Diferencias de género en la sobrecarga laboral y el apoyo en la educación remota de la infancia, en personas que trabajan desde casa por la COVID-19
Gender differences in work overload and support in remote childhood education, in people who work from home due to COVID-19
Recepción: 25 de septiembre de 2021 / Aceptación: 7 de diciembre de 2021
Belem Quezada Díaz1
Aime Margarita De la Hoz Becquer2
Lauren Lara Marquez3
DOI: https://doi.org/10.54255/lim.vol10.num20.557
Resumen
La pandemia generada por la COVID-19 ha llevado a la transformación y adaptación de las diferentes actividades en las que las sociedades se desarrollan. En la organización familiar se han desarrollado estrategias para realizar las actividades del trabajo remunerado y no remunerado; sin embargo, históricamente las tareas del trabajo no remunerado han recaído sobre las mujeres, teniendo consecuencias en su salud. La presente investigación tiene como objetivo diferenciar la percepción entre hombres y mujeres de las sobrecargas por realizar el trabajo desde casa y apoyar en las actividades escolares de la infancia. El estudio es de tipo cuantitativo, transversal y correlacional. Se contó con la participación de 110 personas (85% mujeres y 15% hombres) que respondieron las encuestas: Escala de Sobrecarga de Trabajo desde Casa derivado del COVID-19 y la Escala Sobrecarga de Trabajo y Apoyo Escolar durante el confinamiento por COVID-19. Se encontró mayor percepción de sobrecarga de trabajo en las mujeres por realizar labores remuneradas, trabajo doméstico y apoyo en las actividades escolares. Se encontraron diferencias significativas donde las mujeres exteriorizan malestares físicos, desgaste emocional, saturación e irritabilidad por desempeñar la multiplicidad de tareas durante el confinamiento derivado de la COVID-19.
Palabras clave: sobrecarga de trabajo, doble presencia, diferencias de género, apoyo en actividades escolares, COVID-19
Abstract
The pandemic generated by COVID-19 has led to the transformation and adaptation of the different activities in which societies develop. In the family organization, strategies have been developed to carry out paid and unpaid work activities, however, historically the tasks of unpaid work have fallen on women, having consequences on their health. In the family organization, strategies have been developed to carry out paid and unpaid work activities, however, historically unpaid work tasks have fallen on women, having consequences on their health. The objective of this research is to differentiate the perception between men and women of the overload for doing work from home and supporting school activities during childhood. The research is quantitative, cross-sectional and correlational, 110 people participated (85% women and 15% men) who responded to the surveys: Scale of Work Overload from Home derived from COVID-19 and the Scale of Work Overload and School Support during confinement due to COVID-19. The results show a greater perception of work overload in women for carrying out paid work, domestic work and support in school activities. Significant differences were found where women express physical discomfort, emotional exhaustion, saturation and irritability due to performing the multiplicity of tasks during confinement derived from COVID-19.
Keywords: work overload, double presence, gender differences, support in school activities, COVID-19
Introducción
La pandemia generada por la COVID-19 ha provocado la transformación de las actividades que desarrollan mujeres, hombres e infantes. Tanto las familias como las comunidades han tenido que asumir las nuevas condiciones impuestas por las instituciones laborales y educativas que afectan incluso las actividades de ocio. La llamada nueva normalidad implica realizar las actividades laborales remuneradas, escolares y de convivencia familiar dentro de un mismo espacio: el hogar.
En México, los cambios que han configurado la nueva normalidad iniciaron con acciones implementadas por el Gobierno Federal para mantener el confinamiento y, así, reducir el riesgo de contagio por la COVID-19. Las primeras estrategias importantes a nivel nacional fueron la Jornada Nacional de Sana Distancia, iniciada el 23 de marzo de 2020, y las medidas de higiene dispuestas por el gobierno. Unido a esto se orientó la suspensión de las actividades no esenciales. Como efecto de esta medida, trabajadores de actividades no esenciales comenzaron a realizar su trabajo desde casa. Posteriormente, el 20 de abril del mismo año, se les suma a estas medidas el programa Aprende en Casa; esta estrategia consistía en usar los canales de televisión públicos y la plataforma de YouTube para la transmisión de programas con contenidos educativos para los distintos niveles educativos, desde educación básica hasta media superior. Además, en cada sección se hacía una recomendación para realizar alguna actividad e ir conteniendo una carpeta de evidencias (Trejo-Quintana, 2020). Amador (2020) considera a este programa de educación remota o programa de educación a distancia como un “complejo sistema integrado por instituciones gubernamentales educativas y de salud, redes de telecomunicaciones de radio y televisión, redes sociodigitales por internet, y comunidades diversas” (p.142), siendo el primero en México destinado a una población de 30 millones de alumnado. Es así como el confinamiento llevó a los miembros de las familias a realizar las diferentes actividades que desarrollaban en el mismo espacio e, incluso, en el mismo momento.
Históricamente, las actividades que se llevan a cabo dentro del contexto de lo privado, es decir, aquellas que se realizan en lo interno del hogar –cuidado de otras personas, quehaceres domésticos, apoyo familiar a las actividades escolares y otras–, han recaído bajo la responsabilidad de las mujeres que integran las familias, independientemente si son jefas de familia o no (Batthyány, 2008; Charpentier, 2009; Rojas, 2011; Tovar, 2012). En el contexto actual, como consecuencia del aislamiento, las mujeres experimentan una mayor sobrecarga de trabajo debido a la multiplicidad de roles que desempeñan y que no se derivan precisamente de la pandemia, pues su cotidianidad no estaba exenta de ellos (Contreras-Ibañez et al., 2020; Vizcaíno, 2020; Cisneros y Yautentzi, 2021). No obstante, el confinamiento ha detonado una situación más crítica: no solo necesitan mediar y fortalecer las relaciones familiares teniendo a todos o casi todos los miembros de la familia recluidos en el hogar, sino que también han tenido que desarrollar estrategias educativas, de cuidado, administrativas, de gestión económica, etcétera, para hacer frente a la crisis y apoyar al resto de los miembros de la familia en sus actividades (Brenes, 2020; Rodríguez, 2020). Este escenario ha estimulado que reafirmen estar saturadas, cansadas, estresadas y, evidentemente, sobrecargadas.
A pesar de que se ha documentado ampliamente en la investigación las condiciones laborales precarias que viven las y los trabajadores, en mayor medida las mujeres, aún falta conocer la situación en la actual condición del trabajo desde casa derivado de la pandemia por la COVID-19. Considerando este contexto, se desarrolla la presente investigación con el objetivo de conocer cuántas horas dedican mujeres y hombres al trabajo desde casa y al apoyo en las actividades escolares remotas en la infancia, diferenciando sus percepciones acerca de las sobrecargas por realizar las actividades laborales y el apoyar en la educación remota. Se resalta el aporte que tiene la investigación como un estudio exploratorio en un nuevo escenario, como lo es el contexto de la contingencia sanitaria, considerando y complementando la información ya evidenciada en estudios previos.
En los siguientes apartados se exponen las temáticas relacionadas con el trabajo remunerado y no remunerado, la sobrecarga de trabajo y sus consecuencias, así como la organización familiar en el apoyo de las actividades escolares remotas. Además, se retoman algunos antecedentes empíricos de investigaciones realizadas en el marco de las condiciones impuestas por la pandemia generada por la COVID-19. Posteriormente se presenta el método de la investigación, en donde se señalan participantes, instrumentos y procedimientos utilizados. Después se muestran los resultados para, finalmente, enunciar las consideraciones finales, discutiendo los resultados hallados y las tareas pendientes.
Trabajo remunerado y no remunerado: la sobrecarga de trabajo en las mujeres
Las transformaciones que se han experimentado en el trabajo han traído consigo la generalización de condiciones precarias, reflejadas en: pérdidas de prestaciones sociales, reducciones en los salarios, flexibilidad laboral, inseguridad laboral y el aumento en las cargas de trabajo (De la Garza, 2001; Contreras, 2019; Lázaro-Castellanos y Jubany, 2019). Cuando se habla de sobrecarga laboral casi en automático se remite a la sobrecarga que genera el exceso de actividades y exigencias relacionadas con el desempeño del trabajo remunerado; sin embargo, en este artículo se pretende ahondar en la sobrecarga que se genera debido a la multiplicidad de roles que tienen los seres humanos en la vida y que no solo se suscriben al mundo laboral remunerado (Rojas, 2011; Tovar, 2012, Brenes, 2020).
La sobrecarga de trabajo se entiende como el exceso en la carga de trabajo, ya sea por demasiadas actividades o porque estas son muy complejas y deben realizarse en un determinado tiempo (Greenglass et al., 2003). Para Veloutsou y Panigyrakis (2004), las personas experimentan sobrecarga de trabajo cuando perciben que las demandas laborales sobrepasan las habilidades y los recursos con los que cuentan para el logro de los objetivos de manera efectiva en el tiempo establecido.
Es importante señalar que las conceptualizaciones de la sobrecarga de trabajo en el marco de la investigación sobre el trabajo y la salud ocupacional han invisibilizado las cargas del trabajo no remunerado, realizadas primordialmente por las mujeres. En este sentido, estudios con perspectiva de género subrayan la importancia de considerar el área de lo privado en estos estudios, así como superar el enfoque que separa la esfera de las actividades remuneradas de las otras esferas donde se desarrollan las personas (Jiménez y Moyano, 2008).
Esta ausencia de fronteras entre lo laboral y lo doméstico históricamente ha marcado una brecha refrendada en los roles y estereotipos de género que han caracterizado el desempeño de mujeres y hombres; sin embargo, estos se han hecho cada vez más evidentes en las actuales circunstancias de confinamiento. Estadísticamente, las mujeres antes del confinamiento desempeñaban aproximadamente 39 horas de trabajo no remunerado a la semana contrastando con unas 13 horas desempeñadas por los hombres (Rodríguez, 2020; Cañongo y Palafox, 2020).
Siguiendo esta línea, Charpentier (2009) afirma que las consecuencias provocadas por la sobrecarga laboral no son iguales cuando se considera el género, ya que las mujeres realizan dobles jornadas de trabajo: las del lugar de trabajo y las del cuidado del hogar. Las dobles jornadas laborales hacen referencia a “la realización de dos trabajos en un solo día: uno en el mercado público y otro en el espacio de la vida doméstica familiar” (Cena, 2019, p.29).
Empero, el término de doble jornada puede malinterpretarse, al tratarse de una consideración sobre la jornada como limitante de tiempo, es decir, se puede considerar como una división clara entre terminar una jornada y comenzar otra. Sin embargo, en la práctica cotidiana esto no suele ser así, por lo que se ha propuesto el término de la doble presencia, desde el que se rescata que la característica principal del trabajo de las mujeres, tanto en lo productivo como en lo reproductivo, es “la sincronía de los tiempos para la ejecución de ambos y esta distinción fundamenta el concepto de doble presencia” (Cubillos y Monreal, 2019, p. 18).
Se entiende conceptualmente a la doble presencia como la exposición a las exigencias combinadas sincrónica y cotidianamente del trabajo productivo y doméstico familiar, situación que entraña riesgos para la salud (Torns et al., 2002) y que reconoce las subjetividades que se ponen en juego para realizar de manera efectiva la multiplicidad de actividades, dando cuenta de las sobrecargas de trabajo que conlleva desarrollarlas. Haciendo distinción de las actividades que realizan las mujeres, Batthyány (2008) reporta que la división sexual del trabajo en las tareas del cuidado no solamente es cuantitativa, también se suman aspectos cualitativos, al encontrarse que son las mujeres quienes participan en actividades diarias, ordenadas y organizadas (por ejemplo: dar de comer, bañar, llevar a la escuela), a diferencia de los hombres que participan en actividades con mayor flexibilidad en el uso del tiempo (por ejemplo: salidas al parque o paseos, jugar).
Al hablar de las repercusiones para la salud, la investigación realizada por Greenglass et al. (2003) reporta que la sobrecarga de trabajo es un estresor significativo relacionado con el agotamiento. Además, el estudio considera que la carga excesiva de trabajo contribuye a la angustia y la depresión. Patlán (2013), por su parte, menciona como consecuencias de la sobrecarga de trabajo para la salud: el estrés, la baja motivación y satisfacción laboral, los trastornos fisiológicos y psicosomáticos, el agotamiento físico y emocional, el incremento de adicciones, además de aumentar el riesgo de padecer enfermedades coronarias.
En México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía ([INEGI], 2020) realizó la Encuesta Telefónica sobre Covid-19 y Mercado Laboral (ECOVID-ML) para conocer el impacto de la COVID-19 en la actividad económica y el mercado laboral. Dentro de los resultados presentados se encuentra que, de un total de 7.7 millones de personas que trabajan desde casa (55.9% mujeres y 44.1% hombres), 34% de las mujeres dedicaron parte de su tiempo al cuidado de personas frente a 24% de los hombres. En lo relacionado con los quehaceres domésticos, las mujeres tienen una participación del 91.9% frente al 78% en los hombres.
A poco más de un año del inicio del confinamiento generado por la COVID-19 se empiezan a notar las consecuencias del recrudecimiento de la doble presencia o las múltiples presencias de las mujeres en el hogar. Se puede constatar en un estudio realizado en México por Contreras-Ibáñez et al. (2020) a inicios del confinamiento que, de un total de 5007 personas, las mujeres reportaron mayor estrés que los hombres. Los autores afirman que esta diferencia puede deberse a “la triple y cuádruple jornada” (p. 111) que llevan a cabo las mujeres. Al respecto, Vizcaíno (2020) menciona los efectos de la sobrecarga en trabajadoras académicas: además del estrés, comenta que se manifiestan sentimientos de incertidumbre y frustración que impactan negativamente en la “productividad de las académicas y científicas, que pueden bloquear el avance de la carrera de las mujeres” (p.178). Por su parte, Cisneros y Yautentzi (2021) mencionan que las mujeres se han involucrado en mayor medida en las labores del hogar, lo que sumado a las actividades del trabajo remunerado y a las condiciones de incertidumbre social por la COVID-19, han provocado en ellas malestares como: depresión, angustia y miedo.
Organización familiar para apoyar en las actividades escolares
La pandemia COVID-19 ha generado cambios en las actividades cotidianas y familiares al producirse la migración a plataformas digitales de las funciones cotidianas de trabajo, educación y socialización. También, los cambios se perciben en el sistema educativo presencial, que tuvo que reorganizar los planes de estudios y las actividades curriculares y extracurriculares para dar continuidad, desde el hogar, a los procesos de aprendizaje (Gelber y Poblete, 2020). La responsabilidad de la educación recae en la familia, la que ha tenido que desplegar una serie de estrategias de apoyo en condiciones pandémicas para dar continuidad en el hogar a los procesos de aprendizaje escolar.
Para Arés (2010), las estrategias de apoyo familiar a las actividades escolares hacen referencia a las múltiples actividades y relaciones que se construyen en las interacciones familiares para cumplir la función educativa de los hijos; las mismas trascienden las actividades de apoyo a la docencia. Belalcazar y Delgado (2013) plantean dos maneras diferentes de comprender las estrategias de apoyo, una es a través del concepto estilo educativo, mediante el cual la familia dirige su comportamiento formativo en los hijos a través del establecimiento de normas y límites de relación y convivencia. La otra es a través de las pautas educativas que responden a las orientaciones, valores y expectativas que los padres/madres priorizan como ideal y guían la práctica con relación a la formación que quieren dar. Por su parte Castellanos et al. (2015) plantea que las estrategias educativas son acciones que, de manera intencional, desarrollan los cuidadores principales de los niños con el fin de apoyar, orientar, organizar y/o gestionar de manera individual o conjunta con sus hijos/hijas las tareas y actividades esenciales implicadas en su desarrollo.
Bazán, Félix y Domínguez(2014) plantean que las actividades relacionadas con el apoyo familiar en actividades escolares están estrechamente relacionadas con el desarrollo académico que la familia quiere potenciar en sus hijos. Por tanto, las estrategias educativas tienen que ver con el involucramiento y las prácticas complementarias que los miembros de la familia realizan para apoyar, en el hogar, las prácticas didácticas y de enseñanza-aprendizaje que establece el centro educativo al que asiste el hijo o la hija. Los autores, a estas prácticas complementarias en el hogar las califican con el término apoyo familiar. Reconociendo los diferentes abordajes teóricos que ha tenido el concepto de estrategias de apoyo familiar en actividades escolares, en la presente investigación se definirá de manera puntual como el grado de ayuda, asesoría, y supervisión que realiza la familia para continuar los procesos de aprendizaje en el hogar (Castellanos et al., 2015). Entre las acciones de apoyo que puede desplegar la familia se pueden encontrar las siguientes: asistencia y apoyo en tareas escolares; tiempo y espacio proporcionado para el estudio; comunicación regular con las figuras docentes; organización de actividades complementarias a la escuela o extraescolares, repaso y evaluación de contenidos escolares (Bazán et al., 2014).
Las estrategias de apoyo familiar al aprendizaje en el hogar han sido estudiadas ampliamente en su relación con diferentes factores que la facilitan o dificultan (Bazán y Castellanos, 2015; Castellanos et al., 2015; Cervini et al., 2014; Epstein, 2011; Jiménez y Guevara, 2010). Cervini et al., (2014) plantean que algunos factores implicados en el ejercicio de la participación y colaboración entre familia y escuela son: características de los padres, de los hijos, de los contextos en los que interactúan dentro y fuera del hogar, el nivel de escolaridad de los miembros de la familia, el número de integrantes y el nivel económico de la familia. Por su parte Bazán y Castellanos (2015) señalan que otros factores –como la profesión de los padres, las características sociodemográficas de la familia, las expectativas hacia sus hijos, las actitudes que los padres muestran hacia la escuela, el tamaño de la familia, el acceso de la familia a bienes económicos y culturales y la sobrecarga de funciones que debe desplegar la persona principal que se encarga del cuidado y educación del hijo o la hija– se relacionan también con las actividades de apoyo escolar.
Los factores reportados por Bazán y Castellanos (2015) adquieren importancia relevante en la situación actual que atraviesan las familias durante el confinamiento. La sobrecarga de funciones y las condiciones de trabajo productivo y reproductivo en el hogar, principalmente para las mujeres, se erigen hoy como uno de los factores que influye en el despliegue de las actividades que realiza la familia para apoyar las tareas escolares en condiciones de pandemia. En diferentes investigaciones relacionadas con la responsabilidad con las tareas escolares de los niñas y niñas que se encuentran en educación escolar básica, se ha reportado que en la organización familiar las mujeres se ocupan de manera casi exclusiva de hablar con maestros, asistir a reuniones escolares (Wainerman, 2007), comunicación con la escuela, supervisión y apoyo del aprendizaje, fomento y participación en actividades de la escuela (Sánchez et al., 2010) y ayudar con tareas escolares (Batthyány, 2008). La pandemia devela un nuevo rol para la mujer: le suma al rol de cuidadora, trabajadora, esposa, el ser maestra de sus hijos (Martiniello, 2000).
En México, en el marco del confinamiento como estrategia para disminuir/evitar los contagios por la COVID-19, la Secretaría de Educación Pública (SEP) pone en marcha, a finales de marzo del 2020, el Programa Aprende en Casa. Según Edel et al., (2020) consiste en:
“una estrategia de comunicación educativa emergente para dar continuidad al ciclo escolar vigente, y cuyo propósito es brindar contenidos educativos curriculares a través de la mediación de las plataformas tecnológicas de Internet, la TV y la radio en abierto con una inevitable ayuda docente y familiar” (p. 40).
Desde esta emergente forma de organización de las actividades escolares, las familias tuvieron que afrontar y adaptar acciones con las que pudieron equilibrar tiempos y exigencias de las actividades de los miembros familiares. Entre algunos obstáculos que han sido señalados en esta nueva modalidad escolar se encuentran: la brecha tecnológica, la cantidad excesiva de tareas que deben realizar los estudiantes y no contar en los hogares con espacios y/o materiales para realizar las actividades (Gutierrez, 2020; De la Cruz, 2020).
En este marco de la organización familiar en pandemia, Recéndez y Muñoz (2021) (x?¿?) afirman que la responsabilidad en la dirección y gestión del hogar se volvió multifactorial para las mujeres, quienes se volvieron maestras con el fin de dar seguimiento al proceso educativo. Por su parte Garduño y Gómez (2020) afirman que la realización de la educación remota en la pandemia se convierte en una excesiva carga de trabajo ya que, además de sumarse a las otras actividades, como el trabajo remunerado, existe “dificultad para poner límites entre los temas domésticos y los asuntos laborales” (p. 23).
El agotamiento que se siente tras las tensiones que ha provocado reaprender a vivir con la COVID-19 también impacta en las estrategias educativas familiares. Señala De la Cruz (2020) que motivar a los hijos para estudiar en el hogar es un reto de creatividad para las familias, donde también cada uno de sus miembros se desenvuelve en los roles domésticos y laborales. Al respecto Antunes et al., (2021) plantean que los padres y madres han asumido, a la par de continuar trabajando desde casa, la responsabilidad principal de apoyar y educar a los hijos, aun cuando no tengan las condiciones socioeconómicas, culturales o educativas para realizar un apoyo eficiente de las actividades escolares. Como plantea Trejo-Quintana (2020), desde el ámbito público la pandemia ha acentuado los problemas sustanciales de la educación en México que tienen que ver, todavía, con problemas de acceso y oportunidades equitativas a la educación. Desde lo privado, acrecentó la brecha de género que se percibe en el apoyo familiar al aprendizaje que se da en lo interno de la familia.
Método
La investigación es de corte cuantitativo, transversal y correlacional.
Participantes
Las personas que participaron respondiendo la encuesta fueron seleccionadas de manera no probabilística y por conveniencia. Se establecieron como criterios de inclusión: la mayoría de edad, residir en México y realizar sus actividades desde casa a partir del confinamiento derivado del COVID-19. Es importante mencionar que se incluyeron a trabajadores con labores remuneradas y a estudiantes (con o sin beca) de niveles superiores y posgrados. Se contó con la participación de 321 personas, quienes respondieron en su totalidad la Escala de Sobrecarga de Trabajo desde Casa derivado del COVID-19 (ESTC-COVID19). La estructura de la encuesta permitía realizar un filtro para el caso exclusivo de las personas que se encontraban con la responsabilidad de apoyar en actividades escolares remotas a niñas y niños, para este caso fueron 110 personas que respondieron la Escala Sobrecarga de Trabajo y Apoyo Escolar durante el confinamiento por COVID-19 (ESTAE-COVID19). En la tabla 1 se observa el número de participantes según sexo, media de edad para las dos escalas mencionadas.
Tabla 1.
Número de participantes según sexo y media de edad
Escala |
Número de participantes |
% |
% Hombres |
Media edad |
ESTC-COVID19 |
321 |
76.6 |
23.4 |
36 |
ESTAE-COVID19 |
110 |
85.0 |
15.0 |
36 |
Instrumentos
Para lograr los fines de la investigación se construyeron las escalas anteriormente mencionadas. A continuación, se describen cada una de ellas.
ESTC-COVID19. Contiene 12 ítems relacionados con la sobrecarga de trabajo remunerado y las labores domésticas. Las respuestas son de tipo Likert, con cinco posiciones, en donde 11 corresponde a “Nunca” y 5 a “Siempre”. La prueba de confiabilidad alfa de Cronbach arrojó un puntaje de .802, lo cual significa una consistencia buena en la escala.
ESTAE-COVID19. Contiene 6 ítems relacionados con la sobrecarga de trabajo remunerado y el apoyo en actividades escolares remotas a la niñez. Las respuestas son de tipo Likert, con cinco posiciones, en donde 1 corresponde a “Nunca” y 5 a “Siempre”. La prueba de confiabilidad alfa de cronbach arrojó un puntaje de .909, lo que indica una consistencia excelente de la escala.
Procedimiento
El levantamiento de datos se llevó a cabo durante la última semana de mayo y la primera de junio del 2020. La aplicación se realizó de forma online, ya que los participantes respondieron la encuesta desde la aplicación de Google formulario. Para acceder al formulario, los interesados accedían primero al consentimiento informado con el fin de garantizar y manifestar su participación voluntaria, confidencial e informada. La información recabada fue almacenada en una base de datos de Excel y posteriormente vaciada en el paquete Statical Package for the Social Sciences (SPSS) versión 19, para el procesamiento de la información.
Resultados
En la tabla 2 se muestran las horas dedicadas a las actividades laborales remuneradas que se realizan desde casa a partir del confinamiento derivado por la COVID19. En esta tabla se puede notar que poco más del 60% de las mujeres que participaron en el estudio dedican por lo menos 6 horas al día a este tipo de actividades; en el caso de los hombres es el 47% del total de los participantes que dedican más de 6 horas al día al trabajo desde casa.
Tabla 2.
Horas dedicadas diariamente al trabajo desde casa según sexo
Sexo |
1 a 2 hrs |
2 a 4 hrs |
4 a 6 hrs |
6 a 8 hrs |
Más de |
Mujer (%) |
5 |
11 |
22 |
31 |
31 |
Hombre (%) |
18 |
24 |
12 |
18 |
29 |
Nota: N = 321 participantes
En la tabla 3 se señalan las horas que dedican diariamente hombres y mujeres que trabajan desde casa a apoyar a niñas y niños en sus actividades escolares remotas. Se puede observar en la tabla que casi una cuarta parte de los hombres encuestados no dedican tiempo al apoyo de esta actividad, frente al 16% de las mujeres que tampoco dedican tiempo. Se puede notar, además, que la mayoría de los hombres y mujeres participantes en el estudio dedican mínimo una hora y máximo 4 hrs diarias a ayudar a infantes en sus actividades escolares.
Tabla 3.
Horas dedicadas diariamente al apoyo escolar de niñas y niños según sexo
Sexo |
No dedico tiempo |
1 a 2 hrs |
2 a 4 hrs |
4 a 6 hrs |
6 a 8 hrs |
Más de 8 hrs |
Mujer (%) |
16 |
35 |
31 |
14 |
2 |
1 |
Hombre (%) |
24 |
47 |
24 |
6 |
0 |
0 |
Nota: N= 110 participantes
Como se observa en la tabla 4, los puntajes medio más altos en todos los reactivos de la ESTC-COVID19 se obtuvieron por mujeres en comparación con lo respondido por los hombres. Buscando verificar si estas diferencias en las medias eran significativas según el sexo, se realizó la prueba estadística T de Student para muestras independientes, la que arrojó diferencias estadísticamente significativas en los ítems 2 (Me siento cansado(a) físicamente por hacer el trabajo desde casa y las labores domésticas), 3 (No deseo realizar labores domésticas), 5 (Me siento desgastado(a) emocionalmente por realizar el trabajo en casa y las labores domésticas), 6 (Me siento saturado(a) por realizar el trabajo en casa y las labores domésticas) y 12 (Me siento más irritable que de costumbre).
Tabla 4.
Medias aritméticas y significación de las diferencias entre sexo en los ítems de la ESTC-COVID19
Ítem |
Sexo |
N |
Media |
Desviación típ. |
T Student (sig.) |
1. Siento que soy necesario(a) para realizar las labores del hogar |
Mujer |
247 |
3.98 |
1.059 |
.201 |
Hombre |
76 |
3.80 |
1.211 |
.299 |
|
2. Me siento cansado(a) físicamente por hacer el trabajo desde casa y las labores domésticas |
Mujer |
247 |
3.70 |
1.129 |
.006 |
Hombre |
76 |
3.04 |
1.051 |
.013 |
|
3. No deseo realizar labores domésticas |
Mujer |
247 |
3.34 |
1.144 |
.001 |
Hombre |
76 |
2.96 |
1.089 |
.006 |
|
4. Me preocupa no dar el tiempo adecuado para realizar labores domésticas |
Mujer |
247 |
2.97 |
1.247 |
.860 |
Hombre |
76 |
2.92 |
1.068 |
.864 |
|
5. Me siento desgastado(a) emocionalmente por realizar el trabajo en casa y las labores domésticas |
Mujer |
247 |
3.38 |
1.332 |
.129 |
Hombre |
76 |
3.00 |
1.120 |
.131 |
|
6. Me siento saturado(a) por realizar el trabajo en casa y las labores domésticas |
Mujer |
247 |
3.64 |
1.333 |
.037 |
Hombre |
76 |
3.17 |
1.248 |
.042 |
|
7. Realizo una cantidad excesiva de trabajo |
Mujer |
247 |
3.63 |
1.047 |
.323 |
Hombre |
76 |
3.38 |
1.166 |
.437 |
|
8. Tengo tiempo suficiente para terminar mi trabajo |
Mujer |
247 |
3.40 |
1.146 |
.271 |
Hombre |
76 |
3.62 |
.979 |
.288 |
|
9. Siento que soy necesario(a) en el trabajo que realizo |
Mujer |
247 |
3.90 |
.980 |
.926 |
Hombre |
76 |
4.00 |
.952 |
.928 |
|
10. Me preocupa no poder cumplir con los objetivos de mi trabajo |
Mujer |
247 |
3.71 |
1.207 |
.505 |
Hombre |
76 |
3.68 |
1.134 |
.563 |
|
11. Tengo remordimiento por cómo me he comportado con las personas con las que trabajo |
Mujer |
247 |
2.25 |
1.269 |
.983 |
Hombre |
76 |
2.34 |
1.102 |
.981 |
|
12. Me siento más irritable que de costumbre |
Mujer |
247 |
3.19 |
1.298 |
.048 |
Hombre |
76 |
2.68 |
1.134 |
.102 |
En la tabla 5 se pueden observar los resultados de las medias de los ítems de la ESTAE-COVID19, de igual manera se nota mayores puntajes en las medias arrojadas por las respuestas de las mujeres en comparación con lo respondido por los hombres. Al realizar la prueba estadística T de Student para muestras independientes, se obtuvo diferencias estadísticamente significativas en el ítem 6 (Me siento desgastado(a) emocionalmente por realizar el trabajo en casa y las actividades escolares de menores).
Tabla 5.
Medias aritméticas y significación de las diferencias entre sexo en los ítems de la ESTAE-COVID19.
Ítem |
Sexo |
N |
Media |
Desviación típ. |
T Student (sig.) |
1. Siento que soy necesario(a) para que se realizan las actividades escolares |
Mujer |
93 |
3.86 |
1.185 |
0.70 |
Hombre |
17 |
3.29 |
1.105 |
.067 |
|
2. Me siento saturado(a) por realizar el trabajo desde casa y actividades escolares desde casa |
Mujer |
93 |
3.70 |
1.214 |
.596 |
Hombre |
17 |
3.53 |
1.179 |
.593 |
|
3. Me siento cansado(a) físicamente por hacer el trabajo desde casa y actividades escolares de menores |
Mujer |
93 |
3.46 |
1.323 |
.139 |
Hombre |
17 |
2.94 |
1.345 |
.155 |
|
4. No deseo realizar actividades relacionadas con actividades escolares desde casa |
Mujer |
93 |
2.89 |
1.306 |
.469 |
Hombre |
17 |
2.65 |
1.115 |
.425 |
|
5. Me preocupa no dar el tiempo adecuado para las actividades escolares de menores |
Mujer |
93 |
3.55 |
1.331 |
.125 |
Hombre |
17 |
3.00 |
1.414 |
.153 |
|
6. Me siento desgastado(a) emocionalmente por realizar el trabajo en casa y las actividades escolares de menores |
Mujer |
93 |
3.52 |
1.380 |
.029 |
Hombre |
17 |
2.71 |
1.448 |
.044 |
Discusión y Conclusiones
De acuerdo con los objetivos planteados en la presente investigación, el análisis de los resultados mostró que tanto mujeres como hombres declararon dedicar un tiempo similar a las actividades remuneradas y a las relacionadas con el apoyo familiar en las actividades escolares de las niñas y los niños. Sin embargo, existen diferencias con relación a las cargas de trabajo y a la sensación de malestares. Las mujeres presentan mayor percepción de sobrecarga de trabajo por realizar labores remuneradas, trabajo doméstico y actividades de apoyo en las actividades escolares de menores. También se encontraron diferencias estadísticamente significativas donde las mujeres exteriorizan malestares físicos, desgaste emocional, saturación e irritabilidad por desempeñar la multiplicidad de tareas durante el confinamiento derivado de la COVID-19.
Los resultados encontrados en la presente investigación concuerdan con otras investigaciones que exponen cómo las sobrecargas del trabajo no remunerado tienen mayor incidencia en las mujeres (Greenglass et al., 2003; Batthyány, 2008), específicamente en lo que a apoyo en las actividades escolares de infantes se refiere (Wainerman, 2007; Sánchez et al., 2010; Batthyány, 2008). Si bien es importante considerar el involucramiento de las familias en el éxito de los aprendizajes en la niñez, la construcción socio-histórica de los roles ha impuesto estas tareas como responsabilidad exclusiva de las mujeres. En este sentido, las condiciones provocadas por la pandemia han agudizado la doble presencia de las mujeres, juntamente con el incremento de los malestares y efectos negativos en la salud.
Con respecto a los efectos en la salud de las personas que perciben sobrecargas de trabajo, este estudio presenta congruencia con lo reportado en investigaciones recientes (Charpentier, 2009; Patlán, 2013), particularmente en los efectos de la sobrecarga de trabajo que sufren las mujeres en el contexto de la pandemia (Contreras-Ibañez et al, 2020; Vizcaino, 2020; Cisneros y Yautentzi, 2021). En esta línea es importante retomar la propuesta acerca de analizar la sobrecarga laboral sin la separación del trabajo remunerado y no remunerado, es decir, en las prácticas cotidianas la realización de dichas tareas se superpone, principalmente en el contexto de la nueva normalidad donde todas las actividades se realizan en el mismo espacio y al mismo tiempo.
Si bien hasta el momento solo se ha mencionado la sobrecarga originada por la multiplicidad de roles dentro del hogar, es preciso señalar que a esta se le suma la sobrecarga propia del escenario laboral que en las actuales circunstancias también ha migrado hacia el espacio privado, es decir, al hogar. El desempeño de las actividades remunerada dentro de casa no ha disminuido las exigencias propias del empleo; por el contrario, lo que ha sucedido es un aumento exponencial de las exigencias con tendencia al evidencialismo y con la correspondiente demanda de estar disponible para trabajar las 24 horas y los 7 días de la semana, desconociéndose, por parte de las autoridades laborales, la realidad que se vive hoy en casi todos los hogares (Cañongo y Palafox, 2020).
Las condiciones socioeconómicas, las condiciones actuales de la pandemia y la sobrecarga, principalmente en las mujeres, de una multipresencia laboral agudizada por la crisis de la COVID-19, genera importantes retos y cambios para las actividades familiares, donde el impacto de las condiciones actuales se profundiza a partir de la sobrecarga de responsabilidades de trabajo productivo y reproductivo en el hogar (Comisión Interamericana de Mujeres [CIM], 2020).
Finalmente, con el confinamiento se ha evidenciado un recrudecimiento de esas condiciones desiguales, pero también se han podido suscitar algunas estrategias familiares para revertir esta situación. Se han reconocido las circunstancias actuales como una oportunidad para que la familia aprenda a distribuir los roles domésticos y de cuidado de manera equitativa, creando espacios colaborativos funcionales más allá de la pandemia. También ha sido una oportunidad para fomentar la cohesión familiar y hacer un despliegue de estrategias educativas nuevas y creativas destinadas a apoyar el desarrollo escolar y extraescolar.
A poco más de un año de iniciada la pandemia, es necesario realizar estudios con el fin de conocer las situaciones que enfrentan los miembros de las familias para la realización de sus actividades, así como las repercusiones que se están teniendo en este contexto de pandemia. La llamada nueva normalidad no puede ser el entorno para seguir reproduciendo la división sexual del trabajo que perpetúa las brechas de género. La nueva normalidad puede ser la oportunidad para transformar dichas prácticas y abonar en la construcción de sociedades más equitativas.
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Agradecimientos:
Las autoras agradecen a las personas que participaron en el estudio y al equipo de Economía Solidaria y Trabajo Informal del CITPsi
1 Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Maestra en Psicología Organizacional por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Doctoranda del Centro de Investigación Transdisciplinar en Psicología.
Correo electrónico: belem@uaem.mx, ORCID: 0000-0002-9378-1111
2 Licenciada en Contabilidad y Finanzas en la Universidad de la Habana, Maestra en Psicología Organizacional en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Doctoranda del Centro de Investigación Transdisciplinar en Psicología.
Correo electrónico: aimedelahozbecquer@gmail.com, ORCID: 0000-0002-5824-680X
3 Licenciada en Psicología por la Universidad de la Habana, Maestra en Psicología Clínica por la Universidad de la Habana. Doctoranda del Centro de Investigación Transdisciplinar en Psicología. Correo electrónico: lauren.lara90@gmail.com, ORCID: 0000-0002-9163-5313