La adversidad y sus consecuencias psicosociales, comunitarias y exclusión social

Adversity and its psychosocial, community and social exclusion consequences

Fecha recepción: diciembre 2022 / Fecha aceptación: marzo 2023

DOI: https://doi.org/10.51188/rrts.num29.701

ISSN en línea 0719-7721 / Licencia CC BY 4.0.

RUMBOS TS, año XVIII, Nº 29, 2023. pp. 117-138

RumbosTS

 

 

Carolina Alzugaray Ponce

Académica Facultad de Ciencia Sociales,
Escuela de Psicología, Universidad Santo Tomás Chile

Doctora en Psicología Social, Psicóloga, Universidad de la Frontera.

Av. Prat 879, Concepción, Chile. 4030000.

Mailcarolinaalzugaray@santototomas.cl OrcID https://orcid.org/0000-0001-5387-4623

 

Andrea Fuentes Aguilar

Académica de Trabajo Social, Universidad San Sebastián-Chile, doctoranda en Psicología Social Comunitaria, Universidad Iberoamericana de México, Magíster en Investigación Social y Desarrollo, Universidad de Concepción,

Trabajadora Social, Universidad Santo Tomás.

Lientur 1457, Concepción, Chile. 4030000.

Mailandrea.fuentes@uss.cl OrcID https://orcid.org/0000-0002-8354-3398

 

Loreto Villagrán Valenzuela

Académica facultad de Ciencias Sociales, departamento de Psicología,
Universidad de Concepción.

Doctora en Piscología Social, Universidad Autónoma de Madrid.

Víctor Lamas 1290, Concepción, Chile. 4030000.

Maillorevillagran@udec.cl OrcID https://orcid.org/0000-0002-6700-0369

 

Rodrigo Moraga Torres

Psicólogo, Universidad de Concepción, Chile.

Mailrmoraga2018@udec.cl OrcID https://orcid.org/0000-0001-9084-5346

 

Resumen

El presente artículo tiene como objetivo analizar la comprensión de los contextos de adversidad y sus consecuencias psicosociales en profesionales inmersos en estos escenarios. El estudio se abordó desde una metodología cualitativa logrando recopilar el relato de siete profesionales Psicólogos y Trabajadores Sociales con experiencia en conflictos armados y víctimas de violencia política en Chile, Colombia, Palestina y España. Se realizó un análisis de contenido cuyos resultados muestran la emergencia de categorías que presentan como principales características de los contextos de adversidad la violencia, crisis familiares, la exclusión social, y los factores de riesgo de la niñez y adolescencia. Las categorías emergentes muestran efectos a nivel individual, con un impacto negativo en la salud y estrategias de afrontamiento de acercamiento-evitación, y a nivel colectivo, con desconfianza en relaciones interpersonales y perpetuación del contexto de exclusión. Se discute la importancia del abordaje de estas consecuencias individuales y colectivas, en especial de la exclusión, que deberían ser abordadas de manera diferenciada por la intervención desde la Psicología Social Comunitaria.

Palabras clave

adversidad; violencia; factores de riesgo; afrontamiento; exclusión social

 

Abstract

This article provides a framework of understanding about adversity and consequences at the psychosocial, community and social exclusion levels, an important relationship in the approach to the social phenomena that are faced in the intervention from the community social psychology. The study was approached from a qualitative methodology, managing to compile the report of seven professional Psychologists and Social Workers with experience in armed conflicts and victims of political violence in Chile, Colombia, Palestine and Spain. The analysis was of content and was carried out with the use of the atlas ti software. Among its main results, different types of adversities are recognized at the individual and collective level and their consequences at the level of family relationships, health and social exclusion.

Keywords

adversity; violence; risk factors; coping; social exclusion

 

Introducción

Las comunidades humanas pueden verse afectadas por distintos tipos de adversidades que van desde las catástrofes a la violencia colectiva o la desigualdad social (Alzugaray, 2019; Leiva-Bianchi et al., 2018). Al respecto, numerosos estudios plantean que vivir este tipo de experiencias tiene efectos negativos a nivel individual, tales como el desarrollo de sintomatología ansiosa y depresiva, malestar y peor calidad de vida (Morgan et al., 2022). También se ha reportado que en las comunidades afectadas se puede dar el debilitamiento de las relaciones interpersonales y sentido de comunidad (Bonanno et al., 2010), rompimiento del tejido social, del liderazgo y la cohesión y disminución de la participación de las comunidades afectadas (Barrales et al., 2013). En este artículo se analizan los escenarios de adversidad o desastres provocados por la violencia, que ha sido descrito como el hecho más traumático y destructivo al que se ha enfrentado el ser humano, y como uno de los principales problemas de salud pública al que se enfrentan los gobiernos (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2002).

Dentro de la distinción que realiza la OMS de la violencia, se encuentra la violencia colectiva, que incluye la guerra, los conflictos violentos, los distintos tipos de terrorismo y la violencia que ejerce el Estado a través de diferentes grupos institucionales (OMS, 2002). También se distingue la violencia política, como el uso intencional de la fuerza por grupos organizados contra un grupo o comunidad, con el fin de apoyar ciertos fines políticos y que tiene como resultado la muerte o el daño físico o psicológico de una persona (de la Corte et al., 2006). De acuerdo con estos autores, este tipo de violencia sería la expresión de conflictos sociales sobre necesidades, intereses básicos o valores, respondiendo a intereses colectivos. Otra forma de violencia colectiva consiste en la práctica del terrorismo, el que se configura como una guerra asimétrica o conflicto donde un grupo organizado, que carece de fuerza militar convencional y de poder económico, busca atacar al gobierno y/o la sociedad considerados como enemigos. Su objetivo sería alcanzar metas políticas a través del terror o pánico en la población (Chomsky, 2004) y su origen sería grupal relacionado a condiciones macrosociales (pobreza, clase social, etc.). (Atran, 2003; Pape, 2006; de la Corte y Giménez-Salinas, 2010).

Una forma de violencia poco abordada como tal es la Exclusión Social. Esta corresponde a un proceso multidimensional que combina la privación material, insuficiente acceso a los derechos sociales, baja participación social y ausencia de integración normativa (Jehoel-Gijsbers y Vrooman, 2007). Incluye aspectos materiales (dimensión distributiva) y no materiales (dimensión relacional), con causas que también estarían en un nivel colectivo, pero que generan respuestas o consecuencias individuales (Jehoel-Gijsbers y Vrooman, 2007). Para Castells (2001), correspondería a un “proceso por el cual a ciertos individuos y grupos se les impide sistemáticamente el acceso a posiciones que les permitirían una subsistencia autónoma dentro de los niveles sociales determinados por las instituciones y valores en un contexto dado…” (p. 98). Desde una mirada psicosocial, Eck y Riva (2016) definen la exclusión como la experiencia de alejamiento de los otros tanto en el ámbito físico como en el emocional, donde se vivencian dos experiencias centrales: el rechazo social (explicitar que alguien no es deseado) y el ostracismo (ser ignorado); asimismo, identifican otros tipos de exclusión social, como la discriminación, el aislamiento social y la deshumanización. Morales y Bustillos (2009) explican que la experiencia sostenida de vivir exclusión desencadenaría sentimientos de injusticia, de humillación o de agravio, los que combinados con la indiferencia institucional operarían como un eje en torno al que se gestan posteriores reacciones agresivas y el deseo de venganza de los afectados.

Dunbar y Blanco (2014), al hacer una revisión de los elementos relacionados con la violencia, encontraron que además de los factores individuales que podrían determinar actos violentos, en las situaciones o contextos donde esta se desencadena se presentarían ciertos elementos comunes: pobreza, segregación étnica, exclusión social, género, creencias religiosas, movimientos sociales, conflictos etnopolíticos, medios de comunicación, estructura y clima familiar, ideología, pertenencia grupal (pares y violencias), cultura, clases sociales y redes sociales. De acuerdo con esto, distintas investigaciones han documentado los efectos de vivir contextos de violencia y exclusión social. En adultos se han encontrado consecuencias negativas, tanto a nivel psicológico como social (Bilbao et al., 2011). A corto plazo, los estudios en torno a la violencia muestran el desarrollo de afectividad negativa, intenciones y conductas antisociales y devaluación relacional (Wesselmann et al., 2016). Otros resultados muestran que, en diferentes grupos excluidos socialmente, tales como los grupos indígenas (Espinoza et al., 2021), migrantes (López, 2022) y mujeres (Ropert et al., 2021; Damonti y Amigot, 2020), la exclusión social opera como un factor de riesgo o de vulnerabilidad para vivir victimización (Bernstein, 2016; Vásquez et al., 2021). Las situaciones de exclusión social crónica o la experiencia de ser apartado de otros física y emocionalmente por un periodo de tiempo prolongado, así como la estigmatización social, se han asociado a altos niveles de emociones negativas y alienación, no valía, desesperanza y depresión (Stuber et al., 2008). Experiencias persistentes o prolongadas de exclusión social se relacionan con consecuencias negativas a largo plazo, tales como depresión, aislamiento social y ansiedad (Bierman, 2004; Rubin et al., 2006).

En el caso de las niñas y niños, también se ha demostrado que el quiebre de sus relaciones sociales puede iniciar un ciclo negativo. Esto ya había sido planteado por Martín-Baró (1994), en el contexto de guerra en El Salvador, sobre el impacto psicosocial de la guerra en las niñas y niños. Existe una gran cantidad de evidencia que muestra cómo la exclusión social y la violencia se relaciona con el aislamiento social y consecuencias negativas en niñas y niños y adolescentes (Cimen, 2022; Fowler et al., 2009; Hillis et al., 2017). Además, en jóvenes de nivel socio económico bajo, al verse amenazadas las conexiones con los demás, se producen respuestas psicológicas y físicas negativas (Mac Donald y Jensen-Campbell, 2011). En niños y niñas, e incluso adultos que pertenecen a etnias (Hiner y González, 2022), o tienen diferentes orientaciones de género o sexual (Madrigal-Borloz, 2021), los resultados muestran el impacto negativo de la exclusión social, donde las restricciones en el acceso a recursos perpetuarían los estereotipos, prejuicios, discriminación (Pal, 2015).

Es importante destacar que la gravedad de las consecuencias de la violencia y exclusión dependen de la respuesta del Estado, el nivel de impunidad de los hechos, las amenazas a las víctimas o familiares, el grado de apoyo social o institucional con que se cuente (Beristain, 2007). Por otra parte, también se ha encontrado que los grupos y los individuos pueden responder activamente para afrontar y defender su autoestima individual y colectiva frente a la exclusión, el estigma y la desigualdad social (Bobowik et al., 2014; Magallanes et al., 2014). Los resultados de algunos estudios muestran que alrededor de 2/3 de personas expuestas a eventos estresantes reportan cambios personales y sociales positivos (Helgeson et al., 2006; Prati y Pietrantoni, 2009) y que estos cambios o reacciones positivas también pueden darse a nivel colectivo y comunitario (Bonanno et al., 2010; Reyes et al., 2021). En infancia también se ha encontrado que las experiencias sociales positivas son importantes para un sano bienestar emocional (Lee et al., 2013). De lo contrario, se produce una incapacidad de manejar las experiencias, de afrontar la pérdida de conexiones sociales, manejar relaciones afiliativas o involucrarse en conductas retaliativas agresivas para restablecer el control (Warburton et al., 2006).

En consecuencia, cabe preguntarse si el tipo de experiencias adversas asociadas a contextos de exclusión social, observadas en escenarios como la guerra, conflictos políticos e infancia vulnerada, producen consecuencias distintivas a nivel individual y psicosocial o comunitario. Además, se buscó conocer las estrategias de afrontamiento visualizadas en estos contextos, las que podrían ser la base para el desarrollo de respuestas positivas y adaptativas tanto individuales como colectivas.

 

Metodología

Se trata de un estudio de carácter cualitativo cuyo objetivo fue analizar los tipos de adversidades y sus consecuencias en contextos de exclusión social, a partir de la experiencia de profesionales que trabajan en contextos de infancia gravemente vulnerada, conflictos armados y violencia política. Los objetivos específicos establecidos fueron: Identificar el tipo de adversidad presente en la intervención de los profesionales; Identificar el tipo de consecuencia reconocida por los profesionales; Analizar los tipos de adversidad en relación con las consecuencia y manifestaciones en los distintos ámbitos de intervención.

La técnica utilizada fue la entrevista en profundidad semiestructurada de carácter individual. Se entrevistó a siete profesionales del área de las Ciencias Sociales, con experiencia en contextos de vulnerabilidad y exclusión social: 4 de ellos con experiencia de trabajo con infancia gravemente vulnerada en sus derechos, 2 con experiencia en conflictos armados y 1 víctima de violencia política; sus experiencias abarcan a países como Chile, Colombia, Palestina y España. Se calcula una media de 14 años de trabajo en instituciones, principalmente estatales y ONGs (ver tabla 1). El muestreo fue por conveniencia según el área de trabajo y la accesibilidad a los participantes.

 

Tabla 1

Características sociodemográficas y profesionales de la muestra

P

Sexo

Años

Área

Tipo Institución

Ocupación

Formación

País

A

F

10

Infancia Vulnerada

Fundación sin fines de lucro

Trabajadora Social

Servicio Social

Chile

B

M

10

Infancia Vulnerada

ONG/Estatal/Académica

Profesor Universitario, Investigador

Psicólogo, doctor en psicología

Chile

C

M

6

Infancia Vulnerada, comunidades vulnerables

ONG y SENAME

Psicólogo, coordinador.

Psicólogo

Chile

D

M

20

Infancia y violencia política

Académica

Profesor Universitario, Investigador

Psicólogo, doctor en psicología

Palestina

F

M

9

Infancia vulnerada

Servicio de menores de Diputación

Educador Social

Educador social, máster en investigación

España/Marruecos

G

M

30

Catástrofes y Violencia política

ONG

Experto Internacional

Médico, doctor en Psicología

Latinoamérica/África

H

M

30

Violencia política

Académica

Profesor Universitario

Licenciado

España

 

Las entrevistas se estructuraron según un guion previo (adaptado al perfil laboral de cada participante) que agrupaba los elementos centrales de este estudio. Se partió de un guion semiestructurado, organizado en torno a las grandes macro-categorías de este estudio, las que fueron: tipos de adversidad y consecuencia de las adversidades.

Las entrevistas duraron entre 40 y 90 minutos y fueron llevadas a cabo siempre por la misma entrevistadora, la que cuenta con formación en Psicología. Cinco fueron cara a cara y dos por videoconferencia a través de la plataforma Skype. Fueron grabadas y posteriormente transcritas.

Todas las personas fueron informadas del propósito del estudio, accediendo a que las entrevistas fueran grabadas. Así mismo, toda la información personal que pudiera ser identificable, fue eliminada de la transcripción (nombres, lugares, fechas).

 

Análisis y resultados

Para la creación del sistema de categorías, se tuvo en cuenta la revisión teórica sobre el conjunto de los dos grandes temas o macro categorías (tipo y consecuencia de adversidades). En base a estas macro categorías se crearon varios borradores a través de los cuales dos expertas, mediante la discusión inter-jueces, fueron creando el sistema de categorías y subcategorías. En caso de desacuerdo este se resolvía con la intervención de un tercer juez que dirimía. Desde las macro categorías se hicieron varias pruebas para comprobar el sistema de categorías y su adecuación al texto de las narraciones. Se decidió llevar a cabo un análisis de contenido utilizando el software Atlas.ti. En la Tabla 2 se presentan la interpretación de los relatos agrupados en las categorías establecidas.

 

Tabla 2

Principales categorías en torno a las adversidades y sus consecuencias

Macro-Categorías

Categorías

Subcategorías

1. TIPO
DE ADVERSIDAD

I.1 Violencia

I.1.1 colectiva

I.1.2 interpersonal

I.2 Ámbito familiar

I.2.1 muertes

I.2.2 abandono

I.2.3 quiebre relaciones familiares

I.3 Factores de riesgo

I.4 Exclusión social

I.4.1 drogas

I.4.2 pobreza

I.4.3 discriminación

I.4.4 marginación

2. CONSECUENCIA ADVERSIDADES

II.1 Impacto en la salud y relaciones familiares

II.1.1 salud física

II.1.2 salud mental

II.1.3 desarrollo psicosocial

II.1.4 desestructuración relaciones familiares

II.2 Impacto en la comunidad

II.2.1 quiebre bases comunitarias

II.2.2 pérdida de confianza social

II.2.3 pérdida confianza comunitaria

II.3 Exclusión social

II.3.1 pérdida de territorio

II.3.2 estigmatización

II.3.3 identidad étnico cultural

II.4 Afrontamiento

II.4.1 evitación

II.4.2 aproximación

 

Tipos de adversidades reconocidas

En esta macro-categoría se hace referencia a las adversidades, traumas, condiciones y/o situaciones de dificultad que han experimentado las personas o colectivos con los que han trabajado los entrevistados; se identifican situaciones de adversidad clasificadas en cuatro subcategorías:

 

a) Violencia

En el primer nivel se aprecia en el relato de las y los entrevistados el reconocimiento de la violencia a nivel interpersonal y a nivel colectivo, esta última referida principalmente a conflictos armados, guerras y violencia política. Por su parte, dentro de la violencia interpersonal, aparecieron relatos en que las y los entrevistados desarrollaron intervenciones en temáticas de violencia intrafamiliar, maltrato, abuso sexual y riñas.

El 23 de octubre de 1980 mi padre fue secuestrado y asesinado por un grupo terrorista, una escisión de ETA, una escisión filo anarquista que se llamaban los comandos autónomos anticapitalistas; entonces, bueno pues dejo viuda y 7 hijos, y el del medio, el cuarto era yo (…). (Entrevista H)

Aprendían a resolver los conflictos como lo resolvían los adultos, con gritos, maltratos, golpes, es como la ley del más fuerte dentro de la comunidad y esto hacía que los patrones se reprodujeran con los padres, compañeros de curso, los llamaban del colegio porque estaban peleando o se juntaban en la noche y generaban este tema de las pandillas contra los bandos contrarios. (Entrevista C)

 

b) Adversidades a nivel familiar

Por otro lado, las y los entrevistados reconocen adversidades del tipo crisis o quiebres familiares. Dentro de ellas se incorpora eventos como: muerte de familiares, especialmente en situaciones de conflicto armado; abandono (físico y/o psicológico) de uno o ambos progenitores, o del niño/a o adolescente debido a desplazamiento y; quiebre de relaciones familiares tales como divorcios.

Voy a hablar de mí propia familia, la persona que perdió 7 miembros de su familia, es decir, perdió un hijo, la nuera y dos hijos y dos nietos y perdió un hijo (…).(Entrevista D)

Ahora, el tema de adversidades a nivel individual que van ligadas con las familiares yo creo tienen que ver con el nacer muchas veces en una familia o no nacer derechamente con una familia, no hay ningún referente que te proteja o que considere un poco que necesitas protección. (Entrevista A)

El estigma familiar, también, muchas veces las familias víctimas son estigmatizadas, acosadas, porque si mataron a un familiar resulta que la familia está implicada o puede ser, es guerrillera, o sea hay un acoso, un estigma, por ejemplo, en Guatemala. Víctimas de la guerra que fueron estigmatizadas por ser viudas ¿No? Seguramente su marido tal y cual ¿No? Y bueno, las consecuencias que todo eso tiene en el ámbito de las relaciones familiares, el silencio. (Entrevista G)

 

c) Factores de riesgo

Las y los entrevistadas coincidieron en identificar, entre otros factores de riesgo, aquellas condiciones que dificultan un desarrollo saludable en diferentes niveles (individual, relacional, comunitario) como elementos que vulneran a la población infanto-juvenil. Entre ellos, señalan como relevantes el fracaso escolar, el consumo de drogas, las conductas transgresoras (cometer delitos o conductas antisociales), el contexto violento y la falta de oportunidades.

Sí. Sobre todo cuando abandonan de forma voluntaria y no autorizada, ahí sí que suelen cometer delitos, algunos delitos menores, pero suelen cometer delitos en el transcurso de la escuela al centro, al moverse con mayor libertad hay mayor riesgo que cometan delitos. (Entrevista F)

Sí, yo creo que se da desde temprana edad un abandono físico, conducta de calle, carencia de necesidades básicas cubiertas, problemas de alimentación en general, de desarrollo físico también, en los casos más extremas. (Entrevista A)

 

d) Exclusión social

El grupo de profesionales identificó, a nivel individual, elementos relacionados con la exclusión, tales como las drogas (consumo, tráfico y/o microtráfico), el nivel socio económico, la edad y/o género, así como vivir discriminación por su pertenencia grupal asociada a alguna etnia.

Un elemento compartido, que aparece en los relatos, es que tanto a nivel individual como colectivo se encuentra la pobreza, evidenciada por la falta de empleo (ingresos) y hacinamiento de las viviendas.

A nivel colectivo se menciona que la exclusión social estaría dada por la impunidad institucional en casos de violaciones de derechos humanos, victimización secundaria y marginación espacial.

(…) y entonces, imagínate en una casa de 200 metros. Encuentras 70, 80 personas viviendo ahí para ayudarse un poco, para cooperar el trauma que tienen porque perdió la casa, ha perdido alguno de los hijos o igual tienen los hijos heridos o no tienen comida. (Entrevista D)

La falta de oportunidades en ambas partes. Luchar contra el prejuicio, la primera parte donde trabajé, si los chicos decían que si vivían en determinada población los iban a marginar, se sentían estigmatizados (…). (Entrevista C)

(…) económica, de acceso a redes en general súper coartados en cuanto a la red de salud, educación, vivienda, condiciones dignas, es complejo de partida porque tu naces en un ambiente que está como marcado por eso entonces la adversidad desde lo comunitario también se puede ver de los sectores donde viven los chicos que están marcados por el tráfico, que no hay trabajo, la cesantía, por esto de vivir constantemente con los fondos, también del gobierno, de los subsidios, esperando eso con vivir mucha gente en una casa, todo eso como a nivel comunitario. (Entrevista C)

(…) muchas de las comunidades de las que hablamos son comunidades excluidas social y políticamente, o sea no pintan nada los Estados, son Estados elitistas en los cuales estas poblaciones son consideradas marginales, subsidiarias, etc. Y mucha gente vive, por una parte, al margen de las instituciones, o al margen del Estado o golpeada por el Estado, o igual, el único contacto que tienen es con la policía o con el sistema carcelario, eso es para ellos la institución ¿no? (Entrevista G)

 

Consecuencia de las adversidades

A nivel general, las adversidades anteriormente señaladas generan un impacto a nivel de salud; específicamente, producen una alteración o deterioro del estado de salud tanto física como mental, así como afectaciones al desarrollo psicosocial, a nivel intelectual, emocional y /o relacional. Asimismo, se ha considerado la desestructuración de las relaciones familiares. En los relatos se reconocen consecuencias especificas en: Salud física: relacionada a la presencia de enfermedades cuyas consecuencias se agravan dependiendo las condiciones del contexto; Salud mental: ligados principalmente a trastornos emocionales vinculares; Desarrollo psicosocial: precariedad para generar espacios de esparcimientos y estimular el desarrollo sociocultural; por último, la Desestructuración de relaciones familiares: relacionada al conflicto armado u otros impulsores psicosociales, como la marginación.

 

Impacto en la salud y relaciones familiares

En torno a la salud física, los relatos de las y los profesionales señalan la presencia de enfermedades cuyas consecuencias se agravarían dependiendo de las condiciones del contexto.

Las consecuencias para la salud mental mencionadas por las/los entrevistados se refieren, especialmente, a aquellos casos de abuso y maltrato en la infancia (violencia interpersonal). Muchos jóvenes que se han visto involucrados en situaciones violentas han sido ellos víctimas de maltrato y han aprendido a resolver de esa forma sus conflictos. Esto, a su vez, lleva a que los jóvenes sean marginados, especialmente por instituciones tales como la policía y la escuela, siendo de antemano etiquetados y estigmatizados.

A nivel familiar, las adversidades se agruparían en muerte de seres queridos y abandono, tanto de padres a hijos como de hijos a sus familias de origen, en especial en el caso de las migraciones, los desplazamientos forzados y el reclutamientos para la guerra. A su vez, se encuentra el quiebre de las relaciones familiares, lo que puede estar dado por lo anteriormente mencionado, o bien por la existencia de conflictos irreconciliables dentro de la familia.

Ahora, el tema de adversidades a nivel individual que van ligadas con las familiares, yo creo tienen que ver con el nacer muchas veces en una familia o no nacer derechamente con una familia, no hay ningún referente que te proteja o que considere un poco que necesitas protección. (Entrevista A)

Dentro de las consecuencias de dichas adversidades se puede apreciar que las muertes (en su mayoría asociada a situaciones de violencia colectiva) generan un mayor número de consecuencias a nivel de salud y desarrollo.

(…) y también a nivel de trastornos, de conducta, que se ven mucho, trastornos emocionales, depresión, intentos de suicidio, conductas autoagresivas, en general con hartos diagnósticos de salud mental, y para qué decir los hiperactivos y con déficit atencional, esos todos lo tienen en su diagnóstico, pero yo lo veo más, siempre lo vemos acá como trastornos más ligados a lo emocional, a lo vincular, lo que pasa por ahí, lo otro es síntoma de algo que tiene un trasfondo más profundo. (Entrevista A)

Asimismo, las y los entrevistados señalan que esta adversidad se asocia a afrontamiento de aproximación, como la búsqueda de respuestas, soluciones y formas de movilización; igualmente se asocia con estrategias de evitación, como una forma de lidiar con la pérdida de seres queridos o bien como forma de supervivencia cuando se ve amenazada la propia existencia.

Hay gente, por ejemplo, hay un profesor de la universidad de la facultad de económicas, ha perdido toda la familia. Toda la familia, de verdad yo le veo deteriorado físicamente pero psicológicamente no, la semana pasada creo que el jueves estuvimos hablando y prácticamente nada, bromeaba con nosotros y tal. Sabemos que por dentro está dolido y tal, pero siguió dando sus clases, yo pregunté hasta a sus alumnos ¿Qué tal da las clases? Y nos dijeron bien, perfectamente, sin ningún problema; si para las clases, ¿si él menciona algo de su familia? Pero no. No habla de su familia, solo habla de los estudios, del tema que él está impartiendo y nada más (…). (Entrevista D)

 

Impacto en la comunidad

Por otro lado, al analizar la violencia a nivel colectivo, las y los entrevistados la asocian con la pérdida de territorio, la pobreza, la destrucción de casas durante los periodos de guerra, en los que además no hubo reparación alguna, todo esto en un contexto de otras consecuencias, como el hacinamiento o el abuso sexual.

Las consecuencias a nivel colectivo de la violencia fueron reconocidas por los entrevistados con la pérdida de confianza social (en instituciones y en la sociedad en general) y pérdida de confianza comunitaria. Lo anterior, señalan, generaría sentimientos de división y aislamiento social.

(…) el entorno, una falta de empatía, porque por miedo, por desidia, por cobardía, por militancia porque que se jodan, no sé, no sé, pero en aquellos... en el año 1980 la falta de empatía del tejido social era clamorosa, clamorosa, o sea, mi familia ha salido adelante por voluntad de los propios hijos y mi madre. (Entrevista H)

(…) y la otra cosa es la división entre los propios palestinos, no nos hemos puesto de acuerdo y cada uno está acusando al otro de los males que tiene y el pueblo aquí paga todo, es decir, paga sus errores el pueblo (…). (Entrevista D)

Además, las y los entrevistados coincidieron en señalar que la violencia colectiva produce un quiebre de bases comunitarias y estigmatización de los miembros de las comunidades. Sin embargo, también se asocia a afrontamiento, o sea, a las formas que tendrían las comunidades de enfrentar estas adversidades, ya sea para resolverlas, regular sus emociones o proteger su identidad y relaciones, no existiendo una forma única o adecuada, pues las formas de afrontamiento serían dependientes del contexto.

(…) hay una ruptura del tejido social, una pérdida de la confianza entre la gente ¿no? Un impacto del miedo en las actitudes defensivas frente a los otros, una pérdida de proyectos colectivos, a veces lo que se ataca son símbolos colectivos, la vida en común, todo eso se perdió ¿no? Como consecuencia de los ataques, del desplazamiento, de la fractura de comunidades, que una comunidad quedó dividida en tres pedazos ¿no? (Entrevista G)

¡Uf! Sí ha funcionado, la estigmatización de las víctimas y particularmente las víctimas del terrorismo. Sí ha funcionado, durante mucho tiempo ha funcionado la idea de “algo habrán hecho”, de hacerles sentir culpables de tal, sí. Y mucha gente no se quería acercar a ti por el qué dirán, que pensarán si me acerco (…). (Entrevista H)

 

Consecuencias de la exclusión social:

De acuerdo con el relato de las y los profesionales, en el marco de conflictos armados se encontraría la pérdida de territorio, especialmente debido al desplazamiento forzado. Por otro lado, se encuentra la estigmatización a nivel individual y colectivo, asociada a la condición de víctimas.

A nivel individual, y principalmente en el ámbito de infancia, las y los entrevistados describen situaciones de exclusión social, tales como pobreza y marginación, además de la violencia.

Así mismo, a nivel individual, las formas de exclusión social, como parte de las adversidades, fueron asociadas a la salud psicosocial, específicamente, con la salud física y mental.

Por otro lado, a nivel comunitario, se señala que el desplazamiento y la destrucción de casas empobrece a la comunidad, lo que dificulta su recuperación.

Para las y los entrevistados, las víctimas no solo deben enfrentar la violencia y al mismo tiempo la impunidad del Estado, el cual, como forma de justificar dicha violencia, les hace sentir responsables de su propia catástrofe.

A nivel familiar, las y los entrevistados asocian, entre otras formas de exclusión, la desestructuración de las familias ya sea por muertes, migraciones, por situación de pobreza u otras formas de desplazamientos forzados. Muchas de estas consecuencias a su vez generarían más pobreza.

 

Afrontamiento como consecuencia

Las y los entrevistados coinciden al señalar, respecto al afrontamiento, que las personas y comunidades pueden desarrollar una serie de estrategias ante las adversidades, pudiendo ser de aproximación o bien de evitación.

En el caso de las comunidades que han enfrentado violencia colectiva se señala el uso de estrategias de aproximación, otorgándole sentido a lo sucedido y viendo los hechos como un desafío para enfrentar la situación.

Bueno, hay gente que tiene más capacidad personal, obviamente ¿no? Que tiene más capacidad de enfrentar la situación, de dar sentido al hecho traumático, de tomar el control de su vida o de los hechos, de ponerse en la perspectiva activa, de pasar de ver los hechos como un desafío para enfrentar la situación, claro. (Entrevista G)

No obstante también señalan como una estrategia de evitación el hablar de lo sucedido, en especial, en escenarios de persecución. Esto contribuiría a la sobrevivencia de las comunidades en dichos escenarios.

La gente usa la religión como una forma de consuelo, usa el no hablar como una forma de resistencia, usa la solidaridad encubierta, cosas que tú dirías ¿no? Bueno esto no es resiliencia ¿no? (Entrevista G)

¿Pero es que depende mucho del contexto, y hay contextos en los que tener la primera actitud en un contexto de máxima hostilidad y control sería absolutamente desadaptativo, y a la gente la matarían no? (Entrevista G)

A nivel individual, las y los entrevistados coinciden en que tanto el abandono como el quiebre de relaciones familiares se asociaron a estrategias de afrontamiento de evitación, especialmente en contextos de trabajo con adolescentes vulnerados, afectando su desarrollo psicosocial.

Respecto a este último punto, algunas/os profesionales señalan que las adversidades pueden generar otros tipos de estrategias de afrontamiento evitativo, como consumo de drogas (afrontamiento de evitación: escape o desconexión voluntaria); afrontamientos de aproximación, para solucionar la adversidad (nivel comunitario); y afrontamiento directo o búsqueda de apoyo social.

 

Conclusiones

Este trabajo analizó la comprensión de los contextos de adversidad y de sus consecuencias psicosociales para profesionales que han trabajado en estos contextos. Las y los entrevistados coincidieron en señalar aspectos interpersonales y macrosociales implicados en los escenarios de adversidad en los que se han desenvuelto profesionalmente. En las entrevistas, las principales fuentes de adversidades mencionadas a nivel individual e interpersonal son las relativas a situaciones de violencia familiar o quiebre familiar por divorcios y abandono. Estos resultados muestran cómo los eventos que se dan en el contexto familiar marcan la actualidad y el futuro de las historias de vida personales, y concuerdan con la evidencia de diversas investigaciones y metaanálisis que muestran a la familia como uno de los principales factores protectores de la infancia ante la violencia y las conductas de riesgo (Hebert et al., 2019; Santander et al., 2008; Yule et al., 2019). A la familia puede también sumarse como un factor protector relevante la relación con los pares y la escuela, que también pueden ser decidores en el desarrollo de conductas resilientes ante la violencia (Yule et al., 2019). Otros escenarios de riesgo señalados como relevantes, tales como la presencia de conductas de riesgo en la adolescencia, el embarazo precoz y las conductas transgresoras de la ley, pueden darse en el contexto de la relación con los pares en la comunidad. Por tanto, estos resultados apoyan la intervención psicosocial basada en el apoyo social familiar y de la comunidad (pares y escuelas) como una forma de hacer frente a la violencia (Martínez-Ferrer et al., 2008; Gonzá, 2001), atenuar los efectos de los traumas (Braun-Lewensohn, 2015) y fomentar conductas resilientes (Yule et al., 2019).

En cuanto a los tipos de violencia señalados, si bien se partió desde la consideración de la violencia colectiva como un escenario general de adversidad, los resultados muestran que la violencia interpersonal también sería una vivencia compartida en la vida de las y los afectados por violencia colectiva. Esto coincide con la tipología de la OMS (2002), que señala que la violencia interpersonal puede expresarse como violencia familiar o de pareja, o violencia comunitaria perpetrada por personas del entorno cercano.

Como impactos o consecuencias de la exposición a los contextos de adversidad, de forma esperada aparecen problemas en la salud física y mental que coinciden con la gran cantidad de evidencia empírica que ha documentado el impacto de la violencia en la salud (Liu et al., 2021; Calhoun y Tedeschi, 1998; Patel et al., 2017; Sharifi, 2016). Como un impacto de la violencia menos explorado desde los datos empíricos, aparecen las consecuencias en las relaciones que se dan en las comunidades afectadas. Estas consecuencias a nivel interpersonal, comunitario o incluso social, señaladas por los entrevistados, podrían interpretarse como expresiones de trauma psicosocial y representarían el quiebre del tejido social y la cristalización o rigidez de las relaciones entre personas de una comunidad que ha vivido un trauma colectivo (Martín Baró, 1989). Esto aportaría a las propuestas que plantean que la violencia, como un problema de salud, debe ser abordada no solo desde el modelo biomédico o el desarrollo de sintomatología, sino como un problema de salud comunitaria, en donde las personas, aunque no cumplan criterios diagnósticos, tienen impactos que alteran la cotidianidad de sus comunidades, por tanto, también deben ser consideradas desde la intervención psicosocial (OMS, 2002; de Jong, 2006; Villagrán et al., 2021).

La exclusión social toma un lugar especial en los resultados, ya que se reconoce como un escenario de adversidad asociado a las adicciones y el tráfico de drogas, la pobreza, y la discriminación étnica, pero también como una consecuencia de los escenarios mencionados. Esto podría interpretarse como una perpetuación de la exclusión a partir de la estigmatización de las personas en situación de exclusión por nivel socio económico, género, situación de migración, entre otros. La estigmatización y victimización que se presenta en la persona que ha enfrentado adversidades se traduce en experiencias de alta injusticia, impunidad institucional, sentimientos de culpabilidad, estigmatización de parte de otros actores sociales e instituciones, pérdida de confianza en las instituciones a nivel social en general y quiebre de las bases comunitarias, debido al desplazamiento forzado (desarticulación del tejido social) y la desconfianza producto del miedo (ver al otro como enemigo o como amenaza).

Lo anterior, se explica por la justificación moral de la agresión y por el distanciamiento psicológico y la deslegitimación del enemigo, que se produce generalmente por una deshumanización del adversario, legitimando el odio y la agresión. Situaciones de marginación y descalificación ideológica de grupos son su correlato social y ocurren durante mucho tiempo antes de la violencia (Páez y Ubillos, 2004; Bar-Tal,1996).

Por el contrario, cuando las personas se sienten integradas a grupos o a la sociedad en la que viven, la pertenencia grupal actuaría como un factor protector, al sentirse apoyados por los miembros de las comunidades o grupos que integran. Además, podrían buscar estrategias de afrontamiento a problemas compartidos o generar formas de participación social que les permitan lidiar con el contexto social adverso al que se enfrentan (Atari y Han, 2018; Bowe et al., 2022).

Respecto al afrontamiento, las personas y comunidades que se ven enfrentadas a experiencias traumáticas desarrollan distintas formas de enfrentar dichas experiencias. Estas formas de afrontamiento pueden ser más o menos positivas, dependiendo del contexto y la persona. En este caso, los entrevistados identificaron a nivel colectivo un afrontamiento activo, definido como una lucha ante el problema desarrollando un plan de actuación (Páez et al, 2011). Por otro lado, los y las participantes identifican lo que se conoce como afrontamiento expresivo, o búsqueda de apoyo social, consistente en compartir la experiencia con quienes han vivido una situación similar. Por último, se identifican la resignación y la evitación como otras formas de afrontamiento (Páez et al., 1995). En este sentido, pese a la creencia de lo positivo de que resulta expresar emociones, sus efectos pueden no ser adaptativos. La expresión fuerte de emociones negativas pueden agotar la red de apoyo social, obstaculizar formas de afrontamiento más adaptativas y reforzar la afectividad negativa, tanto en la persona como en el clima social (Páez y Fernández, 2003).

En el caso de los adolescentes, las situaciones de abandono familiar generan estrategias de afrontamiento de evitación: una resistencia a aceptar lo ocurrido, el uso de estrategias para olvidar el problema, tales como el consumo de drogas y alcohol, ocultar sentimientos, aislamiento del entorno y abandono conductual. Estas formas de afrontamiento resultan desadaptativas a largo plazo (Compass et al., 2001; Penley et al., 2002). Evitar pensar y sentir, así como ocultar los sentimientos ante otros, se asocia a un mayor sufrimiento emocional ante hechos traumáticos y pérdidas. Si se refuerzan las emociones negativas, la ausencia de expresión regulada aísla a las personas de su entorno y le impide habituarse a las pérdidas (Páez y Fernández, 2003).

Como orientaciones para futuras investigaciones se debería considerar la etapa de desarrollo en que están las personas que viven los contextos de adversidad, considerando elementos culturales. También se debería considerar el tipo de suceso vivido, por ejemplo, agudo frente a crónico; natural frente a provocado por la actividad humana (Braun-Lewensohn, 2015). También sería interesante profundizar en cómo se da la evolución e influencia en las personas de estos contextos, para entender no solo sus impactos negativos sino también los adaptativos, como el desarrollo de la resiliencia no solo individual sino también comunitaria (Alzugaray et al., 2018).

Respecto de las limitaciones del estudio, tenemos en primer lugar el tamaño de la muestra; aunque, si bien es cierto, los estudios cualitativos no buscan la representatividad de la información sino la aproximación a las vivencias de los participantes, la muestra podría ser más amplia a modo de generar mayor contraste de la información.

Por otra parte, respecto al tipo de experiencia de los participantes, hubiese sido provechoso contar con experiencia en población adulta en situaciones de vulnerabilidad, y comunidades vulnerables que no necesariamente hayan sido víctimas de violencia colectiva, a modo de indagar una mayor diversidad de las adversidades y sus respectivas consecuencias. A su vez, y a modo de triangulación, se podrían haber entrevistado a usuarios de los programas o instancias de intervención en las que participan las y los profesionales, previo consentimiento y asentimiento informado, contrastando la información entregada así como la revisión de documentación atingente a los programas.

 

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