Entre la infamia y la pandemia: una introducción tangencial al Trabajo Social y la Filosofía para el primer cuarto del siglo XXI

Between infamy and pandemic: a tangential introduction to Social Work and Philosophy for the first quarter of the 21st century

 

 

Nelson Arellano Escudero1

DOI: https://doi.org/10.51188/rrts.num21.389

Licencia CC BY 4.0

Resumen

La descripción del tiempo y filosofía del Trabajo Social reúne los elementos contingentes del primer cuarto del Siglo XXI con una sensibilidad historiográfica del sistema mundo que abre la interrogante acerca de las prospectivas para el tiempo por venir. Se analiza entonces la trayectoria de la oralidad a la grafía que conectó un Seminario de Filosofía y Trabajo Social con los manuscritos de este número de Revista Rumbos, complementando las expresiones de pensamiento de lxs autorxs de los artículos con una revisión de fuentes para situar algunos de los acontecimientos relevantes de los años 2019-2020, todavía en curso al cierre de edición. Se aprecia que la interacción de Filosofía y Trabajo Social constituye una fructífera y promisoria siembra de los diálogos, aún en tiempos de descuidos.

Palabras clave: Desglobalización; Subjetividad heroica, Filosofía; Trabajo Social; Chile

 

Abstract

The description of time and philosophy of Social Work brings together the contingent elements of the first quarter of the 21st century with a historiographical sensitivity of the world system that opens the question about the prospects for the foreseeable time. The path of orality to the writing that connected a Seminar on Philosophy and Social Work with the manuscripts of this issue of Rumbos Journal is then analyzed, complementing the expressions of thought of the authors of the articles with a review of sources to locate some of the relevant events of the years 2019-2020, ongoing at press time. It is appreciated that the interaction of Philosophy and Social Work constitutes a fruitful and promising seeding of the dialogues, even in the age of uncared.

Keywords: Deglobalization; Heroic Subjectivity; Philosophy; Social Work; Chile

 

Trabajo Social, su tiempo y (su) filosofía

El Trabajo Social para comprender tanto el mundo en el que se desempeña como para comprender sus propias labores debe recurrir a la Filosofía. La tendencia habitual, domesticada por el higienismo, por el sociologismo estructuralista (o ambos) impide, habitualmente, acceder a ello.

Pero todavía más, resulta pertinente reunir a las Humanidades y las Artes en sus distintas manifestaciones y lecturas de la realidad para formular los argumentos que nos faciliten un recorrido capaz de situarnos. En ello la Filosofía es clave porque, con muchas de sus contribuciones y usada con atención, es capaz de ayudarnos a elaborar una apreciación crítica de todo aquello que los estructuralismos y los funcionalismos, con sus múltiples combinaciones, naturalizan y con lo cual pretenden clausurar el debate.

Tal como señalan lxs editorxs invitadxs, este número monográfico que presentamos es el resultado de la suma de diversos trabajos sistemáticos de años recientes y que vienen a ser, como no puede ser de otra manera, manifestación del tiempo presente y, por lo mismo, son la expresión de un devenir de las fuerzas de la historia que necesitamos recorrer previamente.

Podemos comenzar en muchos momentos, pero lo haremos el 9 de noviembre de 1799, del calendario gregoriano, renombrado en la Francia de aquel momento como el 18 de brumario, porque es la fecha designada como el fin del periodo del Directorio e inicio del Consulado, en manos de Napoleón Bonaparte. Esta fecha alude al fin del periodo revolucionario francés en pos de una república cuyo destino cambió de rumbo años antes, cuando el 27 de julio de 1794, es decir, el 9 de Thermidor en el calendario republicano, se produjo la caída de los Jacobinos y al día siguiente la ejecución de Maximilien Robespierre. Era un tiempo en el que la simplificación de los procesos de ejecución hizo que se pasara del promedio de 11 ejecuciones diarias durante abril de 1794 a 26 ejecuciones por día en junio de ese año. Acciones de gobierno despiadadas que terminaban con la vida de miles de personas por razones políticas.

Por ello, no deja de ser significativo que el “9 de Thermidor” estuviera presente en los pasillos del Congreso de la República de Chile en la segunda década del siglo XXI, en la forma de una pintura de 1836/1838/1840, de Raymond Auguste Quinsac Monvoisin, francés que vivió en Chile entre 1843 y 1857, de manera intermitente, considerando su condición de viajero que le llevó a Perú, Argentina, Brasil, entre otros sitios, tal como sucedía con muchos otros y otras artistas del siglo XIX (De la Maza 2014, Villalón 2016).

La pintura impacta por la expresión de terror en los rostros de los derrocados. Una circunstancia en la que la derrota política significaba de manera casi ineludible, la condena a muerte. Aquella tormentosa revelación de la crueldad que se avecina es una imagen que lxs parlamentarios chilenxs del siglo XXI vieron rutinariamente o, quizás, evitaron mirar en aquellos pasillos tapizados de unas artes plásticas rebosantes de contenidos políticos. “9 de Thermidor” fue uno más de los mensajes desatendidos que culminó con millones de personas copando las calles en busca de la Justicia que el Derecho era y es incapaz de proveer (Hersant et al 2020). La manifestación del tumulto en Octubre de 2019 desató las iras del Ejecutivo y sus instituciones, las que se apresuraron a responder de manera cruel a las demandas sociales con muerte, mutilación, violencia sexual, balas y armas químicas. La Escuela de Santa María de Iquique y los infames Silva Renard y Pedro Montt (Artaza 1998; Artaza, González y Jiles 2009), junto con una larga lista de presidentes de la República, fueron emulados en su triste y miserable contribución a la escritura de una historia de corrupción y abuso.

En un porvenir no tan lejano, en la medianía de este siglo XXI se verá que la galería de la infamia chilena estará nutrida y poblada de nombres que hoy tienen cargos de responsabilidad pública en salud, educación, transporte, asuntos sociales y, también, en la ciencia. Esto, en el ahora presente de la inflexión de las fuerzas de la historia, está tomando un curso llamativamente similar a los inicios del siglo XX tanto en Chile como en un mundo en el que desde hace 10 años el proceso de globalización comenzó a ralentizarse, generando una etapa de desglobalización (Jones, 2017). Por ejemplo, el proyecto unificador europeo ha venido debilitándose al punto que en 2018: “Por primera vez, el Parlamento Europeo aprobó aplicar el artículo 7, una sanción que dejaría sin derecho al voto a Hungría. Esto debido a la negativa del Gobierno húngaro de acoger refugiados y las trabas a la libertad de prensa.” La situación interna de Hungría alcanzó un nuevo estatuto el año 2019 cuando su Parlamento aprobó una ley que aumentó el control gubernamental en la Academia de Ciencias, dato de alta relevancia por la gran sensibilidad del binomio saber-poder y las disputas por los regímenes de veridicción (Salinas, 2017).

La tendencia es inequívoca, pues con la promulgación de una ley que en Hungría a partir del mes de marzo de 2020 el presidente fue autorizado, sin límite de tiempo, para legislar por decreto (NPR 2020, The Guardian 2020); así este país remanente del Imperio Austro-Húngaro toma un giro que tiene muchas similitudes con la Alemania de 1930 y varios de sus vecinos centroeuropeos de aquel entonces.

La historia jamás se repite. La idea del determinismo debe ser totalmente excluida del razonamiento lógico, pero es cierto que la persistencia de las ideas y la falta de imaginación gozan de muy buena salud en amplios sectores de la sociedad, incluidas sus elites. Esa es la trampa del discurso de Gazimestán, pronunciado el 28 de junio de 1989 por Slobodan Miloševic, entonces presidente de la República Socialista de Serbia, que bajo la excusa de conmemorar los 600 años de la batalla de Kosovo, dejó en claro que se abría la caja de Pandora y quedaban liberados los males para repartirse por los Balcanes. Entre el 25 de junio y el 9 de Julio de 1991 se iniciaron los combates que fueron secundados por una progresión de guerras entre las repúblicas de la ex Yugoslavia que llegaría hasta el año 2001 (MacDonald 2018).

Insistiré en que esto no es una reiteración de los hechos pues, como señala David Bruce MacDonald, aquellos funestos dirigentes que impulsaron los regímenes de la destrucción y el genocidio indujeron al miedo, a la épica de la guerra y luego a la utopía de la salvación. Esta es la mecánica que formula una ruta de destrucción creativa dada la falacia (d)enunciada por Schumpeter (1996).

No se trata entonces de querer suspender al pasado del tiempo como una especie de pieza de museo extraída de su entorno y exhibida en una vitrina que le aísla del presente y le recubre de una patrimonialización venerable por su belleza o el horror que representa.

El devenir nos ha traído al tiempo presente y con ello urdimos el tiempo por venir. El Chile de los años 2019 y 2020 está cimentado sobre la base de los datos que provee el Servicio Electoral (SERVEL 2020a; 2020b), que informa, en cuanto a estadísticas de participación a nivel nacional, que en las Elecciones de 2017 el 46,6% del universo de votantes sufragó. Las estadísticas de participación a nivel nacional en Municipales del año 2016 fueron todavía más febles: 34,83%; 3 años antes de eso, las Estadísticas de participación de Segunda Votación en la Elección Presidencial de 2013 indicaron un 41,88% de sufragantes.

¿El 25 de octubre de 2020 podría haber un aumento de votantes? Es muy probable. El problema es que ante la desafección de la ciudadanía ante las elecciones incluso un aumento considerable, de un 20% o un 30% nos mantendría en torno a los 2/3 del universo de electorxs.

El futuro de la nación está aquí, en nuestras voluntades mientras se encierra a los sectores medios, se obliga a los sectores populares a arriesgar su salud y la elite se dispersa por tierra y aire evadiendo cuarentenas en sus segundas, terceras, o cuartas viviendas. SARS-COVID19 es un arma biológica, que no quede duda de ello (UNODA, 2019).

Por lo tanto, parece pertinente considerar como hipótesis que: en octubre de 2020 se hace la votación normalmente, la participación se mantiene o aumenta levemente e independiente de los resultados, se favorece a los sectores antidemocráticos, mal llamados populistas.

Estos datos, por lo demás, tienen un aspecto de Grupo Socioeconómico que genera una gradiente ostensible entre una mayor participación en elecciones de parte de los más ricos mientras que los sectores populares demuestran que mientras peor es su situación socioeconómica menor es su interés en votar (Arellano-Escudero, Castro-Serrano, et. al, 2016).

Esta desafección del pueblo con la política ha sido la puerta para el reingreso al campo de la dirección pública de sujetos, por ejemplo, con evidentes antecedentes de apoyo a los perpetradores de crímenes de lesa humanidad (Morales y Plaza, 2018) y que en este 2020 realizan nuevas maniobras para excarcelar a los pocos condenados.

La barbarie y la catástrofe están aquí y son evidentes, incluso incluyendo en la escena aquella democracia insurgente que brota de los empeños de la sobrevivencia (Castro-Serrano y Arellano-Escudero, 2020). Entonces ¿Cómo pensar una intervención social en este tiempo? Encarar esta pregunta era la motivación desde 2018 para quienes fuimos convocados a compartir nuestras combinaciones de Filosofía y Trabajo Social en el mes de Junio de 2019.

 

Trayectoria de la oralidad a la grafía, reuniendo al Trabajo Social con la Filosofía

En los meses que han seguido al 18 de octubre de 2019 intentamos re-encontrar el sentido de orientación y las palabras apropiadas para ello: reconducir(se) el mundo y en el quehacer académico. De aquí que la reunión de la Filosofía y el Trabajo Social requiera también la (re)visita al arte y la historia, como conjunción-dispositivo auxiliar para elaborar narrativas o, en estos momentos de urgencia y emergencias, algunos enunciados que neutralicen el silencio y el desconcierto del abismo de lo innombrable.

Inger Ambler (2019) hizo una nota acerca del “Segundo Seminario Filosofía y Trabajo Social: tensiones entre derecho y justicia para la intervención social” que fuera desarrollado en junio los martes 11, en la Universidad Alberto Hurtado, y miércoles 12, en Universidad Andrés Bello2.

Tal como ha sido relevado en la editorial de este número insistimos en creer que la filosofía no es un Poder, pero sí –como dice Deleuze– sigue siendo inseparable de un fuerte malestar con su época; esta aproximación metódica permite batallarle (en una “guerra de guerrillas” donde no hay tropas ordenadas ni jerarquizadas bajo los peligros que esto conlleva, como dice el filósofo) a los poderes tipo el Estado, las religiones, el derecho, el capitalismo, entre otros.

La Conferencia Inaugural, a cargo de Lidia Casas, Abogada, académica, investigadora y Directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales no pudo ser más oportuna. La re-lectura de un artículo de su autoría publicado en revista Mensaje (Casas, 2018) nos instaló de lleno en el problema de la confianza en el Derecho a propósito de las desigualdades de género.

Los temas de las mesas profundizaron en la aguda grieta de los dramas sociales de la chilenidad, vistos en clave filosófica con la óptica del Trabajo Social y su testimonio de la brutalidad cotidiana: “Institución, fuerza de ley y trabajo social”, “Un ‘más allá’ de la Justica como crítica al Derecho: por otra intervención social”, “Derechos Humanos, Justicia e Intervención social: ¿qué es intervenir bajo un enfoque de derechos situados en América Latina?”, para concluir con “La intervención social con y más allá de Habermas: posibilidades y limitaciones desde la perspectiva discursiva” y coronarlo todo con el lanzamiento de las Actas del Seminario del 2018 (Muñoz-Arce y Castro-Serrano, 2019).

Este ángulo de entrada a distintas dimensiones de la vida examinada del Trabajo Social y una exégesis en la que se descarna la ausencia de una relación fluida con la Intervención Social, subsumida en el pragmatismo de unas Ciencias Sociales colonizadas por el rendimiento y la obediencia al poder y sus instituciones (Galtung, 1968).

Valga la aclaración que dos de las exposiciones no se encuentran en este número monográfico. Mientras la ponencia “La intervención social (des)politizada y el umbral de las puertas del infierno” fue destinada a otra publicación, la contingencia impidió traer a la forma de manuscrito la alocución de Javier Román Verdugo, reemplazado en la sala por Ronald Araya, poniendo voz a Fundación Gente de Calle con el tema “Justicia Social como ausencia de la praxis del trabajo social: más allá del derecho”.

Vale la pena mencionar que esta última presentación estuvo abocada a la justicia social como horizonte ético de acción, dada la experiencia que la Fundación Gente de la Calle ha sostenido en los últimos diez años, a partir del trabajo con personas en situación de calle y en riesgo de estarlo. Más allá de una revisión teórica del concepto, se intentó evidenciar cómo se ha configurado colectivamente, a través de la experiencia de la “injusticia social” entendida como un elemento de reproducción estructural, un conjunto de saberes y prácticas que operan como dispositivo de resistencia; se podría decir que es una Filosofía en acción de urgencia permanente.

Como se verá en el conjunto de los artículos estas inquietudes están presentes de maneras diversas, demostrando pluralidades, disensos y manifestaciones propias, pero condensadas todas en la órbita del malestar desbocado cuatro meses después del seminario.

Todo el número especial se organiza en cuatro secciones que tocan un tema, se ofrecen los artículos y se desarrolla un comentario respecto de esos escritos. El primero de ellos es: “Institución, fuerza de ley y trabajo social” en donde Borja Castro aborda “Estado, Violencia y Justicia: notas sobre otra institucionalidad para la intervención social”. A continuación, Fabiola Miranda analiza “Instituciones de justicia y violencias contra las mujeres: tensiones y desafíos para su abordaje”. Sus textos son comentados por Susana Cazzaniga, de la Universidad de Entre Ríos, Argentina.

La segunda sección es “Derechos Humanos, Justicia e Intervención social: ¿qué es intervenir bajo un enfoque de derechos situados en América Latina?”. Aquí podemos leer a tres autoras comenzando por Claudia Gutiérrez con su artículo “Pensar el humanismo a partir del otro: Lévinas y la alteridad del envejecimiento”; continúa Gianinna Muñoz con “Trabajo interprofesional en Chile: impactos de la racionalidad neoliberal y los horizontes de la justicia social”; sigue Viviana Abarca: “Enfoque de Derechos en la Intervención Social. Explorando las nociones de conspiración democrática y reconocimiento del otre, desde la experiencia del Centro de Intervención Social de la Universidad Academia Humanismo Cristiano". Estos artículos son comentados por Esteban Sánchez Moreno, Académico Magíster en Trabajo Social, de la Universidad Complutense de Madrid, España.

La tercera sección está dedicada a: “Un ‘más allá’ de la Justica como crítica al Derecho: por otra intervención social”. Los articulistas son Roberto Merino con “El cuerpo y las violencias en el desarrollo de las relaciones sociales” y Jorge Ulloa con “Sujeto de Derecho y reclamos de justicia. Para una crítica del modelo liberal y los derechos sociales”. La comentarista de estos artículos es Lorena Gallardo, Académica Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Tarapacá.

Cierra este número especial de revista Rumbos, la sección “La intervención social con y más allá de Habermas: posibilidades y limitaciones desde la perspectiva discursiva” donde el trabajo de Paulina Morales, “Algunas reflexiones sobre la presencia de Habermas en los escritos de trabajo social en Chile”, es comentado por Ana María Galdames.

 

Colofón: La siembra de los diálogos

El ejercicio de intercambio entre colegas de la filosofía, el derecho, el trabajo social y otras disciplinas, ha permitido generar un recorrido que rompe la inercia de una práctica académica cuya órbita reiterativa se desplaza rutinariamente en los escasos límites de la epistemología, descuidando la ontología y la estética, entre otros campos de la filosofía.

Así como nos interroga Claudia Gutiérrez: “En los tiempos que corren, en los albores de las masacres pasadas y por venir ¿tiene sentido insistir en hablar sobre humanismo?” en su búsqueda con los asuntos de la Alteridad para responder esta difícil pregunta, Borja Castro propone que “se puede volver a nutrir lo universal sin olvido, haciendo respirar lo particular de toda alteridad, lo que articularía la difícil política de la ética hospitalaria” (énfasis en el original); mientras que Jorge Ulloa dirá que: “solo posible al pensar el tiempo desde la presencia de la alteridad radical del otro.”

Pero el problema tiene una densidad en la que hay que persistir y Claudia reestructura la pregunta: “¿No es más bien una postura antihumanista lo que circula en el aire de los tiempos? Más allá del antihumanismo, otro humanismo es posible”. Y aquí las voces se multiplican. Borja dice: “Hoy se pide dignidad, justicia, igualdad y no más violencia, pero me pregunto: ¿será posible lo anterior sin pensar las bases del propio tejido institucional que sostienen nuestras acciones éticas y políticas que añoran ser justas?”.

Por su parte, Giannina Muñoz en este tema hace una convocatoria, pues: “Hoy más que nunca necesitamos estar y encontrarnos con otros/as para luchar por la dignidad en todo sentido”, a la vez que Paulina Morales nos recuerda que “(...) el Trabajo Social tiene un compromiso ineludible con la democracia, porque solo en un entramado democrático puede garantizarse el respeto a los derechos humanos, a la dignidad de las personas (...)”, mientras Roberto Merino destaca que “(...) los historiadores acababan de reconocer en las masacres, la dignidad de un objeto de pensamiento (...)”.

Cada lectora y lector de este número de revista Rumbos-TS podrá encontrar sus propias rutas de análisis en donde no se evade (Balbontín y Salas, 2020), sino que se encara y desvelan precariedades y dramas sin abandonar la confianza en la esperanza y el optimismo que promueven una transformación social (Castro-Serrano y Flotts, 2018).

La enorme complejidad del Trabajo Social y sus pluralidades demanda una tarea ardua en la que los y las miles de docentes de pre y postgrado de la profesión debemos ser capaces de desalambrar los cercos disciplinarios para desactivar las taras que, mayormente, las Ciencias Sociales han generado, instituyéndose así una condición estabularia en la que las Humanidades concurren domesticadas en un estrecho campo pragmático de la filosofía del conocimiento, como epistemología, y de las cronologías, en una acumulación de efemérides con lectura determinista de la historia.

La apreciación crítica de esta situación lamentable y castradora nos permitirá apreciar la riqueza de oportunidades que abre un diálogo fecundo que combine axiología, ética, estética y, por supuesto, filosofías de la política y de la economía.

El/la lector/a atento/a encontrará en este dossier de Filosofía y Trabajo Social un interesante espectro de literatura a explorar señalada en las referencias de cada artículo. Abensour, Álvarez, Apel, Arendt, Benjamin, Cortina, Derrida, Deleuze, Díaz, Dussel, Esposito, Foucault, Fornet-Betancourt, Habermas, Held, Lévinas, Nancy, Reyes Mate, Palma, Ranciére y Ricoeur se encuentran repartidos y repartidas y, junto con obsequiarnos valiosas contribuciones, nos abren nuevos problemas.

Habremos de reconocer, en principio, que el influjo eurocéntrico sigue siendo un elemento para la autocrítica tanto como la inclinación hacia la investigación de varones y una menor recurrencia al trabajo de pensadoras o investigadorxs en disidencias sexuales.  

Con todo, la reunión de las discusiones que se presentan en esta colección de artículos, además de tener un profundo sentido de situación, u orientada Hacia una razón situada (García 2012), viene a pronunciarse de manera diversa para convocar a un debate que la academia debe llevar al campo profesional donde este tiempo de fragmentación y beligerancia, seguramente, alentará los tiempos de descuidos (De la Aldea, 2019) y podrá incrementar la ya abundante Subjetividad heroica (De La Aldea y Lewkovic, 2014).

El acto de pensar es una acción continua de la complejidad de la historia ecológico-económica de la que somos protagonistas permanentes. Por eso no cabe duda de que este número de revista Rumbos-TS es también una caja de herramientas.

 

Referencias bibliográficas

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Fuentes

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  1. 1 Universidad Academia Humanismo Cristiano, Instituto Humanidades-DETLA/NIDAS. Trabajador Social, doctor en Sostenibilidad, Tecnología y Humanismo por la Universidad Politécnica de Cataluña e investigador responsable Fondecyt 11180158 (2018-2021) “Fronteras solares de Chile” y FIIC UAHC N° 2019-02-05: “Vida social de los cuerpos muertos de PSC”. Condell 343, Providencia, Santiago de Chile, Código Postal:7500828. Email: narellano@docentes.academia.cl
  1. 2 El programa completo fue publicado a través del link: http://inxmail.unab.cl/repositorio/mailing_2016/2019/05/programa_%20seminario-2019.pdf, recuperado de internet el 30 de diciembre de 2019.