Entrevista
Lía Rodríguez de la Vega,
Secretaria General de ALADAA Internacional
HAY QUE ABRIR NUEVAS AUDIENCIAS Y REDES INTELECTUALES ENTRE ASIA Y LATINOAMÉRICA
Por Jinok Choi1
DOI: https://doi.org/10.51188/rrts.num24.480
La actual Secretaria General de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y Africa (ALADAA) es experta en Hinduismo Yoga, Licenciada en Estudios Orientales y Dra. en Relaciones Internacionales (USAL, Argentina). Posee estudios postdoctorales en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (Brasil, 2009) y en el Departamento de Estudios Germánicos y Romances, Universidad de Delhi (India, 2016). Paralelamente ha desarrollado numerosos cursos de posgrado, entre ellos, en la Fundación Instituto de Estudios Budistas (Argentina). Docente e investigadora de grado y posgrado en diversas universidades y Directora de la Diplomatura de Estudios en Asia (UNCAUS, Argentina), es autora de diversas publicaciones, investigadora Categoría ll del Programa Nacional de Incentivos para Docentes Investigadores de su país y actual Secretaria General de ALADAA (www.aladaainternacional.com). Presentamos una entrevista realizada en diciembre de 2020 por el equipo editor de este especial de Revista Rumbos TS.
LOS MENOS CONOCIDOS DE ASIA
-ALADAA es la comunidad de académicos y expertos sobre Asia más grande en Latinoamérica, sin embargo existe cierto desequilibrio entre las regiones en estudio. Al respecto, ¿cómo podría ALADAA desarrollar los estudios de las regiones minoritarias?
-Si por minoritarias entendemos regiones “menos conocidas”, menos estudiadas en nuestro ámbito latinoamericano, puedo decir que ALADAA desarrolla actividades a través de las cuales contribuye a visibilizar lugares, cuestiones/temáticas no tan “transitadas”, por ejemplo, están ya en nuestro cronograma actividades que abordan a los países más pequeños (por extensión y volumen poblacional) de Asia del Sur, para una serie de charlas, que incluyen la temática de los Rohingya, que estuvieron precedidas por la realización de un seminario sobre Asia del Sur, en el marco de Diálogos ALADAA; realizamos hace pocos días una actividad sobre Cabo Delgado, Mozambique, contribuyendo a dar más visibilidad a las situaciones que se desprenden de este conflicto en África; realizamos también hace muy poco un seminario extenso sobre las relaciones internacionales en África, que estuvo ligado además a la formación de una red de africanistas latinoamericanos, que ALADAA apoyó; hemos hecho abordajes no tradicionales de África a través de distintas actividades con Salym Fayad (periodista y fotógrafo colombiano que vive en África); introdujimos ya la temática de las artes visuales a través de distintas charlas (la charla de la Dra. Pilar Cabañas es un muy buen ejemplo de ello); entramos al tema de las armas y armaduras japonesas, con una muy buena charla del Dr. Sala Ivars –que además ha implicado colaboraciones con otra asociación-; buscamos dar más espacio a temáticas relativas al arte, la ecología, otras perspectivas sobre educación en nuestros ámbitos de estudios (la charla del Dr. Sayan Dey sobre el giro decolonial en la academia india es un valioso ejemplo de ello), etc., al tiempo que dar visibilidad a los colegas que hacen esos abordajes, que exploran esos temas. Buscamos sumar a colegas que trabajan otras temáticas y desde otras lenguas, como el caso de colegas brasileños, hoy nucleados en la propuesta de “Visoes de Asia”, que también apoyamos. Creemos que esa dinámica propuesta desde ALADAA va generando sinergias que enriquecen a todos, con la expectativa de profundizarla y extenderla, por supuesto. En ese marco, por ejemplo, hemos podido ver el abordaje de temáticas no habituales sobre India a través de estudiantes, como los del Nodo de Asia y África (Universidad Nacional de Rio Cuarto), a cargo de Ana María Sánchez (Coordinadora Nacional de la Sección Argentina de ALADAA), etc.
Al mismo tiempo, hay colegas más jóvenes que se van incorporado a espacios de desarrollo de ALADAA como el caso de Tatiana Gelvez, coordinadora de Diálogos ALADAA y paralelamente contamos, como adelanté con la mención de Ana María, con muy dinámicos Coordinadores Nacionales de las distintas secciones de la asociación y entendemos que todo y todos contribuyen en igual dirección.
-¿Cuáles han sido los principales resultados, productos e hitos que ALADAA ha logrado a través de sus Congresos Internacionales a lo largo del tiempo hasta la fecha?
-Desde mi perspectiva personal, creo que el principal hito de ALADAA ha sido generar un espacio de encuentro y confluencia de los estudios de Asia y África (y de los sujetos y grupos que los desarrollan); desde la década del ’70 (ALADAA se originó en 1976), se ha ido fortaleciendo y sumando miembros y participantes y ha permitido que ese espacio se constituya en uno de referencia al respecto, potenciando, tanto hacia su interior como hacia afuera (las instituciones educativas en general y las mismas sociedades) los valores asociados al pluralismo, la defensa de la diversidad, la necesidad del desarrollo y el posterior afianzamiento de perspectivas críticas sobre los objetos/sujetos de estudio, ofreciendo también un ámbito de intercambio y discusión de las distintas perspectivas.
Al mismo tiempo se transformó en un espacio de reconocimiento a aquellos que durante muchos años han trabajado en temáticas asociadas a Asia y África, muchos de ellos pioneros en las temáticas en América Latina y ha sabido también acompañar la formación de profesionales más jóvenes, potenciando el trabajo de las diversas instituciones que han sido no solamente el ámbito de trabajo de muchos de sus miembros, sino también, en algunos casos, sede de sus congresos internacionales.
La difusión de la información de eventos, actividades, publicaciones, etc., propios y externos, la insistencia en la necesidad de la formación permanente, del estudio de idiomas asociados a nuestros trabajos, la confluencia de colegas, bibliografías, relación con otros agentes sociales (instituciones internacionales, agentes sociales privados y públicos, académicos y no académicos) , nos ha brindado a todos esa referencia, que ha contribuido grandemente a la extensión y pluralización de los estudios de Asia y África en América Latina, en la que por lo demás, seguimos trabajando.
Aquellos pioneros que fundaron ALADAA, supieron ver la importancia de generar este espacio y lo hicieron en un momento histórico de muchos cambios, identificado por diversos autores como el del paso de la mundialización a la globalización, conectando esa visión a esos grandes cambios producidos, proveyéndonos a todos de una gran oportunidad – que hoy hace visible la pertinencia del horizonte que observaron y transitaron-.
Es un espacio que crece, se diversifica en nuevas iniciativas y fundamentalmente-y allí creo, que reside la evidencia de su buen ser y estar-, sigue dinamizando esperanza, anhelo e imaginación, nexos y acción académica con inevitable impacto social, sin renegar de las diferencias de perspectivas y criterios y cualquier tensión que pudiera surgir, buscando refundarse de manera permanente en una pluralidad real (que busca seguir incorporando otro/as colegas, estudiantes, interesados, perspectivas, diálogos, posibilidades).
SALIR DE LAS RETÓRICAS AMABLES, POTENCIAR UN TRABAJO MÁS FECUNDO Y REAL
-Según su opinión ¿Cuáles son los principales desafíos para los estudios sobre Asia y América Latina en ciencias sociales y humanidades?
-Creo que en líneas generales (generalidades que me permito abordar con todo respeto porque es imposible conocer y abordar todo lo producido), es necesario renovar las aproximaciones conceptuales que utilizamos, buscando superar la fragmentación del conocimiento y la distancia de muchos abordajes de los problemas sociales. Para ello, entiendo que es preciso avanzar en términos de interdisciplinariedad, de consolidación institucional (pensemos en las condiciones de existencia de la investigación-docencia-extensión sobre Asia y África en las instituciones educativas de nuestros países en América Latina, en la priorización de la integración al medio profesional por sobre la participación en la vida comunitaria, a modo de ejemplo) y el compromiso social.
Son muchos y de muy diverso origen los autores que nos han antecedido en los planteos acerca de una renovación de las ciencias sociales. De Sousa Santos hace diversos señalamientos al hablar de las epistemologías del Sur; Wallerstein refiere a la superación de la cultura parroquial de la Ciencia Social; Sujata Patel señala la necesidad de nuevos espacios, perspectivas y metodologías para abordar los procesos sociales, sociabilidades y estructuras contemporáneos, apuntando también la necesidad de abrir la circulación del conocimiento a nuevas audiencias y de construir redes intelectuales a través de las instituciones; Dipesh Chakrabarty llama a “provincializar” Europa; Marginson apunta que las naciones precisan de universidades que participen en las redes globales de conocimiento con bases equitativas; Dussel critica la razón moderna desde la perspectiva de la filosofía liberadora, desde una razón diferencial; Arturo Escobar señala que las ciencias sociales cercenaron la conexión entre saber y mundo, entre conocimiento y vida y que reunir la teoría social con la vida necesita de la revisión la dependencia de la episteme de la modernidad, etc.
Los ámbitos universitarios resultan fundamentales en cuanto a constituirse en lugares donde eso acontece, donde las ciencias sociales se articulan más y mejor con lo local e incentivan curiosidad, avidez y crítica por otras localidades y sus aconteceres, renovando el compromiso social del que hablábamos, saliendo de la idea de la neutralidad axiológica del investigador en su tarea y del distanciamiento del trabajo de investigación de la vida colectiva, potenciando al máximo posible esa multidireccionalidad que acontece actualmente en las ciencias sociales y humanidades, a través de quienes se forman fuera de nuestros países, de quienes realizan estancias/intercambios más cortos (en nivel educativo de grado, posgrado o ambos), de quienes vienen a formarse a nuestros países, circulando nuevas ideas, nuevos autores, armando un continuo de reflexión de los Unos sobre sí y sobre los Otros, que puede ser poderoso y firme, en dirección a nuevos mapas sociales, culturales, cognitivos, potenciando un trabajo en red más fecundo y real.
Es un camino extenso, de muchos recorridos y obstáculos, que requiere entre otros salir de las retóricas amables que tan bien endulzan los oídos de todos, pero es el único camino que a mi entender sostiene la esperanza de algo mejor para todos. El aprendizaje, el conocimiento pueden ser/son un acceso concreto que contribuye a un bienestar multidimensional, en cuanto permiten imaginarnos otros presentes y futuros y accionar por ellos (desde aquellos que revisan y redefinen las narrativas historiográficas, los que profundizan los planteos filosóficos, los que transitan las múltiples rutas de los usos del lenguaje hasta los que se relacionan con las productividades locales, los que siguen las dinámicas de géneros, de grupos etarios, etc.). Los grados académicos que obtenemos, las dinámicas profesionales que ejercemos, creo, deben ir en esa dirección porque ese es, para mí, el sentido mayor que nos abriga y nos debe orientar, conscientes de que es un camino que convive/sufre/resiste y también puede sobreponerse a todos los obstáculos imaginables, incluidas nuestras propias contradicciones y frustraciones.
ASIA Y LATINOAMÉRICA: UNA “DIVERSALIDAD” QUE DEBE CONSTRUIR EN COMÚN
-Mirando el futuro ¿qué temas considera fundamentales para estimular los vínculos entre las academias de ambos continentes?
-En líneas generales, de acuerdo con Chao (2018), creo que la búsqueda de liderazgos transformadores, que atraviesen no solamente fronteras físicas sino también sociales, a tono con este nuevo siglo y sus desafíos, requiere un apoyo más firme de las instituciones educativas, también a las ciencias sociales y humanidades, buscando fortalecer el espacio universitario como formador de ciudadanía y también de liderazgo.
Creo que es necesario trabajar conjuntamente en la discusión de modalidades de formación que permitan también desarrollar competencias como la empatía, la no disociación de la naturaleza, etc., en aras de un desarrollo sostenible, cuyas activaciones, se multiplicarían en otras muchas dimensiones de la vida social (a su vez potenciando nuestras búsquedas).
En ese marco, retomo lo señalado por Appadurai (2015) sobre la capacidad de aspiración como una capacidad de orientación, para imaginar otros futuros posibles, que estén más asociados a la política de la esperanza, reinventando los términos de intercambio entre el reconocimiento y la distribución, como posibilidad sustanciada de una vida mejor para todos.
De esa manera, la estimulación de esos vínculos podría relacionarse a intercambiar/discutir/seguir imaginando las dinámicas que las diversidades de todo tipo cobran en las realidades particulares, al igual que la cuestión medioambiental, los binarismos culturales (que persisten y resisten), ese etnocentrismo que coloniza todavía en diversos sentidos pensamientos y acciones, el vínculo de nuestra corporalidad con nuestras realidades (también con nuestras dinámicas en la producción de conocimiento), el impacto multiplicado de las culturas en todas las dimensiones de la vida social –atravesado ahora por la ubicuidad y la instantaneidad-, los imaginarios poderosos que nos encuentran y los que nos dividen, etc., encontrándonos también con otras metodologías de acceso.
Me parece que ponernos en discusión como sociedades, que observar nuestro interior pero también a los Otros, que el desarrollo de encuentros teóricos y conceptuales nuevos, y la generación de expectativas de nuevos desempeños desde la educación, puede estimular esos vínculos. Por supuesto, sin ánimo de ser ingenuos, sabiendo la gran cantidad de obstáculos, inercias, presiones a encontrar, que existen pero que debemos superar, en una dinámica que podría modificar la naturaleza de la producción de conocimiento en ambas regiones y fuera de ellas, con la conciencia actuante de que existen diversas Asia, África y América Latina, que pueden articularse en la dirección de una diversalidad que construye en común.
Y en esa dirección de estimulación de vínculos entre ambos espacios académicos, entiendo que resultaría de utilidad desarrollar una estrategia que se orientara más hacia problemas/temáticas comunes, que se aborden desde perspectivas interdisciplinarias (por ejemplo, el cambio climático, las producciones culturales de los migrantes , sus descendientes y su alcance), que permitan potenciar la confluencia también con actores no académicos, en el marco de construcciones colectivas.
Este tipo de abordaje permitiría/á una profundización sobre las respuestas locales a las problemáticas comunes, su proyección a una puesta en común y el necesario abordaje de nuestras propias heterogeneidades en términos de acceso a recursos, a bibliografía, a financiación, para incluso desde las carencias y sus potencialidades, ir hacia la búsqueda de caminos para construir lazos con esas otras comunidades educativas (retomando a Max Neef , en el marco de su desarrollo humano); se trata de asegurarnos una manera de crecer en pluralidad.
LAS TIC Y EL CONTENIDO CRÍTICO
-Debido al desarrollo de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) y nuevas plataformas como Youtube, las culturas asiáticas llegan y se consumen cada vez más en América Latina. En su opinión, ¿qué efectos están generando estos cambios en la comprensión bilateral entre los pueblos de ambos continentes?
-Creo que en general, el primer impacto de llegada lo acusan las generaciones más jóvenes, en cuanto el uso de las nuevas tecnologías es bastante más extenso y profundo. Las TIC pueden contribuir a acercar y empatizar como a difundir falsedades y discursos de odio. Sin embargo, esos contenidos (música, dramas televisivos, etc.) proyectan determinados valores y apuntan a la generación de imágenes específicas acerca de las sociedades que aluden o donde tales contenidos se originan. Entiendo que en líneas generales, acercan sociedades, en el sentido de que las ponen en diálogo, amplían determinados horizontes –incluso estéticos-, pero creo que es bueno dotar ese ámbito de las TIC de contenido crítico, de interpelación, que no promueva una aceptación sin más de todo lo que se ve y se escucha y espacios como ALADAA sin duda buscan contribuir a ello, sumando su propia proyección en esas redes de información y comunicación. Incluso creo que la propia proyección de ALADAA en las redes abre otros caminos de relacionamiento, que son de mucho interés.
-La humanidad enfrenta distintos desafíos, como violaciones de derechos humanos, migraciones, igualdad de género, cambio climático, la cuarta revolución industrial, por dar algunos ejemplos, sin hablar de la pandemia actual. ¿Cómo Asia y América Latina, cruzando las fronteras y el Pacífico, podrán trabajar juntos frente a estos desafíos comunes en esta era de gran transición?
-En ese sentido, creo que el primer desafío es profundizar el conocimiento mutuo, profundizar el estudio de esas otras sociedades que nos interesan y que es el modo más cierto de no caer en asociaciones vacías, de discursos de ocasión; es en el mayor conocimiento del Otro que uno puede volver con una mirada crítica a lo propio, y ser interpelado por lo otro e interpelar, promoviendo esas imaginaciones de las que hablábamos antes, para pensar nuevos futuros (revisando abordajes y prácticas desde ambas experiencias). Entonces, el trabajo en redes, que permitan pensar juntos estas temáticas, desde diversas perspectivas, es para mí el camino que parece más apropiado. Y no me refiero solamente al trabajo académico sino a actores no académicos también, de hecho ALADAA ya inició un diálogo con actores no académicos locales y tiene en su agenda actores no académicos asiáticos y africanos, en la búsqueda de abordajes de estas temáticas.
LA PANDEMIA INTERPELA A UNA “CIUDADANÍA MORAL DEL CUIDADO”
-La Pandemia es otra instancia que invita a repensar el orden global centrado en Europa y Estados Unidos hasta ahora. ¿Qué rol podrán jugar Asia y América Latina, que hasta ahora de cierta manera han estado más marginados, en el nuevo orden global y cómo afectará la convivencia de la humanidad a futuro?
-En lo personal, creo que la pandemia interpela la condición humana y el agotamiento de un modo de entender/aprehender/vivenciar el mundo, en el sentido de una necesidad de profundizar la reflexión/vivencia/afectividad relacionada con su lugar en el planeta, su relación con los otros humanos y no humanos, como hacedores de construcción o de daño (ampliado en la banalidad de su ejecución). En ese marco, creo que la pandemia como hecho social convoca urgencia y conciencia de riesgo, pero también convoca solidaridades (en lo descriptivo y lo normativo).
Los ricos enunciados propios de las diversidades de Asia y América Latina, que cuentan con distintas propuestas de lo que una buena vida es, con dinámicas específicas, consideraciones acerca de las corporalidades y los contactos con los otros, pueden aportar espacios de permeación del actualmente instituido, en todo sentido, y proveer precisamente eso: otros sentidos que, en su encuentro, interpelen y sean interpelados, en el marco de /para una construcción común en otra dirección.
En el contexto de lo solidario, Schervish (2014) alude a la filantropía (“amor a la humanidad”) en un nivel personal, como una biografía moral del cuidado, y en un nivel social, alude a la ciudadanía moral del cuidado. Y es ese marco el que interpela, el que establece una pregunta acerca de la acción solidaria, la acción por y con el otro, aquel en el que pueden encontrarse respuestas, que ayuden a pensar nuevos órdenes y aspiro a que Asia y América Latina trabajen juntos y contribuyan en ese sentido, también.