experiencias que contemplan la homo/lesbofobia internalizada y avanzan con dificultad hacia la aceptación de sí y la reconstrucción de su espiritualidad.

Lo primero que podemos constatar es que existen al menos tres experiencias paralelas en el proceso de vida de un gay evangélico. La primera y más relevante es la trayectoria que vive el varón homosexual, la segunda es la que vive su familia, y la tercera es la que vive su Iglesia, todo lo cual es parte de la experiencia de vida del varón homosexual evangélico.

Para comprender esta experiencia y el fenómeno de la interrelación entre religión evangélica y homosexualidad vamos a usar la teoría de las minorías de Moscovici (1996), algunos elementos básicos de los estudios de la homosexualidad, y por supuesto, una breve presentación de la teología gay.

 

Influencia de las minorías, según Moscovici

Moscovici (1996) propone algunos preceptos para dar a entender cómo es que las minorías logran influir en las mayorías. Presentaremos brevemente algunas de las ideas principales sobre la influencia social, que por cierto, puede tener diferentes vías para conseguir un impacto.

Las minorías serían aquellos grupos o personas que se presentan desviadas de la norma y que ofrecen a las mayorías acceso a lo desconocido, lo original y sobre todo a lo prohibido que representan. De hecho, un sujeto minoritario puede producir admiración por su coraje, sinceridad, originalidad y esto le jugará a favor cuando desee actuar sobre la mayoría; es decir, podrá tener influencia social (Moscovici, 1996).

Estas minorías pueden ser activas o pasivas y pueden dirigir su divergencia hacia la inclusión, o a favor de una norma, o ser contra-normativa. El cambio social constituye un objetivo de influencia y es el proceso central, tanto en sus expresiones individuales como en las colectivas. Si esta influencia se dirige hacia el cambio, el conflicto será evidente e inevitable, pues se produce una sensación de incertidumbre en la mayoría, a partir de las dudas que se producen en el encuentro con la minoría, es decir, con aquel que es diferente. De todos modos, el conflicto es una condición necesaria de la influencia. Es el medio necesario para producir cambios, que van a provocar incertidumbre y ambigüedad, ambas derivadas del conflicto (Moscovici, 1996).

También resulta relevante en el proceso de influencia el estilo de comportamiento del sujeto de la minoría, pues si este se esfuerza mucho en expresar su divergencia el resto verá su compromiso, incluso su sacrificio, cuestiones que influyen en los procesos de cambio. Si también se observa autonomía en el sujeto de la minoría y consistencia en su comportamiento generará mayor confianza para hacer acuerdos, logrando ejercer influencia social (Moscovici, 1996).

 

Aproximaciones a la homosexualidad

Vale la pena partir señalando que la homosexualidad es una experiencia que se construye, al igual que la heterosexualidad. La diferencia entre una y otra es que la homosexualidad pareciera ser que requiere de un proceso más consciente y complejo de construcción por realizarse en una cultura heterosexual y patriarcal que provoca que la homosexualidad sea una experiencia e identidad marginal.

Según Castañeda (2012), la homosexualidad se puede desarrollar de dos formas: desde lo externo hacia lo interno, es decir, primero se dan los actos y luego la conciencia de homosexualidad (más común en hombres); y desde los sentimientos (interno) hacia lo externo (los actos). De todos modos, en ambos casos, la persona va realizando este proceso de manera paulatina hasta llegar a asumirse como homosexual. De modo que el homosexual pasaría por etapas para llegar a asumirse y aceptarse: tomar conciencia de su identidad, es decir, asumir su orientación primero consigo mismo, y luego, frente a la sociedad. Antes de asumirse socialmente vivirá un tiempo en el clóset, es decir, en clandestinidad, período que puede durar muchos años; finalmente pasará a la fase de asumirse socialmente, que por cierto contribuye a la aceptación de la homosexualidad como una identidad.

Según algunos estudios los homosexuales toman conciencia de su deseo sexual a los 13 años en promedio, su primera experiencia sexual la tienen a los 15, su primera relación de pareja a los 22, y adquieren una identidad gay positiva a los 28 años. Es decir, se trataría de un proceso que toma 15 años aproximadamente, un período largo considerando que lo que se vive es incertidumbre, soledad, aislamiento, todo en un escenario de fuerte demanda emocional (Castañeda, 2012).

Algunas de las cuestiones que se pueden destacar de la experiencia emocional gay es que el joven homosexual descubre a temprana edad que sus impulsos sexuales no son como los de la mayoría, lo que suele producir un sentimiento de ser diferente, pero con un peso, por sentir que es ilícito su sentir. Sabe que algo no está bien, que es raro. Por lo mismo intuye que no puede contarlo, pues su deseo no es bien visto. Esto le produce un retraimiento social, un acostumbramiento a la represión de sentimientos y deseos, además de un alejamiento de la familia, expresado en una menor comunicación. En definitiva, se produce un aislamiento social extremo. Esta dificultad de expresarse y de ser le harán practicar obligatoriamente la heterosexualidad como una forma de negación de sí mismo, predisponiéndole a involucrarse en relaciones riesgosas para su salud física y emocional (Castañeda, 2012; Rich, 1996). El proceso de toma de conciencia homosexual no es sencillo ni breve y por eso está cargada de soledad, confusión, dudas y vergüenza. Sin embargo, existe una siguiente etapa en la que el joven comienza a aceptarse, a asumir su condición e identidad sexual. Comienza a nombrar lo que siente con alguna otra persona de confianza y puede incluso buscar contactos sexuales de manera compulsiva (Castañeda, 2012).

La experiencia homosexual es de interés reciente en los estudios e investigaciones vinculadas al mundo religioso. En Chile, durante los 17 años de dictadura la Iglesia católica estuvo dedicada a la defensa de los derechos humanos, pero a partir de los años 90 el eje cambió y la sexualidad se convirtió en el tema favorito del discurso religioso, con varias acciones públicas que intentaban tener impacto social (censuras de películas, campañas contra el divorcio, intervención a las Jornadas de Educación sexual -JOCAS- en escuelas públicas, entre otras). A fines de los 80, también se daba una fuerte crisis moral y social con la aparición del VIH-Sida, asociada de manera prácticamente automática a la homosexualidad (Contardo, 2011).

A pesar de la época de la dictadura y toda la represión vivida en este período, en 1977 aparece el primer grupo organizado de homosexuales en torno a la religión católica y la necesidad de apoyo mutuo. Primero se autonombraron como grupo Betania y a partir de 1981 se llamaron Movimiento Integración. No se trató de un grupo político, aun cuando todos se consideraban contrarios al régimen cívico-militar. Era más bien un grupo de apoyo, pues la idea era ofrecer contención psicológica, apoyo legal y religioso a varones homosexuales, esto último una dimensión muy importante para el grupo. Contaron con apoyo de un sacerdote católico con quien estudiaban sobre homosexualidad, hacían retiros y celebraban misas. Si bien se trató - sobre todo al principio - de un grupo de clase social acomodada que se reunía sin intenciones de visibilidad política, igualmente se dieron a conocer, pues fueron entrevistados en 1979 por la Revista Paula, convirtiéndose en el primer artículo de este tipo en la prensa chilena que incluyó a una pareja de homosexuales contando su experiencia fuera de la mirada criminal o de enfermedad mental. Se trataba de un documento anexo a la revista, que venía sellado y con advertencias para quien deseara leerlo (Contardo, 2011).

La década del 70 fue una época – para el mundo homosexual -donde se comenzaban a ver algunas señales de despatologización y una incipiente normalización de la homosexualidad en el mundo católico. En 1975, la Iglesia católica, después del Concilio Vaticano II, publicó un documento en el que adopta oficialmente la expresión “homosexualidad” y no la religiosa “sodomita”, reconociendo que la preferencia entre personas del mismo sexo no era una conducta viciosa, sino parte de la propia naturaleza e identidad; que las personas deben ser acogidas, pero que los actos homosexuales deben ser reprobados. Dos años después, en 1977, la Universidad Católica realizó un seminario en la Escuela de Psicología sobre sexualidad, donde se expuso que la homosexualidad era una variante más de la sexualidad y no un trastorno mental. Este mismo año, surgió la primera discoteca homosexual en Chile, “Fausto”, cuyos asistentes fueron abordados por la prensa de una manera prejuiciosa y estigmatizadora (Contardo, 2011).

 

Teologías inclusivas y teología gay

Las teologías inclusivas, especialmente la teología gay, inauguraron un nuevo ecumenismo de carácter integrativo del mundo homosexual y lo hicieron sacando del secreto a la sexualidad para convertirla en un elemento central de su práctica religiosa. Integra a todo el mundo, incluso a heterosexuales, en un horizonte de inclusión total (Berenice, 2014; Musskopf, 2005; Jesus, 2008).

Si bien en Chile el surgimiento de las iglesias y teologías inclusivas es muy incipiente aún, se trata de un movimiento que se viene gestando hace ya varias décadas y que lo ha hecho principalmente en contextos evangélicos. (Guimarães, 2017).

En América Latina, los primeros atisbos de una teología gay con iglesias inclusivas se dan en el año 1981 cuando la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM) llega a México desde Estados Unidos (Sánchez, 2001). Mientras tanto, en Brasil, el primer grupo cristiano ocupado de la teología inclusiva surgió en 1985, en Salvador de Bahía, y se denominó Asociación Cristiana Homosexual de Brasil (Guimarães, 2017). En 1997, el Centro Académico de Estudiantes de Historia de la Universidad de São Paulo organizó un ciclo de debates sobre homosexualidad y derechos humanos que marcarían el inicio de la articulación para la creación de la primera comunidad cristiana gay. En 1998 una división gestaría la formación de la ICM de Brasil (Natividade, 2010). Hasta el año 2012 la ICM contaba con 242 locales en 40 países (Berenice, 2015).

Este surgimiento de comunidades religiosas LGTBI en América Latina simboliza y significa todo un cambio cultural, sobre todo porque persiste el prejuicio contra la comunidad LGTBI en el ámbito religioso cristiano, al sostener ideas bíblicas que condenan cualquier expresión no heterosexual. Estos argumentos se han transversalizado en la sociedad, y se llega a afirmar que las declaraciones prejuiciosas casi siempre se basan en citas bíblicas para enseñar que la homosexualidad no solo es un pecado, sino también antinatural (Musskopf, 2005; Guillaumin, 2012; Guimarães, 2017).

Es la teoría feminista la que en gran medida inspira a las teologías inclusivas: teología queer, teología gay, lesbian theology (Jesus, 2008; Musskopf, 2005). Estas teologías proponen una ética sexual nueva, que no busca ni comprende la sexualidad como una experiencia reproductiva y heterosexual, sino como un valor humano en su integridad, que se centra en la autonomía relacional sexual, en el apoyo mutuo y en la intimidad.

La teología gay y lésbica pone en el centro la sexualidad, otorga un valor central a la feminidad en la experiencia religiosa (Jesus, 2012) y propone concepciones diferentes de lo masculino y lo femenino (Jesus, 2010).

En cuanto a la teología gay, podemos destacar el trabajo de John J. McNeill (citado en Stuart, 2003), sacerdote jesuita y pionero en el activismo LGTB cristiano, que publicó el libro ‘La iglesia ante la homosexualidad’, en 1976. Con este libro abrió un debate que proponía un cambio en la doctrina católica sobre las parejas del mismo sexo. En este libro describe la existencia de un proceso de tres etapas para la confirmación de un ‘yo homosexual auténtico’. La primera etapa es ‘aprender a amarse a sí mismo’, que incluye el abandono de la cultura dominante y asumir el exilio. La segunda etapa consiste en ‘aprender a estar en intimidad consigo mismo y con otra persona’, es decir, experienciar ser amado por otra persona para conocer el amor incondicional de Dios. Y la tercera etapa radica en ‘ser homosexual y cristiano’, esto es, participar de una comunidad religiosa con el propósito de mostrar a la Iglesia que esto es posible.

Estas etapas se dan como una experiencia tan dolorosa que llega a configurarse como un duelo, el que muchas veces conlleva alejarse de la familia, de amigos/as, hijas/os, del trabajo y de la sensación de seguridad, incluida la que ofrece la Iglesia. Pero también implicaría la negación de la opresión que se vive, el alejamiento de la desesperación y del clóset o secreto. Exilio y duelo serían necesarios para el proceso de individuación (Stuart, 2003).

Algo que es fundamental para quienes son homosexuales cristianos ha sido reinterpretar, estudiar y conocer más de la Biblia con el fin de encontrar una lectura que apoye - o al menos - no condene la homosexualidad. Son alrededor de 5 pasajes bíblicos, apenas, los que han sido usados, sobre todo por el mundo evangélico, para condenar la homosexualidad, pero que han logrado ser analizados teológicamente desde una perspectiva inclusiva y bíblica, desarmando el mito de que la homosexualidad es pecado (Cannon, 2012).

En este sentido, el trabajo de Osma (2019) es muy interesante, en su libro sobre fe y diversidad sexual titulado “Solo un Jesús marica puede salvarnos” propone, desde una teología protestante y a través de una serie de ensayos que ha publicado en internet, una relectura de la biblia en clave gay. En general, los pasajes más usados y conocidos para desprestigiar la identidad homosexual son los que abordan la historia de Sodoma y Gomorra en Génesis y los comentarios de Pablo en Primera de Corintios 6:9-104 y Primera de Romanos 1: 24-275. Afortunadamente, también han sido estudiados e interpretados por teólogos homosexuales, heterosexuales y lesbianas para ofrecer una lectura que favorezca la fe. Estos y otros textos han sido ampliamente estudiados y reinterpretados, como por ejemplo la palabra griega arsenokoites, usada en 1Timoteo 1:8-10 y 1Corintios 6:9-10, que literalmente significaría “hombre-camas”, y que gracias a exhaustivos análisis de biblistas y teólogos ha llegado a traducirse como “hombre que se acuesta con prostitutos”. No obstante, estos varones generalmente eran jóvenes púberes; es decir, se trataría de la práctica de la pedofilia que incluiría el tráfico de personas esclavizadas. “Es como si Pablo estuviera diciendo, ´los chicos prostitutos´6, los que se acuestan con ellos, y los traficantes de esclavos (quienes procuran a los primeros)” (Cannon, 2012, p.19).

En esta misma línea, Hugo Córdova (2018) afirma que las relaciones que se establecen entre algunos textos bíblicos y la diversidad sexual provienen del siglo XII, período de la Europa medieval caracterizada por su falta de tolerancia. Es en este período en que la sodomía comienza a ser considerada pecado y también se inicia su persecución.

 

Resultados

Homosexuales evangélicos

En las entrevistas realizadas se puede conocer la existencia de homosexuales evangélicos, a partir de sus propios relatos y experiencias de vida, pero también se logra acceder a una población más amplia de homosexuales que ha sido parte del mundo y experiencias de vida de los sujetos de estas entrevistas. No solo se trata de sus historias personales, sino también del encuentro con otros sujetos que continúan en la práctica del silencio y la mentira sobre su sexualidad en la Iglesia. Se trata de pastores homosexuales, de líderes y laicos de la Iglesia que practican y sostienen una doble vida sexual, la mayoría casados y con familias conformadas. Secretos homosexuales evangélicos aún muy bien guardados.

Cuando iniciamos los Relatos de Vida podemos reconocer que las primeras manifestaciones homoeróticas se vivencian en la niñez, etapa en la cual los participantes de este estudio se dan cuenta que sus deseos y gustos no son iguales a la mayoría de los niños. Esto produce en ellos un sentimiento de no pertenencia al grupo de pares, por no calzar con el estereotipo de la masculinidad más común en la niñez. Esta diferencia suele manifestarse en gustos más delicados, en no gozar del futbol, en ser más sutiles en sus deseos, en sentirse a gusto con las niñas, en manifestar agrado con expresiones como la danza, la poesía y con instrumentos poco comunes en hombres: pandero y banjo. También se deja ver en sus cuerpos, pues se mueven de maneras delicadas, se sientan con formas asociadas a lo femenino (piernas cerradas o cruzadas), caminan con movimientos delicados; todo lo cual es visto y sancionado, por las madres la mayoría de las veces, pues son ellas las principales maestras del adoctrinamiento sexista.

En esta etapa de vida experimentan situaciones homoeróticas con amigos, con compañeros que les ofrecen a ellos los primeros atisbos de deseo y gusto por los niños; sin embargo, es en la adolescencia cuando el ‘darse cuenta gay’ se expresa de una manera más evidente. Hasta aquí no hay mucha diferencia entre lo que sucede con un gay religioso y uno que no lo es (Castañeda, 2012).

Las primeras experiencias sexuales, que comienzan en la adolescencia para la mayoría de estos, deja la confirmación corporal del gusto y deseo por varones. Sin embargo, esto es vivido en una atmósfera de silencio y negación personal, y por supuesto social-familiar.

Este período de experimentación sexual se da en una dinámica que llamaremos la ‘Dinámica de la Reconversión’: Sexualidad clandestina/ Culpa-Arrepentimiento/ Confesión-Santidad. Dinámica que se da como un círculo vicioso, pues de la Confesión- Santidad, se vuelve a la Sexualidad Clandestina. Este ciclo puede durar muchos años.

 

Figura 1

Dinámica de la reconversión

Dinámica de la reconversión

Fuente: elaboración propia

 

Esta dinámica ocurre porque en el núcleo de las representaciones asociadas a la homosexualidad está la idea de pecado, que también es relacionada con el demonio, el diablo y el infierno. En algunos casos es considerada una enfermedad, y especialmente las familias y las iglesias presentan – además- muchos prejuicios, como que la homosexualidad es riesgosa porque se relaciona con las drogas, con la promiscuidad, con el Vih-Sida, con lo sucio; se le atribuyen cualidades de maldición y de condena.

Veamos cada una de las etapas de la Dinámica de la reconversión:

- Sexualidad clandestina: es la práctica sexual en secreto, sin información, ni guía alguna. Generalmente, en estos casos, se trata de relaciones estrictamente sexuales donde no se involucran sentimientos ni menos se considera una continuidad de la relación, pues esto implicaría asumirse como homosexual y el consecuente riesgo de que la familia se entere, dado que la mayoría vive -en esta etapa- con sus familias de origen. Es un período que va desde la experimentación (sin asumir una identidad homosexual), pasando por el uso de pornografía, hasta el reconocimiento culposo de ser gay, que no se puede permitir. Como el deseo sexual existe, es muy difícil la represión completa y allí es cuando acontecen los episodios de sexo clandestino, es decir, una experiencia de placer, considerada recaída sexual, vivenciada desde la culpa. Esto lo realizan con personas que conocen a través de internet (chat, aplicaciones) y compañeros de centros de estudios como liceos o universidades, principalmente.

- Culpa-Arrepentimiento: Luego de practicar el sexo aparece de manera automática el sentimiento de culpa y, por lo tanto, el arrepentimiento. Muchos piden perdón a Dios, detienen un tiempo el ejercicio sexual, se autocastigan de diversas formas (dejan de ver a la persona que les gusta, suspenden responsabilidades en la Iglesia), lloran mucho, oran fervientemente a Dios para pedirle y reclamarle un cambio, realizan ayuno, entre las principales prácticas de arrepentimiento.

- Confesión-Santidad: Es un período de tiempo en el que el homosexual confiesa a sus líderes espirituales que ha caído nuevamente en el pecado. Esto no ocurre ante cada recaída, pero cuando visualizan que sus deseos pecaminosos persisten sin cambio, cuentan a sus guías lo que sucede. Lo que deriva en discursos de fe en la reconversión por parte de estas personas que no solo guían, sino que también vigilan y controlan la vida del joven homosexual. “Sigue orando, hay que tener fe”; “No pierdas la esperanza en que Dios te va a cambiar”; “Dios puede hacer un milagro”; “Son pruebas, sigue adelante y si ya no hay cambio, entonces debes sacrificar la carne”. Son algunas de las frases más típicas que se expresan por parte de líderes espirituales. El joven homosexual se deja guiar, se entrega nuevamente a esta fase de santidad y de poner sus esperanzas en un cambio o (hetero) normalización de su deseo sexual. Algunas de las conductas que vemos acá son: tomar más responsabilidades en la Iglesia; pausar por un tiempo la sexualidad clandestina; buscar una pareja mujer; casarse con una mujer. En definitiva, se trata de sublimar sus deseos sexuales en otras actividades espirituales, convirtiéndose por un tiempo en un ser asexuado muy entregado a Dios, reprimiendo sus deseos homoeróticos al punto de obligarse a la heterosexualidad, hasta caer nuevamente en la sexualidad clandestina, repitiendo el círculo vicioso.

Esta dinámica acontece pues el joven homosexual evangélico atraviesa una etapa de negación de su identidad homosexual que se produce porque:

- Moralmente la homosexualidad es un pecado asociado a espíritus demoniacos que llevan al infierno y, por lo tanto, se trata de una conducta abominable, despreciable, contra el que hay que luchar.

- Culturalmente la homosexualidad no existe en sus contextos religiosos. Y si existe es negada, silenciada, discriminada o alejada de la familia o Iglesia, generando una cultura de aislamiento heterosexual.

- Discursivamente, cuando aparece la palabra “homosexual” solo hay calificaciones negativas, prejuiciosas, condenatorias y estereotipadas.

 

Fases de la experiencia homosexual evangélica

En todos los casos estudiados vemos que los gays transitan desde una etapa de negación de su vivencia homosexual, hasta la aceptación, pasando por una etapa de crisis.

 

Figura 2

Fases de la experiencia homosexual evangélica

Fases de la experiencia homosexual evangélica

Fuente: elaboración propia

 

Vamos a detallar cada etapa a continuación:

- Negación y Culpa: Por considerar que la homosexualidad es un pecado demoniaco se persiste en la idea de reconversión a la heterosexualidad. Acá es donde se da la ‘Dinámica de la reconversión’ ya descrita. Conlleva una serie de consecuencias para la vida de los jóvenes homosexuales evangélicos, siendo la principal el uso forzoso de la mentira, que deriva en una doble vida y doble personalidad. Esta existencia de permanente confusión produce una serie de consecuencias a nivel de salud mental que van alimentando una homofobia internalizada, caracterizada por la negación de sí mismo y que definiremos como un sentimiento de autodesprecio producto de sus deseos sexuales, generando una baja autoestima, la represión del deseo y la evitación homosexual. A nivel social el gay evangélico se encuentra en soledad y aislamiento, sin un grupo de pares que apoye su identidad sexual. A nivel emocional son constantes los sentimientos de vergüenza y culpa, de sufrimiento (tristeza, dolor y tormento), de miedo (ansiedad, angustia y pánico) y de frustración (impotencia y desesperación).

- Agotamiento de la fe: El homosexual evangélico puede pasar muchos años intentando cambiar su conducta a la de un heterosexual sin conseguirlo. La ‘Dinámica de la reconversión’ se satura producto de la falta de resultados. Es allí cuando la fe se ve debilitada, las creencias son puestas en sospecha y surge una crisis existencial, una crisis de sentido. Esta crisis muchas veces produce depresión de corta y larga duración; y en algunos casos conduce a la ideación, planificación e intento suicida. Sin embargo, también puede provocar la ‘Ruptura con la Iglesia y/o la fe’, total o parcial, que se puede dar de manera voluntaria o forzada (automarginación), como una forma de evitar o enfrentar la humillación pública que significa ser expuesto como homosexual ante toda la Iglesia, ya sea a modo de rumor, de burla o de manera explícita. Otros vivirán una ‘Experiencia límite de fe’, que los enfrenta al debate entre la vida y la muerte (accidente, intento suicida), que favorece la convicción de que Dios los ama tal como son, ya sea porque sienten que Dios les habla, les da un mensaje y/o logran entender que ser homosexual no es una contradicción espiritual. Se trata de una experiencia límite de sabiduría espiritual que les confirma que todo está bien con su homosexualidad.

- Renacimiento espiritual: Aquellos que no quiebran con la Iglesia o la fe en la etapa anterior y transforman sus creencias pasan a una nueva etapa de vida, ahora como homosexual cristiano-evangélico amparado en las nuevas teologías que han conocido producto del quiebre con la teología de la culpa, el castigo y el pecado. Se acercan así a las teologías inclusivas, como son la de la liberación, de la gracia y nuevos valores, como la libertad, la aceptación y el amor. Algunos incluso desean y consideran casarse por la Iglesia en algún momento. Aquellos que renuncian a la Iglesia transforman sus creencias hacia una nueva espiritualidad que generalmente consiste en la práctica de yoga, meditación, reiki; o se orientan hacia otras visiones de mundo, tales como el humanismo o el agnosticismo; o decanta en el cultivo de una o varias formas de arte. Cabe destacar que algunos de los que permanecen en la fe cristiana integran también a sus creencias las prácticas espirituales energéticas (yoga, meditación, reiki), produciéndose un sincretismo religioso o una espiritualidad mucho más holística. También están aquellos que se convierten en ateos, rechazan la religión e integran las prácticas espirituales energéticas.

Esta última etapa es similar a lo que describe Stuart (2003), quien explica que llega un momento en que se aminora el miedo patológico, la ira, la culpa y el autoodio, que por cierto ha sido motivado por la Iglesia. El proceso de desechar estos sentimientos ocurre cuando el varón homosexual logra salir de este miedo y surge allí un renacimiento, al que luego le viene un tiempo de experimentación sexual y social, como una especie de adolescencia gay que termina asentándose en relaciones estables y comprometidas. Esto es parecido a un duelo, donde dejan atrás una identidad que ya no les acomoda.

 

¿Cómo logran salir de la idea de la reconversión?

Sin duda que no es fácil para un gay nacido y criado en medio de una familia nuclear y extensa de personas evangélicas –donde hay familiares que son pastores y líderes– asumirse como tal. Romper con la cultura homofóbica es una tarea difícil y la mayoría de las veces bastante larga y tortuosa.

Sin embargo, hemos logrado identificar algunos factores que han favorecido el camino de romper con la homofobia (internalizada, eclesial y familiar).

- Tener relación con familiares apoyadores de la homosexualidad, aun cuando no se hable del tema, pero que se deje ver la aceptación de su identidad.

- Mantener relaciones con personas externas a la Iglesia, como sucede con el ingreso a la universidad, amigos, discotecas gays, trabajo. De algún modo, esto ayuda a romper con el aislamiento cultural que se produce cuando un gay ha nacido y ha sido criado en el evangelio. Pero también favorece el ser reconocido como homosexual, incluso cuando en sí mismo aún no existe esta afirmación.

- Enamorarse o tener relaciones sexoafectivas ayuda a tomar fuerza para enfrentar el momento de romper con la homofobia externa.

- La psicoterapia también puede ser un espacio de apropiación homosexual.

- Los viajes, el contacto con otras culturas y/o todo aquello que permita tomar distancia de la Iglesia y la familia ayudan y favorecen al autoconocimiento.

- Conocer y aproximarse a espacios inclusivos evangélicos, tales como un instituto teológico progresista, pastores o líderes que profesan una teología del amor y la gracia, amigos e influencers evangélicos pro-gay, iglesias y teologías inclusivas contribuyen a generar instancias que permiten cuestionar y enfrentar la homofobia.

En efecto, si consideramos las estrategias de sobrevivencia, resistencia y transformación que han utilizado las personas homosexuales que forman parte de este estudio, podemos enumerar las siguientes:

 

Figura 3

Estrategias de sobrevivencia, resistencia y transformación

 

Estrategias de sobrevivencia, resistencia y transformación

Fuente: Elaboración propia

 

 

- De conocimiento: Lecturas, a modo de Autoestudio y también guiadas, sobre temas de teologías inclusivas y estudios científicos. Esto les ha permitido dudar, sospechar sobre lo conocido, para abrirse a nuevos conocimientos favorecedores e integradores de la homosexualidad y la religión.

- Culturales: conocer la cultura gay, el carrete7 y las redes del mundo homosexual han favorecido un acercamiento que facilita el reconocimiento.

- Artísticas: algunos homosexuales han transformado sus dolores y sufrimientos por su condición sexual y religiosa haciendo arte, especialmente música y escritura. Coinciden en su deseo de educar a través del arte para que a futuras generaciones no les ocurra lo mismo que a ellos.

- Sexoafectivas: Mantener - durante algunos años - una doble vida, fue un modo de sobrevivencia. Si bien no se trata de una forma saludable, se constituye en una forma de resistencia homosexual que termina por asumirse.

Esto último se podría relacionar con lo que comenta Stuart (2003), quien elaboró los primeros trabajos de teología gay, en los que se subvierten y revierten los insultos contra homosexuales, transformando la ofensa en algo positivo, lo que llega a constituir una sabiduría gay. Se refiere al hecho que las personas homosexuales son victimizadas en el patriarcado y, sin embargo, logran sobrevivir en este, creando incluso una especie de santuario dentro del patriarcado, donde construyen sus vidas y relaciones basadas en la libertad, reciprocidad, igualdad y amor verdadero, que sería un amor más sano y cristiano que el de la persona heterosexual. Por eso se llega a decir que “el fundamento de las primeras teologías gay y lesbiana era que lo gay es bueno porque el amor es el punto de contacto entre Dios y el yo humano” (Stuart, 2003, p.44).

 

El Proceso de las Familias

A partir de algunas experiencias ya sistematizadas podemos constatar que las familias viven un proceso generalmente complejo de asumir o aceptar la condición sexual del hijo, independiente de la religión que se profese. Sin embargo, ser partícipe de una Iglesia o creencia religiosa agrega un factor que tiende a dificultar el proceso. Sabemos que puede ser un shock para las familias enterarse de la homosexualidad de un hijo, situación en la que se buscan culpables, explicaciones, y en diferentes etapas, también se busca conocer la vida del hijo homosexual. Algunos piden apoyo profesional y otros también asumen el lugar de defensa de los hijos (Del Río, 2015).

El rol que asuman las familias influirá fuertemente en la calidad de vida de los homosexuales, siendo el rechazo familiar un factor de impacto negativo en la salud mental y física de estos, mientras que una actitud de apoyo tiene efectos positivos en la autoestima, protege del abuso de sustancias y de las conductas e ideación suicida (Tomicic et al., 2021).

Lamentablemente, para la población de la diversidad sexual la relación con la familia suele ser la más difícil de afrontar y las manifestaciones de violencia homofóbica que provienen de esta tienen múltiples expresiones, llegando a constituirse en un espacio de riesgo para homosexuales, lesbianas y la diversidad sexual en general. La violencia física, psicológica y sexual son manifestaciones que ocurren dentro de las familias, entre las cuales destacan la expulsión de casa, los insultos, la indiferencia, el silencio, el acoso, entre otras (Cuba y Juárez, 2018; Orellana y Barrera, 2021).

En este estudio vemos que, así como los gays evangélicos atraviesan etapas en su proceso, las familias viven también los suyos, especialmente las madres, que suelen estar mucho más involucradas con la formación de los niños y luego jóvenes homosexuales. Cabe recordar que se trata de familias tradicionales evangélicas, y en todos los casos se trata de matrimonios con más de un hijo.

En cuanto a los padres, estos ocupan lugares secundarios en la vida de sus hijos, pero igualmente inciden en ellos sobre todo durante la niñez y juventud. En algunos casos, cuando existen crisis matrimoniales y separaciones producto de infidelidades de los padres, estos pierden autoridad moral ante el hijo homosexual. Cuando esto ocurre, favorece el asumirse como homosexual dentro de la familia. Las hermanas y hermanos también cumplen roles importantes, pero con menor impacto afectivo.

Podemos identificar al menos 3 posibles momentos por los que atraviesan las familias.

Disciplinamiento heterosexual y Negación: En todos los casos los sujetos de este estudio manifiestan su homosexualidad en la niñez a través de diferentes formas. Puede ser que le cuenten a la madre que les gusta un niño, expresan movimientos y un cuerpo afeminado, presentan gustos más típicos en las niñas, son sorprendidos en comportamientos homoeróticos y/o las familias reciben comentarios o rumores sobre sus hijos que les ponen en alerta sobre su identidad sexual.

Ante el riesgo que significaría la homosexualidad, las familias suelen dar una charla a sus hijos señalándoles que esta no es correcta, que es pecado, que no deben repetir las conductas desviadas, que es producto de una confusión típica de la edad y que deben cambiar. Esto muchas veces sucede como una intervención materna/paterna puntual, a partir de la cual las familias esperan que ocurra un cambio. Ahí muchas veces viene un período de silencio sobre la sexualidad del niño o joven. Algunos entrevistados recuerdan que sus madres se hicieron las desentendidas del tema en un intento de negación de lo que ocurría y confiadas en un eventual cambio. Puede aparecer una indiferencia a las inquietudes homosexuales del niño/joven, como si nada estuviese sucediendo.

Como se trata de una etapa de vida en que los niños están creciendo, de algún modo existe la esperanza que sea una confusión o un período de la vida sexual del niño/joven que luego va a cambiar gracias a la psicoterapia a la que son enviados o al disciplinamiento moral y religioso que muchos reciben, pues las madres suelen recordarles que es pecado, que se irán al infierno y/o les leen la biblia en pasajes castigadores y supuestamente homofóbicos. Es una etapa que se caracteriza por la promoción familiar de ser buenos cristianos y actuar coherentemente con la religión. Esto se relaciona con la presión de heterosexualidad y con el enfoque heterosexual para enfrentar la vida y las expectativas de vida de sus hijos. Se practica una educación sexista donde se comienza a “enderezar” al niño o joven de sus “comportamientos afeminados” (enseñarle a sentarse como varón, juegos de varón, entre otros).

Maltrato por insistencia: Cuando la homosexualidad del joven es evidente, ya sea por recaídas o porque abandonó parcial o temporalmente la idea del cambio, hay integrantes del grupo familiar (como las madres, padres, hermanos/as, tíos) que practican el hostigamiento, el acoso y el maltrato contra el joven, ya sea por sus recaídas o por la mantención de la práctica homosexual. Acá aparecerán los discursos insistentes de la reconversión, el “tienes que cambiar, “no te puedes dar por vencido”, “tienes que seguir luchando”, y también situaciones de violencia física, insultos, marginación, rechazo familiar, promoción de culpa y vergüenza, y expulsión de la casa de origen, entre las principales conductas homofóbicas. Es la etapa en que más se evidencia el desprecio hacia el joven a través de los discursos promotores de discriminación y reproductores de prejuicios. Es el tiempo del rechazo explícito e insistente a la homosexualidad expresada, que puede durar varios años, pues está estrechamente relacionada con los procesos que va viviendo el joven, ya descritos anteriormente.

Aceptación e Integración: Consiste en el período de tiempo en que la familia se acostumbra, acepta, integra, tolera y/o se resigna a la condición sexual del hijo. Es similar a la etapa de saturación de la reconversión del homosexual, pues la familia también se cansa, se satura de insistir y no ver resultados. Generalmente han visto el sufrimiento del hijo en sus depresiones, intentos suicidas, o en una vida de tristeza y amargura intentando cambiar sin éxito. Entonces la familia termina por aceptar la condición sexual de este. En ocasiones ayuda el hecho de que sus hijos logren metas educativas o laborales, pues consideran que esto les ofrecerá una vida digna, rompiendo así con sesgos y prejuicios con la homosexualidad. Algunas familias consiguen integrar a la pareja de su hijo, cuando este llega a formalizar una relación. Por otro lado, situaciones límite, como padres enfermos terminales o que han atravesado por crisis personales (divorcios) han favorecido la reconciliación con sus hijos.

 

La Iglesia

En el caso de las iglesias podemos ver que no existe un proceso cuando se deben enfrentar a un joven homosexual. Lo que se evidencia es que existe un sistema de adoctrinamiento e ideología heterosexual que es reforzado con cualquier persona que manifieste deseos homoeróticos.

La cultura de la Iglesia es definida por los entrevistados como un espacio aislado del mundo, que impide o dificulta la integración de lo religioso y la homosexualidad. Este sería el escenario religioso en el que transcurre la experiencia del joven homosexual evangélico.

Luego, podemos identificar 2 dimensiones en cuanto a lo que acontece con las iglesias: la Ideología y los Métodos de Disciplinamiento (control y castigo).

 

Ideología

La existencia de una ideología de la reconversión es construida en base a creencias, valores, discursos y conductas que se espera los fieles reproduzcan en el ámbito de su sexualidad. Esto les hará buenos cristianos, merecedores del cielo. La creencia es que la homosexualidad es pecado y la heterosexualidad lo correcto. Por ello, quien sea homosexual, debe cambiar y hacerse heterosexual, que es lo correcto. Se trabaja en el cambio con oración, ayuno, ungimientos y ritos específicos llamados “liberación”.

Además de estas prácticas espirituales que el joven homosexual debe realizar, la Iglesia le indica que debe ser obediente, reprimir sus deseos y sentimientos, que no sería otra cosa que des-sexualizarse o sacrificar su deseo. También se usa la amenaza espiritual sobre el infierno, en caso de persistir en el pecado.

En ningún caso existe una explicación de por qué la homosexualidad sería un pecado. Es una afirmación sin cuestionamientos. Simplemente es un pecado abominable.

Métodos de Disciplinamiento, Control y Castigo

- Mensajes al celular a cualquier horario para orar.

- Siempre que viaje a otros lados, deberá informar sobre su trabajo de reconversión a autoridades religiosas.

- Retiros espirituales de reconversión y catarsis.

- Prohibiciones de hablar con personas consideradas de riesgo homosexual.

- Espacios grupales de apoyo emocional, control y acoso en momentos de crisis y riesgo de ruptura con la fe.

- Manipulación e instrucción espiritual (te casas, amplía tus amistades, conoce a mujeres).

Durante el período en el que el sujeto intenta cambiar su conducta o cuando tiene crisis de fe en la reconversión y/o abandona la lucha por el cambio se expresa el castigo de su comunidad de fe, que devela la homofobia religiosa, institucional y simbólica. Acá se dejan ver castigos de tres tipos: personal, familiar y político-simbólico.

A) Los castigos personales son aquellos dirigidos al gay. Las conductas más comunes son:

- Uso del rumor y la burla para producir un sentimiento de vergüenza y humillación.

- Difamación en redes sociales con el fin de desprestigiar.

- Despojo social, que consiste en el abandono social, desprecio, rechazo e indiferencia hacia el gay evangélico. Esto considera el acto de hacer desaparecer cualquier registro histórico de la participación de este en diferentes actividades (eliminar videos de internet del grupo musical del cual era parte, quitarle derechos de autor de canciones creadas por el mismo).

- Acoso en espacios laborales (que incluyen acudir al trabajo para amenazar o presionar por mensaje de celular para insistir que vuelva a la Iglesia).

- Expulsión de la Iglesia cuando el sujeto renuncia al cambio de conducta exigida.

B) Los castigos a las familias son aquellos que consisten en criticar, presionar, culpar y sancionar a las familias que terminan por apoyar a su hijo.

C) Los castigos político-simbólicos son aquellos dirigidos a una masa cristiana y no necesariamente con un sujeto específico de la discriminación con el fin de promover un discurso de rechazo, odio y/o desprecio en contra de la homosexualidad y los homosexuales. Acá lo que se observa es:

- Promoción de discursos de odio por internet.

- Difusión y promoción de terapias de reconversión.

- Amenazas criminales de quemar iglesias que son inclusivas.

- Activismo antiderechos con personajes públicos en contra de la homosexualidad.

- Oraciones de odio que piden la muerte y destrucción de homosexuales.

En definitiva, en las iglesias no hay un proceso o tránsito de reflexión sobre la homosexualidad. Solo vemos un régimen disciplinar producto de afirmaciones estrictamente heterosexuales a la espera de que el homosexual se adapte y cambie. Si no hay cambio de conducta o el joven renuncia a esta exigencia es expulsado.

Por otro lado, y gracias a la información entregada por uno de los entrevistados, podemos constatar la existencia de iglesias y organizaciones independientes vinculadas a iglesias que cuentan con un sistema complejo de terapias reparativas de la homosexualidad. Se caracterizan por tener Ministerios dedicados a la reconversión, con cursos específicos para el trabajo heterosexualizante, con un lenguaje propio, organizaciones y personas que son autoridades de los procesos de reconversión. Es decir, cuentan con instituciones, métodos, lenguaje, teorías y referentes teóricos, organizaciones, normas de comportamiento, métodos terapéuticos con abordaje de temas que tradicionalmente son tabú para la Iglesia, como la sexualidad, específicamente homosexualidad y abuso sexual infantil.

 

Conclusiones

Asumir la existencia del homosexual evangélico implica un duelo para el sujeto y para su familia, pues pasan por las etapas más típicas y generales de un duelo: negación, sufrimiento y aceptación. Es el duelo de la heterosexualidad, pero también la posibilidad de hacer un duelo de la homofobia, para una posterior apertura al mundo gay. Sobre todo cuando se trata de familias de tradición evangélica que poco o nada conocen sobre la vida de un homosexual y por lo tanto, suele estar cargada de prejuicios y estereotipos.

El homosexual evangélico enfrenta un tiempo de sufrimiento probablemente más largo o complejo que un homosexual no religioso. La principal barrera que tiene para aceptarse es la representación que existe sobre la homosexualidad como pecado demoniaco, constituida sobre una moral religiosa homofóbica. Para poder aceptarse, requiere romper con la teología de la culpa, que estigmatiza la homosexualidad, poniéndola como un pecado de categoría superior y más grave que otros pecados, como el adulterio, la mentira, la avaricia, la violación o la arrogancia, que son los pecados de Sodoma, como ha sido investigado. No obstante, los 8 entrevistados lograron romper con esta barrera cultural gracias a que se abrieron a conocer otros mundos: teologías inclusivas, arte, cultura gay, amigos/as, lecturas y conocimientos que les permitieron comprenderse desde un lugar amoroso consigo mismos. De algún modo, son expulsados del infierno, es decir, de un mundo que los desprecia y exilia, para renacer como gays que se aceptan a sí mismos, muchas veces vinculado al conocimiento de la teología de la gracia.

Las familias sufren también un período de rechazo explícito e insistente. Provocan tanto sufrimiento en sus hijos, que varios de ellos generan depresiones e intentos suicidas. Y si bien para las familias es un proceso complejo y doloroso, en todos los casos estudiados estas llegan a una etapa de integración del hijo homosexual.

Esto nos permite relacionar la aceptación del varón homosexual con la aceptación familiar. En la medida que el gay evangélico se acepta y mientras antes lo haga, la familia también irá aceptando su condición. Teológicamente podemos afirmar que este se acepta cuando logra entender que Dios le ama así como es, o cuando se retira del mundo de la fe y se acepta a sí mismo porque abandona el lenguaje religioso. El amor hacia uno mismo parece ser la única opción frente a la creencia en un dios sádico (Stuart, 2003). Podemos ver acá que se da un proceso de influencia social, que ejerce el joven hacia su familia (Moscovici, 1996).

Quienes tienen la tarea más difícil son las iglesias, pues tienen ideas dogmáticas sobre la homosexualidad que se convierten en fundamentalismos religiosos (Céspedes, 2019). No existen argumentos sólidos para rechazar la homosexualidad. Simplemente es una afirmación básica y sencilla que se repite una y otra vez: La homosexualidad es pecado, relacionada con el demonio y que te llevará al infierno. Se trabaja en la heterosexualización de la vida y se desarrollan sistemas, ritos, mensajes y comportamientos para reconvertir al homosexual, pero no hay reflexión, ni explicación, ni conocimientos fundados y consistentes sobre las razones del rechazo al homosexual. Por eso, cuando los jóvenes comienzan a buscar otros conocimientos en la teología logran salir de la culpa y terminan por aceptarse. Encuentran información fidedigna y coherente que incluso, en algunos casos, reafirma su fe religiosa. En palabras de McNeill (citado en Stuart, 2003), la misión profética de gays y lesbianas está en guiar a la Iglesia para que vuelva a integrar lo sexual como caminos que acercan a Dios y redescubrir la parte lúdica del sexo. Por ello, nos atrevemos a inferir que las iglesias que mantengan el rechazo a la homosexualidad irán perdiendo adeptos. Si mientras el mundo se abre a la integración de la diversidad sexual, la iglesia se cierra, tarde o temprano esto les afectará. Es probable que las iglesias que más prosperen sean aquellas que integren a homosexuales y personas del mundo de la diversidad sexual ofreciendo un espacio de desarrollo espiritual. Como lo señala Johnson, la liberación gay es necesaria para la liberación de la Iglesia y una mejor práctica del evangelio (citado en Stuart, 2003), y si es con prácticas de sincretismo religioso pareciera ser que tendría mayor éxito. Se puede inferir el nacimiento de una incipiente espiritualidad gay que practica la integración de ideas religiosas y místicas de diferentes culturas.

En definitiva, constatamos que los homosexuales evangélicos han ejercido influencia en sus familias y más lentamente en las iglesias, cuestión que será abordada en un artículo posterior. En la medida que sean más visibles los aportes de homosexuales evangélicos o cristianos en el mundo religioso, de manera autónoma y consistente, es probable que consigan un mayor impacto social contranormativo. El conflicto está expresado -condición necesaria para que haya influencia social- y ha provocado incertidumbre y ambigüedad en las mayorías visibles fundamentalistas y homofóbicas (Moscovici, 1996). El cambio se asoma, se deja ver en la experiencia de estos 8 gays evangélicos que abren camino a una nueva religiosidad o espiritualidad gay.

 

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1 Los resultados de esta investigación son parte del Proyecto Fondecyt Postdoctorado 3200836 financiado por ANID-CHILE.

2 Para efectos de este artículo, usaremos la palabra homosexual y gay para referirnos al varón homosexual. Cuando hablemos de mujeres homosexuales, usaremos la palabra lesbiana.

3 Pastoral de la diversidad sexual de la Iglesia Evangélica Luterana. Más tarde, ha aparecido también la Pastoral Libres por Gracia de la Iglesia Evangélica Luterana La Trinidad, una comunidad de fe independiente.

4 “6) ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios”. (Reina Varela, 1960, Corintios, 9:10).

5 “24) Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 25) ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. 26) Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aún sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza; 27) Y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismo la retribución debida a su extravío.” (Reina Varela, 1960, Romanos, 1:24-27).

6 Citamos textual del autor, sin embargo, vale la pena destacar que lo correcto – en la actualidad- es decir explotación sexual infantil y no prostitución infantil.

7 Se refiere a la fiesta, al espacio donde hay música, baile, conversación, encuentro con personas conocidas y desconocidas. Son instancias de esparcimiento, de alegría, de encuentro social distendido, generalmente con consumo de alcohol y muchas veces uso de drogas.