Identidad del rol de hermanas religiosas católicas en Santiago, Chile

Role identity of catholic religious sisters in Santiago, Chile

Recepción: 4 de septiembre de 2023 / Aceptación: 16 de octubre de 2023

 

Carlos Díaz Cánepa1

Monserrat Toro2

Dalvy Valdivia3

Isabel Morales4

Marcelo Flores5

Antonia Sepúlveda6

DOI: https://doi.org/10.54255/lim.vol12.num24.774

Licencia CC BY 4.0.

Resumen

Las hermanas religiosas en Chile contribuyen de modo importante en diversas esferas de nuestra sociedad, desde lo educativo, comunitario, hasta el cuidado de la vida. Dichas labores se enmarcan al interior de su rol religioso y hacen parte de la identidad que construyen en su calidad de hermanas religiosas. La presente investigación busca analizar los contenidos y la percepción identitaria de hermanas religiosas que desarrollan ocupaciones propias del ámbito laboral. Para estos efectos, se realizaron entrevistas a hermanas religiosas pertenecientes a distintas congregaciones en Santiago de Chile; del análisis de contenidos de ellas se desprende que si bien hay diferencias significativas en la forma de organizarse y operar entre las distintas congregaciones, y que realizan distintas labores, estas diferencias no aparecen como relevantes en la conformación identitaria de las hermanas religiosas, las que comparten aspectos identitarios sustantivos, construyendo una relación imbricada entre vida religiosa, personal y ocupacional, a partir de su identidad de hermanas religiosas.

Palabras clave: hermanas religiosas, construcción identitaria, identidad de rol ocupacional y organizacional 

Abstract

Religious sisters in Chile contribute in an important way in various spheres of our society, from education, community, to the care of life. These tasks are framed within their religious role and are part of the identity they build as religious sisters. The present research seeks to analyze the contents and identity perception of religious sisters who carry out workplace occupations. For these purposes, interviews were carried out with religious sisters belonging to different congregations in Santiago de Chile. From the content analysis emerged that although there are significant differences between the different congregations in the way of organizing, operating, and in the different tasks that they carry out, these differences do not appear as relevant in identity formation of religious sisters, who share substantive identity aspects, building an interwoven relationship between religious, personal and occupational life from their identity as religious sisters.

Keywords: religious sisters, identity construction, occupational and organizational role identity

Introducción

La construcción identitaria personal y social se encuentra en una constante dinámica de naturaleza dialógica, donde las demandas de las identidades sociales infringen la singularidad de las identidades personales (Brewer, 2003). Los individuos se clasifican a sí mismos en varias categorías sociales, a partir de las cuales obtienen parte de su identidad y el sentido de sí mismos, entre las que juegan un particular rol aquellas derivadas de las membresías organizacionales (Tajfel y Turner, 1986). Así, las identidades organizacionales proporcionan un contexto dentro del cual los miembros interpretan y dan sentido a las conductas que realizan (Fiol et al., 1991).

De un modo general, las personas demarcan cognitiva y conductualmente las arenas físicas, temporales y sociales en las que participan, creando diferentes dominios que permitan organizar sus entornos (Rothbard y Ramarajan, 2009). De este modo, la delimitación de dominios contribuye a evitar la activación conjunta de facetas incongruentes e inconmensurables de sus identidades (Ollier-Malaterre et al., 2013), evitando conflictos entre dominios, por ejemplo, aquellos que acaecen entre lo profesional y lo personal.

En la actualidad, a raíz del incremento del trabajo remoto y el uso de tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), se ha abierto un amplio debate en torno a los efectos del desdibujamiento de la separación espacial y horaria de los roles laborales y personales (Díaz Cánepa, 2021). No obstante, tal fenómeno no es necesariamente novedoso, siendo igualmente una característica de escenarios tradicionales existentes previo a la modernización derivada de la revolución industrial y que, en ciertos casos, han prolongado formas de vida en las que las dimensiones personales y laborales se encuentran sobrepuestas en el tiempo y el espacio. Tal es el caso, por ejemplo, de la actividad que desempeñan las religiosas dentro de las congregaciones, la que se desenvuelve en marcos temporo-espaciales difusos, en los que los planos personales, ocupacionales y del ejercicio del rol religioso se superponen y entreveran.

Vivir comunitariamente es parte de la vida personal y de la identidad de las hermanas religiosas. Las comunidades religiosas proporcionarían el contexto, la experiencia previa y la instrucción para la construcción de la identidad personal/religiosa, a través de la que cada hermana religiosa vive su compromiso (Obi et al., 2021). Así, la comunidad religiosa sería el cimiento a través del cual las religiosas desarrollarían y negociarían su sentido personal.

Las congregaciones proporcionarían el centro para la “interrelación” a través de la cual las hermanas religiosas están llamadas a vivir su vida, condensando los dominios personales y el rol en tanto que hermana religiosa, de manera tal que satisfacer las demandas en un dominio o rol dificultaría hacerlo en el otro (Edwards y Rothbard, 2000). Tal tensión, y el modo de resolverla, tendría efectos en la construcción identitaria.

Si bien la construcción identitaria en las congregaciones sería tributaria tanto de la forma de vida que esta propicia como del rol que las hermanas religiosas van desempeñando en el tiempo, la incidencia respectiva de estas fuentes identitarias podría ser asimétrica en la medida en que las labores ocupacionales que desempeñan son elaboradas como actualizaciones de su rol religioso. En este sentido, desde una lógica analítica cuantitativa, Halevy (2022) reporta que existiría un 85% de convergencia entre la identidad religiosa y la identidad global, en comparación con el 59% de convergencia entre la identidad ocupacional y la identidad global. Consistentemente con estos distintos antecedentes, resulta relevante la revisión de la incidencia de ambas fuentes identitarias en la configuración de la identidad de hermanas religiosas que desempeñan roles ocupacionales.

En este texto se exponen y analizan sintéticamente contenidos discursivos levantados en una investigación exploratoria sobre el papel que juega, por una parte, el rol de hermana religiosa, y, por otra, el ejercicio de roles ocupacionales y organizacionales, sobre la construcción identitaria de hermanas religiosas pertenecientes a distintas congregaciones religiosas católicas en Santiago de Chile.

Marco Teórico 

Religión e Identidad 

Según Adame et al. (2009), la religión acompaña a las sociedades como un elemento sustancial en la configuración del individuo, formando parte de su propia identidad, de tal forma que las maneras en que se presenta y se organiza es lo que le dará el carácter de una estructura y de una entidad que formulará parte del accionar social. Así, la religión sería, de algún modo, concebible únicamente y gracias a la sociedad misma, donde cobra fuerza como fenómeno cultural debido a que esta ayuda a construir la personalidad en la infancia y a asegurar la cohesión social a través de la configuración de un ethos colectivo.

No existe una definición precisa para englobar universalmente los aspectos que involucra la religión, pues tanto sus elementos constitutivos como relaciones serían históricamente específicos (Asad, 1993). Por lo que la definición que se le otorgue sería una construcción dialéctica legitimada por un colectivo específico en un tiempo y espacio determinado (Werbner, 2010). Sin embargo, es posible distinguir elementos comunes, a partir de los que se puede describir como un sistema de creencias y prácticas unificadas relativas a elementos sagrados que se unen, dando forma a una comunidad moral (Durkheim, 1964), y a un sentimiento de solidaridad íntima, profunda, con los ideales de un grupo, vinculando la integración del mí y los sentimientos de sí mismos a las características de los grupos de pertenencia (Cohen-Scali y Guichard, 2008). Así, la conciencia de pertenencia sería compartida con otros, y producida y mantenida mediante mecanismos sociales (Poveda, 2016).

Tales elementos configurarían una base para entender lo religioso en tanto que identidad, donde el énfasis estaría en la unidad de la moralidad, en las creencias y en las prácticas que se sustentan en la organización institucionalizada y la conciencia colectiva de grupos (Werbner, 2012). Esto resulta particularmente crítico para aquellos que abrazan la religión como forma de vida y, especialmente, para aquellos que comparten sus vidas en comunidades religiosas, cuya naturaleza interdependiente e intensiva marcan el contexto en que ocurren las comunicaciones e interacciones desplegadas cotidianamente para lograr los objetivos de vida y trabajo de la comunidad (Obi et al. 2021).

Labor Religiosa Católica

Las congregaciones religiosas católicas mantienen un vínculo fundamental con su propia tradición y su compromiso con los valores ligados, en función de lo cual han desarrollado labores de distinto tipo, atendiendo a las necesidades de las comunidades en las que se encuentran, mostrando capacidad para adaptar sus propuestas al contexto específico en que desarrollan su labor (Ostolaza, 2000).

Según lo apuntan Beribe et al. (2021), las religiosas católicas se sienten unidas a Dios siguiendo el consejo del evangelio en votos de castidad, pobreza y obediencia, y a vivir en comunidad imitando a Cristo, desarrollando una relación íntima con Dios, donde la oración y el servicio (trabajo) es parte integral de la vida personal y religiosa. Encontrar significado en el trabajo ayudaría a descubrir direcciones en su vida, también les proporcionaría un sentimiento de comprensión, entusiasmo y totalidad interior, así como un sentimiento de estar conectado con uno mismo, Dios y otros. De este modo, las hermanas religiosas lucharían por el bienestar holístico, como individuo y como comunidad, siendo el bienestar espiritual un elemento importante de bienestar holístico (Obi et al. 2021).

Es posible encontrar una realidad multifuncional muy amplia de actividades que se llevan a cabo dentro de las congregaciones. Dentro de las actividades religiosas colectivas, ocupan una alta relevancia la lectura de textos sagrados, charlas sobre tópicos religiosos, el consejo moral, la oración individual, el encuentro y la confraternización, los cursos de formación y las actividades festivas, y la ayuda y solidaridad hacia los sectores más desfavorecidos de la sociedad (Pérez-Agote y Santiago, 2009). Estas últimas se inscriben en una lógica de acción cooperativa, orientada a desarrollar un servicio de tarea compartida, en temas de interés general que afectan a la población (Perold y Tapia, 2007). Estas se sustentan en la idea del compartir social, inscrito en las doctrinas, creencias y rituales, y se desenvuelven enmarcadas normativamente por autoridades religiosas tradicionales y estructuradas (Derezotes, 2006).

Así entendida, la actividad religiosa podría clasificarse como un fenómeno funcional e instrumental, actuando acorde a las preocupaciones de la comunidad y respondiendo a un sistema de valores morales compartidos que actúa como punto de referencia (Hunt, 2005). En definitiva, la labor religiosa desempeñada por las congregaciones estaría fuertemente ligada a la cooperación de carácter social, que se llevaría a cabo bajo el nombre de la religión, pero su impacto a nivel comunitario sigue siendo terrenal. Estas actividades permitirían además suplir, atender y potenciar sectores que en principio deberían ser atendidos por el Estado (Ballesteros y Rivera, 2017). 

Desde esta perspectiva, las hermanas religiosas desarrollarían sentido tanto a nivel espiritual como interpersonal por medio de su servicio, pues vivir una vida como hermanas religiosas sería un llamado de Dios que debe ser aceptado obedientemente. Así, ellas verían su vida y trabajo como parte de Dios, y una forma de traer amor, felicidad y paz a los demás (Beribe et al., 2021).

Congregaciones 

Las organizaciones de origen religioso, como son las congregaciones católicas, brindan un espacio en el que sus miembros expresan su sistema de creencias mediante el servicio a los demás. En ellas ocurrirían procesos de socialización organizacional, a través de los cuales las personas adquirirían los conocimientos, habilidades, actitudes y comportamientos necesarios para adaptarse a las ocupaciones, roles y cultura organizacional vigentes (Wachtfogel, 2009).

Si bien existen diversas congregaciones católicas, las que desarrollan sus propios mecanismos internos y se encuentran estructuradas en función de las específicas ideas fundacionales y compartidas por la organización de modo de sostener su propio carisma y vitalidad (Fabián-Jimenez, 2018), estas distintas organizaciones cuentan como punto común de referencia una misma religión, la que definiría condiciones de borde compartidos para su accionar.

De un modo general, las congregaciones católicas aspiran a que sus miembros disfruten de una vida consagrada, con votos de pobreza, castidad y obediencia, pudiendo ser de carácter simple o temporal. Esta forma de vida está reconocida por la Iglesia Católica como una forma total de entrega a Dios, buscando la caridad (Heraldos del Evangelio, s.f). En lo formal, el desempeño de las asignaciones misioneras de las congregaciones y órdenes se encuentran reguladas en el Código de Derecho Canónico sobre la vida consagrada (Beribe et al., 2021).

En lo particular, las congregaciones femeninas surgieron principalmente en Francia e Italia durante mediados del siglo XIX, lo que fue favorecido por la crisis económica que sufrían las áreas rurales y la falta de posibilidades laborales para las mujeres en estos países, expandiéndose posteriormente a otros continentes. Sus integrantes debían además de practicar los votos de obediencia, castidad y pobreza, una vida activa, la que sugería la dedicación a la enseñanza y actividades serviciales, otorgándoles un reconocimiento social por tal función (Bianchi, 2015).

Vocación Religiosa

El concepto de vocación religiosa hace referencia a la llamada que un individuo siente procedente de Dios para llevar así una determinada forma de vida, de la cual nace una aspiración hacia el sacerdocio o hacia la vida religiosa (Mankeliunas, 1960), de modo que la persona busque seguir las creencias y los consejos evangélicos, disponiendo el espíritu para hallar la voluntad divina y, así, efectuar una correcta elección o modo de vida (Llavona et al., 2005).

Carisma

El concepto de carisma, por su parte, corresponde a un don concedido por el Espíritu Santo a algunas personas, con el propósito de edificar espiritualmente a una comunidad cristiana. Este concepto no es necesariamente igualmente interpretado por las diversas congregaciones o instituciones religiosas, siendo una fuente de pluralidad en la comunidad cristiana (Sánchez, s.f). Al tener este carácter variable en las diversas instituciones, el carisma de cada congregación manifiesta los aspectos más característicos y específicos de estas. De esta manera, en el carisma “está inscrito la identidad de la congregación”, no siendo algo estático, sino que una construcción en continuo desarrollo (Sánchez, s.f).

Metodología

Distinción de las congregaciones 

La presente investigación se realizó a partir de la recolección de datos obtenidos por medio de entrevistas semiestructuradas a hermanas religiosas pertenecientes a diferentes congregaciones religiosas católicas que tienen sedes en Santiago de Chile. Estas congregaciones presentan características particulares, las que se describen someramente a continuación.

1. Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, esta congregación tiene sus orígenes en Francia, fue creada con el fin de entregar el servicio corporal y espiritual a los pobres. En la actualidad posee sedes en Latinoamérica en países como Bolivia, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile. Especialmente en Chile en las zonas de Copiapó, Santiago, Valparaíso, Rancagua, Punta Arenas. Su carisma se centra en la castidad, pobreza, obediencia y servicio a los pobres.

2. Hermanas Misioneras Terciarias Franciscanas, congregación que se basa en los postulados del santo San Francisco de Asís, posee sedes en Argentina y Chile. Se caracterizan por su carisma de silencio, oración, penitencia y alabanza.

3. Hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción, es una congregación que tiene sedes en Estados Unidos, México, República del Salvador y en Chile, donde trabaja junto con la fundación Las Rosas. Se destaca por tener carisma de castidad, pobreza y obediencia.

4. Carmelitas Misioneras, esta congregación abarca diversas partes del mundo, tiene sedes en Europa, Asia, África, Centroamérica, y en Latinoamérica, con sedes en Colombia, Perú y Chile. Su carisma se centra en la contemplación, fraternidad, oración y servicio.

5. Hermanas Hospitalarias de San José, congregación que tiene sedes en Europa y en América del norte, centro y sur, entre ellas, en Chile. Su carisma se enfoca en la labor social en hogares de ancianos y colegios.   

6. Hermanitas de Jesús, poseen sedes alrededor de todo el mundo, en la actualidad están ubicadas en más de treinta países. Su carisma y principal misión radica en vivir en los lugares más pobres de cada país/población para ayudar a las personas en las necesidades que vayan surgiendo. Viven la religión como acción política y social a la vez. En Chile realizan comedores populares, entre otras cosas.

Muestra

La muestra está compuesta por entrevistas realizadas a 10 hermanas religiosas pertenecientes a diferentes congregaciones de Santiago de Chile. El rango etario de la muestra oscila entre los 35 años a los 93 años de edad, con una media de 67 años y una mediana de 63 años. Cinco de las entrevistadas son de nacionalidad chilena, una italiana, una española, una argentina, una salvadoreña y una venezolana.

Las hermanas entrevistadas cumplen con el criterio de haber ingresado a la congregación hace más de 5 años, y estar trabajando o haber trabajado dentro de las labores dispuestas por las congregaciones. Dentro de estos trabajos se encuentran: trabajos en asilo de ancianos, docencia, hospitales, trabajos sociales en poblaciones, cuidado de hermanas religiosas ancianas, entre otros.

Tipo de investigación e instrumento 

La investigación realizada tiene un carácter cualitativo, con base en entrevistas semiestructuradas, las que se realizaron sin un límite de tiempo predeterminado.

Las entrevistas se llevaron a cabo de manera presencial en los locales de las diferentes congregaciones ubicadas en la ciudad de Santiago de Chile. Previo al inicio de las entrevistas se les solicitó un consentimiento informado, abarcando aspectos relativos con el resguardo de su identidad y el uso de la información.

Los contenidos de las entrevistas han sido analizados y categorizados según: a) Historia de vida, razones y modalidad de acceso al rol religioso, b) Relación entre rol religioso y rol ocupacional, c) Relación entre vida laboral y vida personal, d) Relaciones interpersonales y pertenencia grupal, e) Valoración de la organización y su labor, f) Expectativas de permanencia en los distintos roles y proyecciones futuras.

Resultados

Historia de vida, razones y modalidad de acceso al rol religioso

Todas las hermanas religiosas entrevistadas tienen su lugar de residencia en la congregación a la que pertenecen y donde desempeñan su actividad religiosa. 

En sus historias de vida, todas presentan como base antecedentes de familiares y de infancia ligados a la religión. Vivenciando concurrencias familiares a misa los domingos, estudiando en colegios católicos, participando de pastorales juveniles, entre otras actividades y experiencias.

“En mi época juvenil tuve mucha formación en la fe, la que fue fortalecida. Mi mamá me llevaba a la iglesia y mi papá ayudaba a los pobres” (Religiosa, 84 años).

No obstante, a pesar de esta fuerte formación religiosa en su crianza, la decisión de ingresar a la congregación, no fue del todo bien recibida por sus familiares, según reporta una mayoría de las entrevistadas, haciéndoles cuestionar su vocación. 

“Mis padres nunca quisieron que siguiera este camino, sobre todo mi padre quería que estudiara una carrera en la universidad, al igual que mi hermano mayor” (Religiosa, 62 años).  

Señalan que sus intereses por la vida religiosa fueron mayores, por lo que, en consecuencia, decidieron tomar este camino entre los 17 y 23 años de edad. Mencionan que, incluso antes de ingresar a la labor religiosa, sentían como algo muy propio la fe y cercanía con Dios, ligado al rol social de servir a los pobres.

“Aquí me quiere el Señor a mí, esta es mi casa, aquí me quiere Dios” (Religiosa, 35 años).

El tiempo de vida de las hermanas religiosas entrevistadas en sus respectivas congregaciones, se sitúa en una media de 20 años. Señalan que solamente su formación religiosa ya dura aproximadamente 10 años. El inicio del proceso considera la realización de un aspirantado, algunas
–dependiendo la congregación– pasan a un pre-postulado, un postulado, para culminar con los votos, los cuales también dependiendo de la congregación pueden ser votos perpetuos o votos que se van renovando anualmente.

Las hermanas se van igualmente especializando técnicamente si lo desean, tomando cursos específicos o estudiando profesiones en distintas áreas como, por ejemplo, la docencia o la enfermería. Esto, en tanto que complemento del desarrollo de su labor religiosa desde labores propias del mundo ocupacional.

Relación entre rol religioso y rol laboral

El rol religioso y el rol laboral, aunque se perciben como estrechamente ligados, presentan distinciones que importa considerar, pues si bien las hermanas religiosas entienden sus ocupaciones administrativas dentro de la congregación y de servicio social hacia las comunidades como parte de su dedicación religiosa, desarrollan igualmente actividades mayormente relacionadas con el estilo de vida que llevan, asegurándose de cumplir con su carisma en la vida cotidiana, lo que incluye rutinas y ritos como, por ejemplo, las oraciones.

Las hermanas religiosas tienden a ver sus roles laborales como una extensión de su rol religioso, el que vendría por encima del primero. El rol laboral es un medio por el cual las hermanas pueden cumplir su carisma, lo que tiene una orientación social y de servicio a la comunidad.  

“Mi profesión primero es como hija de la caridad, después de eso es formadora” (Religiosa, 62 años).

“Siempre religiosa, más que docente y más que cuidadora” (Religiosa, 59 años).

Así, algunas hermanas religiosas se dedican a cumplir su labor en hospitales, en colegios, en asilo de ancianos, en hogar de menores, cuidando a sus hermanas mayores, etc., atendiendo a la capacidad física y mental que puedan disponer a medida que van envejeciendo. Así, por ejemplo, las hermanas con mayor edad se dedican a la limpieza del lugar de residencia.

“El trabajo de hermanas se desarrolla hasta que Dios te pone un servicio, hasta el día que Dios te dice hasta aquí puedes” (Religiosa, 84 años).

En otro plano de cosas, con el tiempo las hermanas religiosas van accediendo a distintos roles al interior de las congregaciones, como son los de Madre Superiora y Madre de Servicio, asumiendo desde esas posiciones variadas funciones administrativas y operativas necesarias para la sustentabilidad de sus congregaciones.

El rol laboral que cumplen las hermanas depende en alguna medida de sus intereses personales y competencias, pero también depende de las necesidades de la congregación, por lo que las hermanas están disponibles para asumir distintos roles e ir donde las necesiten, lo que no solo implica eventualmente cambiar de trabajo, sino que igualmente la posibilidad de tener que cambiar de lugar de residencia. 

“Cuando nos dicen que la congregación necesita de nosotras porque no hay vocaciones (en Chile), ahí nos movieron el piso y dijimos: si la congregación nos necesita para ayudar en esta tarea, vamos” (Religiosa, 59 años).

Las hermanas expresan sentirse satisfechas y representadas por los trabajos que realizan, sintiéndose parte de las distintas labores que han debido desempeñar desde su ingreso a las congregaciones, reportando en su mayoría tener facilidades para adaptarse a los roles que se requerían de ellas, estando motivadas por su sentido de vocación. De un modo general, las hermanas muestran aceptación y flexibilidad.

“La vida de trabajo ha sido dura, pero la adaptación fue muy fácil. Siempre me he sentido parte [de la labor]” (Religiosa, 84 años).

“Yo me adapte muy bien [...] lo importante es ponerle amor a lo que tú estás haciendo, en donde tu estés” (Religiosa, 59 años).

No obstante, algunas manifiestan haber tenido dificultades para adaptarse en algunas situaciones, asociadas particularmente a problemas relacionales dentro de las congregaciones y sus trabajos.

“Sí, [alguna vez pensé en abandonar el rol] pero, más que por un problema vocacional, era de relaciones humanas”
(Religiosa, 62 años).

Relación entre vida laboral y vida personal

Las hermanas religiosas entrevistadas tienden a mostrar una identidad condensada y fuertemente arraigada en su rol en tanto que religiosas. Esto se expresa de diversas maneras, partiendo por el modo de presentarse frente a otros. Así, por ejemplo, al dar inicio a las entrevistas, todas declararon de entrada su status de “hermana”, para luego indicar su nombre civil. En un mismo sentido, en el relato que desarrollan respecto a sus vivencias personales, muchas de ellas mencionan que, incluso en sus sueños, ellas se ven como “hermanas”, por ejemplo, vestidas con sus hábitos.

Refieren que su labor la realizan todos los días del año, con dedicación las 24 horas del día a sus labores, pues no cuentan con horarios fijos como en los trabajos tradicionales, no existiendo en consecuencia separación entre su vida laboral y vida personal.

“No es una vida laboral y personal, es solo una vida” (Religiosa, 59 años).

“No se hace una separación, lo personal y su función está integrado [...] siempre se es religiosa, pero porque está internalizado, no es como algo forzado” (Religiosa, 52 años).

“La vida personal y laboral están mezcladas, acá no hay horario. es distinto en el colegio” (Religiosa, 59 años).

“Todos los días, todas las horas, a cada rato una cumple el rol” (Religiosa, 84 años).

“Al vivir en la población La Victoria, tengo que estar atenta y con la puerta siempre abierta, porque qué pasaría si llega una mujer a pedirme ayuda porque su esposo le pegó… tengo que acogerla, no es como que le diga no a esta hora no trabajo, [...] por lo que uno está siempre en su labor” (Religiosa, 64 años).

Así, las hermanas señalan que no dejan de ser religiosas en ningún momento, que no existe el descanso en el rol religioso, pero si existirían eventuales descansos en el rol laboral, dependiendo del trabajo que realicen, pues una pedagoga tendría las vacaciones del colegio, mientras que una cuidadora en un hogar de ancianos no tendría necesariamente acceso a períodos establecidos de descanso.

Recalcan, sin embargo, que, en los momentos de descanso, se sigue cumpliendo el rol religioso, destinando a menudo el tiempo disponible, por ejemplo, para asistir a un retiro religioso o para la oración personal y, en algunos casos, el practicar pasatiempos como las manualidades o la lectura, pero incluso estos estarían, de una u otra manera, frecuentemente ligados al rol religioso.

En contraste con lo anteriormente reportado, sí establecen una distinción entre sus actividades en tanto que miembros de las congregaciones, y lo que consideran sus espacios personales. Así, eventualmente, cuando tienen acceso a descanso, algunas lo destinan para visitar sus familias o a establecer espacios físicos y temporales que les permita el recogimiento consigo mismas.

“Mi mundo es mi pieza, cuando uno termina el día, a veces antes o después de las noticias, cada una se va a su pieza, mi pieza es mi lugar propio” (Religiosa, 62 años).

No obstante, estos espacios de recogimiento no se actualizarían en ruptura con su rol de religiosas, tendiendo frecuentemente a emplearlos para la lectura de literatura religiosa, la contemplación y la oración.

Del mismo modo, hacen hincapié en la distinción que establecen entre ser hermana religiosa y ser mujer. Poniendo énfasis en que la dedicación a la vida religiosa no implica dejar de ser mujeres.    

“Tenemos cambios como toda mujer, tengo que aprender a vivir y canalizar toda esa parte de mí, tengo que estar bien emocionalmente. Implica mucho trabajo personal, equilibrio, trabajar la historia personal de vida” (Religiosa, 35 años).

Relaciones interpersonales y de pertenencia grupal 

La pertenencia grupal, además de su adscripción vocacional y al carisma de la congregación de pertenencia, se encuentra mediada en buena medida por la relación que establecen con sus pares y/o con las personas con las que interactúan en el trabajo.

Las hermanas comparten muchas horas del día juntas, a pesar de que tengan diferentes labores designadas. Dentro de las actividades que realizan juntas se destaca que en la mañana rezan juntas, toman desayuno (en algunos casos), luego se van a sus respectivas labores, vuelven a compartir a la hora de almuerzo y luego, en la tarde noche, se vuelven a reunir para cenar, rezar y hacer actividades recreativas como, por ejemplo, ver películas, dependiendo del día, antes de irse a dormir.

“En la mañana y en la tarde tienen tiempo de oración juntas y la misa, dependiendo del horario pueden ahorrar más” (Religiosa, 59 años).

“Compartimos mucho en conjunto, dentro de las actividades que hacemos en conjunto están comer, rezar y limpiar juntas” (Religiosa, 62 años).

Si bien la mayoría de las hermanas mencionan tener una buena relación con las demás hermanas con las que conviven, algunas hermanas mencionan que, como en toda organización, las congregaciones también pueden estar expuestas a momentos más tensos y de conflictos, a problemas de comunicación y malos tratos. 

“Hermanas me trataban mal, no existía apoyo. Algunas, incluso, nos trataba mal delante del personal, en definitiva, un muy mal ambiente laboral” (Religiosa, 62 años).

“Una vez dentro de la congregación me pasó que había malas relaciones humanas, pedí ayuda y me la dieron” (Religiosa, 52 años).

Valoración de la organización y su labor 

Al momento de referirse a la valoración externa de la organización, las hermanas señalan percibir que su labor es valorada socialmente. Algunas de entre ellas menciona que se sienten valoradas, sobre todo por quienes reciben su ayuda. Esta percepción de apoyo contribuiría a su motivación, en la medida en que tienden a estar impulsadas por la vinculación personal. Aunque, a su vez, señalan que no aspiran a una retribución y reconocimiento por parte de la sociedad, pues su satisfacción respondería a la realización de su vocación religiosa.

“Sí siento que la labor que hago es valorada, pero sobre todo por los pobres, a quienes se les entrega nuestra labor”
(Religiosa, 62 años).

“Completamente, me siento muy valorada por las personas con las que vivo y apoyo” (Religiosa, 84 años).

“Me siento querida por los pobres, por mi familia y la comunidad” (Religiosa, 62 años).

En contraste, reportan igualmente situaciones puntuales en que han sentido faltas de respeto por parte de personas, no atribuyéndole mayor importancia a dichos casos, prefiriendo no ahondar en el tema.

En relación con la disminución del ingreso de personas jóvenes en labores religiosas, la mayoría de las entrevistadas lo asoció a los cambios sociales en curso desde algunos años, y que han conllevado a grandes diferencias de valores y prioridades entre las generaciones. Describen una sociedad caracterizada por lo que Bauman (2015) denomina “modernidad líquida”, en la que la sociedad se basa en el individualismo, donde todo es efímero e inestable, diferentemente a lo que existía en el pasado donde primaba la estabilidad. De un modo general, se perciben con distancia con las generaciones más jóvenes, existiendo una barrera valórica y de prioridades que las diferencian. 

“Ahora las cosas duran menos, la permanencia le da miedo a los jóvenes, como la iglesia va más lento, intimida. Si todo cambia tan rápido” (Religiosa, 59 años).

“Existe menos compromiso, no hay estabilidad, no existe el valor del compromiso, o del para siempre” (Religiosa, 63 años).

Expectativas de permanencia en los distintos roles y proyecciones futuras

La mayoría de entrevistadas señala nunca haber tenido dudas respecto a mantenerse como hermana religiosa. No obstante, algunas de ellas sí habían pensado en esa posibilidad, producto de complejas situaciones que habían debido enfrentar, generándoles angustia y frustración. Dudas que, sin embargo, habían logrado superar.

“No todo es color de rosa. Hay momentos muy buenos y otros muy duros, una es humana, tiene limitaciones” (Religiosa, 63 años).

En su totalidad las entrevistadas mencionaron, a su vez, que se sienten completamente realizadas con la labor que desempeñan y que las complicaciones que, eventualmente, enfrentan las observan en el marco del deber, afirmando que la permanencia en tanto que hermana religiosa respondería a un deseo que les hace sentido. 

Una gran parte de las entrevistadas mencionó la expectativa de realizar estudios al proyectarse hacia el futuro. Otras mencionaron el deseo de realizar misiones en otros países. Sin embargo, todas señalaron que lo que realizarían a futuro dependía de la congregación y sus necesidades.

Por último, expresan no considerar la posibilidad de jubilarse, proyectándose en el ejercicio del rol de hermana religiosa mientras su cuerpo y mente lo permita. 

“Hasta el día que Dios te dice: hasta aquí puedes” (Religiosa, 84 años).

“No se jubilan hasta que mueren. Si la hermana mayor ya no puede rezar, tiene que ir repitiendo lo que las demás dicen” (Religiosa, 35 años).

“Se sigue trabajando hasta que se muere, aquí no existe la jubilación” (Religiosa, 63 años).

Discusión

Se ha documentado que las personas realizan una evaluación de su identidad en función de los distintos contextos de acción en los que se desenvuelven (Sullivan y Lewis, 2001), por lo que la identidad se puede interpretar en múltiples capas, donde las diferentes partes que la componen son integradas por el individuo, quien a su vez las delimita (Mayer, 2009). Las distintas identidades se activarían atendiendo a los dominios pertinentes (Rothbard y Ramarajan, 2009) que marcan pautas específicas de acción, tensionando los roles y facetas identitarias cuando son requeridos simultáneamente (Greenhaus y Beutell, 1985). Para las hermanas religiosas tal demarcación de dominios no aparece como relevante, estando su identidad de religiosa, sus ocupaciones y su definición personal, estrechamente ligadas. En esta integración de ámbitos de construcción identitaria, su condición de religiosas parece englobar todos los aspectos de su vida.

Así, apuntan que desde que ingresan a una congregación hasta que su vida termina nunca dejan de ser religiosas. Incluso, el uso de su espacio personal, como el de su habitación, en muchos casos lo utilizan como una extensión del ámbito religioso, donde dedican tiempo a la contemplación, oración personal o lectura religiosa. 

El ingreso a un nuevo espacio de socialización, como es el caso del ingreso a una congregación, implica un proceso de abandono de patrones de comportamiento previamente desarrollados y desligarse de experiencias desarrolladas anteriormente por las personas (Adkins, 1995). En este sentido, las hermanas religiosas tienden a señalar que este proceso es de baja complejidad, al estar altamente estructurado, con fases que permiten ir internalizando las distintas dinámicas y comportamientos de manera progresiva, permitiendo la apropiación y construcción sucesiva de representaciones y de prácticas sociales, sustentando la construcción de la nueva identidad social (González et al., 2005). Esto permitiría una fácil y rápida adaptación al momento de integrarse a la comunidad de religiosas, promoviendo que las hermanas que ingresan a las congregaciones se sientan prontamente representadas y cohesionadas con y por su labor religiosa. 

De este modo, las dificultades reportadas por las entrevistadas en el proceso de integración a las comunidades religiosas y sus labores se ven principalmente influidas por las dinámicas relacionales que se dan dentro de las congregaciones y sus quehaceres, más que en relación a lo que se espera de ellas en su rol de religiosa, o respecto a la imagen que proyectan las congregaciones o la Iglesia Católica. Este antecedente es sintónico con lo que se ha reportado en la literatura (Beribe et al., 2021), en cuanto a que uno de los mayores obstáculos que enfrentan las hermanas religiosas son los problemas interpersonales entre ellas, producto de diferencias en los trasfondos socioculturales y caracteres personales, factores que harían que el conflicto sea inevitable, situaciones que serían sobrellevadas por medio de la evaluación por pares y autorreflexión. Así, el contexto femenino de la conformación de las comunidades religiosas favorecería la utilización de estrategias de colaboración o de no competencia en la gestión de conflictos (Obi et al. 2021). Esto sería una dimensión relevante, pues en las comunidades religiosas, como los conventos, la confianza mutua sería la clave del bienestar y los conflictos amenazarían tanto la vida comunitaria como el bienestar personal y espiritual (Obi et al. 2021 bis).

Las congregaciones religiosas católicas poseen distinciones unas de otras, aunque en un nivel superior se encuentran unidas por la religión que profesan y por la Iglesia a la que pertenecen. Las distinciones entre congregaciones refieren a diferentes formas de organización y de realizar los servicios propios de su carisma, proyectándose con base a una misión corporativa explícitamente declarada (Van Rekom, 1997). No obstante, a pesar de las diferencias reportadas, resulta llamativo el grado de homogeneidad encontrado en los discursos identitarios expresados por las entrevistadas pues, a pesar de pertenecer a distintas congregaciones, presentan grandes similitudes, las que dan cuenta de una fuerte identidad colectiva común. Tales similitudes, si bien pueden responder en buena medida al sistema de creencias compartido, también parecen estar influenciadas por las similitudes en las formas de socialización al rol que vivencian. Así, no solo no presentan distinciones relevantes entre hermanas pertenecientes a distintas congregaciones, sino que tampoco aparecen diferencias en función de la edad o la nacionalidad, siendo la identidad de hermana religiosa un referente rector en la construcción de verdaderos estilos de vida, diluyendo la influencia de otras fuentes identitarias. Estos hallazgos son sintónicos con lo que refiere la literatura revisada, abundando en el sentido en que la identidad que construyen las hermanas religiosas tampoco se distingue en atención a los países en los que desempeñan su rol (Eze et al., 2014 y 2016, Obi et al., 2021 y 2021 bis, Beribe et al., 2021, Halevy, 2022).

De este modo, los hallazgos apuntan a señalar que la identidad de hermana religiosa se presenta como una identidad saturante, en la que se condensan las distintas facetas de la vida de las religiosas. Esta identidad saturante puede, eventualmente, ser asociada al concepto introducido por Freud denominado identidad condensada, que hace referencia al proceso por medio del cual un número determinado de pensamientos se reúnen bajo un único contenido ideativo o símbolo que, en el campo semántico, remite a un proceso de sustitución de una significación por otra, en virtud del cual se produce un efecto de sentido (Cicalese, 2008).

En este contexto, las congregaciones pueden ser caracterizadas como organización misionera, en el sentido que le otorga Mintzberg (1989), por cuanto sería el sistema de valores y de creencias lo que principalmente mantiene unidas las partes de estas organizaciones. El sentido de misión y el carisma reforzarían la identificación y motivación al interior de las congregaciones. Sus integrantes son seleccionadas con base a atributos y disposiciones acordes con los que promulga cada congregación, y son adoctrinadas desde su ingreso de manera que internalicen y se apropien de los valores, normas y comportamientos esperados por la organización. Estos distintos elementos promueven la homogenización del quehacer de las hermanas religiosas y facilita las coordinaciones internas de las congregaciones. Mintzberg apunta igualmente que, cuando una organización es dominada por su ideología, sus creencias y valores, sus miembros son estimulados a mantenerse unidos y, por consiguiente, tienden a tener una división del trabajo difusa, con poca especialización en los puestos y baja tecnificación de sus procesos. Tal descripción, como se ha expuesto, refleja cercanamente el modo como las hermanas religiosas elaboran y desarrollan sus asignaciones a distintos roles ocupacionales y administrativos al interior de las congregaciones.

Estas características constituyen, por lo tanto, un patrón que permite no solo situar las congregaciones al interior de un mapa de configuraciones organizacionales, sino también contar con bases conceptuales que contribuyan a su gestión, siendo, en este sentido, el adoctrinamiento un eje fundamental, no solo para asegurar la integración y coordinación interna, sino que igualmente para el despliegue descentralizado de su actividad. Esto, especialmente en consideración de la naturaleza multinacional del despliegue organizacional que caracteriza a las congregaciones religiosas.

En otro plano de cosas, y a modo de explicación de la baja de las vocaciones religiosas en las últimas décadas, las hermanas hacen referencia a que, actualmente, la sociedad se mueve muy rápido en comparación con la iglesia, pues esta última estaría fundada en valores sólidos y los cambios que ocurren en ella son pocos y paulatinos, lo que contrastaría con el modo de vivir actual de los jóvenes en el que estaría constantemente presente el cambio, siendo inestable en todas las áreas, incluida la laboral. Señalan de este modo que, mientras los jóvenes en la sociedad actual sienten que la iglesia estaría desactualizada, no logrando mantener una sintonía acorde con los tiempos, en contraste la iglesia proveería de seguridad y estabilidad, cualidades que en la sociedad actual no serían valoradas o que, incluso, resultarían intimidantes. 

Otro aspecto que incidiría en la baja de vocaciones a las que se enfrentan las congregaciones, según lo manifestado por las religiosas entrevistadas, serían las distintas problemáticas dentro de la Iglesia Católica, que han sido develadas públicamente en los últimos años. Esto habría generado una distancia con la sociedad, haciendo complejo sostener la construcción social de la imagen de las hermanas religiosas.

Tal contexto, no obstante, no parece repercutir significativamente en la forma en la que las hermanas religiosas perciben su propia identidad. Si bien las entrevistadas remarcan no estar de acuerdo con los hechos cuestionables sucedidos al interior de la Iglesia apuntan, a la vez, que aquellas situaciones no deberían asociarse con la labor que ellas realizan, la que tendría una legitimidad en sí misma.

Conclusión 

Esta investigación buscaba identificar aspectos que dieran cuenta de distinciones entre la identidad en tanto que hermana religiosa, identidad organizacional y de rol ocupacional. Los antecedentes recabados no permiten, sin embargo, dar cuenta de distinciones significativas entre estos planos.

Las entrevistadas no pertenecen a cualquier organización, sino que a una que no perciben como separada de su vida personal y que es constituyente de sus proyectos de vida e identidad personal. De esta manera, las potenciales identidades asociadas a la identificación con los atributos de los distintos roles aparecen subsumidos en los atributos del rol de hermanas religiosas. Tal fenómeno parece responder a una definición que deriva de la propia Iglesia Católica.

Desde el punto de vista de la Iglesia Católica, el paradigma del trabajo constituye una identidad predominante para todo religioso (Eze et al., 2014), lo que implica que las identidades religiosa, laboral y personal terminan estando estrechamente entrelazadas. Así, para las hermanas religiosas no existiría una distinción entre “yo religiosa”, “yo trabajando” y “yo realizando otras actividades personales”, porque estas identidades serían una misma. La identidad individual de las hermanas religiosas estaría basada y fusionada con los principios de esta identidad religiosa, viviendo así en pos de la fe, del camino de Dios y del carisma de la congregación en la que realizaron sus votos.

En este sentido, Eze et al. (2016) reporta en su investigación autodefiniciones del yo basadas en cómo las construyen los demás, especialmente desde las posiciones de la jerarquía religiosa, y que tenderían a presentarse como aspectos integrales de la identidad personal/religiosa de las hermanas religiosas. Esta autora señala que tal influencia tributaría al principio de obediencia, en el entendido que la autoridad de la jerarquía derivaría de la autoridad de Dios, destacando la importancia de una conformación identitaria construida a partir de experiencias de socialización intensivas y significativas.

Es así que, a pesar de que las congregaciones de referencia en este estudio son diversas y que presentan distintas formas de carisma, estructuración organizacional, tipos de formación que imparten, temporalidades en la que renuevan sus votos, labores que cumplen dentro y fuera de la congregación, entre otras características, se puede apreciar como elemento común y como base que rige toda factividad la presencia de una identidad condensada y saturada desde la componente religiosa. 

Consistentemente, las labores que desempeñan las hermanas religiosas no incorporan el concepto de jubilación, como ocurre habitualmente en otros trabajos u organizaciones, ya que ellas reportan que trabajan mientras su salud mental y física así lo permita, realizando diferentes labores dependiendo de sus capacidades, siendo estas labores, junto con aquellas propias de los ritos y prácticas de su fe, un modo de vida que les da sentido. 

En síntesis, las hermanas perciben su rol laboral como una extensión de su rol religioso, siendo este último un rol con el que se sienten identificadas personalmente, más allá de una identificación ocupacional. De modo que la identificación con su rol laboral proviene de los atributos sociales y misionales que les dan a los trabajos que realizan, los que se alinean con los carismas de sus congregaciones. Esto plantea, ciertamente, interrogantes respecto de las modalidades en que se desenvuelven los roles ocupacionales desempeñados por las hermanas religiosas, pues si bien estos aparecen subsumidos en la esfera de lo religioso, no es menos cierto que el ejercicio de roles laborales responde a dimensiones que tienen lógicas propias, derivadas de su naturaleza pragmática, técnica y de colaboración entre roles. La invisibilización de estos planos de la actividad que realizan las hermanas religiosas aparece como una condición que amerita ser examinada con mayor profundidad en futuras investigaciones en cuanto a su eventual incidencia sobre su calidad de vida ocupacional.

Esta investigación tenía por propósito abordar exploratoriamente un área de estudio no siempre suficientemente desarrollada como es la relación entre religiosidad y ocupaciones que se inscriben habitualmente en el campo del desempeño laboral. Quedan, por cierto, abiertas diversas líneas de investigación y de contrastación con marcos teóricos que podrían dar luces atingentes sobre las dimensiones psicosociales y ocupacionales que pueden derivarse de los contenidos expresados por las hermanas religiosas entrevistadas, lo que ciertamente constituye una limitación en los alcances de este trabajo. En contraste, creemos que el principal mérito de este texto reside en el hecho de poner a disposición del debate teórico voces que aportan singulares vivencias, perspectivas y significaciones en relación a sus pertenencias sociales y ocupaciones.

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1 Doctor en Psicología. Departamento de Psicología, Universidad de Chile. Capitán Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa, RM. Código postal: 7750000.

Correo electrónico: carldiaz@uchile.cl. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1017-287X

2 Licenciada en Psicología. Departamento de Psicología, Universidad de Chile. Capitán Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa, RM. Código postal: 7750000.

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3 Licenciada en Psicología. Departamento de Psicología, Universidad de Chile. Capitán Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa, RM. Código postal: 7750000.
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4 Licenciada en Psicología. Departamento de Psicología, Universidad de Chile. Capitán Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa, RM. Código postal: 7750000.

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5 Licenciado en Psicología. Departamento de Psicología, Universidad de Chile. Capitán Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa, RM. Código postal: 7750000.

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6 Licenciada en Psicología. Departamento de Psicología, Universidad de Chile. Capitán Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa, RM. Código postal: 7750000.

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