Circulación y contrabando de mercancías chinas en la espacialidad fronteriza Atacama-Lípez (Chile y Bolivia) bajo el influjo de la zona franca de Iquique (ZOFRI)

Circulation and smuggling of Chinese goods in Atacama-Lípez border area (Chile and Bolivia) under the influence of the Iquique free trade zone (ZOFRI)

Fecha recepción: agosto 2021 / fecha aceptación: marzo 2022

José Muñoz V.1 y Alejandro Garcés H.2

DOI: https://doi.org/10.51188/rrts.num27.537

Licencia CC BY 4.0.

 

Resumen

Este trabajo tiene por objeto visibilizar diversas dimensiones relativas a la movilidad y circulación de personas y mercancías que dinamizan el espacio de la Puna de Atacama en general, y de la espacialidad fronteriza Atacama-Lípez (Chile y Bolivia) en particular, a partir del influjo comercial que consolida la creación de la Zona Franca de Iquique (ZOFRI, Chile) a contar de los años 70 del siglo recién pasado. Para ello el artículo se estructura en tres partes. Primero, se dimensiona la importancia de la ZOFRI en la dinamización de ciertos tipos de comercios en el área, como lo son los artículos electrónicos y textiles. En segundo lugar, se caracteriza la construcción de una espacialidad fronteriza forjada a la luz de la circulación y contrabando de estas nuevas mercancías y de las regulaciones estatales que le acompañan. Y finalmente, se profundiza en las trayectorias de las mercancías en cuestión, la construcción de su valor y las nuevas formas comerciales a que da lugar.

Palabras clave: Contrabando; Frontera; Espacialidad fronteriza; Atacama; Mercancías chinas; Comercio

 

Abstract

This article aims to shed light on several dimensions of the mobility and circulation of people and goods on the Atacama Plateau in general and the Atacama-Lípez border area (Chile and Bolivia) in particular, which began when the creation of the Iquique Free Trade Zone (ZOFRI, Chile) boosted trade inflows in the 1970s. The three-part article first addresses the ZOFRI’s importance in promoting certain types of trade, like electronics and textiles, in the area. Second, it recounts the emergence of a border area forged around the circulation and smuggling of these new goods as well as the accompanying state regulations. Finally, it delves into the trajectories of the goods in question, the construction of their value and the new ways of business that emerged around them.

Keywords: Smuggling; border; border area; Atacama; chinese goods; trade

 

 

Introducción

La espacialidad fronteriza en que nos centramos en este trabajo ha sido objeto de diversas aproximaciones que han ido describiendo las economías que allí tienen lugar, sus formaciones sociales y culturales, los flujos y movilidades que le componen, los regímenes políticos a los que se subordinaron sus territorios y poblaciones, entre otras. Por ejemplo, si nos situamos desde el período colonial en adelante, junto con Sanhueza (2001) podemos observar cómo las poblaciones indígenas van articulando sus lazos sociales y económicos en el marco de las cambiantes lealtades políticas y tributarias que la espacialidad colonial vino a instaurar, y que luego la conformación del estado nacional vino a transformar. En este sentido, las actuales fronteras nacionales sancionadas jurídicamente a inicios del siglo XX entre Bolivia y Chile, condujeron a la operación de distintos dispositivos o aparatos de nacionalización del territorio, siendo uno de los principales el desarrollo de industria salitrera y la consecuente “chilenización de Atacama” por parte del estado chileno en los territorios anteriormente bolivianos y peruanos (González Pizarro, 2010; Hidalgo, 2004; Morales, 2010).

Así como este periodo ya consolida ciertas dinámicas de movilidad y circulación en la espacialidad fronteriza Atacama-Lípez (ver figura 1), algo similar sucede con el ocaso del gran ciclo económico salitrero y su posterior reemplazo en importancia por la minería del cobre. A esto habría que agregar los contemporáneos procesos de apertura económica de Bolivia y de Chile a través de la firma de acuerdos de libre comercio internacional, y de la operación de empresas mineras transnacionales en el área, procesos que van constituyendo el marco en que emergen en estos territorios zonas francas paradigmáticas de la nueva situación global de fines del siglo XX, como las ubicadas en Bolivia (Zona Franca de Oruro), Chile (Zona Franca de Iquique o ZOFRI) y Perú (Zona Franca de Tacna o ZOFRATACNA).

 

 

Figura 1

Mapa de la espacialidad fronteriza Atacama-Lípez (Bolivia y Chile).

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  1. Fuente: Muñoz (2021).

 

En esta escena, el impacto de las mercancías provenientes del oriente asiático, específicamente de China, han producido una serie de transformaciones y reacomodos tanto a nivel espacial, social, económico, cognitivo, cultural y político, entre otros. Como analizaremos, el impacto de estos reordenamientos económicos, sociales y políticos en el espacio surandino tiene también un correlato local observable en los territorios interiores, el que ha producido a su vez dinámicas específicas en las espacialidades fronterizas como lo es Atacama-Lípez. En este sentido, en este texto nos abocamos a los modos en que las mercancías chinas, ya sea como objeto de comercio formal/informal o legal/ilegal, en la actualidad, vienen a producir y a reorganizar unas espacialidades fronterizas que ven transformadas sus históricas dinámicas de relaciones sociales y de intercambio.

En efecto, y si la premisa hegemónica de la etnohistoria respecto a la organización del mundo andino dice relación con la complementariedad de pisos ecológicos (Murra, 1975), la dinámica de introducción de estas nuevas mercancías viene a producir e intensificar una nueva geografía económica (Garcés y Maureira, 2018; Morales et al., 2018; Muñoz, 2018) en la que los intercambios históricos o tradicionales vienen a articularse y solaparse con una nueva pléyade de bienes o cosas, elementos que permiten, a su vez, nuevas formas de empresarialidad y articulación transfronteriza (Garcés et al., 2018).

 

La Zona Franca de Iquique (ZOFRI, Chile) y las mercancías chinas

El relacionamiento entre poblaciones andinas en la Puna de Atacama no es solo habitual sino milenario e histórico. No obstante, y parafraseando a Pellandra (2017), la aparición de la Región de Asia Oriental, y más específicamente de China en torno a esta espacialidad, y a modo de fuerza poderosa para y con las economías y el comercio mundial, es uno de los acontecimientos históricos y económicos más significativos desde las últimas décadas del siglo XX a esta parte. Y si fue así para vastas regiones del mundo, en el caso específico de la espacialidad fronteriza Atacama-Lípez podríamos indicar que este ensamblaje reorganizó las formas de producción de riqueza, de excedentes y de distribución propias de las economías ahí existentes, siempre articuladas con lógicas de almacenamiento, circulación, acumulación y distribución de alto correlato espacial e igualmente dispares, solidarias y en contradicción con los regímenes y regulaciones estatales ahí presentes (Muñoz, 2021; Muñoz y Garcés, 2021). En efecto, y desde hace alrededor de tres décadas,

China ha surgido también como un consumidor masivo de bienes primarios importados. El gran apetito de China por las materias primas contribuyó al crecimiento del precio de las mismas, lo que trajo beneficios sustanciales sobre todo para los países sudamericanos exportadores de recursos naturales y productos relacionados, que se vieron favorecidos por el aumento de valor de sus exportaciones totales. (Pellandra, 2017, p.7)

Para hablar adecuadamente del desembarco chino en nuestra región habría que hacer mención, por ejemplo, al siglo XVII y al puerto colonial de Callao, Perú, y específicamente a los cientos de barcos chinos que “transportaban (…) seda, cerámica, porcelana, telas, esencias, pólvora (…) a cambio de oro, plata blanca, maíz y tabaco” (Díaz, 2006, p.90); o a los miles de “culíes3 chinos” que llegaron durante el siglo XIX al área surandina, enganchados y entroncados, la mayor parte de ellos, en regímenes de explotación y esclavitud. Ahí, poblaciones chinas no solo explotaron el guano presente en roqueríos de las costas del Pacífico Sur, sino que igualmente colaboraron en la construcción de grandes obras públicas por medio de “duros trabajos en las obras ferroviarias (o) en el Canal de Panamá” (Díaz, 2006, p.90)4.

Sin querer hacer una revisión historiográfica exhaustiva al respecto, nos parece relevante destacar especialmente lo acontecido en la impronta económica moderna que el Estado y gobierno chino asumirá durante los ’70 del siglo XX. En efecto, a fines de 1978, y luego de una década marcada por el inicio del pragmatismo chino en materia de política económica foránea, se realizó la “II Sesión Plenaria del IX Comité Central” del Partido Comunista de China (CCPCCh), el que aprobó las propuestas de Deng Xiao Ping respecto de las “Cuatro Modernizaciones” que debía transitar la economía china para alzarse como nación moderna. Xiao Ping y el CCPCCh se referían a la agricultura, la industria, la ciencia-técnica y la defensa, todas ellas, “con el corolario de introducir una ‘política de puertas abiertas’” (Díaz, 2006, p.95) al capital extranjero al interior de la nación, y abrir negocios con gobiernos de nuestra región más allá de su adscripción política5. No es para nada casual que el término de “tercer mundo” (三个世界的理论), acuñado por Mao Tze Tung y el CCPCCh, haya encontrado el eco que halló dentro de los países no alineados suramericanos.

Si bien las reformas y ajustes neoliberales a escala global acontecidos en los ’80 y ’90 del siglo XX distorsionan la intensidad que fue cobrando la interrelación político-estatal y económica entre China y Sudamericana, es posible indicar que existió un incremento de los flujos comerciales de tipo anual cercano al 3%6 (Durán y Pellandra, 2017), el que para el periodo 1990-2000 representó por cada año una tasa de aumento superior al 20%, tanto en las exportaciones como en las importaciones chinas a la región. Visto así, para los primeros años del nuevo milenio, y “en solo tres (...) los giros externos prácticamente se duplicaron (…) en el 2002 China ocupó el sexto lugar en la economía y el comercio mundial; en el 2005 se situó en tercer y cuarto escalón respectivamente” (Díaz, 2006, p.99). En efecto, las estadísticas señalan que las importaciones de China pasaron del 1,2% en 1990 a 8,1% en 2008 (Gálvez, 2012, p.14)7.

Este crecimiento sostenido respecto de las exportaciones hacia nuestra región se entiende, por una parte, bajo el hecho que para China Suramérica es un proveedor de materias primas con cierta disciplina fiscal (Inter-American Development Bank [IDB], 2010; Instituto de América Latina-Academia de China de Ciencias Sociales [ILAS], 2010), y por otra, con el “propósito de contrarrestar la hegemonía estadounidense, en la realidad de que […] son zonas en desarrollo” (Gálvez, 2012, p.16). Este último elemento, como afirma Muñoz (2008), se ha visto fortalecido con la emergencia de gobiernos de izquierda o progresistas en la Región durante las primeras décadas del siglo XXI. Por consiguiente,

En el período 2000-2015, las importaciones chinas desde el mundo crecieron más de siete veces, desde 225 mil millones de dólares en 2000, hasta 1.960 mil millones de dólares en 2014. Mucho de este crecimiento fue cubierto por exportaciones de los países en desarrollo que hoy representan casi la mitad de las importaciones chinas. En particular, América Latina y el Caribe pasó de una cuota de 2,4% en 2000 hasta 6,4% en 2014. (Durán y Pellandra, 2017, p.11)

Ahora bien, y situándonos en las cosas que se han visto fuertemente movilizadas por esta compleja escena y acciones político-económicas chinas en nuestra región8, es necesario destacar que buena parte de este comercio fue dirigido hacia las costas del Pacífico Sur, particularmente a los espacios que se constituyeron como enclaves con excepcionalidad tributaria durante la segunda mitad del siglo XX. Un caso paradigmático de tales enclaves puede observarse al respecto de la ciudad de Arica (Díaz et al., 2010)9. El ensayo de “Puerto Libre” experimentado por esta ciudad entre las décadas del ’50 y ’70, así como la posibilidad de contar con una Persona Jurídica de Derecho Público que la administrase –Junta de Adelanto de Arica (1958-1976)–, fueron políticas únicas de descentralización en Chile, las que permitieron importantes mejoras en la infraestructura pública y calidad de vida de la ciudad, sobre todo considerando que este fue un espacio sumido en la crisis y la marginalidad por varias décadas (Le Blanc, 2006). No es casual que Urzúa (1957) se entusiasme con este hecho y denomine a esta ciudad, y para tal periodo, como la “Puerta Nueva” del país y, ante este hecho, Silva se atreva a señalar que tal condición augura una realidad portuaria del puerto libre chileno cercana a la de “Panamá y Buenos Aires” (Silva, 1958, p.244).

Tal escenario, transcurrido hace cuatro décadas atrás, fue propicio para comenzar a estructurar la dirección de los flujos de personas y cosas en el Norte Grande chileno y el suroccidente boliviano en términos generales, e igualmente respecto de su relación con la zona altoandina en particular. Algunos fenómenos resultantes de este proceso que vale destacar son la intensificación y consolidación de la migración boliviana y peruana a la ciudad de Arica, ligada íntimamente con el desarrollo industrial y la necesidad de contar con mano de obra para sus incipientes faenas (Le Blanc, 2006), con la actividad agrícola de sus valles interiores, y la estructuración de nuevas redes de aprovisionamiento entre las ciudades bolivianas ubicadas en la Puna10 y el puerto chileno (Muñoz, 2016; 2021).

 

Gráfico 1

Ventas de China en Zona Franca de Iquique por rubros para el año 2015.

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  1. Fuente: Elaboración propia (2018).

 

En 1976, el puerto de Arica pierde, definitivamente, su estatus de Puerto Libre por decisión del dictador Pinochet. Ese mismo año, unos 200 kilómetros al sur del puerto ariqueño, en la ciudad de Iquique se constituye la ZOFRI. Su aparición a modo de eje vertebral de importaciones y exportaciones en el Norte Grande chileno, e igualmente gravitante para las economías de los países vecinos dependientes de los puertos del Pacífico Sur, como lo es el caso de Bolivia y Paraguay, vino a dinamizar aún más las lógicas de circulación y producción de riqueza, de excedentes y de distribución en la Puna de Atacama. En la actualidad, la ZOFRI es la zona franca comercial más grande e importante de Suramérica. Es administrada por “Zona Franca de Iquique S.A.” y está compuesta por 2.115 empresas que generan alrededor de 36.000 empleos. Esta Zona Franca (ZF) establece comercio con más de 70 países, teniendo para 2015 un volumen de 2.117 millones de dólares. Cabe destacar que los dos principales rubros de venta total en esta ZF dicen relación con el sector automotriz y las mercancías electrónicas, con 557 y 474 millones de dólares relacionados respectivamente.

Por otro lado, y respecto de la presencia china en la ZOFRI, se debe indicar que se organiza en torno a 67 empresas provenientes principalmente de Shanghai, Ningbo, Hangzhou, Wenzhou, Zhenzhou, Guangzhou, Yiwú y Taiwan, concentradas en los rubros de prendas de vestir y textil, menaje y electrónica principalmente (ver gráfico 1), y con inversiones en terrenos y construcciones de alrededor de 100 millones de dólares para el periodo 2013-2018. En este escenario, es menester señalar que las mercancías inscritas en los rubros antes mencionados, vale decir, prendas de vestir y textil, menaje y electrónica, son las mercancías con mayor impacto en la circulación y contrabando en la espacialidad fronteriza que abordamos y, simultáneamente, las mercancías más cuestionadas cuando se trata de infracción marcaria11.

Por último, es importante señalar que la presencia del país asiático en cuestión constituye el 17% del total de empresas en la ZF, número que solo es superado por las empresas chilenas. Asimismo, las empresas chinas en la ZOFRI son las principales proveedoras de productos a este enclave con excepcionalidad tributaria, abasteciendo un 41% de los productos importados totales de la ZF, y superando incluso a USA, que solo alcanza el 10% en esta materia. No obstante, debe mencionarse que este flujo de mercancías para el caso chino depende casi en un 40% de empresas estratégicas de propiedad estatal, y el resto, de pequeñas empresas familiares o getihu (Moraga e Invernón, 2019).

En efecto, las lógicas de almacenamiento, circulación, acumulación y distribución que se comienzan a gestar a contar de la aparición de la ZOFRI y hasta fines del siglo XX y comienzos del XXI, son permanentemente indicadas por comerciantes y contrabandistas, paseras y picoteros de la espacialidad fronteriza Atacama-Lípez, como un momento “de oro” para con su labor. Ejemplo de lo anterior es la consolidación, entre las décadas de los ‘80 y ‘90 de la feria taiwanesa12 en Uyuni, Bolivia, mediante el intenso tráfico de cosas electrónicas provenientes de las ciudades chilenas de Iquique y Calama en las regiones de Tarapacá y Antofagasta, reorganizando itinerarios y desplazamientos de decenas de comerciantes y contrabandistas bolivianos y chilenos en dirección a tales ciudades, para luego vender productos electrónicos y surtir incluso otras zonas del suroeste boliviano, e igualmente territorios del noroeste argentino (NOA) y parte del occidente paraguayo (Muñoz, 2021).

Estos desplazamientos y circuitos constituidos con la aparición de la ZOFRI, en conjunto con las alteraciones en el régimen de circulación que impuso la desaparición del tren de pasajeros del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia (FCAB) a inicios de 1980, incidió en que el movimiento en el área surandina se hiciera exclusivamente por medio de vehículos automotores, cuestión que supuso el auge y consolidación del corredor bioceánico Antofagasta-Paranaguá, parte de la Iniciativa para la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) del Mercado Común del Sur [MERCOSUR]. En este sentido, tanto la ZOFRI como este corredor son claves en la articulación de los territorios estatales de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Paraguay a través del llamado “Eje de Capricornio”. Las últimas dos décadas del siglo XX y las dos primeras del siglo XXI serán el escenario en el que se constituirán y ensamblarán buena parte de las formas, redes y circuitos contemporáneos del contrabando y circulación de mercancías en la espacialidad fronteriza Atacama-Lípez, siempre concomitantes a las residuales y propias de la historia espacial y económica local.

 

Tabla 1

Aumento de la incidencia de las importaciones originarias de China en el consumo aparente para ocho países de América Latina, para el periodo 2000-2005.

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  1. Fuente: Durán y Pellandra (2017, p.24).

 

En la tabla anterior es relevante observar que para el caso de Chile (el Estado Plurinacional de Bolivia no está indicado) las mercancías relativas a textiles, confecciones y calzado (26,7%) y electrónica y óptica (14,9%) alcanzan los porcentajes más altos, al igual que para Perú, pudiéndose relacionar con el desplazamiento de la producción textil nacional acontecida en Chile desde la aparición de la ZOFRI13. En efecto, cómo indica Durán y Pellandra (2017),

 

Gráfico 2

Aumento de la incidencia de las importaciones originarias de China en el consumo aparente para Chile, para los periodos 2000-2005 y 2005-2012.

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  1. Fuente: Elaborado con datos provenientes de la División de Comercio Internacional e Integración; sobre la información de Industrial Development Organization [UNIDO] de las Naciones Unidas, Bancos Centrales de los países, matrices insumo producto (MIP) de los países y de la base de datos de Commodity Trade Statistics Database [COMTRADE] de Naciones Unidas (2019).

Esta alza se produce principalmente por la alta competitividad de los exportadores chinos, por un lado, y por otro por las estrategias de mercado de algunos productores locales que mudaron la fabricación de prendas a China. Fundamentalmente (…) (fue el retail el) que para abaratar costos también concentró sus pedidos a productores chinos y nacionales con centros de operaciones en China y otros países de Asia. (Durán y Pellandra, 2017, p.35)

Ahora bien, y específicamente respecto al caso chileno, estos flujos han sostenido un aumento considerable. Destaca el ítem de electrónica y óptica (14,9%), el que se consolida, como podrá observarse (ver gráfico 2), durante la segunda década del siglo XXI, sufriendo un crecimiento de 35% entre ambos periodos (2000-2005 y 2005-2012 respectivamente), y alcanzando, para el 2012, más del 40% de la demanda total de productos de esta índole para los mercados nacionales y locales (Durán y Pellandra, 2017, p.37).

Por último, es necesario indicar que para el año 2018 más del 45% de las ventas de ZOFRI al extranjero se orientaron hacia el mercado boliviano14. Justamente este conjunto de datos nos permite entrar en el fenómeno que aborda este artículo.

 

Espacialidad fronteriza Atacama-Lípez, comercio y contrabando

Desde las últimas décadas del siglo XX hasta la actualidad, uno de los impactos más evidentes en la articulación de las economías nacionales y fronterizas presentes en Suramérica con las grandes economías asiáticas, específicamente la china y sus vínculos con los puertos australes del Pacífico o de las ZF ahí existentes como la ZOFRI o la ZOFRATACNA, ha sido la transformación de las estructuras espaciales y la materialidad asociada a ellas, en paralelo al sustrato, las prácticas y las percepciones de los grupos sociales que hoy integran y “desbordan” el comercio formal/informal o lícito/ilícito (ver Figuras 2 y 3).

En efecto, la contracción de iniciativas regionales de integración económica –como el Pacto Andino o el MERCOSUR–, por una parte, y la firma de tratados de libre comercio (TLC) de corte neoliberal de fines del siglo XX y principios XXI, como lo son los TLC suscritos por Chile con la Asian Pacific Economic Cooperation (APEC) por otra, han gestado en pocas décadas un novedoso e intenso escenario de circulación de personas y cosas en Suramérica. Este escenario posee dinámicas asimétricas, pues si bien la movilidad y libre circulación de personas y cosas no es para nada equivalente en el mundo actual debido al evidente protagonismo de las mercancías (Velasco, 2016), igualmente ha puesto en evidencia una diversificación de rubros comerciales, mercancías e itinerarios sociales y laborales en los países donde se observa (Larson et al., 1995); fenómenos que difícilmente podrían ser comprendidos a cabalidad sin considerar el impacto de las mercancías chinas en la zona. Estos procesos devienen y se cristalizan en diversas espacialidades fronterizas de Suramérica15, las que comparten como rasgo común la situación de desigualdad estructural respecto de sus centros o capitales nacionales, y su histórica articulación como hitos o polos de desarrollo locales y/o regionales dependientes casi exclusivamente de los diferenciales económicos presentes a uno y otro lado del límite internacional (Carrión, 2011).

 

Figura 2

Galería comercial y hostal en construcción en la ciudad de Uyuni, Bolivia.

 

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  1. Fuente propia (2018).

La tendencia al alza o el “desborde” de las actividades económicas vinculadas al emprendimiento cuentapropista que se experimenta en estas zonas, aunque también como disposiciones globales, posee elementos que deben ser considerados. Efectivamente, observamos este fenómeno –tal como insisten Müller (2015) y Muñoz (2016; 2018)–, como un factor central en las formas y procesos de ascenso e incorporación económica y cultural de grupos históricamente marginados de los mercados urbanos, debido a la impronta colonial del capitalismo en la región y a la segregación resultante de la conducción del Estado por las élites nacionales-criollas.

 

Figura 3.

Local de accesorios de telefonía y de almacenamiento electrónico colindante a la Feria Modelo, Calama, Chile.

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  1. Fuente: Muñoz (2021).

Igualmente aunque más contemporáneo, los procesos de ajuste y despojo económico relativos a las crisis económicas estructurales de las décadas de 1970 y 1980 se constituyeron como una matriz elemental para la masificación de este tipo de actividades comerciales en amplios sectores de la sociedad. Habiendo sido analizadas a modo de economías de la sobrevivencia, permiten comprender que hoy no solo gozan de visibilidad y reconocimiento por parte de la población local, sino que “más allá del contrabando y de lo ilícito, millares y hasta millones de sujetos construyeron sus mundos en un universo marcado por la acomodación a la diversidad cultural” (Pinheiro-Machado, 2010, p.117). Hablamos, entonces, de economías a las que incluso el Estado les otorga una ambigua legitimidad a través de “políticas informales” (Cross, 1998; Müller, 2015).

La condición de desigualdad estructural antes mencionada y el impacto que las mercancías chinas suponen en este escenario, permiten observar una transformación esencial en los mercados de consumo locales, toda vez que la evolución y expansión tanto de las estructuras materiales como espaciales directa o indirectamente vinculadas a las mercancías chinas ha sido radical y revolucionaria. Asimismo, la transformación y reinvención de estas dinámicas ha incidido en las prácticas y estrategias económicas y culturales para con el acceso de las poblaciones locales a ellas, teniendo que familiarizarse no solo con otras mercancías y retóricas asociadas sino, además, con nuevas formas y mecanismos de acceso, como lo son el crédito o el mandado16, por ejemplo.

 

Figura 4.

Agente de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB) en el control fronterizo Abaroa, Bolivia, en un procedimiento de decomiso17.

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  1. Fuente: Muñoz (2021).

 

Para el caso de la espacialidad fronteriza Atacama-Lípez, este escenario ha devenido en un aumento, transformación e intensificación exponencial de los espacios urbanos orientados al comercio y a las ferias18 –y sus colas19–, cuestión que ha ocasionado un fortalecimiento en la dinámica de la lucha contra la “informalidad/ilicitud” (ver figura 4) relacionada a estas economías por parte de las regulaciones estatales ahí concernidas20 (ver figura 5).

Figura 5.

Organigrama de las instituciones presentes en complejos fronterizos y su dependencia en Bolivia y Chile.

Complejos Fronterizos Presentes En La Espacialidad Fronteriza Atacama-Lípez

Control

Policial

Migratorio

Fitozoosanitario

Fiscal Y Tributario

Portezuelo o Hito Cajón y Comandante Abaroa (Bolivia)

Policía Nacional de Bolivia (PNB), dependiente del Ministerio del Interior del Estado Plurinacional de Bolivia (EPB)

Dirección General de Migraciones (DIGEMIG), dependiente del Ministerio de Gobierno del EPB

Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (SENASAG), dependiente del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras del EPB

Aduana Nacional de Bolivia (ANB), dependiente del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas del EPB

San Pedro de Atacama y Salar de Ollagüe (Chile)

Policía de Investigaciones (PDI), dependiente del Ministerio del Interior y Seguridad Pública del Estado de Chile (EC)

Departamento de Extranjería y Policía Internacional de la Policía de Investigaciones (PDI), dependiente del Ministerio del Interior y Seguridad Pública del EC

Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), dependiente del Ministerio de Agricultura del EC

Servicio Nacional de Aduanas (SNA), dependiente del Ministerio de Hacienda del EC

  1. Fuente: Muñoz (2021).

 

Las prácticas regulatorias y penales para con las mercancías chinas y su relación con el comercio y el contrabando visibilizan la condición circunstancial, dinámica y diversa de las arquitecturas simbólico y material de los marcos normativos y jurídicos con los que se sustenta la acción de los Estados boliviano y chileno, específicamente de sus políticas fiscales y del empleo de la violencia en las fronteras. Lo anterior, pues si bien hablamos de dinámicas fiscales y aduaneras para nada novedosas y que bien podrían ceñirse a la aparición de los propios aparatos estatales (Deleuze, 2017) o, dicho de otro modo, de las complejas relaciones de fuerza relativas a la “fiscalidad” y a la “aduana” como factores determinantes en la instauración de un determinado tipo de frontera, también lo hacemos respecto de la tendencia global en la que el control fronterizo contemporáneo de personas y cosas materializa un tipo de frontera cada vez más burocrática, militar y de monetarización creciente21 (Medina, 2001), y en la que la biotecnologización de sus prácticas de control ha alcanzado una importancia central (Machado, 1998; 2005).

Según medios nacionales chilenos, la zona denominada como Norte Grande, que comprende las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta, posee más de un centenar de pasos fronterizos no habilitados que son empleados actual y habitualmente para la concreción de ilícitos. Esta situación ha generado la intervención de autoridades de gobierno, policías y ejército de Chile mediante el denominado “Plan Frontera Norte”, cuyo correlato, por el lado boliviano, igualmente ha exigido esfuerzos interinstitucionales, tanto del gobierno, la Aduana Nacional Boliviana [ANB], la policía y las Fuerzas Armadas.

 

Figura 6.

Puesto de mercancías chinas en le Feria de Uyuni en los que se comercian productos “alternativos” de marcas como “Samsong”, “Sonya” o “Panasonico”.

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  1. Fuente: Muñoz (2021).

 

En este sentido, y además del control de narcóticos y de automóviles robados o chutos22, uno de los ámbitos de control que mayormente se ha robustecido a partir del uso de escáneres o tecnología radioscópica de control no invasivo ha sido el relativo al marcario, lo que ha permitido por una parte, aumentar considerablemente los impuestos a las mercancías chinas provenientes de la ZOFRI, y por otra, articularse como una nueva impronta o discurso de control fronterizo nacional, tendiente a mostrar que el comercio, tanto en Bolivia como Chile, no es solidario con la piratería global, entregando mayor confianza a mercados internacionales, como el europeo o norteamericano, por ejemplo.

A lo anterior se debe agregar que además de la acción penal existen continuos esfuerzos e intentos de formalización por parte de los Estados ahí reunidos para con estas actividades propias de las “economías populares” (Tassi et al., 2013), los que se han venido complejizando, toda vez que se observa de parte de la autoridad, primero, una articulación de tendencias globales con “economías comunitarias (…) (dando) cuenta de una nueva combinación de escalas, capaz de ensamblar dinámicas, modos productivos, saberes y circuitos a primera vista incompatibles” (Gago, 2014, p.102). Parte del resultado de estos procesos puede observarse, primero, en la capacidad de transformación abismante en los patrones de consumo contemporáneos y que afectan a diversos y amplios grupos sociales del mundo y de nuestra región (Lin Yi-Chieh, 2011; López, 2018; Müller, 2017). Y segundo, que si bien históricamente su fin fue y es acabar con la exención tributaria, los problemas sanitarios y la forma de acceder al espacio público propia de estas iniciativas comerciales, desde hace alrededor de dos décadas también lo hacen, por ejemplo, con la tipificación de nuevos crímenes o ilícitos relacionados con mercancías que atentan contra los derechos de propiedad intelectual internacionalmente protegidos –o “mercancías-parodia”, o shanzhai (山寨) (Han, 2016) (ver figura 6)–, y que suelen abundar en esta espacialidad fronteriza. Tal situación supone una exigencia de control y regulación real de los Estados que han suscrito tratados vinculantes en la materia, aunque ciertamente este proceso no sea homogéneo en la región.

En la última década los países de Bolivia y Chile han experimentado un crecimiento significativo de las demandas por infracción marcaria, sea plagio, piratería o reprografía, sobre todo en contextos de control fronterizo. Tanto el Servicio Nacional de Propiedad Intelectual (SENAPI), creado en 1997 por el Estado boliviano, así como las policías, el Servicio de Impuestos Internos (SII) e incluso el Ministerio Público chilenos, amparados por la Ley 17.336 de Propiedad Intelectual y Derechos de Autor del año 1970 (Servicio Nacional de Patrimonio Cultural [SNPC], s/a), persiguen y sancionan este “delito”, cuyo aumento bordea un 150% sostenido por año desde comienzos de este milenio. Por lo mismo, es común escuchar en esta espacialidad fronteriza de parte de comerciantes vinculados a rubros tradicionales que las mercancías chinas han “invadido” el comercio bajo el rótulo de “alternativos”. Este comentario comúnmente se asocia a la dudosa calidad de tales productos y lo desechable que terminan siendo, a pesar de sostenerse al mismo tiempo, que existen calidades diversas en estas mismas mercancías.

No obstante lo anterior, el impacto de estas mercancías ha permeado aún más en países –o en áreas específicas de estos, como el caso del sur de Bolivia– que no poseen empresas transnacionales de retail y donde la venta al detalle se diversifica en pequeños comercios o talleres familiares, que se proveen a partir de cadenas de aprovisionamiento articuladas y solidarias con el contrabando de estas mercancías, originarias de países en los que las regulaciones de copyright son de mínima intensidad o bien inexistentes.

Las relaciones ambiguas relativas a la legitimidad y el reconocimiento con que ciertos actores sancionan las prácticas comerciales insertas en esta economía permiten observar acuerdos e improntas liminales y de lealtades aparentemente contradictorias, las que incluso llegan a la colusión (Cross, 1998). En efecto, las personas que se vinculan al comercio de estas mercancías generan estrategias que se montan, en simultáneo, “con formas y mecanismos de cooperación temporal y circunstancial con el Estado y el mercado formal” (Aguiar, 2015, p.542-543), nutriéndose, así, ambas partes (Muñoz, 2021).

Figura 7

Artículos electrónicos originales y “alternativos” ofertados en el centro de la ciudad de Uyuni23.

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  1. Fuente: Muñoz (2021).

 

Las mercancías en circulación: artículos electrónicos y textiles

Así como Harlan (2018) se ha detenido a revisar algunos de los complejos fenómenos relativos a la intensidad que posee, contemporáneamente hablando, la circulación de personas y cosas por el mundo, y que sitúa en una suerte de transmutación de ambas categorías en la dinámica del cruce o del viaje, resulta evidente que para el caso y espacialidad que aborda este texto existe una complejidad no menor en distinguir al viajero de sus cosas, o de lo que este carga. En cierto sentido, hay espacios en los que estas cosas se vuelven narradoras de la situación, convirtiéndose así en el eje protagónico de la misma. Y en este sentido, por una parte construyen la frontera entre Bolivia y Chile, y por la otra, agujerean este espacio, articulando así una espacialidad fronteriza cuyas rugosidades locales y regionales, hoy, asumen niveles de protagonismo mucho más importantes que otras escalas, como las nacionales.

Según el diario financiero latinoamericano La Razón.Com Aenolastname (2012), el 50% de las mercancías que ingresan a la ZOFRI tienen como destino el territorio boliviano. Ya sean mercancías nuevas o usadas, la ZOFRI es, sin duda, la puerta de conexión del Estado Plurinacional de Bolivia (y ciertamente también del Norte Grande de Chile) con los mercados de Asia Oriental, específicamente chinos, tal y como ya hemos podido revisar. Asimismo, numerosos estudios resaltan el locus de simulación acerca del efectivo control que los aparatos estatales ejercen sobre el territorio y sus bordes (Aguiar, 2015; Renoldi, 2015). En efecto, a pesar de la regulaciones y controles fronterizos y de la política de tolerancia cero con la actividad criminal del contrabando, paradójicamente centrada en los delitos de narcotráfico y de trata de personas, esta representación se alza sobre otras cosas, como es el caso de la ropa usada o de las mercancías electrónicas chinas, las que en Bolivia y Chile sustentan la existencia de más de 1000 ferias dedicadas a la venta de estos productos, por ejemplo (El Día, 2018).

Por lo mismo, tal y como observa Dayana, funcionaria del SNA de Chile en el control fronterizo Salar de Ollagüe,

Tienes a mucha gente tratando de hacer negocios con los productos que obtienen acá [Chile] a un precio muy accesible, porque, bueno, está la ZOFRI, Calama, y todo lo que hay por acá sabemos que viene de allá o de Arica, que también es muy barato. Y esas personas ocupan las fechas de las ferias para pasar todo lo que puedan para vender allí, supuestamente, porque nosotros sabemos que no es así. Ponte: una vez quería pasar un comerciante de Calama, que es chileno pero que tiene familia en Uyuni o en Alota, no sé bien de dónde… y venía con un camión lleno, lleno de lavadoras, de esas antiguas, que no son automáticas. Que son como un tambor, que no centrifugan […] y se suponía que las llevaba a la feria, pero ¿para qué quiere pasar con 60 u 80 lavadoras de ese tipo? Na’ que ver porque por ese tipo de conductas, otros que sí están llevando cosas para la feria del trueque, nos alegan que porque los revisamos tanto y qué sé yo. Bueno, por eso po’. Entonces, claro, lo mismo pasa con colchones, con microondas… hasta con herramientas, martillos, alicates.

En el caso de Vlado y Freda, joven matrimonio dedicado exclusivamente a la venta de electrodomésticos y vehículos menores chinos nuevos y de segunda mano en Uyuni (y al igual que para muchos comerciantes locales), el empleo del término “alternativo” supone una estrategia de venta constante, pues el mercado local aún resiente la procedencia de los electrodomésticos chinos, sobre todo por poseer una suerte de estigma en términos de la calidad y, con ello, de la durabilidad. Este reacomodo nos habla de los niveles organizacional e institucional, toda vez que la población y las agencias de esta han venido dando lugar a instituciones y agenciamientos cada vez más flexibles y múltiples, así como a nuevas experiencias en torno a las formas y procesos de percibir los productos chinos y su calidad; y, para el caso de los comerciantes, de los viajes y el cruce de fronteras para para su adquisición y posterior venta, o las propias del trabajo y de los límites de la jornada, por ejemplo.

En palabras de Carlos, otro comerciante uyunense,

En Bolivia todo, todo es caro… En el sur, está Argentina, entonces por ahí hay zonas que se abastecen de sus productos, y muchos también de lo que viene de Brasil, Paraguay… Pero Uyuni está muy lejos, entonces traer de allá [Chile] es muy económico… y el producto chileno es mejor: Somela, Mabe, LG, Samsung, todas esas marcas son mucho mejores que las que traen de este otro lado. Y al boliviano, a la boliviana, le gustan las marcas chilenas, porque ya son muchos años queriendo una lavadora, un refrigerador, pero de esas marcas, y no de otras.

Expresión de los grupos sociales ascendentes a través del comercio de productos que ingresan por contrabando a Bolivia, es común que los comerciantes actuales de Uyuni hayan dejado atrás el trabajo agrícola en las inmediaciones (de Uyuni) u Oruro, para así instalarse en el espacio comercial uyunense, que cada vez crece más. Además, al instalarse cerca de la Terminal de Buses, una parte de las tiendas es empleada como bodega para mercancías que están de paso y que van a otras ciudades bolivianas, como Tupiza y Villazón (ciudades también fronterizas, en este caso con el norte de Argentina).

Cabe observar la fricción y cierre fronterizo experimentados por comerciantes bolivianos en las fronteras chilenas y bolivianas, en buena medida motivados por los conflictos diplomáticos, permiten observar que sus redes de aprovisionamiento, que muchas veces se gestan a partir de algún comerciante o contrabandista chileno o boliviano con carnet chileno, han tenido que modificarse, concretamente respecto a los itinerarios e igualmente sobre el tipo de mercancía que se moviliza. En este sentido, el sector de servicios de transporte de personas y cosas –íntimamente ligado al comercial–, se ha ido rearticulando de manera solidaria, vinculándose con nuevas espacialidades fronterizas de la región, como lo es el caso de Puno, Perú, o Corumbá, Brasil. Las distintas percepciones vinculadas con la calidad de los productos que se ofertan por los comerciantes a los consumidores muestran cómo se han ido reacomodando cognitivamente las expectativas en la población local, toda vez que la llegada de nuevas marcas y productos no-chilenos ha generado reacomodos en las modalidades de compra/venta, por ejemplo con las garantías de los productos, las que antes no existían por el hecho de ser productos de segunda mano, o por haber sido comprados en Chile en tiendas de segunda mano.

María, mujer boliviana de Uyuni, de 34 años de edad, y trabajadora de una reconocida empresa de transporte de pasajeros y encomiendas de la espacialidad fronteriza Atacama-Lípez, comenta que:

Mire, yo... en esta empresa, Cruz del Norte, operamos a Calama y a (San Pedro de) Atacama, como hace tres años. Los primeros años, se veía mucho el transporte de cosas eléctricas, lácteos, había mayor frecuencia de cosas. Pero este año, del 100% ha bajado un 80%... Yo le digo, porque antes más que pasajeros había mercaderías. Pero en este tiempo ya no se puede: del lado chileno, todo es con factura, entonces no puedes traer tres lavadoras, o cuatro lavadoras... Ya nada en cantidad, solo uno, y con factura. Y tienes que esperar tres meses para volver a traer uno (...) Antes esto generaba dinero para todos, chilenos y bolivianos... Imagínese usted que antes veinte comerciantes bolivianos de Uyuni iban a Falabella o ABCDin24, y compraban ropa, traían cosas eléctricas... Pero ya no se puede, entonces ha disminuido también la cantidad de comerciantes (...) En la actualidad, entonces, para ellos [los comerciantes] es más fácil traer del Brasil, del Perú... Y porque desde allá es más fácil y simple pagar... no están estricto como en Chile. Entonces, esta gente está trayendo cosas eléctricas del Perú, están trayendo ropa del Perú, de Desagüadero... Y también desde la Argentina, de por Villazón, aunque quede un poquitito más lejos, es más accesible... los mates. Y yo pienso que no debería ser así porque, a mi manera de ver, el que alguien vaya a comprar, eso también genera dinero allá en Chile y también es conveniente para Bolivia, entonces no entiendo las restricciones.

En la última década, entre las Avenidas Potosí y Cabrera, en el centro de Uyuni, las tiendas orientadas a satisfacer la creciente demanda de electrodomésticos y artículos electrónicos local ha crecido de manera sostenida e intensa. Hace algunos años, muchas de estas tiendas eran utilizadas como carnicerías o abarroterías, rubro que se ha ido desplazando hacia las periferias con el pasar de los años, o bien han sido reemplazados por algunos mercados o market mayores. Asimismo, viejas y largas casonas de adobe han sido refaccionadas para ser empleadas como galerías comerciales, algunas de varias tiendas; y las menos, aunque importantes –sobre todo en el centro de la ciudad–, han edificado pequeños edificios, de no más de seis pisos de altura, estilo cholet, donde se han montado galerías en vertical, además de las típicamente horizontales, en las que también conviven hostales.

Actualmente son los comerciantes vinculados a la venta de productos electrónicos, en su amplia gama de variedades, los que están financiando obras de renovación urbana en la ciudad, aunque no de uso público sino orientadas a acrecentar su presencia en la ciudad por medio de la ampliación del espacio comercial disponible, proceso que igualmente segrega a un grupo de comerciantes que no puede costear los altos costos de alquiler.

 

Figura 8

Artículos electrónicos y electrodomésticos, nuevos y usados, a la venta en un puesto de la feria central de Uyuni.

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  1. Fuente: Muñoz (2021).

 

Por lo mismo, este proceso de transformación de las estructuras espaciales se vincula con el aumento y crecimiento de las ferias, toda vez que en ellas se ha ido integrando una población económicamente activa que no es absorbida por los mercados de trabajo formales, así como la que ha sido expulsada de los nuevos espacios comerciales (ver figura 8).

De esta manera, podemos ir observando una escena social hipercompleja, en la que las actividades comerciales se articulan a través de formas y procesos múltiples, y donde las diferentes actorías ahí presentes también tensionan y friccionan la circulación y movilidad de personas y cosas. Visto de esta manera, observamos un tipo de comercio que se enfrenta hasta el día de hoy con agencias tributarias y policiales por el uso del espacio público y por contravenir los derechos de autor, que en este proceso ha adquirido un valor local elemental, fundamentalmente por ser el proveedor de artículos electrónicos de confianza y a bajos precios. Simultáneamente, ha sido capaz de transformar y aumentar los espacios comerciales en los que se ha venido desarrollando e incorporar a importantes sectores de la población desempleados en estas espacialidades fronterizas, por lo que no puede ser analizado sin una vinculación adecuada con los flujos de cosas provenientes del trabajo de contrabandistas, paseras y picoteros: comerciantes especializados en la movilidad de mercancías o artefactos electrónicos “alternativos” (ver figura 8), de medianas y pequeñas dimensiones, en la espacialidad fronteriza.

En efecto, el producto brasileño, según Vlado y Freda, permite mantener los márgenes de ganancia relativa a la obtenida con el producto chileno, más no así su calidad o, al menos, lo que la población percibe de ella. Así, este producto, que ingresa directamente desde Brasil a través de La Paz o bien por Santa Cruz (frontera directa entre el Estado Plurinacional de Bolivia y Brasil), se diferencia por no tener etiquetas de rendimiento energético (ver figura 7). Respecto de este tema, opinión similar es la que tiene Wilfredo, joven comerciante uyunense, quien insiste en que “el producto es el mismo, hermano: si lo único que cambia es dónde y quién lo arma”.

 

Figura 9.

Grupo de paseras en la ciudad Uyuni a la espera del servicio de bus con destino a La Paz.

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  1. Fuente: Muñoz (2021).

 

Respecto de las paseras, es muy común que estas mujeres viajen en grupo y de madrugada por la cantidad de horas que implica el viaje, y aprovechen este para llevar y no solo traer mercancías que luego se dispondrán en el incipiente comercio local. En este caso, las mujeres llevan lácteos, gaseosas y tejidos que son vendidos a comerciantes de las ferias capitalinas, para luego traer de regreso accesorios de telefonía móvil, computación y pequeños electrodomésticos y línea blanca “alternativos”, artículos que son comprados en ferias mayoristas especializadas de La Paz, como lo es el mercado Eloy Salmón. Igualmente, estos viajes les permiten adquirir productos textiles que luego son vendidos en el territorio chileno y así recuperar parte del dinero invertido o que invertirán en la compra de artículos electrónicos.

Esta situación, es decir el cambio del origen de cada uno de estos productos, genera algunas confusiones y/o malentendidos respecto de la situación de cada país para con este rubro. En una ocasión, conversando en Uyuni con Sarmiento, otro comerciante de productos electrónicos y electrodomésticos, aunque mayormente orientados a la construcción y la ferretería, me interpelaba:

Usted que es de Chile, déjeme hacerle una pregunta… ¿Es cierto que han dejado de fabricar de esas lavadoras de tambor redondo? Es que tengo un conocido de Argentina que me decía que esos motores los hacían en Argentina, y ya allá no los están haciendo, entonces ya no pueden fabricar más esa lavadora en su país… y esa era una buena lavadora, la gente la compraba mucho por aquí.

Respecto de los productos usados, y aquí varias anotaciones de interés, los comerciantes insisten en el protagonismo de la feria para su circulación, pues serían comerciantes chilenos los que llevan estos productos a Uyuni. Estos sirven a un grupo de la población que quiere productos chilenos –o armados/vendidos en Chile, para ser más precisos–, pero cuya venta ha perdido importancia pues los comerciantes observan mayor potencial y posibilidades de parte de marcas chinas y coreanas con interés en materializar sus franquicias en Uyuni; y de igual forma, la población local mira con mayor atención estos productos asiáticos, por el hecho de ser más comunes, fáciles de hallar y con mayor respaldo a la hora de cobrar garantías por funcionamientos defectuosos.

 

Conclusiones: nuevos cierres para nuevas aperturas

Tal y como hemos podido revisar, el influjo de la ZOFRI en la espacialidad analizada permite observar una situación que bien podría acercarse a la idea de “ira”, empleada por Lin Yi-Chieh (2011), respecto de la forma en que actualmente los productos electrónicos chinos circulan globalmente. La idea de la autora pareciera ser una de las metáforas más asertivas para representar, tanto material como simbólicamente, la magnitud e intensidad que tienen estas mercancías en los fenómenos relativos a las economías populares y las dinámicas capilares del capital (Gago, 2018; Harvey, 2008; López, 2018), y específicamente del contrabando, en la situación contemporánea del neoliberalismo y de las nuevas geografías económicas resultantes de las articulaciones derivadas entre Asia Oriental, concretamente China, con Suramérica a contar de la segunda mitad del siglo XX. “Ira”, sostiene la autora, porque tal dinámica se observa no solo como una actividad descontrolada sino impredecible, un escenario que interroga a la ciencia social respecto de cómo se espacializa y qué tipo de reglas gobiernan entonces estos flujos.

En nuestra región, el empleo de esta metáfora permite graficar la fuerza que posee tal circulación transcontinental y transfronteriza de mercancías, las que inundan y nutren múltiples economías a partir de flujos comerciales heteróclitos, entre ellos los propios del contrabando (Arbona et al., 2016; Muñoz, 2019; 2021; Tassi et al., 2013). Con un stock y variedad que ha evolucionado notoriamente en las últimas décadas, ampliándose a todos los géneros y tipos –incluso inventando nuevos o fakes (Han, 2016, p.76)–, y entroncando laboralmente a miles y miles de personas, esta compleja escena permite observar un fenómeno económico global impulsivo que unge de nuevos status a las mercancías, y que sugiere que la (i)legalidad de las transacciones a escala internacional, en las que estas se transan, se construye relacionalmente y de forma integrada en el proceso global de sus flujos (Pinheiro-Machado, 2011 y 2018). En este sentido, las tradicionales tipologías relativas a su comprensión, a saber, lícito/ilícito, formal/informal, acumulación/subsistencia, entre otras, no parecieran ser definitorias ni adecuadas en vista de lo versátiles, diversas y contaminadas que suelen ser las disposiciones que ellas adoptan en las fronteras, y de igual forma las variabilidades jurídicas que estos términos adoptan en cada país del mundo (Pinheiro-Machado, 2018).

Visto así, los procesos de movilidad y circulación de personas y mercancías vinculan a agentes de distinto tipo presentes y no presentes en la Puna de Atacama en términos generales, y en la espacialidad fronteriza Atacama-Lípez en particular. Provenientes tanto de países y regiones diferenciadas así como de sectores económicos “formales” e “informales”, tales actores y elementos coparticipan en una compleja escena en la que, parafraseando a Müller (2017), bien puede observarse una suerte de “informalidad mejorada” o de una “formalidad retrógrada”. Esta situación activa y en fricción permanente, tanto por las características propias del comercio y de sus mercancías como también por las políticas de control fronterizo a uno y otro lado del límite internacional, suponen complejos equilibrios y cambios sistemáticos en las estrategias empleadas para con el comercio de estos artefactos, modificaciones que incluso afectan a otro tipo de instituciones sociales y sus redes, como lo son el caso del parentesco, las redes familiares y laborales y la contigüidad y relación con otros espacios de la Puna de Atacama.

Por otro lado, Ribeiro (2007) llama nuestra atención respecto de la escala que esta “ilicitud global” ha alcanzado en la actualidad, la que debiera hacernos reflexionar por una parte, respecto de la operatividad de las tradicionales dicotomías empleadas para su abordaje (legal/ilegal, formal/informal) y por otra, de la intencionalidad de los medios de comunicación masivos para inscribir este fenómeno y otros similares en el espacio del crimen organizado internacional, la trata de personas, el tráfico de personas y de drogas, entre otros, y con ello enmarcarlo en las agendas de seguridad nacional y regional de Suramérica (Aguiar, 2015, p.541). Y es que “son las elites estatales las que han mantenido en el transcurso de los siglos el monopolio de la definición y la regulación de la legalidad/ilegalidad” (Ribeiro, 2007, p.42).

La construcción y representación social del contrabando y su relación con el Estado, en tanto construcción y continuum social, se halla cruzada por relaciones de fuerza y violencia, como lo son la “fiscalidad” y la “aduana”, como factores determinantes en la instauración de un determinado tipo de frontera (Medina, 2001). Este “estigma” no permite observar adecuadamente, por una parte, la forma en que este tipo de práctica comercial se enlaza con otras, al punto de estar participando de transformaciones radicales en torno al espacio y la materialidad comercial y urbana de la espacialidad fronteriza Atacama-Lípez; y por la otra, que esta actividad, al contrario de lo que comúnmente se piensa, no está necesariamente vinculada a tráficos de trata de personas, de narcotráfico o de armas.

Asimismo, y a propósito del poder configurador espacial que poseen ciertos grupos de la sociedad (Harvey, 2013), el hecho de que las espacialidades urbanas presentes en la espacialidad fronteriza en cuestión, sobre todo la cercana a los terminales internacionales, se haya ido orientando y adecuando a las necesidades propias del almacenaje de artículos electrónicos provenientes del sudeste asiático (almacenamiento, comercio al por mayor, desarrollo de servicios relativos al despacho, entre otros), es un proceso que no solo nos permite reconocer las ventajas que de uno u otro lado del límite internacional se presentan para los actores que ahí interactúan, sino fundamentalmente, de la capacidad performativa y determinante que posee este fenómeno en los modos de vida locales (Cardin, 2014). Esta apertura y masividad que ha adquirido el fenómeno en la espacialidad fronteriza Atacama-Lípez, en tanto su “fuerza de gravedad” (Muñoz, 2016), ha llegado a modificar el paisaje e infraestructura urbana, manifestando la vivacidad de este espacio y sus actorías; lo activo que se encuentran en él los procesos de diferenciación, desigualdad y combinación posibles en torno a la interacción entre dinámicas locales y multiescalares intensificados a través de capitales fronterizos contemporáneos.

 

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  1. 1 Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo (IIAM), Universidad Católica del Norte (San Pedro de Atacama, Chile). Correo electrónico: jose.munozva@gmail.com. https://orcid.org/0000-0002-6249-2405
  1. 2 Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo (IIAM), Universidad Católica del Norte (San Pedro de Atacama, Chile). Correo electrónico: ajgarces@gmail.com, agarces@ucn.cl
  1. 3 O coolies.
  1. 4 Para Muñoz (2008), buena parte de estas escenas, y más allá de su temporalidad, podrían enmarcarse en lo que la historiografía china conoce como el “Siglo de la humillación nacional”, acontecido bajo el imperialismo occidental que duró 110 años (1839-1949), y finalizó con el establecimiento de la República Popular de China y el triunfo de la revolución maoísta.
  1. 5 Han (2016) sostiene que en el pensamiento oriental, en términos generales, aunque específicamente en el chino, no se percibe ninguna contradicción entre capitalismo y comunismo. Así, y ante esta paradoja, sostiene: “En realidad la contradicción no forma parte de las categorías del pensamiento chino. Este se inclina más bien al ‘tanto esto como lo otro’ que al ‘esto o lo otro’” (Han, 2016, p.80).
  1. 6 30% aproximadamente para la década en cuestión.
  1. 7 O del 2,3% en 2000 hasta alrededor del 16% en 2013 (Durán y Pellandra, 2017, p.21).
  1. 8 Pues existe otro tipo de flujos cristalizados en torno a la inversión en obras de infraestructura energética o vial en países de la región, como lo es el caso del proyecto hidroeléctrico Ivirizu, en la provincia boliviana de Carrasco; o de la carretera amazónica boliviana del Departamento del Beni, de más de 500 kilómetros de extensión.
  1. 9 Pizarro y Ríos (2005) hablan explícitamente de una indiferencia notoria frente a la ciudad de Arica por parte del estado y gobierno chilenos para el periodo antes referido (Pizarro y Ríos, 2005, p.104).
  1. 10 No olvidemos que, en sus límites oriental y sureste, Bolivia comparte frontera con Brasil y Paraguay, así como con Argentina (por el sur), utilizando la Hidrovía Paraguay-Paraná y otras rutas fluviales para con el comercio en el Atlántico.
  1. 11 Ejemplo de ello son las múltiples noticias relativas a fallos judiciales que han indicado que esta ZF es un lugar de piratería y de infracciones marcarias (Leyton, 2011)
  1. 12 La que luego será abordada. Por ahora nos parece menester señalar que el nombre que este mercado urbano y callejero boliviano lleva bien podría explicarse por lo que Chang (2007) indica respecto a los inicios del fenómeno de los productos fakes en China. Así, sostiene que buena parte del fenómeno de lo real y lo falso respecto de los logos y mercancías en China, se sostiene, históricamente, en una “doble reproducción cultural” iniciada en Taiwan en los ’70. No obstante aquello, el motor de esta economía fake y sus logotipos falsos no eran “solo una imitación de Japón, también eran una imitación de la imitación japonesa de Europa” (Chang, 2007, p.130-131) (Traducción propia). Es interesante observar en esto que la disposición cultural de la industria fake tuvo, desde un principio, un sustrato bastante importante respecto de la ideología occidental y las diferentes ficciones e imaginarios que esta construyó respecto del oriente asiático.
  1. 13 Es importante señalar que en el año 1976, el dictador chileno Pinochet renunció a la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) debido a la “Decisión 24”, decreto que restringía la inversión extranjera en los espacios nacionales suscritos con el fin de defender la incipiente industria local. Tal medida iba en contra de la neoliberalización de los mercados pensada por y para su proyecto político (Godoy y González, 2009, p.355). Esta medida es central, puesto que debido a estas restricciones de la ALALC, hoy en día en Bolivia, por ejemplo, está prohibida la importación de ropa de segunda mano (o usada) por el Decreto Supremo N°28.761 (Instituto Boliviano de Comercio Exterior [IBCE], 2014). En una conversación con un funcionario de la Cámara de Industria y Comercio de Potosí (CAINCO), se sostenía que: “La ropa usada está prohibida, pero la ropa así… asiática, no está prohibida. Pero ahí le falta, por ejemplo, al gobierno crear mecanismos y políticas de decir ‘lo van a traer pero los aranceles van a ser elevados’, lo cual no permite acceso así, libre y los costos baratos acá en Potosí. Una chomba a 30 Bs (/$3.300 pesos chilenos)… y aquí en Potosí, con una lana que tienen que comprar y hacer, les sale como 60, 80 Bs (/$6.600, 8.800 pesos chilenos)… una chomba y tal vez la misma chomba, pero el impacto… en otros lados se producen millones, te pueden hasta decir ‘Bolivia’, pero no se hacen aquí, esas vienen de China… y aquí en Bolivia se producirán 100, y pocos la compran”.
  1. 14 De igual manera, casi el 50% de estas mercancías provenían de China. Se debe indicar también que estos flujos nutren la zona franca existente en Ciudad del Este, Paraguay, el gran depósito de mercancías chinas brasileño (Cardin, 2013; Moraga e Invernón, 2019; Pinheiro-Machado, 2008).
  1. 15 Para una lectura más específica en torno a ello, se recomiendan los textos de de Cardin (2013; 2014) y Cardin y Colognese (2014), relativos a las actividades que cotidianamente realizan sacoleiros, laranjas, cigarreros y bateadores para dar vida al “mercado informal” en la espacialidad fronteriza que comparten Argentina, Brasil y Paraguay; o de bagayeros o camelós en Santana do Livramento-Rivera, entre Brasil y Uruguay (Dorfman, 2009; Mazzei, 2002); o sobre pasadores o chiveros, en Libres-Uruguayana, entre Argentina y Brasil (Grimson, 2000); o los chiveros en Bella Unión, entre Uruguay y Brasil (Merenson, 2007); o paseras, en Posadas-Encarnación –mesiteros, en Formosa-Alberdi–, entre Argentina y Paraguay (Linares, 2017; Renoldi, 2014), y su vinculación con el Estado, la justicia y las diferentes percepciones que se tienen de este comportamiento “desviado” y propio de los “ilegalismos” en los sistemas penales locales (Renoldi, 2008); o en torno a los diferenciales económicos presentes entre los estados de la Región como clave explicativa del comercio ilegal en áreas de frontera (Carrion, 2011); o sobre el tránsito de textiles otavaleños en Ecuador, en la Región y el mundo, y su administración como parte de un capitalismo neoliberal desde el pueblo (Colloredo-Mansfeld y Antrosio, 2009); o sobre los culebrones, vale decir, conductores de las actuales caravanas que contrabandean combustible desde Ecuador hacia Perú (Prado, 2014); o sobre el circuito de la ropa usada en la frontera de Corumbá y Puerto Quijarro, en Brasil y Bolivia respectivamente (Hernández y Loureiro, 2017); o de las rutas que las mercancías relativas a la industria del reciclaje de telas supone entre espacialidades fronterizas y grandes urbes de Brasil (Rabossi, 2008); o de la acción de chamberas o cachineras, y el goteo permanente de juguetes, electrodomésticos y textiles de segunda mano (Dilla y Álvarez, 2019; Jiménez et al., 2019), al igual que papeles higiénicos y ropa deportiva fake, que circulan a diario por la espacialidad fronteriza de Arica y Tacna (Chile y Perú) (Muñoz, 2016).
  1. 16 Refiere tanto a las compras para el hogar en el que se trabaja o vive, e igualmente al encargo de algún producto a una pasera.
  1. 17 Los sacos rojos saturados de ropa usada que logran observarse en el pick up del automóvil, tienen prohibición expresa de ingresar a territorio boliviano por considerarse ilegal y atentatoria con la industria textil nacional.
  1. 18 Como lo es el caso de feria del trueque o binacional, que se realiza en la frontera entre los complejos fronterizos de Salar de Ollagüe y Comandante Abaroa.
  1. 19 Nombre con el que son reconocidos en Chile las y los comerciantes que aprovechan los espacios comerciales de ferias y mercados para vender productos fuera de tributación ordinaria, por lo general, en el espacio que queda una vez los puestos “formales” terminan. Esta denominación no es aplicable para el caso boliviano.
  1. 20 En el caso de esta espacialidad fronteriza, hablamos de 700 kilómetros de frontera lineales y tan solo dos controles fronterizos oficiales ubicados en el límite internacional entre Bolivia y Chile, los que poseen diferentes organigramas y participación de los estados.
  1. 21 Toda vez que productos que tradicionalmente circulaban y circulan por esta espacialidad fronteriza, asociados a consumos locales de grupos étnicos, se han ido convirtiendo en mercancías no exentas del pago de tasas y/o de derechos de autor, como lo es el caso de la hoja de coca, los textiles o la música empleada en las festividades y/o carnavales locales.
  1. 22 El término chuto se emplea ampliamente en Bolivia para referirse a los vehículos indocumentados, ya sea por haber sido importados de forma incompleta (por ejemplo, de vehículos que si bien tienen placas y documentos al día, aún tienen el volante al lado derecho y nunca han sido homologados) o robados en otro país, generalmente en Chile. A los contrabandistas que realizan este tipo de actividad se les conoce como chuteros.
  1. 23 Es posible identificar la procedencia de estos, pues los que lo hacen a través de la ZOFRI, o bien del retail dispuesto en las ciudades de Iquique o Calama, Chile, llevan un sticker que caracteriza el rendimiento eléctrico de estas mercancías, a diferencia de las provenientes de Brasil y Paraguay. Nótese la motocicleta marca “Hunda”.
  1. 24 Ambas marcas de retail.